Trío cornudo en vacaciones

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En el bar del hotel, Alex y Jen se relajaban y se tomaban sus bebidas mientras esperaban a que apareciese el tío adecuado.

El tío que se tiraría a Jen mientras Alex los miraba.

Jen iba vestida para como para entrar a matar, y lo sabía. Su vestido sexy negro  era lo suficientemente corto como para enseñar el encaje se sus braguitas negras. Su culo adorable, prieto y firme. Sus botas altas de piel ajustadas revelaban suficiente de la parte superior de sus medias, y de su piel que era suave y bronceada.

Alex la miró directamente mientras se tomaba un Martini.- Estas increíble-, le dijo. – Esto no nos llevará mucho tiempo. No queremos a nadie, ¿no?

-Estas desesperado por ver a otro hombre metiéndomela-, dijo Jen riéndose. – Te conozco. Pero los dos queremos alguien con clase.

Jen era más joven que Alex y tenía un increíble apetito sexual. Ella podía con más polla de la que él jamás podría darle. Seamos  sinceros – que cualquier hombre pudiera darle.

Alex era el marido perfecto para ella, porque quería que ella tuviese otros hombres, siempre y cuando él pudiera mirar.

-Estamos los dos deseosos de empezar nuestro jueguecito, ¿verdad querida?

-No te preocupes. Nos aseguraremos que sea esta noche.

Dos de los bármanes la habían estado mirando toda la tarde, pero no eran lo suficientemente  jóvenes, guapos y musculados como para superar la desventaja de ser personal de servicio.

Entonces, Jen divisó a su presa.

Dos hombres jóvenes trajeados a la última e impecables. No podían apartar los ojos de ella, y ella les siguió el juego, inclinándose, abriendo las piernas sutilmente dejándoles entrever  su coño.

Jen tamborileó la mano izquierda sobre la mesa. Esa era la señal para Alex de largarse al lavabo durante por lo menos cinco minutos.

Jen llamó al camarero. Y le dijo: - Sírvale a esos dos caballeros de allí otra ronda de lo que estén tomando.

Si el camarero se sorprendió de esta petición, fue lo suficientemente profesional para no mostrarlo. – Como desee-, dijo, y se apresuró a pedírselo a uno de los barman, quién después sirvió las bebidas.

Cuando el camarero les dijo quién les había invitado a las copas, la miraron, y por supuesto Jen sonrió y levantó su copa con gesto alegre. La imitaron  y los tres bebieron.

Después se unieron a Jen en su mesa.

-Disculpe-, dijo uno de ellos, Dave, rubio con un traje gris, mientras se sentaban. –Pero ¿no estaba usted con un caballero hace un momento? No queremos meternos en problemas.

El segundo hombre, Gary, moreno con un traje azul, asintió.

Eran tan lindos, Jen se conmovió por su preocupación.

-Oh mi marido volverá en un momento, pero no pasa nada.

Dave y Grey intercambiaron miradas.

Los dos eran delgados de cintura pero con hombros anchos. Justo el aspecto que ponía más cachonda a Jen. Musculados pero sin llegar a esa extra masa de los luchadores o culturistas.

-¿Y vosotros venís mucho por aquí?-, preguntó.

-Es la primera vez- dijo Dave. –Hemos venido a un seminario de ventas que es mañana.

-Oh no, no quiero formar parte de un chiste de comerciales-, dijo Jen con voz agradable.

-Aun no hemos empezado-, dijo Gary. -Acabamos de salir de la universidad, y nos han contratado esta empresa a los dos.

-¿Estáis casados alguno de los dos?-, preguntó Jen.

Negaron con la cabeza.

-Qué pena. En algún sitio ahí fuera hay dos chicas que no saben lo que se están perdiendo.

-Yo tengo novia-, dijo Dave.

-¿Y dónde está?

-Pues donde vivimos, claro. Yo estoy aquí para la formación.

Jen tomó un sorbo de su bebida. -Claro.

Gary dijo: -Yo estoy libre.

Jen los miró. –Apuesto a que Dave está también libre esta noche.

Alex llegó en ese momento y se sentó a la mesa. Asintió de manera amistosa con la cabeza a Gary y a Dave, y luego le dijo a Jen: -Atraes a los hombres como la miel a las moscas.

-Estoy tan cachonda-, dijo Jen a los tres hombres. –Necesito rabo, así que vámonos a la habitación.

Alex se levantó. –Yo también estoy listo-. Miró a Dave y a Gary. -¿Estáis listos o qué? ¿O necesitáis otra copa?

