Fue al día siguiente, viernes.

Habíamos quedado con Florin en subir al quinto.

Nos iba a enseñar lo que había encontrado. Aquel posible descubrimiento.

¿Y si aparecían más azulejos con letras?

Olivia y yo subimos nada más volver del cole. Fran no podía porque tenía entrenamiento.

Nos abrió Enrique, el padre de Laura.

—Pasad, pasad —nos recibió—. Laura se va a poner contentísima de veros. Aunque venís a ver el descubrimiento, ¿verdad?

¿Lo sabía?

Vaya chasco. ¡Yo quería ser el primero en descubrirlo!

Hasta llevaba un poco de agua para Florin.

Todo con tal de parecerme a Husein Abdel Rasul. ¿Sabes quién es? Casi nadie lo sabe. Y eso que hizo un descubrimiento superimportante ¡cuando apenas era un niño!

Pero todo el mérito se lo llevó otro, un mayor, claro. El Howard Carter ese.

La historia pasó en Egipto, hace más de cien años. Resulta que había unos ingleses que buscaban restos superantiguos en el Valle de los Reyes. Por mucho que excavaban, no encontraban nada. Estaban ya a punto de rendirse. Normal. ¡Llevaban años!

Hasta que llegó Husein Abdel Rasul. Entonces solo tenía diez años y ya le hacían trabajar, como a nosotros. A él le tocaba llevar agua a los de la expedición. En burro, y con un sol y un calor... ¡Explotación infantil!

El caso es que un día fue a apoyar una vasija de agua en el suelo y descubrió un escalón. Parecía el comienzo de una escalera enterrada bajo tierra.

Husein avisó del descubrimiento, empezaron a excavar ahí y... dieciséis escalones más abajo, ¡pum!, ¡la tumba de Tutankamón! ¡Uno de los tesoros más grandes del mundo!

Total, que yo subía en plan Husein Abdel Rasul, con una botellita de agua para Florin. Pensaba dársela y, a partir de ahí, hacer un superdescubrimiento.

 

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¿Y qué me encontraba? ¡El descubrimiento descubierto! O eso parecía, por lo que dijo Enrique.

Y no solo eso. Laura vino corriendo.

—¡Mira, Olivia! ¡Mira, Hugo!

Lo que faltaba.

Todos lo sabían.

Laura nos arrastró a la terraza.

Ahí estaban Florin y Rubén, que también trabajaba en la obra.

 

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Olivia y yo nos volvimos hacia la pared y miramos hacia arriba.

Y ahí estaban.

LOS AZULEJOS AMARILLOS.