Llamaron a la puerta.

¡¡¡RING, RING, RING, RIIIIIING!!!

Olivia fue a abrir.

—¡Pepe! ¡Chufa! ¡Lola! —se sorprendió al verlos—. ¿Qué hacéis aquí?

Pero ellos no dieron muchas explicaciones. Tenían demasiada prisa por ver las obras con sus propios ojos.

—¡Aparta, chiqueta! —dijo Chufa—. ¡Venimos a ver Nitrato!

—¡Somos gatuners! —gritó Lola.

A punto estuvieron de tirar a Olivia. Entraron corriendo a la terraza como una manada de búfalos en estampida.

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Cuando llegaron, a los tres se les pusieron los ojos como los del emoji que salía todo el rato en los comentarios. Ese de los ojos grandes, negros, como a punto de llorar.

Y ahí estaban, los tres parados delante del mural. A esas alturas ya se veía perfectamente la silueta negra sobre fondo amarillo del hombre montado a caballo.

—¡Han venido unos gatuners para vernos en directo! —anunció Frandi a nuestro púbico.

Por un momento, las espaldas de Pepe, Chufa y Lola taparon la obra.

Frandi les hizo señas para que se movieran un poco a un lado para no tapar la cámara.

—¡Míralo! —dijo Chufa a Lola, emocionada—. ¿Te lo puedes creer?

¡Nuestra infancia! —dijo Lola.

Pepe también estaba emocionado.

—Igualito que el de mi pueblo.

No sé qué veían en aquel hombre a caballo, pero estaban como nosotros cuando descubrimos el pianito de Imaginarium.

—¡Cuántos años sin verte, Nitrato de Chile! —dijo Chufa emocionada.

—Pero ¿quién es el Nitrato ese? —preguntamos nosotros—. ¿Es el caballo? ¿Es el hombre que monta a caballo? ¿Qué demonios es eso de Nitrato de Chile? ¿Y cómo sabíais que estaba aquí?

Les había llegado por un montón de sitios:

—A mí me lo contaron unas amigas que lo estaban siguiendo en Twitch —dijo Chufa.

—¡A mí las del club de lectura! —exclamó Lola.

—A mí me llegó por tres grupos de WhatsApp —dijo Pepe—: el de los amigos de la playa, el del gimnasio y otro grupo de antiguos compañeros de colegio.

También lo habían visto en Facebook.

¡Todo el mundo (todo el mundo mayor de chorrocientos años) estaba hablando de nuestro descubrimiento!

Frandi seguía retransmitiendo las obras y no daba abasto a contestar todos los comentarios. ¡Llegaban millones!

—¿Qué ven mis ojos? —dijo de repente—. ¡Están apareciendo más letras! ¡Y son distintas a las de NITRATO DE CHILE! No son blancas sobre fondo negro. Son naranjas sobre negro. Y más pequeñas.

Las descubrimos Laura, Olivia y yo.

Estaban en medio y decían «abonad con».

Yo cada vez entendía menos. Menos mal que Pepe y Las Modernas nos dieron por fin

LA EXPLICACIÓN.