— PREFACIO —
Queridísimas rebeldes:
Mientras leen esta carta, el primer volumen de Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes está en las mesitas de noche de aproximadamente un millón de personas. Por todo el mundo, niños y adultos están hablando de su rebelde favorita. Los maestros preparan clases sobre estas pioneras. Los políticos leen estas historias en convenciones, las jóvenes abren el libro para animarse tras un mal día y los que están por convertirse en papás lo compran para recibir a sus hijas.
Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes ha sido traducido a más de treinta idiomas, y cada día tenemos la sensación de escuchar todos los acentos de ustedes cuando recibimos los mensajes que nos envían por correo electrónico, Facebook y Twitter. Cuando vemos en Instagram fotografías de este libro en sus casas, es como ver un álbum de familia: una familia formada por personas de todas las religiones, nacionalidades, colores, edades y estilos. Una familia global cuyos miembros vienen de pequeños pueblos (como en los que nosotras crecimos) y de grandes ciudades.
Hace un año, en nuestro pequeño departamento en Los Ángeles, comenzamos una pequeña fogata. Una fogata alrededor de la cual reunirnos y contarnos nuevas historias.
Ustedes se unieron. Invitaron a sus amigos y trajeron más leña. Trajeron sus esperanzas, sus frustraciones, su valor y su miedo, sus debilidades y sus fortalezas. Vinieron a escuchar, pero también vinieron a hablar. Y, así, la fogata creció. La familia creció.
Y de esto se trata Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes 2, de las historias que ustedes nos contaron junto a aquella fogata. De la bombera asiático-americana de la que nos habló Christine en Nueva York. Del primer grupo contra la caza ilegal integrado sólo por mujeres en Sudáfrica, del cual nos contó Rita en Snapchat. De la piloto irlandesa que construyó su propio avión. Aidan nos habló de ella en una firma de libros.
Algunos dicen que las historias no pueden cambiar el mundo. Pero nosotras no estamos de acuerdo.
Una y otra vez nos han escrito para decirnos que encontraron cierta historia en nuestro libro, y a veces la historia de la que nos hablan no está ahí. Es claro que Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes está enseñando a cientos de miles de personas a percatarse de historias que antes no veían. Está inspirándolas a buscar talento donde creían que no lo había. Está facilitando la tarea de encontrar potencial en lugares impredecibles.
Cuando buscamos talento en una población entera, en lugar de sólo en la mitad de ella, se abren posibilidades infinitas.
Cuando nos vemos por lo que somos, libres de estereotipos dañinos, realmente progresamos.
Cuando reconocemos la opresión y emprendemos acciones para acabar con ella, todos nos volvemos más fuertes.
Mientras pones la cabeza sobre la almohada tras leer una o tres de estas historias, ya sea al final de un extenuante día de juego o de una larga jornada laboral, estés en Ciudad del Cabo o en Aotearoa, si alguien te lee la historia o tú la lees, debes saber que estás junto al fuego con cientos de miles de rebeldes que, como tú, han emprendido un viaje.
La serie Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes es una pequeña parte de una conversación mucho más grande que cualquiera de nosotras. Más grande que nuestras esperanzas individuales. Y sin duda mucho más grande que nuestros miedos.
Gracias por sentarse con nosotras alrededor de esta fogata.
Ahora comencemos.
Francesca Cavallo
Elena Favilli