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A la mañana siguiente vino Esaú. Jacob se inclinó ante él con temor. ¡Sorpresa! Esaú estaba feliz de ver a Jacob. Esaú corrió hacia Jacob y le dio besos y abrazos.

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«¿Quiénes son todas esas personas?», preguntó Esaú. «Son los míos», respondió Jacob. «Dios ha sido bueno conmigo». Los hermanos volvieron a ser amigos.

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¿Tienes tú hermanos y hermanas?

¿Los tratas con amabilidad?