TEORÍAS

 

Canción de las siete doncellas

Teoría del arco iris

 

 

Cantan las siete

doncellas.

 

(Sobre el cielo un arco

de ejemplos de ocaso.)

 

Alma con siete voces

las siete doncellas.

 

(En el aire blanco,

siete largos pájaros.)

 

Mueren las siete

doncellas.

 

(¿Por qué no han sido nueve?

¿Por qué no han sido veinte?)

 

El río las trae.

Nadie puede verlas.

 

 

Nocturno esquemático

 

 

Hinojo, serpiente y junco.

 

Aroma, rastro y penumbra.

 

Aire, tierra y soledad.

 

(La escala llega a la luna.)

 

 

 

La canción del colegial

 

 

Sábado.

Puerta de jardín.

 

Domingo.

Día gris.

Gris.

 

Sábado.

Arcos azules.

Brisa.

 

Domingo.

Mar con orillas.

Metas.

 

Sábado.

Semilla,

estremecida.

 

Domingo.

(Nuestro amor se pone,

amarillo.)

 

 

*      *      *

 

 

El canto quiere ser luz.

En lo oscuro el canto tiene,

hilos de fósforo y luna.

La luz no sabe qué quiere.

En sus límites de ópalo,

se encuentra ella misma,

y vuelve.

 

 

 

Tiovivo

 

A José Bergamín

 

Los días de fiesta

van sobre ruedas.

El tiovivo los trae,

y los lleva.

 

Corpus azul.

Blanca Nochebuena.

 

Los días, abandonan

su piel, como las culebras,

con la sola excepción

de los días de fiesta.

 

Éstos son los mismos

de nuestras madres viejas.

Sus tardes son largas colas

de moaré y lentejuelas.

 

Corpus azul.

Blanca Nochebuena.

 

El tiovivo gira

colgado de una estrella.

Tulipán de las cinco

partes de la tierra.

 

Sobre caballitos

disfrazados de panteras

los niños se comen la luna

como si fuera una cereza.

 

¡Rabia, rabia, Marco Polo!

Sobre una fantástica rueda,

los niños ven lontananzas

desconocidas de la tierra.

 

Corpus azul.

Blanca Nochebuena.

 

 

 

Balanza

 

 

La noche quieta siempre.

El día va y viene.

 

La noche muerta y alta.

El día con un ala.

 

La noche sobre espejos

y el día bajo el viento.

 

 

 

Canción con movimiento

 

 

Ayer.

 

(Estrellas

azules.)

 

Mañana.

 

(Estrellitas

blancas.)

 

Hoy.

 

(Sueño flor adormecida

en el valle de la enagua.)

 

Ayer.

 

(Estrellas

de fuego.)

 

Mañana.

 

(Estrellas

moradas.)

 

Hoy.

 

(Este corazón, ¡Dios mío!

¡Este corazón que salta!)

 

Ayer.

 

(Memoria

de estrellas.)

 

Mañana.

 

(Estrellas cerradas.)

 

Hoy…

 

(¡Mañana!)

 

¿Me marearé quizá

sobre la barca?

 

¡Oh los puentes del Hoy

en el camino de agua!

 

 

 

Refrán

 

 

Marzo

pasa volando.

 

Y Enero sigue tan alto.

 

Enero,

sigue en la noche del cielo.

 

Y abajo Marzo es un momento.

 

Enero.

Para mis ojos viejos.

 

Marzo.

Para mis frescas manos.

 

 

 

Friso

 

A Gustavo Durán

 

Tierra

Cielo

 

 

Las niñas de la brisa

Los mancebos del aire

van con sus largas colas.

saltan sobre la luna.

 

 

Cazador

 

 

¡Alto pinar!

Cuatro palomas por el aire van.

 

Cuatro palomas

vuelan y tornan.

 

Llevan heridas

sus cuatro sombras.

 

¡Bajo pinar!

