La directora ejecutiva

Nitya corría de un lado para otro, amenazando con matar a toda la plantilla con sus propias manos si veía una sola mota de polvo o alguna taza de café mal puesta en el local.

Hoy, Allison Park, la dueña de la cadena Java Jam, iba a ofrecer a una rueda de prensa sobre un fondo para la universidad que estaba organizando. Lizzie se mantuvo en fila con el resto de los empleados mientras Niyta realizaba una inspección, colocando delantales y quejándose de los peinados.

Lizzie se preguntó cómo seria Allison Park. Ninguno suponía que Niyta la habiera conocido en persona. Al contrario que muchos directores ejecutivos, ella no tenía su foto enmarcada en las circulares o la web de la empresa. Se daba un aire de misterio y emocionante.

- Lizzie, ¿en serio tienes que llevar eso hoy?-, Lizzie se echó instintivamente para atrás cuando Nitya le toco el dragón plateado de la oreja.

Ese abalorio fue un regalo de una persona muy importante en su vida.  Lizzie pensaba en él como en un guía espiritual. Shea había entrado en su vida el primer día que se había mudado a la ciudad y alteró completamente su percepción de ver la vida, las relaciones y el sexo. Había sido solo un encuentro puntual hacía ocho meses, y desde entonces no lo había vuelto a ver, pero había tenido un gran impacto en ella. Se negaba a quitarse ese talismán ni un minuto.

- Um, perdona, no... pero es algo espiritual.

Mientras Nitya miraba a Lizzie, ésta se sintió solo un poco culpable. Obviamente Nitya estaba sopesando los pros y contras de seguir con el tema. Al final, la mujer movió la cabeza y lo dejó pasar. Lizzie dejó escapar un suspiro de alivio inconscientemente tocando con el pulgar las escamas plateadas tan familiares. Nitya se fue a regañar a otro camarero por llevar zapatos muy usados.

La mañana pasó rápidamente. Primero llegaron los clientes habituales, durante el momento de tranquilidad antes de la comida el local se cerró para prepararse para la llegada masiva de periodistas. Lizzie sabía que no iba a salir en televisión, pero aun así las luces y las cámaras de televisión y las estaciones de radio resultaban muy emocionantes.

Y aun  con el circo de medios de comunicación locales pululando por el local, Lizzie se fue preocupando más y más por Allison Park. ¿Qué tipo de persona era? ¿Cómo consiguió una cadena de cafeterías que competían con Starbucks y  aun así mantenían un núcleo de creatividad e integridad?

Cuando finalmente llegó Allison, Lizzie no pudo evitar mirarla. Estaba perfectamente calmada pese a la marea de flashes que había. Cuando más la observaba, más quería mirar.

Allison era una mujer impactante. Con larguísimas piernas, y con una figura de reloj de arena que no se podía ocultar pese a su traje de corte masculino.  Su pelo rubio estaba perfectamente peinado. Caminó hasta el escenario en sus tacones de 10 centímetros con la misma gracia y sin esfuerzo que una persona caminado en planos. Era el tipo de mujer sofisticada que Lizzie siempre admiraba pero nunca pensó que podía ser.

Lizzie no podía apartar los ojos de ella. No se daba cuenta de nada de lo que nadie le decía. Un leve rubor le cruzó la cara, y cuando se dio cuenta de sus fuertes sentimientos hacia ella, le dio más vergüenza aun porque vio lo completamente conmocionada que estaba.

A Lizzie nunca antes le había gustado una chica. Y cuando más se obligaba a dejar de mirar a Allison, más difícil era, hasta que se rindió y se resignó a satisfacerse con gran admiración. Se metió tanto en el mundo de color de rosa apreciando a Allison que no se dio cuenta que Allison la miraba a ella también.

Cuando por fin se dio cuenta, la conferencia se había terminado. Allison posaba con Nitya para las fotos. Lizzie se preguntó si todo se trataba tan sólo de su anhelante imaginación, pero a la tercera vez que cruzaron las miradas, y la mujer le guiñó un ojo haciendo que Lizzie se pusiera más roja.

El mantra de Shea le vino a la cabeza: «... agarrar parte o todo el amor que puedas, sin importar su forma o su duración».

¡Esto era tan diferente! ¿Qué pasaba si Allison esta simplemente tomándole el pelo porque Lizzie no hacía más que mirarla de manera tan intensa? Y jamás había tocado a una chica de esa manera. ¿Qué pasaba si hacia algo mal y Allison se enfadada? Allison era su jefa. Si algo iba mal, podría suponerle todo tipo de problemas.

