Capítulo Catorce

 

 

 

 

 

–¿Lenny?

–¿Qué quieres Bryce? Me has despertado.

–Tenemos una pista sobre esa testigo.

–¿De veras? ¿Dónde está?

–Se ha casado en Dallas.

–¿Cómo demonios ha llegado a Dallas desde Míchigan sin que nos enteráramos? No sé cómo pudimos perder su rastro.

–El sistema informático dio su nombre al hacer una búsqueda. Cuando imprimí el documento para comprobar si se trataba de la misma mujer, comprobé que la dirección que había dado era Deer Creek. Tiene que ser ella, estoy seguro.

–¿Quién es el hombre?

–El certificado de matrimonio dice que su nombre es Jason Crenshaw. ¿Te dice algo ese nombre?

–No.

–A mí tampoco.

–¿Pone su dirección?

–Un apartado de correos en una ciudad llamada New Eden, en Texas.

–Dile al sheriff que tenemos una nueva pista y que vamos a ocuparnos de atar unos cabos sueltos.

 

* * *

 

Dos semanas después de llegar, Leslie salió del baño y vio a Jason en la cama, esperándola.

–¿Estás bien? –preguntó él.

Ella asintió.

–No estoy embarazada –dijo y se metió entre las sábanas.

–Eso está bien. Creo. Simplifica las cosas.

Ella se llevó las rodillas al pecho.

–¿Quieres que te traiga algo?

Ella intentó sonreír, pero le fue imposible reprimir las lágrimas, lo que era ridículo. Se sentía aliviada de no estar embarazada.

–Supongo que no tienes una manta eléctrica a mano.

Él retiró la ropa de cama y se puso los vaqueros.

–Espera, enseguida vuelvo.

Cuando la puerta se cerró tras él, Leslie pensó en las dos últimas semanas. Puesto que Jason había estado durmiendo con ella cada noche, era comprensible que su matrimonio hubiera pasado a ser más real para ella.

Su pierna sanaba y ya no usaba bastón. Era como si tuviera prisa por volver a la vida activa.

Con un poco de suerte, ella volvería a Deer Creek, y Jason continuaría con su vida.

Olvidarlo iba a resultarle imposible. Había congeniado con su familia y había disfrutado jugando con los niños. La hija de Jake, Heather, era adorable. Era lista, curiosa y nunca paraba de hablar. Era Heather quien cada tarde le estaba enseñando a Leslie la vida en el rancho después de volver del colegio.

Una gran familia era un regalo. Ella apenas recordaba a sus abuelos. Su abuela había muerto cuando Leslie tenía cinco años y su abuelo un año después.

La puerta de la habitación se abrió. Jason enchufó una manta eléctrica y se la dio a Leslie.

–Gracias –dijo ella ajustando la temperatura y disfrutando del calor.

–¿Quieres café?

–Jason, no tienes por qué cuidar de mí. Estoy bien. El primer día es normalmente el más doloroso.

Se sentó junto a ella en la cama y le retiró el pelo de la frente.

–Odio verte sufrir.

–No es para tanto. Es más incomodidad que otra cosa.

–¿Siempre es así?

Ella asintió.

–El médico dice que mejorará después de que tenga hijos.

Se quedaron mirándose en silencio.

–Iré por café.

Al poco volvió con el café y se quedó hasta que Leslie le dijo que no se preocupara por ella.

Después de tomarse el café, Leslie se metió en la cama y se quedó dormida.

 

 

Jake estaba en la cocina cuando Jason volvió a bajar.

–¿Está todo bien? –dijo observando el rostro de su hermano.

Jason asintió.

–Leslie se encuentra un poco molesta. Dice que le pasa cada mes.

–Eso acaba con mi teoría. Pensé que estaba embarazada. Ésa era la única razón por la que había pensado que te habías casado.

–No soy tan bueno como para dejarla embarazada en una semana.

–¿Creías que estaba embarazada?

Jason se giró y llenó su taza de café.

–Claro que no.

–Entonces, ¿explícame cómo funciona un matrimonio que no es real? Me tienes confundido.

–Quería tener la obligación legal de protegerla, aunque sólo fuera por que usara mi apellido.

–Estoy impresionado. Eso es algo muy loable.

Jason se giró y miró a su hermano.

–No es para tanto. Quería dormir con ella y pensé que ésta era la única manera de lograrlo.

–Eso es más típico del hermano al que conozco y quiero. ¿Saldrás con los muchachos y conmigo al campo o vas a quedarte en casa?

–Estaré listo en cuanto me vista.

Después de vestirse, Jason se asomó a la habitación de Leslie y vio que estaba dormida. No sabía por qué tenía aquel sentimiento. Ella se quedaría allí en el rancho el tiempo que necesitara y él volvería a Bethesda para que le dieran el alta médica y volver a su unidad.

No tenía por qué dejar el ejército. Sólo necesitaba algún tiempo para curarse y poder pensar con claridad. Un matrimonio entre ellos nunca funcionaría.