Cuatro palomas en la tierra están.

 

 

 

Fábula

 

 

Unicornios y cíclopes.

 

Cuernos de oro

y ojos verdes.

 

Sobre el acantilado,

en tropel gigantesco

ilustran el azogue

sin cristal, del mar.

 

Unicornios y cíclopes.

 

Una pupila

y una potencia.

 

¿Quién duda la eficacia

terrible de esos cuernos?

 

¡Oculta tus blancos,

Naturaleza!

 

 

*      *      *

 

 

Agosto,

contraponientes

de melocotón y azúcar,

y el sol dentro de la tarde,

como el hueso en una fruta.

 

La panocha guarda intacta,

su risa amarilla y dura.

 

Agosto.

Los niños comen

pan moreno y rica luna.

 

 

 

Arlequín

 

 

Teta roja del sol.

Teta azul de la luna.

 

Torso mitad coral,

mitad plata y penumbra.

 

 

 

Cortaron tres árboles

 

A Ernesto Halffter

 

Eran tres.

 

(Vino el día con sus hachas.)

 

Eran dos.

 

(Alas rastreras de plata.)

 

Era uno.

 

Era ninguno.

 

(Se quedó desnuda el agua.)

 

 

NOCTURNOS DE LA VENTANA

 

A la memoria de José de Ciria y Escalante.

Poeta                             

 

I

 

Alta va la luna.

Bajo corre el viento.

 

(Mis largas miradas,

exploran el cielo.)

 

Luna sobre el agua.

Luna bajo el viento.

 

(Mis cortas miradas

exploran el suelo.)

 

Las voces de dos niñas

venían. Sin esfuerzo,

de la luna del agua,

me fui a la del cielo.

 

 

2

 

Un brazo de la noche

entra por mi ventana.

 

Un gran brazo moreno

con pulseras de agua.

 

Sobre un cristal azul

jugaba al río mi alma.

 

Los instantes heridos

por el reloj… pasaban.

 

 

3

 

Asomo la cabeza

por mi ventana, y veo

cómo quiere cortarla

la cuchilla del viento.

 

 

En esta guillotina

invisible, yo he puesto

 

 

las cabezas sin ojos

de todos mis deseos.

 

Y un olor de limón

llenó el instante inmenso,

mientras se convertía

en flor de gasa el viento.

 

 

4

 

Al estanque se le ha muerto

hoy una niña de agua.

Está fuera del estanque,

sobre el suelo amortajada.

 

De la cabeza a sus muslos

un pez la cruza, llamándola.

El viento le dice «niña»

mas no puede despertarla.

 

El estanque tiene suelta

su cabellera de algas

y al aire sus grises tetas

estremecidas de ranas.

 

«Dios te salve» rezaremos

a Nuestra Señora de Agua

por la niña del estanque

muerta bajo las manzanas.

 

 

Yo luego pondré a su lado

dos pequeñas calabazas

para que se tenga a flote,

¡ay! sobre la mar salada.

 

Residencia de Estudiantes, 1923

 

 

CANCIONES PARA NIÑOS

 

A la maravillosa niña Colomba Morla Vicuña, dormida piadosamente el día 12 de Agosto de 1928

 

Canción china en Europa

 

A mi ahijada Isabel Clara

 

La señorita

del abanico,

va por el puente

del fresco río.

 

Los caballeros

con sus levitas,

miran el puente

sin barandillas.

 

La señorita

del abanico

y los volantes,

busca marido.

 

Los caballeros

están casados,

con altas rubias

de idioma blanco.

 

Los grillos cantan

por el Oeste.

 

(La señorita,

va por lo verde.)

 

Los grillos cantan

bajo las flores.

 

(Los caballeros,

van por el Norte.)

 

 

 

Cancioncilla sevillana

 

A Solita Salinas

 

Amanecía,

en el naranjel.

Abejitas de oro

buscaban la miel.