Dave y Gary se miraron, preguntándose si iban en serio.

-Tengo mucha bebida arriba-, dijo Jen. -Cerveza fría, ginebra y para mezclar. No hay excusa.

Dave se levantó, con la cara roja. –Yo me apunto.

Gary parecía asustado, pero hizo lo mismo que Dave.

Jen en realidad tenía un estado de ánimo juguetón. En el largo pasillo desde los ascensores hasta la habitación, agarró a Dave por los hombros con una mano y con la otra agarró a Gary por la cintura. Alex iba contento detrás del trió, con los ojos fijos en el seductor culo de Jen.

Nada le ponía más cachondo que ver lo caliente que estaba poniendo Jen a estos tíos.

Todos se tomaron una copa en la habitación. Jen encendió el MP3 y subió el volumen cuando sonó el “Eat to the Beat” de Blondie.

-Antes de ir a cambiarme, quiero atar a Alex a la silla-, les dijo a Dave y a Gary. -¿Me podéis ayudar?

-Uhhh, claro.

-Ella está al mando-, les dijo Alex a Dave y a Gary. –Haced lo que ella quiera. Os encantará.

Primero movieron la silla para colocarla frente a la cama.

-Se merece poder tener buenas vistas, ¿verdad?-, preguntó Jen a Dave y a Gary, que asintieron.

Jen se preguntó si alguno de los dos se estaría arrepintiendo. De ser así, no lo dejaban ver. Además, sólo necesitaba a uno de ellos, en el caso que uno de ellos se acobardara. Aun así, dos chavales jóvenes eran mejor que uno.

Justo antes de entrar en el baño, Jen pasó con la mano por el regazo de Alex. En efecto, como pensaba, tenía ya la polla hinchada y de tamaño gigante.

-Esperad un momento, chicos-. Les dijo a Dave y Gary. –Quiero ponerme algo más...cómodo.

Sus altos tacones de aguja negros no hacían ningún ruido sobre la suave moqueta, pero a los tres hombres se les cortó la respiración cuando entró en la habitación llevando un precioso picardías negro que sólo le cubría los pechos suaves y pálidos. La liga y las medias le llegaban hasta las botas altas negras.

Alex habló primero. –Joder que buena estas, nena. Te vamos follar bien esta noche.

-Espero que estéis de acuerdo, chicos-. Les dijo a Dave y a Gary, que estaban con la boca abierta.

Pues aquí vamos. Dave primero.

Jen se situó frente a él. Se abrió de piernas levemente, y después se sentó sobre sus rodillas donde él pudo sentirle de inmediato el coño húmedo y mojado. Le acarició el paquete durante unos segundos antes de desabrocharle el cinturón y los pantalones, para luego bajárselos hasta los tobillos.

Se bajó al suelo y se colocó entras sus piernas, pajeándolo, pasándole los dedos por encima de las gotitas lefa que brotaban y untándoselas en la punta de la polla.

-¿En serio quieres que te la chupe, cariño? ¿Quieres que me meta tu gran polla en mi boquita?

-Joder, por favor nena, chúpamela-, dijo Dave.

Jen se sentó en el centro de la cama.

-Aquí veis el problema, chicos-, les dijo. -Mi marido insiste que necesito que me follen bien, pero él está atado.

-Así es-, dijo Alex desde su silla.

-Quitaos toda la ropa y venid aquí-, dijo Jen.

Dave y Gary se sentaron en la cama junto a ella, y ella estiró la mano hacia los muslos de cada uno de ellos, masajeándolos. –Podríais desatarle y marchaos, o quedaos y follarme bien y fuerte, y así dejarle el trabajo hecho. ¿Qué decís chicos?-. Empezó a subir las manos, agarrándoles las pollas. –Que os quedéis es la única cosa correcta que podéis hacer.

Miró primero a uno y luego al otro.

Dave habló primero. –Creo que podemos ayudarte ¿no crees Gary?

Gary sonreía sin decir nada.

Ahora Jen se agarraba a las dos pollas. –Bien, pues así se queda. Bueno Alex, parece que te puedes relajar ya que tengo dos grandes rabos para que me llenen el coño. Mira que tamaños – justo lo que necesito- ¿a que si?

Jen empezó a besar a Dave, y después a Gary. Les dio besos largos y sensuales, yendo de uno al otro mientras jugaba con sus rabos

-Cariño, mira que bien me besan-, le dijo a Alex. –Creo que me desean tanto como tú.

- Yo si-, dijo Dave mientras alargaba la mano para tocarle los pechos.