Lizzie no estaba segura de que todo esto valiera la pena hasta que se dio cuenta de cómo Allison miraba al resto de los presentes. Tenía una sonrisa brillante como de anuncio de dentífrico y estrechaba firmemente la mano, pero sus ojos parecían distantes y fríos, hasta que miraba a Lizzie. Entonces, un brillo cálido aparecía en su mirada que le provocaba a Lizzie un hormigueo sobre la piel. Si Allison estuviese interesada, Lizzie decidió que haría como le dijo Shea y seguiría sus instintos. Simplemente se acercaría a Allison al igual que hizo Shea, hablando honestamente, le pedirá permiso, y estaría dispuesta a retirarse en caso de negativa.

Lizzie tuvo su oportunidad cuando Nitya puso en fila a todos los empleados una vez más. Allison hizo el paseíllo, estrechando la mano con cada uno, y tomándose su tiempo para charlar. Lizzie deseó dejar de temblar por los nervios, pero a medida que Allison avanzaba, más agarrotada se sentía.

Cuando Allison finalmente se detuvo ante ella, todo lo que Lizzie podía hacer era no retorcerse bajo su mirada.  Hasta su perfume fresco y ligero hizo que Lizzie quisiese enterrar la cara contra su cuello. Le estrecho la mano firmemente, y lo único en lo que Lizzie podía pensar era en cómo serían esos dedos metidos hasta el fondo de su coño.

–Y esta es Lizzie, es la última en incorporarse a nuestra plantilla, y lleva aquí casi un año.

Cuando el silencio se volvió incomodo, Nitya cerró las manos delante de ella y con  una mirada sutil indicó a Lizzie que dejara de mirarla boquiabierta y dijera algo.

Pero lo único que Lizzie podía hacer era mirar a Allison a los ojos. Podía sentir como se le ponía la cara roja, y no podía articular palabra por mucho que lo intentara.

Allison giró levemente la cabeza, y le apareció un leve destello de maldad en la mirada cuando le acarició con la yema de los dedos el cuerpo del dragón.

-Encantada de conocerte. Me encanta. ¡Es tan único! ¿De dónde lo has sacado?

Lizzie tragó con dificultad. Era como si pudiese sentir los dedos de Allison bajándole por la espalda.

- Fue un regalo de bienvenida. No tengo claro su procedencia. Lo siento. Hablando de su preciado recuerdo la tranquilizó inmensamente. – Es una especie de talismán, y cuando lo toco hay un mantra que recito si me siento perdida, o confundida con respecto a algo que debería estar haciendo.

- ¿En serio?-, Allison levantó una ceja,  estaba claro que no esperaba que hubiera algo tan espiritual unido a la baratija. – ¿Me lo puedes recitar?

- Umm. Bueno...-, Lizzie se movió y respiró hondo. 

« Da rienda suelta a tu pasión. Sigue tus instintos...»

Lizzie levantó la mirada, para mirar a Allison directamente a los ojos.

«...nunca tengas miedo de agarrar parte o todo el amor que puedas, sin importar su forma o su duración».

Allison abrió los ojos con sorpresa.  Ese instante se volvió eterno cuando ninguna de las dos se inmutó, después todo volvió a su curso normal. La mujer sonrió flirteando, se rió un poco y asintió.

-Ese es un gran consejo. Me hubiera gustado que alguien me lo hubiera dicho cuando empecé. Sigue con el buen trabajo que estás haciendo.

Y con eso, Nitya le metió prisa de nuevo, echándole a Lizzie un vistazo curioso antes de volver a centrarse en su jefa. La fila se dispersó y Lizzie se hundió en su silla, con las rodillas fallándole y todo su cuerpo temblando por la adrenalina. Había sido realmente emocionante ahora que había acabado, como montar en una montaña rusa de miedo y llegar hasta el final de una sola pieza.

Lizzie pensó que todo su valor había sido recompensado justo cuando esperaba en la parada el autobús y una limusina se detuvo junto a ella. La ventana tintada trasera bajó y apareció Allison, que por alguna razón parecía muy satisfecha consigo misma. Lizzie la sonrió y saludo, y se mordió el interior del carrillo para evitar ruborizarse de nuevo.

-Esperaba poder verte antes de mi vuelo-. Allison abrió la puerta del vehículo revelando un brillante interior de cuero. - ¿Quieres que te lleve? Tengo tiempo de sobra.