 

¿Dónde estará

la miel?

 

Está en la flor azul,

Isabel.

En la flor,

    del romero aquel.

 

(Sillita de oro

para el moro.

Silla de oropel

para su mujer.)

 

Amanecía,

en el naranjel.

 

 

 

Caracola

 

A Natalita Jiménez

 

2

 

Me han traído una caracola.

 

Dentro le canta

un mar de mapa.

Mi corazón

se llena de agua

con pececillos

de sombra y plata.

 

Me han traído una caracola.

 

 

*      *      *

 

A Mademoiselle Teresita Guillén

tocando su piano de seis notas

 

El lagarto está llorando.

La lagarta está llorando.

 

El lagarto y la lagarta

con delantaritos blancos.

 

Han perdido sin querer

su anillo de desposados.

 

¡Ay, su anillito de plomo,

ay, su anillito plomado!

 

Un cielo grande y sin gente

monta en su globo a los pájaros.

 

El sol, capitán redondo,

lleva un chaleco de raso.

 

¡Miradlos qué viejos son!

¡Qué viejos son los lagartos!

 

¡Ay cómo lloran y lloran,

¡ay! ¡ay! cómo están llorando!

 

 

 

Canción cantada

 

 

En el gris,

el pájaro Grifón

se vestía de gris.

Y la niña Kikirikí

perdía su blancor

y forma allí.

 

Para entrar en el gris

me pinté de gris.

¡Y cómo relumbraba

en el gris!

 

 

 

Paisaje

 

A Rita, Concha, Pepe

y Carmencica

 

La tarde equivocada

se vistió de frío.

 

Detrás de los cristales

turbios, todos los niños,

ven convertirse en pájaros

un árbol amarillo.

 

La tarde está tendida

a lo largo del río.

Y un rubor de manzana

tiembla en los tejadillos.

 

 

 

Canción tonta

 

 

Mamá.

Yo quiero ser de plata.

 

Hijo,

tendrás mucho frío.

 

Mamá.

Yo quiero ser de agua.

 

Hijo,

tendrás mucho frío.

 

Mamá.

Bórdame en tu almohada.

 

¡Eso sí!

¡Ahora mismo!

 

 

ANDALUZAS

 

A Miguel Pizarro (en la irregularidad

simétrica del Japón)

 

Canción de jinete

 

1860

 

 

En la luna negra

de los bandoleros,

cantan las espuelas.

 

Caballito negro.

¿Dónde llevas tu jinete muerto?

 

… Las duras espuelas

del bandido inmóvil

que perdió las riendas.

 

Caballito frío.

¡Qué perfume de flor de cuchillo!

 

En la luna negra,

sangraba el costado

de Sierra Morena.

 

Caballito negro.

¿Dónde llevas tu jinete muerto?

 

La noche espolea

sus negros ijares

clavándose estrellas.

 

Caballito frío.

¡Qué perfume de flor de cuchillo!

 

En la luna negra,

¡un grito! y el cuerno

largo de la hoguera.

 

Caballito negro.

¿Dónde llevas tu jinete muerto?

 

 

Adelina de paseo

 

 

La mar no tiene naranjas,

ni Sevilla tiene amor.

Morena, qué luz de fuego.

Préstame tu quitasol.

 

Me pondrá la cara verde

—zumo de lima y limón—.

Tus palabras —pececillos—

nadarán alrededor.

 

La mar no tiene naranjas.

Ay amor.

¡Ni Sevilla tiene amor!

 

 

*      *      *

 

 

Zarzamora con el tronco gris,

dame un racimo para mí.

 

Sangre y espinas. Acercaté.

Si tú me quieres, yo te querré.

Deja tu fruto de verde y sombra

sobre mi lengua, zarzamora.

 

Qué largo abrazo te daría

en la penumbra de mis espinas.

 

Zarzamora, ¿dónde vas?