 

 

Cuando Leslie se despertó, se sentía mejor. Eran casi las once. Todos se habrían ido ya. Los hermanos estarían trabajando en alguna parte del rancho y Ashley estaría en New Eden en su consulta.

Se vistió y bajó. Ashley le había dejado una nota sugiriéndole varias cosas para comer. Era como tener una hermana mayor.

Jude llamó después de que comiera y estuvo charlando con él un rato.

–Así que te han dejado sola –comentó.

–Así es.

–¿Te gusta el rancho?

–Me lo estoy pasando muy bien. Nunca pensé que pudiera existir un sitio así. Los espacios abiertos me impresionan.

–¿Crees que te cansarás de estar aislada?

–No me siento aislada.

–No sé si alguien te ha hablado de la primera esposa de Jake. Era una mujer de ciudad. Siempre había vivido en Dallas y tenía una intensa vida social. No le gustaba vivir en el rancho y por eso lo dejó.

–Era una idiota. Ser la esposa de un Crenshaw es más que suficiente para hacer feliz a una mujer.

–Creo que deberías hablar con mi esposa y recordárselo. Le diré que debería sentirse agradecida de levantarse varias veces cada noche para dar de comer a los Crenshaw más jóvenes. O mejor no. Últimamente, su sentido del humor es escaso.

–Gracias por mandarme aquí, Jude. Me lo he pasado bien.

–Me alegro de oír eso. Las cosas se están poniendo calientes en Deer Creek y por eso he llamado. Ha habido algunas detenciones y un par de locales de apuestas han sido cerrados. El FBI quiere que testifiques y quieren que estés a salvo. Será mejor que te relajes y disfrutes.

Ella suspiró.

–Estoy segura de que me he quedado sin trabajo.

–¿Quién sabe? Quizá cuando tu jefe averigüe por qué te fuiste, te vuelva a contratar. La gente honesta de la ciudad va a sentirse aliviada de que algunos delincuentes estén fuera de circulación –hizo una pausa y añadió–: Dile a Jason que he llamado. Todo parece estar funcionando de acuerdo al plan.

–Se lo diré.

Cuando el teléfono volvió a sonar media hora más tarde, Leslie se quedó mirándolo sorprendida. Apenas sonaba durante el día porque todo el mundo sabía que Jake y Ashley estaban trabajando. Claro que podía ser Jude con alguna novedad.

–Residencia de los Crenshaw –dijo después de descolgar.

–Quisiera hablar con Jason Crenshaw, por favor.

Se quedó helada al reconocer aquella voz. La había escuchado cuando aquellos hombres fueron a la cabaña buscándola. Leslie comenzó a temblar. ¿Cómo habían logrado encontrarla?

–El señor Crenshaw no está aquí en este momento. ¿Quiere que le diga que le llame? –preguntó confiando en que su voz no revelara el miedo que sentía.

–¿Cuándo cree que volverá? Necesito hablar con él tan pronto como sea posible.

–No lo sé. ¿Quiere dejarme su número de teléfono?

–Le volveré a llamar –dijo el hombre y colgó.

¿Habrían descubierto los oficiales que Jason era el hombre que habían visto en la cabaña? Se dio la vuelta y comenzó a caminar por la habitación. Después de pensar durante unos minutos, decidió llamar a Jake.

–¿Ya te estás aburriendo? –preguntó Jake al contestar su teléfono móvil.

–Oh, no. Parece que uno de los oficiales ha dado con Jason. Ha llamado hace un rato y ha preguntado por él. Ha dicho que volvería a llamar.

–Enseguida estamos ahí –dijo él y colgó.

¿Cómo había logrado una sola llamada de teléfono ponerla tan nerviosa? Sabía que estaba segura en el rancho. Además, Jake y Jason llegarían enseguida. Se habían ido en la camioneta, lo que quería decir que habían ido más lejos de lo habitual. Jason continuaba sintiendo molestias cuando montaba a caballo durante largo rato.

Poco más tarde, oyó el sonido de una camioneta detenerse cerca de la casa y fue a la cocina para encontrarse con ellos. Jason fue el primero en cruzar la puerta y al verla, se acercó veloz a ella. La abrazó con tanta fuerza que Leslie apenas podía respirar.

–Nadie va a hacerte daño, cariño. ¿No te lo había prometido? De camino, he llamado a Jude. Va a avisar al FBI.

Ella apoyó la cabeza en su pecho y escuchó los latidos de su corazón. Cuando levantó la cabeza, vio a Jake apoyado en la encimera con los brazos cruzados sonriendo con expresión de sorpresa.

Leslie se separó de Jason.

–¿Por qué te ríes?

–En ocasiones, mi hermano me sorprende. Estaba conduciendo lo más rápido que la camioneta y las condiciones de la carretera permitían y Jason no dejaba de gritar: ¡deprisa!, ¡deprisa! Era como si el mundo se estuviera acabando y tuviera que llegar junto a ti cuanto antes.

Jason todavía abrazaba a Leslie.

–Estaba equivocado, ¿de acuerdo? Así que deja de restregármelo. No me he dado cuenta hasta que llamó y supe que esos hombres la habían encontrado.

