Hay gente que parece no tener nada especial, pero que te da miedo. El psicópata se distingue porque provoca dolor en su entorno. De una u otra forma es un camaleón que mientras se confunde con el paisaje atrae las iras del infierno. Luis Patricio Andrés decía trabajar en el mundo mágico del cine cuando secuestró y asesinó a la maquilladora Mar Herrero.
Es un individuo que tiene una opinión excesivamente buena de sí mismo, que cree que llegará muy lejos y que para donde va necesita ser manipulador y contar con ausencia total de culpa. Para el psicólogo que lo examinó padece un trastorno mixto de la personalidad. Un trastorno antisocial. En el momento en el que fue juzgado tenía 39 años y era la segunda vez que intentaba el asesinato contra una mujer.
En 1998 cumplía condena de dieciocho años por la agresión contra la que entonces era su novia, Rosana. Sucedió el 21 de julio de 1993, día en el que Luis Patricio disparó hasta cuatro veces contra la chica dejándola viva por puro milagro. El agresor había perdido el tornillo de Hare, el especialista en psicópatas mundial que predica que el conjunto se rompe cuando hay una pieza que falta. Luis Patricio es asténico, pequeño, anguloso, y le gusta llevar una gorra de béisbol, como un Spielberg de vacaciones. Es un maltratador que en su día difundió una foto porno con la cara de otra de sus novias para humillarla. Todas sus chicas han sido presionadas, amenazadas; y las últimas, agredidas. Luis Patricio llegó a ayudante de producción de cine y fue cuando Rosana le dejó. Bajo la careta de un hombre comprensivo quedó con ella para formalizar la ruptura mientras ocultaba una pistola del 22 en la chaqueta. La subió en su coche para llevarla a la calle Moscatelar y, al bajarse del vehículo y cruzar, ella empezó a escuchar disparos. Era Luis Patricio, que intentaba matarla desde el coche. Le acertó con dos plomos. La salvaron los médicos mientras el agresor huía de Madrid.
Los peritos que le examinaron detectaron en él a un psicópata con fuerte narcisismo. Su captura y juicio se benefició de una reducción de condena a doce años por la entrada en vigor del llamado «Código Penal de la democracia (1995)», si no jamás habría tenido la oportunidad de acercarse a Mar Herrero porque habría estado tras la rejas hasta 2002. Como buen psicópata fue un preso modelo hasta que logró salir en libertad. En contra del educador y del psicólogo de la prisión, le concedieron el tercer grado.
Se encontró con la maquilladora Mar Herrero cuando puso un anuncio buscando gente para su supuesto proyecto de rodaje de una película. La joven tenía 23 años, Luis Patricio había cumplido los 36. Tiene una característica envolvente, narcisista, capaz de convencer a cualquiera, unida a la exhibición del conocimiento de varios idiomas como inglés y francés que la deslumbraron. Sin embargo, ella acabaría derribando todo el andamiaje de mentiras: el proyecto no tenía base y Luis Patricio no era lo que decía ser.
Luis Patricio Andrés, con gorra.
Mar había trabajado para él sin cobrar, se había convertido en su compañera sentimental y ahora lo perdía todo, pero se vio en peligro y decidió romper. Luis Patricio, herido en su orgullo, su peor vicio, comenzó una brutal campaña de acoso que generó catorce denuncias. Hasta se negaron a recibirla en el juzgado de Alcobendas. Entonces la violencia de género no estaba debidamente valorada. Luis Patricio desarrolló un frío plan para matarla. Fingió un falso rodaje y la contrató a través de terceros. Alquiló una furgoneta blanca, Citroen, en la estación de Chamartín, y quedó con ella en la plaza de Castilla. Era el 13 de octubre de 1999, a las seis de la mañana. Ella creía que iba a un rodaje. Sorprendió a la chica por detrás y la empujó a la furgoneta. Dentro la apuñaló hasta la muerte y la dejó dentro del vehículo aparcado. Hoy cumple condena de veinticuatro años. La juez de Alcobendas, que no auxilió a la víctima, recibió como llamada de atención solo una multa.