A buscar amores que tú no me das.

 

 

*      *      *

 

 

Mi niña se fue a la mar,

a contar olas y chinas,

pero se encontró, de pronto,

con el río de Sevilla.

 

Entre adelfas y campanas

cinco barcos se mecían,

con los remos en el agua

y las velas en la brisa.

 

¿Quién mira dentro la torre

enjaezada, de Sevilla?

Cinco voces contestaban

redondas como sortijas.

 

El cielo monta gallardo

al río, de orilla a orilla.

En el aire sonrosado,

cinco anillos se mecían.

 

 

 

Tarde

 

¿Estaba mi Lucía con

los pies en el arroyo?

 

Tres álamos inmensos

y una estrella.

 

El silencio mordido

por las ranas, semeja

una gasa pintada

con lunaritos verdes.

 

En el río,

un árbol seco,

ha florecido en círculos

concéntricos.

 

Y he soñado sobre las aguas,

a la morenita de Granada.

 

 

 

Canción de jinete

 

 

Córdoba.

Lejana y sola.

 

Jaca negra, luna grande,

y aceitunas en mi alforja.

Aunque sepa los caminos

yo nunca llegaré a Córdoba.

 

Por el llano, por el viento,

jaca negra, luna roja.

La muerte me está mirando

desde las torres de Córdoba.

 

¡Ay qué camino tan largo!

¡Ay mi jaca valerosa!

¡Ay que la muerte me espera,

antes de llegar a Córdoba!

 

Córdoba.

Lejana y sola.

 

 

 

Es verdad

 

 

¡Ay qué trabajo me cuesta

quererte como te quiero!

 

Por tu amor me duele el aire,

el corazón

y el sombrero.

 

¿Quién me compraría a mí,

este cintillo que tengo

y esta tristeza de hilo

blanco, para hacer pañuelos?

 

¡Ay qué trabajo me cuesta

quererte como te quiero!

 

 

*      *      *

 

 

Arbolé arbolé

seco y verdé.

 

La niña del bello rostro

está cogiendo aceituna.

El viento, galán de torres,

la prende por la cintura.

 

Pasaron cuatro jinetes,

sobre jacas andaluzas

con trajes de azul y verde,

con largas capas oscuras.

 

«Vente a Córdoba, muchacha.»

La niña no los escucha.

 

Pasaron tres torerillos

delgaditos de cintura,

con trajes color naranja

y espadas de plata antigua.

 

«Vente a Sevilla, muchacha.»

La niña no los escucha.

 

Cuando la tarde se puso

morada, con luz difusa,

pasó un joven que llevaba

rosas y mirtos de luna.

 

«Vente a Granada, muchacha.»

Y la niña no lo escucha.

 

La niña del bello rostro

sigue cogiendo aceituna,

con el brazo gris del viento

ceñido por la cintura.

 

Arbolé, arbolé

seco y verdé.

 

 

*      *      *

 

 

Galán,

galancillo.

En tu casa queman tomillo.

 

Ni que vayas, ni que vengas,

con llave cierro la puerta.

 

Con llave de plata fina.

Atada con una cinta.

 

En la cinta hay un letrero:

Mi corazón está lejos.

 

No des vueltas en mi calle.

¡Déjasela toda al aire!

 

Galán,

galancillo.

En tu casa queman tomillo.

 

 

TRES RETRATOS CON SOMBRA

 

 

Verlaine

 

 

La canción,

que nunca diré,

se ha dormido en mis labios.

La canción,

que nunca diré.

 

Sobre las madreselvas

había una luciérnaga,

y la luna picaba

con un rayo en el agua.

 

Entonces yo soñé,

la canción,

que nunca diré.

 

Canción llena de labios

y de cauces lejanos.

 

Canción llena de horas

perdidas en la sombra.

 

Canción de estrella viva

sobre un perpetuo día.

 

 

BACO

 

 

Verde rumor intacto.

