Capítulo Dieciséis

 

 

 

 

 

Leslie abrió la puerta de su apartamento y entró. Todo seguía en su sitio, a excepción de las plantas, que se habían secado. A continuación, se dirigió al apartamento de Teri. Llamó a la puerta y esperó.

–¿Quién es? –preguntó su vecina desde el otro lado de la puerta.

–Teri, soy yo, Leslie.

La puerta se abrió enseguida.

–Dios mío, eres tú. ¡Qué alivio volver a verte! Pasa y nos pondremos al día.

Leslie lanzó una mirada hacia la puerta de su apartamento.

–Espera que cierre la puerta. He echado un vistazo rápido para comprobar que todo seguía igual.

Una vez dentro del apartamento de Teri, se sirvieron café y se sentaron en el salón.

–¿Has visto el periódico? –preguntó Teri–. Toda la ciudad está conmocionada.

–No. Acabo de llegar a la ciudad después de dos días conduciendo. Hace días que no leo un periódico.

–¿Conduciendo?

Leslie asintió.

–¿Tienes un coche nuevo? –preguntó Teri sorprendida.

–Más o menos. Es mío a medias –dijo señalando hacia el aparcamiento.

–¿El soldado y tú os habéis comprado un coche a medias?

–De hecho, nos hemos casado.

Teri se quedó mirándola en silencio durante largos segundos.

–¿No hablas en serio, verdad?

–Sí, nos casamos en Dallas. Vamos a celebrar la boda en cuanto Jason deje el ejército y quiero que tú seas mi dama de honor.

Teri rompió a llorar.

–Sólo lo conoces desde hace unas semanas. Esto es muy raro en ti, Leslie. Tú siempre has sido muy prudente. ¿Por qué te has casado con un hombre al que apenas conoces?

Leslie sonrió.

–Cuando lo conozcas, lo entenderás.

 

 

El día de la segunda boda de Leslie resultó ser un día fresco y soleado. Decidieron que era lo suficientemente cálido como para hacer la celebración al aire libre. Ashley le había advertido que todos los Crenshaw estarían allí, además de amigos y vecinos.

Leslie hacía varias semanas que no veía a Jason, aunque habían hablado por teléfono cada día. Según le había dicho Ashley, había llegado la noche anterior y le había hecho prometer que no la despertaría la noche antes de la ceremonia.

Ashley, Lindsey, la esposa de Jared, y Gail estaban en la habitación de Leslie, ayudándola con los últimos retoques del peinado, del vestido y del velo, mientras Carina, la esposa de Jude, las observaba junto a sus gemelos, que dormían plácidamente. Leslie había conocido a los otros dos hermanos de Jason el día anterior, cuando llegaron. Jude y Leslie hablaron largo y tendido y ella tuvo la oportunidad de darle las gracias por lo que había hecho por ella.

Leslie miró maravillada a todas las mujeres Crenshaw. Ahora era una de ellas, aunque Ashley era la única de ellas que sabía que ya estaban casados.

Teri entró.

–Todo está listo. ¿Estás nerviosa?

Leslie sacudió la cabeza.

–En absoluto. Estoy deseando ver a Jason.

–Ya veo por qué te enamoraste de tu soldado.

–Ex soldado.

Teri sonrió.

–Todos los Crenshaw son encantadores y tienen un gran carisma –dijo mirando a su alrededor a las otras mujeres–. Hay que ser una mujer fuerte para tratar con ellos, te lo aseguro.

Las demás rompieron a reír.

Cuando Leslie salió al pasillo, Joe Crenshaw estaba esperando.

–Me siento muy honrado de que me hayas pedido que sea tu padrino.

–Eres el único padre que conozco. No podía haber encontrado a nadie mejor.

–Ten cuidado –dijo Gail saliendo al pasillo y empezando a bajar la escalera–. No podemos dejar que se sienta demasiado orgulloso o luego no habrá quien lo aguante.

Cuando Leslie vio a Jason, todo el mundo a su alrededor desapareció. Jake y él estaban junto al altar, ambos muy guapos con esmoquin.

Teri caminó hasta el altar al compás de la música y Leslie la siguió sin apartar los ojos de Jason. Tan pronto como él la vio, sonrió con tanta alegría que Leslie estuvo a punto de llorar y parpadeó repetidamente para evitar hacerlo cuando llegara a su lado.

Tan pronto como llegaron junto al altar, Joe puso la mano de Leslie sobre la de Jason.

–Cuídala bien, hijo. Se merece todo el amor que puedas darle.

–Bienvenida a mi mundo, señora Crenshaw –susurró Jason limpiándole las lágrimas.