Dios le dijo a Gedeón que le diera trompetas y cántaros a cada uno de sus hombres. Dentro de cada cántaro había una antorcha encendida.
Mientras el enemigo dormía, los hombres de Gedeón tocaron sus trompetas tan alto como pudieron. Entonces rompieron sus cántaros y dejaron brillar el fuego de las antorchas. Los soldados enemigos despertaron y se asustaron tanto que comenzaron a luchar entre ellos mismos. Después de un rato huyeron.
¡Ya que Gedeón hizo lo que Dios le mandó hacer, Dios ganó la batalla para su pueblo! ¡Sí, Dios!