La higuera me tiende sus brazos.

 

Como una pantera, su sombra,

acecha mi lírica sombra.

 

La luna cuenta los perros.

Se equivoca y empieza de nuevo.

 

Ayer, mañana, negro y verde,

rondas mi cerco de laureles.

 

¿Quién te querría como yo,

si me cambiaras el corazón?

 

… Y la higuera me grita y avanza

terrible y multiplicada.

 

 

Juan Ramón Jiménez

 

 

En el blanco infinito,

nieve, nardo y salina,

perdió su fantasía.

 

El color blanco, anda,

sobre una muda alfombra

de plumas de paloma.

 

Sin ojos ni ademán,

inmóvil sufre un sueño.

Pero tiembla por dentro.

 

En el blanco infinito,

¡qué pura y larga herida

dejó su fantasía!

 

En el blanco infinito.

Nieve. Nardo. Salina.

 

 

VENUS

 

Así te vi

 

La joven muerta

en la concha de la cama,

desnuda de flor y brisa

surgía en la luz perenne.

 

Quedaba el mundo,

lirio de algodón y sombra,

asomado a los cristales

viendo el tránsito infinito.

 

La joven muerta,

surcaba el amor por dentro.

Entre la espuma de las sábanas

se perdía su cabellera.

 

 

Debussy

 

 

Mi sombra va silenciosa

por el agua de la acequia.

 

Por mi sombra están las ranas

privadas de las estrellas.

 

La sombra manda a mi cuerpo

reflejos de cosas quietas.

 

Mi sombra va como inmenso

cínife color violeta.

 

Cien grillos quieren dorar

la luz de la cañavera.

 

Una luz nace en mi pecho,

reflejado, de la acequia.

 

 

NARCISO

 

 

Niño.

¡Que te vas a caer al río!

 

            En lo hondo hay una rosa

            y en la rosa hay otro río.

 

¡Mira aquel pájaro! ¡Mira

aquel pájaro amarillo!

 

            Se me han caído los ojos

            dentro del agua.

 

¡Dios mío!

¡Que se resbala! ¡Muchacho!

 

            … y en la rosa estoy yo mismo.

 

Cuando se perdió en el agua,

comprendí. Pero no explico.

 

 

JUEGOS

 

Dedicados a la cabeza de Luis Buñuel

En gros plan

 

 

Ribereñas

Con acompañamiento de campanas

 

 

Dicen que tienes cara

 

(Balalín)

 

de luna llena.

 

(Balalán)

 

Cuántas campanas ¿oyes?

 

(Balalín)

 

No me dejan.

 

(¡Balalán!)

 

Pero tus ojos… ¡Ah!

 

(balalín)

 

… perdona, tus ojeras…

 

(balalán)

 

y esa risa de oro

 

(balalín)

 

y esa… no puedo, esa…

 

(balalán)

 

Su duro miriñaque

las campanas golpean.

¡Oh, tu encanto secreto… tu…

 

(balalín

lín

lín

lín…)

 

Dispensa.

 

 

A Irene García

Criada

 

 

En el soto,

los alamillos bailan

uno con otro.

Y el arbolé,

con sus cuatro hojitas

baila también.

 

¡Irene!

Luego vendrán las lluvias

y las nieves.

Baila sobre lo verde.

 

Sobre lo verde verde,

que te acompaño yo.

 

¡Ay cómo corre el agua!

¡Ay mi corazón!

 

En el soto,

los alamillos bailan

uno con otro.

Y el arbolé,

con sus cuatro hojitas

baila también.

 

 

 

Al oído de una muchacha

 

 

No quise.

No quise decirte nada.

 

Vi en tus ojos

dos arbolitos locos.

De brisa, de risa y de oro.

 

Se meneaban.

 

No quise.

No quise decirte nada.

 

 

*      *      *

 

 

Las gentes iban

y el otoño venía.