- ¡Claro! Es decir, muchas gracias, ¡sería genial! Vivo en la 14 con Brehems, pero sólo si estás segura que te pilla de camino-.  Lizzie se metió en el coche deslumbrada por el lujo. El cuero italiano amortiguó su espalda, y las luces superiores de fibra óptica daban al interior del vehículo un agradable y tenue resplandor. Un minibar en curva sujetaba una botella abierta de champagne y un bol de cristal contenía fresas grandes cubiertas de chocolate.

-Es un capricho mío-. Allison le dio la dirección al conductor y se movió para sentarse junto a Lizzie cuando vió que observaba la fruta. –Por favor ¡sírvete de lo que más te apetezca! Estamos las dos fuera del trabajo, por lo que no hay necesidad de formalidades.

- ¿C-cualquier cosa, en serio?-, Lizzie se limpió las manos en las rodillas, y después se tocó el dragón de la oreja. –Querría una cosa, um, ¿si te parece bien? Todo en lo que he estado pensando en el día de hoy ha sido en tocarte. No pretendo parecer rarita ni nada por el estilo, pero es que pareces tan suave y hueles tan bien, ya sé que estoy balbuceando, es algo que me pasa cuando me pongo nerviosa, y si me dejas en la próxima esquina lo entenderé perfectamente.

Allison hizo callar a Lizzie poniéndole un dedo sobre los labios. Lizzie sonrió avergonzada, y lentamente se metió el dedo en la boca moviendo la lengua en torno a él mientras miraba a Allison a través de las pestañas.

-Jesús, ¿vas en serio?-, Allison parecía un poco sonrojada, cosa que emocionaba bastante a Lizzie. – No es por nada, pero eres malísima ligando. Y aun así eres una de las personas más sensuales que jamás he conocido-. Allison retiró el dedo sonriendo con superioridad ante el puchero contrariado. – ¿Has estado antes con una mujer?

-Nunca antes había querido. Pero tú eres especial-. Lizzie empezó a desabotonarle la blusa a Allison, besándo cada centímetro de piel que iba encontrando.

-¿Por qué? ¿Por qué soy tu jefa?

- ¡Claro que no! Si piensas eso, entonces dejo el trabajo. Ahora, ¿me vas a besar? ¿Por favor?-, Lizzie se sentó a horcajadas sobre ella, juntando las caderas con las suyas con un gemido a modo de suplica.  Ahora que había probado brevemente a Allison pensó que se volvería loca si no conseguía más. Menos mal que Allison no siguió preguntando. Arrastró a Lizzie a un beso caliente con la boca abierta, que le mando una sacudida directa al coño. Allison exploró descaradamente la boca de Lizzie con la lengua, lamiéndole la parte superior de tal manera que le transmitió la misma sensación desesperada al clítoris.

Lizzie se separó rompiendo el beso. Después se rasgó la camiseta y la tiró al suelo antes de arrancarle la blusa a Allison por los hombros y desabrocharle el sujetador. Se le hacía raro estar tan cerca de los pechos de otra mujer, pero cuando se inclinó para pegar la cara contra su sedosa piel, no sintió el miedo que pensó que sentiría. Lizzie se dio cuenta que si le hacía a Allison las cosas que le gustaba que le hiciesen a ella, entonces probablemente a Allison también le gustaría.

Su teoría estaba en lo cierto. Le dejó un camino de leves besitos bajándole por el escote y le levantó uno de los pechos con las manos, dándole al pezón un lametazo de gato con la punta de la lengua. Los párpados de Allison bajaron cuando se le empezó a poner el pezón duro por los esfuerzos de Lizzie. Lizzie gimió, contenta de estar haciendo algo bien, así que siguió con ello. Primero se esforzó con uno de los pechos y luego con el otro, mezclando lametazos, pequeños mordiscos y besos con lengua. Se sintió victoriosa cada vez que Allison dejaba escapar un gemido o levantaba las caderas.

-Mmm joder, Liz, déjame a mi-, Allison le desabrochó hábilmente el sujetador y la empujó al sillón alargado, inclinándose sobre ella haciendo que sus tetas se rozaran constantemente con cada movimiento de la limusina. Lizzie no podía parar el recorrer con las  uñas la espalda de Allison, intentando encontrar alguna salidaa la espiral de calor que se apoderó de todo su cuerpo.

-Disculpe señora, pero parece que hay atasco-. La voz de un hombre sonó por el interfono.

Lizzie se puso la mano en la boca de golpe.

El hombre siguió hablando. –Si vamos a la dirección que me acaba de dar posiblemente pierda su vuelo.

-Que le den. Llegaré tarde. De un par de vueltas por la zona del centro y ya le daré indicaciones cuando esté lista-. Allison soltó el interfono con un fuerte «clic».