–¿Darte cuenta de qué?

Jason la miró y la besó en la nariz.

–Luego hablaremos. De momento, éste es el plan.

 

 

Cuatro horas más tarde, el teléfono sonó. Jake lo dejó sonar un par de veces antes de contes- tar.

–Residencia de los Crenshaw.

–¿Hablo con Jason Crenshaw? –preguntó una voz masculina.

–No. Soy su hermano.

–¿Podría hablar con él?

–Claro.

Jason, Leslie y él habían estado esperando en el estudio de Jake, mientras Ashley acostaba a los niños. Jason esperó un minuto antes de tomar el teléfono.

–¿Dígame?

–¿Jason Crenshaw?

–Soy yo.

–Le llamo del departamento del sheriff de Deer Creek, Tennessee. Creo que se ha casado recientemente con Leslie Joanne O'Brien.

–Así es.

–¿Está ahí con usted?

–En este momento, no.

–Pero… ¿vive con usted?

–No sé qué puede importarle, pero sí, es lo que las parejas casadas suelen hacer.

Se hizo una pausa.

–Siento curiosidad por saber cuánto tiempo hace que conoce a la señorita O'Brien.

–La señora Crenshaw –le corrigió Jason.

–Cierto, la señora Crenshaw.

–¿Qué más da?

–¿Se da cuenta de que es una fugitiva y de que hay una orden de detención?

–¿De qué está hablando?

–Hace unas semanas, ha sido condenada por asesinar a un oficial de Deer Creek, Tennessee. En algún traslado, se las ingenió para huir. Nos ha costado mucho trabajo dar con ella.

–Debe de estar equivocado. Leslie no es ninguna asesina.

–Veo que a usted también lo ha engañado. Lo ha hecho con mucha gente. Las pruebas demostraron que mientras trabajaba en el despacho de un auditor… Por cierto, ¿sabe que es contable?

–Sí.

–La pillaron malversando fondos públicos. Al principio pensamos que había sido uno de los oficiales del Ayuntamiento que había desaparecido, hasta que encontramos su cadáver. Enseguida se la declaró culpable.

Jason se preguntó si aquel hombre se habría planteado alguna vez escribir guiones.

–Entiendo.

–Sé que esto es difícil para usted, pero tenemos que ir a buscarla. Si no coopera, nos veremos obligados a arrestarlo por obstrucción a la justicia.

–¿Es que el sheriff de Deer Creek tiene jurisdicción en Texas?

Se hizo otro silencio.

–Una vez estemos seguros de que es la persona que buscamos, llamaremos a las autoridades competentes para formalizar el procedimiento. El asunto es –continuó el hombre en tono confidencial–, que esa mujer no ha dejado de ser una molestia desde que escapó. Quisiéramos estar seguros de que la tenemos antes de notificárselo a las autoridades pertinentes.

–Todo esto no me suena bien. Tiene que confundirse con otra persona.

–Nos aseguraremos en cuanto la veamos.

Jason suspiró.

–Creo que tiene razón. No quisiera obstruir a la justicia ni quebrantar ninguna ley.

–Según me han dicho, vive en el campo. ¿Podría indicarme cómo llegar?

–Claro –dijo Jason y le dio las indicaciones antes de colgar.

Jake, Jason y Leslie cruzaron el pasillo en dirección al estudio.

–¿Lo tienen? –preguntó Jake a los cuatro hombres que estaban allí.

Gus Emery, uno de los agentes del FBI, asintió.

–Sí, señor. Me imagino que no nos hubiera llamado si ese hombre dijera la verdad, pero he de admitir que suena bastante convincente. Creo que han metido la pata con el asunto de la jurisdicción, pero se mueven rápido.

Jason estaba de pie, rodeando con un brazo la cintura de Leslie.

–¿Cuánto tiempo cree que tardarán en llegar? –preguntó Gus.

–Depende de dónde estuvieran llamando.

Gus comprobó el rastreador.

–Un motel en New Eden.

–Teniendo en cuenta que es un lugar desconocido y que es de noche, me imagino que tardarán al menos cuarenta y cinco minutos –dijo Jake.

–De momento, todo va bien. Esperemos que ellos solos se descubran.

Jason se giró hacia Leslie.

–¿Sigues estando de acuerdo con esto?

Ella asintió.

–Estoy de acuerdo con los agentes, no creo que traten de hacer nada hasta que estés a solas con ellos y eso no va a pasar. Estoy deseando que termine esta pesadilla para que podamos continuar con nuestras vidas.

–Desde luego. Tú tienes que volver al servicio y yo a casa a buscar un trabajo.

–¿Recuerdas que te dije que ya hablaríamos cuando tuviéramos más tiempo? Quiero hablar contigo acerca del futuro.

¿Qué significaba eso? Fuera lo que fuese, podía esperar. Si conseguía que aquellos hombres hablaran, no tendría necesidad de declarar ante un jurado.

Tenía iniciativa suficiente como para ganar un Oscar de la Academia. Necesitaba recordar que, a pesar de lo que sentía, no estaba sola.