 

Las gentes,

iban a lo verde.

Llevaban gallos

y guitarras alegres.

Por el reino

de las simientes.

El río soñaba,

corría la fuente.

¡Salta,

corazón caliente!

 

Las gentes,

iban a lo verde.

 

El otoño venía

amarillo de estrellas,

pájaros macilentos

y ondas concéntricas.

Sobre el pecho almidonado,

la cabeza.

¡Párate,

corazón de cera!

 

Las gentes iban

y el otoño venía.

 

 

Canción del mariquita

 

 

El mariquita se peina

con su peinador de seda.

 

Los vecinos se sonríen

en sus ventanas postreras.

 

El mariquita organiza

los bucles de su cabeza.

 

Por los patios gritan loros,

surtidores y planetas.

 

El mariquita se adorna

con un jazmín sinvergüenza.

 

La tarde se pone extraña

de peines y enredaderas.

 

El escándalo temblaba

rayado como una cebra.

 

¡Los mariquitas del Sur,

cantan en las azoteas!

 

 

Árbol de canción

 

Para Ana María Dalí

 

Caña de voz y gesto,

una vez y otra vez

tiembla sin esperanza

en el aire de ayer.

 

La niña suspirando

lo quería coger;

pero llegaba siempre

un minuto después.

 

¡Ay sol! ¡Ay luna, luna!

Un minuto después.

Sesenta flores grises

enredaban sus pies.

 

Mira cómo se mece

una vez y otra vez,

virgen de flor y rama,

en el aire de ayer.

 

 

*      *      *

 

 

Naranja y limón.

 

¡Ay la niña

del mal amor!

 

Limón y naranja.

 

¡Ay de la niña,

de la niña blanca!

 

Limón.

 

(Cómo brillaba

el sol.)

 

Naranja.

 

(En las chinas

de agua.)

 

 

 

La calle de los mudos

 

 

Detrás de las inmóviles vidrieras

las muchachas juegan con sus risas.

 

            (En los pianos vacíos,

            arañas titiriteras.)

 

Las muchachas hablan con sus novios

agitando sus trenzas apretadas.

 

            (Mundo del abanico,

            el pañuelo y la mano.)

 

Los galanes replican haciendo,

alas y flores con sus capas negras.

 

 

CANCIONES DE LUNA

 

A José F. Montesinos

 

La luna asoma

 

 

Cuando sale la luna

se pierden las campanas

y aparecen las sendas

impenetrables.

 

Cuando sale la luna,

el mar cubre la tierra

y el corazón se siente

isla en el infinito.

 

Nadie come naranjas

bajo la luna llena.

Es preciso comer,

fruta verde y helada.

 

Cuando sale la luna

de cien rostros iguales,

la moneda de plata

solloza en el bolsillo.

 

 

Dos lunas de tarde

 

 

I

 

A Laurita, amiga de mi hermana

 

La luna está muerta, muerta;

pero resucita en la primavera.

 

Cuando en la frente de los chopos

se rice el viento del Sur.

 

Cuando den nuestros corazones

su cosecha de suspiros.

 

Cuando se pongan los tejados

sus sombreritos de yerba.

 

La luna está muerta, muerta;

pero resucita en la primavera.

 

 

2

 

A Isabelita, mi hermana

 

La tarde canta

una berceuse a las naranjas.

 

Mi hermanita canta:

La tierra es una naranja.

 

La luna llorando dice:

Yo quiero ser una naranja.

 

 

No puede ser, hija mía,

aunque te pongas rosada.

Ni siquiera limoncito.

¡Qué lástima!

 

 

 

Lunes, miércoles y viernes

 

 

Yo era.

 

Yo fui.

 

Pero no soy.

 

Yo era…

 

(¡Oh fauce maravillosa

la del ciprés y su sombra!

Ángulo de luna llena.

Ángulo de luna sola.)