Ella se separó de ellos. Se bajó el picardías dejando libres sus firmes tetas, y después les guió las manos hasta ellas.

-Venga chicos, chupadlas. Lamedme los pezones. Chupadlas bien, nenes.

Necesitaban que se les animase. Pronto estaban ya los dos toqueteándola por todos lados, mientras Alex les miraba como le comían las tetas. Jen despacio se salió de la cama, girándose para posicionarse justo frente a las dos pollas mientras movía el culo hacia Alex, y abriendo las piernas ligeramente para que él viera como tenía el coño de mojado.

-¿Qué te parece cariño?-, le preguntó Jen. ¿Crees que les gustaría si se la chupase? Tienen unas pollas tan grandes, más grandes de lo que estoy acostumbrada. Creo que debería intentarlo, ¿no crees cariño?

La polla de Dave era la más grande. Se le agrandó la boca. Le agarró las pelotas mientras él le llenaba con todo el largo de su rabo.

Gary le apartó la boca del rabo de su amigo, y la empujó contra la suya, follándole la boca con fuerza.

-Joder, le voy a llenar la boca, es jodidamente buena. Espero que se lo trague todo-. Siguió llenándole la boca, empujándole la polla más y más fuerte hasta dentro tocándole el final de la garganta hasta que casi se atraganta.

Después los dos la empujaron sobre la cama. Gary se tumbó de espaldas. Dave la guió hasta el rabo de Gary, que era enorme y estaba listo para pasar a la acción.

Asegurándose que Alex tenía buena visibilidad, dejó que le llenará el coño prieto con la polla.

Sabía que Alex estaba mirando cuando ella y Gary se giraron,  y él se la empezó a follar con sus pelotas golpeándole en el culo.

-Lléname de lefa caliente-, gritó Jen.

-¡Si, si!-, gritó Gary, jadeando mientras le embestía el coño una y otra vez, acelerando.

-¡Más fuerte! Por favor fóllame fuerte. ¡No pares!

Gary no podía más. Gimió en alto mientras se corría dentro de ella. Sin darle tregua, Dave tomó el relevo colocándose encima de ella. Le dio la vuelta a Jen, acercándose el coño empapado hasta la polla y empezó a follársela dándole desde atrás como una muñeca de trapo.

-¡Oh Dios! Otra polla dentro de mí. ¡Cariño esto es genial!

Con cada embestida se le movían las tetas.

-¡Chúpasela a Gary mientras me corro dentro de ti!- dijo Dave.

Jen obedeció rápidamente, abriendo la boca para meterse la polla de Gary mientras Dave la follaba desde atrás.

-¿Es esto es lo que te mola, colega?-, Dave le preguntó a Alex. –¿Ver cómo nos zumbamos a tu mujer? Es jodidamente raro, pero ella es un «polvete» fantástico, ¿eh Gary?

El cuerpo de Gary se puso rígido. Gimió mientras le bombeaba lefa por la garganta a Jen. Ella se tragó hasta la última gota.

Dave ya no podía aguantarse más. Le explotó dentro del coño. Gemidos de éxtasis y el olor de sexo lujurioso llenaron la habitación.

Una vez que Dave y Gary se vaciaron las pelotas, se retiraron, dejándola tumbada sobre la cama. Se quedó allí tumbada cubierta en lefa mientras ellos se empezaban a vestir, sonriendo por el buen trabajo realizado.

-Creo colega que la hemos preparado bastante para ti. Esta ya lista esperándote. ¡Ha sido un «polvazo», gracias!-, dijo Dave.

Él y Gary salieron de la habitación.

-¡Ha sido como ver la película porno más caliente del mundo!-, gritó Alex.  -Quítame estas putas cuerdas, querida. ¡Y espero que estés lista para otra ronda, te voy a follar duro!

Jen reptó fuera de la cama. Tan pronto como le desató las cuerdas de las muñecas, Alex la agarró fuertemente y la empujó con dureza sobre la cama. Se quitó los pantalones. Tenía la polla dura como una piedra y estaba listo para follar.

Jen se quería limpiar antes. Pero sabía que a Alex le gustaba más cuando tenía el coño lleno lefa de otros hombres.

-¡Te voy a follar dura, puta zorra!

Ella se abrió de piernas, y él le metió el rabo, embistiéndola tan fuerte que le dolía, pero un dolor de los bueno. En minutos no pudo esperar más. Se corrió dentro de ella.

Los dos se derrumbaron sobre la cama, abrazándose.

Ella lo miró y dijo sonriendo extremadamente satisfecha: -¡Querido, estas han sido las mejores vacaciones del mundo!