Yulia
Tengo el pulso acelerado y contengo la respiración para escuchar el sonido de los pasos de Lucas mientras se aleja. Ha dicho que no iba a tardar. ¿Eso significa que iba a ducharse o que se marchaba a otro sitio? Da igual lo que me esfuerce, no escucho el sonido de la puerta de la calle al abrirse, pero eso no quiere decir nada. El dormitorio probablemente esté demasiado lejos de la entrada.
Después de unos cuantos minutos más de silencio, cambio de posición para intentar aliviar la tensión de los hombros. Con las manos atadas a una pata de la cama y los tobillos a la otra, no puedo moverme más que un par de centímetros en cada dirección y esta postura es solo un poco más cómoda que estar sentada en la silla.
Cada vez más frustrada, compruebo los nudos. Como era de esperar, no ceden en absoluto y la cama de matrimonio de madera pesa tanto que bien podría estar soldada al suelo. Cada vez que tiro de la cuerda me corta la piel, así que al final dejo de tirar.
Cojo aire despacio e intento relajarme, pero estoy demasiado nerviosa.
¿Dónde está Lucas? ¿Por qué me ha dejado aquí, de esta manera? Cuando ha sacado la cuerda y me ha dicho que me tumbara en la manta, estaba segura de que iba a abusar de mí, sin importarle si tenía novia o no. Le he visto la erección, he sentido el deseo intenso cuando me ha tocado y ha sido simplemente la certeza de que si luchaba sería infinitamente peor lo que me ha hecho obedecerle sin rechistar.
Si hacía lo que me pedía, esperaba que no fuese tan violento.
Pero ni me ha tocado. Solo me ha atado a la cama y me ha dejado aquí, tumbada en la manta. Hasta me ha puesto una almohada, como si le importara que estuviera cómoda.
Como si no fuese alguien a quien al final acabará matando.
Pasan varios minutos y no hay señales de Lucas, por lo que imagino que al final sí que se ha ido. Seguro que ha sido por ese mensaje que le han mandado. ¿Será del trabajo o personal? ¿Tendrá que ver con esa misteriosa novia suya? Sabe que estoy aquí. Me ha visto sentada desnuda en su casa. ¿Puede ser que le haya pedido a Lucas que vaya a verla porque sospeche que ha pasado algo entre nosotros, porque no quiera que su novio juegue así con su prisionera?
El pensamiento hace que se me retuerzan las entrañas de forma irracional. No sé por qué me importa que Lucas tenga novia. No tenemos una relación, no en sentido romántico. Me ha traído aquí para torturarme, para hacerme pagar por lo que he hecho. Si alguien puede decir que Lucas es suyo es esa chica, no yo.
Soy la otra: a la que puede desear, pero a la que nunca va a querer.
Cierro los ojos e intento relajarme otra vez. El cansancio me aplasta como un yunque, pero, por alguna razón, el sueño se niega a aparecer. Siento la corriente fría del aire acondicionado contra la piel desnuda y me duelen los hombros de tener los brazos estirados. Es una estupidez, pero una pequeña parte de mí desea que Lucas estuviera aquí, que ahora mismo estuviese tumbada en su sólido abrazo.
La fantasía es tan atrayente que me dejo llevar por ella, como hice en aquella cárcel. En mi sueño nada de esto es real. Lucas no me odia. No hubo accidente de avión ni somos enemigos. Simplemente me abraza, me besa… me hace el amor.
En mi sueño, él es mío y yo soy suya. Y no hay nada que nos separe.