 

Yo fui…

 

La luna estaba de broma

diciendo que era una rosa.

(Con una capa de viento

mi amor se arrojó a las olas.)

 

Pero no soy…

 

(Ante una vidriera rota

coso mi lírica ropa.)

 

 

 

Murió al amanecer

 

 

Noche de cuatro lunas

y un solo árbol,

con una sola sombra

y un solo pájaro.

 

Busco en mi carne las

huellas de tus labios.

El manantial besa al viento

sin tocarlo.

 

Llevo el No que me diste,

en la palma de la mano,

como un limón de cera

casi blanco.

 

Noche de cuatro lunas

y un solo árbol.

En la punta de una aguja,

está mi amor ¡girando!

 

 

 

Primer aniversario

 

 

La niña va por mi frente.

¡Oh, qué antiguo sentimiento!

 

¿De qué me sirve, pregunto,

la tinta, el papel y el verso?

 

Carne tuya me parece,

rojo lirio, junco fresco.

Morena de luna llena.

¿Qué quieres de mi deseo?

 

 

 

Segundo aniversario

 

 

La luna clava en el mar

un largo cuerno de luz.

 

Unicornio gris y verde,

estremecido pero extático.

 

El cielo flota sobre el aire

como una inmensa flor de loto.

 

(¡Oh, tú sola paseando

la última estancia de la noche!)

 

 

 

Flor

 

A Colin Hackforth

 

El magnífico sauce

de la lluvia, caía.

 

¡Oh la luna redonda

sobre las ramas blancas!

 

 

EROS CON BASTÓN

 

1925

 

A Pepín Bello

 

Susto en el comedor

 

 

Eras rosa.

Te pusiste alimonada.

 

¿Qué intención viste en mi mano

que casi te amenazaba?

 

Quise las manzanas verdes.

No las manzanas rosadas…

 

alimonada…

 

(Grulla dormida la tarde,

puso en tierra la otra pata.)

 

 

 

Lucía Martínez

 

 

Lucía Martínez.

Umbría de seda roja.

 

Tus muslos como la tarde

van de la luz a la sombra.

Los azabaches recónditos

 

 

oscurecen tus magnolias.

Aquí estoy, Lucía Martínez.

Vengo a consumir tu boca

y arrastrarte del cabello

en madrugada de conchas.

 

Porque quiero, y porque puedo.

Umbría de seda roja.

 

 

 

La soltera en misa

 

 

Bajo el moisés del incienso,

adormecida.

 

Ojos de toro te miraban.

Tu rosario llovía.

 

Con ese traje de profunda seda,

no te muevas, Virginia.

 

Da los negros melones de tus pechos

al rumor de la misa.

 

 

 

Interior

 

 

Ni quiero ser poeta,

ni galante.

¡Sábanas blancas donde te desmayes!

 

No conoces el sueño

ni el resplandor del día.

Como los calamares,

ciegas desnuda en tinta de perfume.

Carmen.

 

 

 

«Nu»

 

 

Bajo la adelfa sin luna

estabas fea desnuda.

 

Tu carne buscó en mi mapa

el amarillo de España.

 

Qué fea estabas, francesa,

en lo amargo de la adelfa.

 

Roja y verde, eché a tu cuerpo

la capa de mi talento.

 

Verde y roja, roja y verde.

¡Aquí somos otra gente!

 

 

 

Serenata

Homenaje a Lope de Vega

 

 

Por las orillas del río

se está la noche mojando

 

y en los pechos de Lolita

se mueren de amor los ramos.

 

Se mueren de amor los ramos.

 

La noche canta desnuda

sobre los puentes de Marzo.

Lolita lava su cuerpo

con agua salobre y nardos.

 

Se mueren de amor los ramos.

 

La noche de anís y plata

relumbra por los tejados.

Plata de arroyos y espejos.

Anís de tus muslos blancos.

 

Se mueren de amor los ramos.