Lizzie la agarró para seguir besándola y calmar los ánimos. Cuando sintió  que se había vuelto a relajar entre sus brazos, se dio el lujo de enroscar las piernas entorno a la cintura de Allison y retorcerse alegremente.

-Joder, quiero saborearte no sabes cómo. Quítate esos vaqueros -. Allison se deshizo de las piernas de Lizzie y con cuidado se quitó la falda, dejando ver tan solo una liga y unas braguitas debajo.

Lizzie hizo una pausa mientras se estaba quitando los vaqueros para poder admirar la longitud y la firmeza de las piernas de Allison, siguiendo una línea hasta llegar a su coño, mojadito y pulcramente rasurado. Allison dejó que la admirar antes de soltarle juguetonamente a Lizzie:

- Túmbate así-, dijo. –Así está bien. Y ábrete para mí. Madre mía tienes un coñito precioso, ¿lo sabías?-. Allison trepó encima de ella girándose para tener acceso total a las partes íntimas de Lizzie. Lizzie no perdió el tiempo, lamiendo y sorbiendo como si le fuera la vida en ello. Gimió en el momento que lo pudo probar, perdiéndose tanto en su tarea,  que le llevo un minuto darse cuenta que Allison le estaba haciendo lo mismo.

- ¡Ahhhhh, que bien, mmf!- Lizzie estaba en la encrucijada entre dejarse llevar por la sensación arrolladora  de la divina lengua de Allison  y sus dedos largos y gráciles poniéndola cachonda, o si debía atenerse a su cometido original. No podía dejar de mover la cadera. A este ritmo, sintió que se iba a correr pronto. Afortunadamente, se percató de que cuanto más se centrara en comerle el coño a Allison y acordarse de las cosas maravillosas que Shea le hizo para volverla loca, más aguante tendría para mantener el orgasmo bajo control.

- ¡Para! Joder, nena, un segundo-. Allison jadeó mientras se daba la vuelta con cuidado.

Lizzie notó con una risita tardía que Allison llevaba aun sus fantásticos tacones puestos. Allison se colocó entre las piernas de Lizzie, moviéndolas hasta que las dos se encajaron perfectamente como las piezas de un puzle. Lizzie no entendía bien porque Allison le movía así las caderas, frotándo coño con coño y produciendo una maravillosa fricción que hizo que a Lizzie se le fueran los ojos para atrás. Antes de esto, para ella era un misterio como dos mujeres podían mantener relaciones. Ahora sabía que era increíble.

Las dos se mecieron salvajemente, siguiendo el mismo ritmo cuando primero una y después la otra, alcanzaron un orgasmo explosivo. Y casi sin esperar a retomar el aliento volvieron de nuevo a la carga, frotándose la una con la otra,  aumentando la velocidad hasta que Lizzie no supo donde estaba. Lo único que tuvo que hacer Allison fue morder a Lizzie en una unión entre el cuello y el hombro para tensarla como la cuerda de arco, y se empezó a correr muslo abajo cuando un segundo y mayor orgasmo le quitó el aliento de los pulmones. Le clavó las uñas a Allison en la espalda mientras ésta aumentaba la velocidad de las caderas, primero tartamudeando, y después derrumbándose con un grito desgarrado.

Lizzie no recuerdó haberse quedado dormida, pero cuando abrió los ojos estaba de nuevo vestida y la limusina se había detenido. La misma voz del interfono la llamaba; y casi no se pudo levantar para apretar el botón.

-Sra. Newman, hemos llegado a su destino. La Sra. Park le ha dejado una nota. Gracias y que tenga un buen día-. Lizzie pestañeó. Estaba sola.

- Oh, um, y usted también. ¿Cuando le tengo de dar de propina?

- Eso ya se ha abonado, señora. Gracias-. El interfono se apagó, y Lizzie miró a su alrededor rápidamente para asegurarse que tenía todas sus pertenencias consigo antes de leer la nota. Tuvo la esperanza de que Allison le hubiera dado una buena propina al conductor. Le habían hecho conducir mucho y estaba segura que encima de todo habían sido muy ruidosas.

La nota estaba escrita con una letra curva y elegante. Eso no fue una sorpresa para Lizzie, aunque el contenido sí que lo fue.

Mi pequeña cohete:

Lo he pasado fenomenal. Llévate las fresas sin problema, me daría mucha pena que se pusieran pochas. No puedes dejar el trabajo. A Nitya le daría algo.

Alli. 

PD: Gracias por hacerme sentir especial.