—¡Pantalones! —gritó Alberto.

—¡Gatitos! —gritó Olivia.

—¡Los auriculares de Iván y las toallas de mi madre! —gritó Fran—. ¡Y sus lanas!

Frandi explicó rápidamente a los gatuners todo el lío del «robo».

Pero ¡acabábamos de resolver el misterio! ¡Estaban ahí! Los había cogido Pantalones para hacer una especie de nido.

Y, sobre ese nido, ahora había... cuatro gatitos diminutos. Lo que nos llevaba a otra pregunta.

—Esto... Alberto —le pregunté—. ¿Puede ser que Pantalones haya tenido gatitos?

 

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Fran se vino arriba con la revelación.

—¡Atención, queridos gatuners! Ya sé que estáis deseando ver las letras, y están aquí mismo, mirad —dijo enfocando a los azulejos que había al lado—. Pero ¡es que acabamos de hacer un descubrimiento que cambiará el curso de la humanidad! ¡Y de la animalidad! ¡Un gato ha tenido gatitos! ¡Un gato chico!

«Un macho???», preguntaban en el chat.

Lo malo es que Martina no tardó en chafarnos este misterio.

—¿Qué dices, tío? Si Pantalones es hembra.

Fran, Olivia y yo la miramos alucinados.

—¿¿¿Es una gata???

De toda la vida —respondió Martina.

—Pero, entonces, ¿por qué se llama Pantalones? —pregunté yo.

Mi propia hermana se encargó de responderme.

—¿Qué pasa? —dijo Olivia—. ¿Que los pantalones son solo cosa de chicos? ¡Pues mira qué llevo yo!

—¡Y yo! —dijo Martina.

Seguro que si Las Modernas la hubieran oído, habrían dicho que ellas también llevaban pantalones. Pero debieron de entender otra cosa porque Chufa dijo:

—¿Desde cuándo nos pisan los talones los cosacos chinos?

El caso es que Pantalones era una gata y había tenido cuatro preciosos gatitos.

En cuanto Fran (o Frandi, como quieras llamarlo) los enfocó con la cámara, se desató la locura en el chat.

Todos los gatuners hicieron honor a su nombre.

Todos querían

UN GATITO.