Gwen no recordaba con exactitud lo que ocurrió tras la declaración de Fareed de que iba a convertirse en su esposa. Todo pasó muy rápido. Él la guió a un helipuerto que había detrás de la mansión, donde les esperaba un monstruo de metal en el que ya estaban sentados Rose y Emad. Fareed la ayudó a subir y sentarse en uno de los asientos traseros. Sentó a Ryan, al que había llevado en brazos, junto a Rose. Entonces entró en la cabina del piloto.
Aturdida, Gwen apenas se dio cuenta de que volaron sobre el desierto y más tarde sobre el mar. No supo si fueron minutos u horas más tarde cuando aterrizaron en una isla, delante de una casa del mismo estilo de la mansión de Fareed, solo que mucho más pequeña. Estaba muy cerca de la orilla del mar.
Emad llevó a Rose y a un profundamente dormido Ryan a la planta de arriba de la vivienda. Gwen y Fareed se quedaron a solas. Este le indicó a ella con la mano que lo esperara y se alejó para realizar innumerables llamadas telefónicas.
Cuando finalmente volvió a su lado, la miró a los ojos con una indescriptible expresión reflejada en los suyos. Parecía lejano, distante.
–Lo he arreglado todo. El clérigo y los abogados estarán aquí en un par de horas –informó–. Voy a hacer lo que sea necesario para mantener a mi padre alejado de vosotros. Ahora que conozco sus verdaderos motivos, necesitaremos todas las armas necesarias para detenerlo. En nuestra cultura, cuando un abuelo paterno reclama a un nieto, sobre todo si es un hombre mayor, rico o con un estatus importante, puede implicar que se le dé preferencia sobre la madre. Ahora comprendo que Hesham me pidió que os encontrara para que lo hiciera yo antes que nuestro padre y lograra hacer esto…
–¿Esto? –preguntó Gwen–. ¿Te refieres a…?
–A casarme contigo –finalizó Fareed por ella–. Una madre solo puede luchar contra los reclamos de un abuelo si está casada con un hombre de igual estatus o riqueza. Tal vez mi estatus no sea igual al de mi padre en nuestro país, pero mi importancia y riqueza internacionales son mayores. Cuando adopte a Ryan, tendremos suficientes derechos para luchar contra su reclamo.
Aquello era un sueño hecho realidad… y al mismo tiempo la peor pesadilla que Gwen podía imaginar; Fareed estaba ofreciéndole matrimonio… pero solo porque pensaba que Hesham le había pedido que lo hiciera… para mantener a Ryan alejado de las garras de su padre.
Había sabido que para él, ella solo había sido una amante. Y por muy intensa que hubiera sido su relación, Fareed jamás le habría ofrecido nada permanente. Nunca la habría amado.
Pero sabía que debía estar agradecida ante aquella propuesta que aseguraría el futuro de Ryan… aunque destruyera el suyo.
Fareed había pensado que nunca sufriría más que cuando había descubierto que Gwen era la adorada mujer de su hermano, la madre de su hijo. Pero en aquel momento sabía que podía sufrir aún más. No había esperado que Gwen saltara de alegría cuando le había mencionado el matrimonio, pero parecía que no podía haberle ocurrido nada peor. Obviamente jamás había querido nada permanente con él. Extremadamente dolido, pensó que debía tranquilizarla.
–Quiero que sepas que nunca volveré a pedirte nada. Vamos a casarnos para darle a Ryan, y a ti como su madre, el apellido Aal Zaafer, y con él todos los privilegios a los que tenéis derecho. También es para darle a Ryan el padre que necesita; el único hombre en el mundo que lo querrá como si fuera su hijo de verdad.
Había pensado que había visto angustiada a Gwen con anterioridad, pero en aquel momento parecía que se le estaba rompiendo el corazón en pedazos con cada una de sus palabras.
–Te daré el essmuh. En nuestra cultura, significa que tú controlarás el matrimonio. Podrás finalizarlo, si es lo que quieres, sin mi consentimiento. También te daré el control de mis bienes. En caso de que me ocurra algo, voy a redactar una disposición para burlar nuestras leyes hereditarias y que tú heredes todo. Si ambos fallecemos, todos los bienes pasarán a ser propiedad de Ryan. Si no es mayor de edad, la persona que tú elijas tendrá su tutela hasta que lo sea. Esto te convertirá en una persona tan poderosa como lo soy yo y, aunque yo no esté, mi padre no podrá atacarte. Con respecto a nuestra vida diaria, estaré presente en la existencia de Ryan de la manera que tú elijas.
