Lucrecio fue probablemente el más grande poeta romano. Escribió un largo poema didáctico, De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas) de 7400 hexámetros (el verso más sofisticado de la época), que Cicerón editó en seis libros. De rerum natura sostiene la filosofía, la ética y la física que Lucrecio hereda de Epicuro.
El materialismo atomista al que adhirieron Epicuro y Lucrecio supone que todo es materia, y que sus unidades son los átomos. Lucrecio fue también un defensor de la teoría del clinamen. Figura y clinamen especificarán, en algún sentido, la variación de las formas de vida. A los átomos, Lucrecio los denomina “cuerpos cuyo concurso, movimiento, orden, posiciones y figuras” engendran las cosas y los seres vivos.
Los átomos en danza forman dia-grammas y el clinamen es la desviación espontánea de los átomos de sus trayectorias, para establecer diagramas nuevos. Para Epicuro y para Lucrecio, el clinamen era la garantía del libre albedrío y, al mismo tiempo, permitía prescindir de cualquier imagen divina como punto inmóvil que causa todo lo demás (Deo volente). El movimiento atómico no está totalmente determinado porque hay clinamen: desviación espontánea según la fuerza de la atracción, lo que garantiza la libertad, el libre albedrío, la ética.
Las transformaciones de la materia y de la vida pueden ser críticas porque el clinamen introduce incertidumbre: no son meras reacciones predecibles como las reacciones físico-químicas (evaporación, congelación, etcétera). Una crisis es una transformación inestable de lo existente y, si los cambios son súbitos, violentos e irreversibles, pueden constituir una revolución.