–Zawaj´toka nafsi… me entrego a ti en matrimonio –dijo Gwen mientras tenía la mano de Fareed bajo la suya. Un blanco pañuelo cubría ambas.
El clérigo colocó una mano sobre las de ellos antes de recitar los votos matrimoniales.
Emad y uno de los guardas fueron los testigos. Rose y Ryan estaban presentes.
En pocos minutos la breve ceremonia concluyó y el clérigo documentó el matrimonio. A continuación invitó al recién estrenado matrimonio a firmar sus votos.
Una vez que lo hicieron, una de las sirvientas emitió un zaghrootah, un aullido festivo. Rose intentó imitar el sonido y Ryan gritó de manera desgarradora.
Durante la celebración del feliz evento, Fareed pareció realmente angustiado. Pero en ningún momento dejó de sonreír… de manera tensa. La pasión y el humor que había compartido con su esposa eran ya cosas del pasado.
Gwen sabía que no tendría su amor ni su compañía; Fareed le había dejado muy claro que no debía esperar nada de él. Habría preferido que hubiera estado enfadado con ella por todo lo que le había mentido. Por lo menos habría visto emociones en él, habría tenido la esperanza de que algo de lo que había sentido por ella hubiera sobrevivido. Pero Fareed simplemente se había recluido en sí mismo, como si jamás hubiera sentido nada, ni a nivel físico.
Ni siquiera había dudado de sus motivos para esconder la verdad. No sospechaba que pudiera estar escondiendo algo más. Simplemente había aceptado las razones que le había dado y había confiado en ella.
Pero no lo hacía por ella, como muy bien había señalado él, sino que lo hacía por la mujer de Hesham, por la madre de Ryan. Y si supiera toda la verdad, ella incluso perdería las migajas que se había visto forzado a darle.
Hacía una semana que Fareed había llegado junto a Ryan y Gwen a su villa de la playa. Solo se había separado de ellos unas pocas horas al día para ir al centro médico. El resto del tiempo había estado constantemente con ambos. Por las noches echaba tanto de menos a su esposa que no podía dormir. No podía soportar no disfrutar de los placeres que había conocido a su lado… los mismos placeres que habían esclavizado a su hermano antes que a él…
Los celos y un intenso sentimiento de culpa estaban poco a poco envenenándolo.
Pero por lo menos había conseguido su objetivo; haciendo uso de muchos favores que le debían y de su influencia, había conseguido adoptar a Ryan en tiempo récord. Gwen se había quedado impresionada cuando se lo había dicho aquella misma mañana. Por la tarde, había salido de la villa por primera vez con Ryan. Le habían acompañado a dar un paseo por la playa.
Habían parecido una familia feliz. Al pequeño le había encantado descubrir los alrededores y ellos habían respondido con alegría ante la curiosidad del niño. Pero sabía que si pudiera, en realidad Gwen evitaría estar en su presencia.
–Finalmente Ryan ya no tiene arena –comentó ella, que llevaba puesto un dorado vestido largo.
Fareed se fijó en que el vestido le marcaba las bonitas curvas de su cuerpo, acentuaba su esbelto esplendor. Parecía diseñado para ella.
Gwen se detuvo delante de él con la puesta de sol reflejada en su cabello y piel. La calidez que desprendía lo envolvió y la vacilante sonrisa que estaba esbozando lo excitó demasiado…
Entonces ella se echó hacia delante, casi lo tocó.
Él sabía que no resistiría aquella prueba; si lo tocaba, la echaría sobre la arena y le haría el amor allí mismo. Tomó su mano en el aire y resistió la tentación de volver a tomarla…
Confusa, Gwen apartó la mano.
–Tienes arena en el pelo –informó–. Ryan nos ha llenado de ella.
–Tú no tienes ni un grano de arena –dijo Fareed.
–Lograrlo me ha costado tener que restregarme mucho. La arena de este lugar es muy fina.
Él no pudo evitar imaginarse lo maravilloso que sería poder hacerle el amor de nuevo, sentir cómo Gwen alcanzaba el éxtasis alrededor de su sexo….
–Me alegra que a Ryan le guste la playa. Las actividades en la arena y en el agua son la mejor forma natural de fisioterapia que puede hacer –informó tras espirar profundamente.
Ella se mordió el labio inferior.
–Ni siquiera le había llevado a la piscina –compartió–. Me daba miedo exponerlo a un esfuerzo físico considerable ya que no sabía si le estaría dañando. Esta ha sido su primera experiencia con el mar y como has visto se ha vuelto loco de alegría.
–Entonces volveremos a la playa con tanta frecuencia como nos sea posible.
Gwen le dirigió una vacilante mirada, como si quisiera preguntarle qué clase de vida iban a tener. Fareed pensó que irían juntos a todos los lugares. Él ejercería de padre para Ryan y criarían juntos al pequeño, pero nunca volvería a ser su amante. Jamás consumarían su matrimonio.
–Fareed, hay algo que necesito… que tengo que confesarte –se atrevió a revelar ella.
Él la miró fijamente y al ver su dorada belleza iluminada por las luces de la villa sintió un profundo amor por ella. Se dio cuenta de algo. Estaba equivocado. Había estado equivocado… sobre todo lo que había sentido y pensado desde que había descubierto que Gwen era la mujer de Hesham.
No importaba lo que ella hubiera sido. Lo que importaba era lo que era. Y Gwen era la mujer de la que se había enamorado nada más verla, la única que había despertado en él su auténtico deseo, la única en la que confiaba y a la que admiraba. Era lo mejor que le había pasado nunca.
Debía dejar a un lado los celos que había sentido, celos de saber que Hesham la había amado primero, así como la culpa que sentía de amarla cuando su hermano ya no podía hacerlo.
–No me preguntaste por las razones que tuve para ocultar la identidad del padre de Ryan… –dijo entonces ella, haciendo una pausa. Parecía agitada.
–No había nada que preguntar –la tranquilizó Fareed–. Estabas haciendo lo que Hesham habría querido que hicieras. Mi hermano vivía con el permanente miedo de que mi padre lo encontrara y os arruinara la vida a ambos. Y tenía razón en temer al rey y en infundirte ese miedo a ti. Así que comprendo que tuvieras que esconder la verdad por todos los medios. Solo desearía que hubieras confiado en mí, que hubieras confiado en la decisión de Hesham de encomendarme el futuro de Ryan y el tuyo.
–Yo confiaba en ti ciegamente cuando vine a la tierra que temía más que nada en el mundo –aclaró Gwen, agarrándolo por el brazo–. Pero es más complicado de lo que piensas. Y cuando nosotros…. nosotros…
–¿Cuando nos convertimos en amantes? –terminó él por ella, poniéndole una mano sobre la suya–. Comprendo que te hizo sentirte aún más atrapada. Pero después de estar furioso con Emad por decir la verdad y después contárselo a mi padre, ahora no puedo estarle más agradecido. Como decimos aquí, assa an takraho shai wa hwa khayronn lakom.
–Tal vez odies algo y sea por tu propio bien –tradujo Gwen.
–Nunca dejará de sorprenderme lo bien que comprendes árabe. Hesham te enseñó bien.
Ella se ruborizó ante aquel cumplido y al darse cuenta de la manera tan relajada en la que Fareed se había referido a su hermano. Repentinamente la expresión de su cara volvió a reflejar angustia.
–Emad no descubrió toda la verdad. Y cuando tú la conozcas, no encontrarás excusas aceptables para mis medio verdades.
–No, Gwen. Sea lo que sea lo que has escondido, yo estoy de tu parte –insistió él, agarrándola por los hombros–. Siempre.
Las lágrimas que ella había estado conteniendo comenzaron a recorrerle las mejillas…
–Hesham me dijo que vuestro padre le contó la historia de su vida cuando él tenía quince años. El rey se casó con tres mujeres, una detrás de otra, por razones políticas y tribales. Tuvo hijos con cada una, en ocasiones casi simultáneamente.
Fareed conocía bien la historia de las cuatro mujeres de su padre y sus diez hijos.
–Pero no amó a ninguna de ellas –continuó Gwen.
–Ellas tampoco lo amaron a él, te lo aseguro.
–Sí, pero entonces el rey conoció a la madre de Hesham y se enamoraron nada más verse.
Ante aquella revelación, Fareed se quedó boquiabierto. No había sabido nada al respecto.
–Pero aunque los matrimonios de tu padre eran para servir al reino, la madre de Hesham se negó a ser la cuarta esposa –explicó ella–. Así que él se divorció de sus tres esposas y después se encargó de resolver la crisis política que se desencadenó.
–Mi madre y las otras dos esposas de mi padre siempre han dicho que el día que se libraron de él fue el mejor de todas sus vidas.
–Así convenció el rey a la madre de Hesham de que se casara con él. Pero ella temió que si había podido divorciarse tan fácilmente de las madres de sus hijos, no podía confiar en él. Tu padre le permitió hablar con ellas y sus exesposas le aseguraron que el divorcio era lo que habían estado deseando, que, al igual que él, se habían sentido atrapadas en sus matrimonios.
Gwen hizo una pausa antes de continuar hablando.
–Su matrimonio fue realmente feliz. Cuando se quedó embarazada, tu padre le dijo que amaría a aquel hijo más que a ninguno de sus otros vástagos. Pero ella murió en el parto y él casi enloqueció. Al principió incluso odió al hijo al que culpaba de la muerte del amor de su vida. Al crecer Hesham y parecerse tanto a su madre, el rey centró en él todo su amor, expectativas y obsesiones. Obligó a que nadie mencionara a su difunta esposa, ya que no podía soportar el dolor.
Realmente impresionado por todo aquello, Fareed se quedó boquiabierto. Siempre había creído que no se había podido mencionar a la madre de Hesham porque su padre la había detestado…
–Hay… hay más. Mucho más –aseguró Gwen.
–Entonces arjooki, por favor. Cuéntame todo.
–Lo que nadie sabía es que unos años después del fallecimiento de la madre de Hesham, su familia, la estirpe real de Durrah, invocó una antigua ley de Jizaan. La ley decía que si un rey se casaba con más de una mujer, el hijo de su esposa de más estatus sería el que le sucedería en el trono, sin importar la edad. Como la madre de Hesham era una princesa de pura sangre, esto lo convertía a él en el heredero a la corona.
Estupefacto, Fareed se quedó mirándola fijamente.
–¿Cómo ha podido mi padre ocultar algo así? ¿Cómo no es algo públicamente conocido?
–Tu padre les prometió a los familiares maternos de Hesham que este sería el príncipe heredero. Con una condición… que no le revelaran a nadie la noticia hasta que él preparara al reino y a sus demás hijos, sobre todo al que creía que iba a ser el futuro rey, para el cambio en la línea de sucesión. Pero lo más importante era que quería preparar a Hesham para el papel que iba a tener que desempeñar. Ellos accedieron. Cuando Hesham cumplió quince años, el rey le reveló los cambios en la línea sucesoria. También informó a tu hermano mayor. Pero todo lo hizo en estricta confidencialidad. Hesham me dijo que Abbas lo sintió mucho por él y que un profundo alivio lo embargó, ya que nunca había querido ser el príncipe heredero.
–Así que por eso nuestro padre presionaba tanto a Hesham… porque quería convertirlo en el príncipe heredero que sabía que no estaba preparado para ser –comentó Fareed, comprendiendo muchas cosas.
–Sí. Y también por eso rechazó tanto nuestra… nuestra…
–Vuestra relación. Seguro que tenía preparada a alguna princesa de sangre pura para él. Esto explica por qué reaccionó de una manera tan brutal cuando conoció la noticia de que mi hermano iba a casarse contigo.
–Pero como Hesham ya no está, Ryan quizá sea considerado el heredero al trono. Y por eso tal vez tu padre nunca se rinda en su propósito de conseguir su custodia.
–Ahora entiendo el enorme temor que le tienes a mi padre –dijo Fareed–. Pero no temas. Ni siquiera el reclamo de su heredero por parte de un rey podría triunfar sobre nuestra custodia compartida.
–Tal vez estés equivocado…
En ese momento oyeron cómo un helicóptero se acercaba a ellos. Él pensó que seguro que su padre iba dentro. ¡Aquello tenía que ser obra de Emad!
–Entra dentro –le ordenó a Gwen, enfurecido–. Yo me ocuparé de esto.
–Fareed, permíteme que te diga algo antes… –intentó detenerlo ella.
Pero él ya estaba corriendo hacia el helicóptero, que acababa de aterrizar. En cuanto vio a su padre bajar del aparato, pilotado por Emad, le bloqueó el paso.
–Padre, regresa a tu palacio. Gwen me ha contado todo. Ryan jamás estará bajo tu custodia.
–Me sorprende que pienses que tu «adopción» supone un elemento disuasorio. Nuestras leyes no autorizan la adopción, solo el acogimiento familiar. Y el hecho de que lo hayas adoptado no implica ninguna diferencia para las legislaciones de otras culturas.
–El elemento disuasorio no es solo que Ryan tiene el apellido Aal Zaafer a través de mí y no de su padre, sino que renunciaré a mi nacionalidad si con ello consigo que mi adopción sea vinculante en cualquier parte del mundo. Pero sobre todo es que yo, un hombre de estatus igual al tuyo y de superior riqueza, estoy casado con la madre de Ryan.
El rey miró por detrás de Fareed. Gwen había seguido a éste, estaba casi pegada a su espalda.
–Esa no es tu mayor arma, sino tu mayor debilidad, Fareed. Tu esposa no es la madre de Ryan. Es su tía –reveló el rey sin quitarle los ojos de encima a Gwen.