 

 

 

En Málaga

 

 

Suntuosa Leonarda.

Carne pontifical y traje blanco,

en las barandas de «Villa Leonarda».

Expuesta a los tranvías y a los barcos.

 

Negros torsos bañistas oscurecen

la ribera del mar. Oscilando

—concha y loto a la vez—

viene tu culo

de Ceres en retórica de mármol.

 

 

TRASMUNDO

 

A Manuel Ángeles Ortiz

 

Escena

 

 

Altas torres.

Largos ríos.

 

Hada

Toma el anillo de bodas

que llevaron tus abuelos.

Cien manos, bajo la tierra,

lo están echando de menos.

 

Yo

Voy a sentir en mis manos

una inmensa flor de dedos

y el símbolo del anillo.

No lo quiero.

 

Altas torres.

Largos ríos.

 

 

 

Malestar y noche

 

 

Abejaruco.

En tus árboles oscuros.

Noche de cielo balbuciente

y aire tartamudo.

 

Tres borrachos eternizan

sus gestos de vino y luto.

Los astros de plomo giran

sobre un pie.

                   Abejaruco.

En tus árboles oscuros.

 

Dolor de sien oprimida

con guirnalda de minutos.

¿Y tu silencio? Los tres

borrachos cantan desnudos.

Pespunte de seda virgen

tu canción.

                Abejaruco.

Uco uco uco uco.

                         Abejaruco.

 

 

 

El niño mudo

 

 

El niño busca su voz.

(La tenía el rey de los grillos.)

En una gota de agua

buscaba su voz el niño.

 

No la quiero para hablar;

me haré con ella un anillo

que llevará mi silencio

en su dedo pequeñito.

 

En una gota de agua

buscaba su voz el niño.

 

(La voz cautiva, a lo lejos,

se ponía un traje de grillo.)

 

 

 

El niño loco

 

 

Yo decía: «Tarde».

Pero no era así.

La tarde era otra cosa

que ya se había marchado.

 

(Y la luz encogía

sus hombros como una niña.)

 

«Tarde.» ¡Pero es inútil!

Ésta es falsa, ésta tiene

media luna de plomo.

La otra no vendrá nunca.

 

(Y la luz como la ven todos,

jugaba a la estatua con el niño loco.)

 

Aquélla era pequeña

 

y comía granadas.

Ésta es grandota y verde, yo no puedo

tomarla en brazos ni vestirla.

¿No vendrá? ¿Cómo era?

 

(Y la luz que se iba, dio una broma.

Separó al niño loco de su sombra.)

 

 

 

Desposorio

 

 

Tirad ese anillo

al agua.

 

(La sombra apoya sus dedos

sobre mi espalda.)

 

Tirad ese anillo. Tengo

más de cien años. ¡Silencio!

 

¡No preguntadme nada!

 

Tirad ese anillo

al agua.

 

 

 

Despedida

 

 

Si muero,

dejad el balcón abierto.

 

El niño come naranjas.

(Desde mi balcón lo veo.)

 

El segador siega el trigo.

(Desde mi balcón lo siento.)

 

¡Si muero,

dejad el balcón abierto!

 

 

 

Suicidio

 

Quizás fue por no saberte la geometría.

 

El jovencillo se olvidaba.

Eran las diez de la mañana.

 

Su corazón se iba llenando,

de alas rotas y flores de trapo.

 

Notó que ya no le quedaba,

en la boca más que una palabra.

 

Y al quitarse los guantes, caía,

de sus manos, suave ceniza.

 

Por el balcón se veía una torre.

Él se sintió balcón y torre.

 

Vio, sin duda, cómo le miraba

el reloj detenido en su caja.

 

Vio su sombra tendida y quieta,

en el blanco diván de seda.

 

Y el joven rígido, geométrico,

con un hacha rompió el espejo.

 

Al romperlo, un gran chorro de sombra,

inundó la quimérica alcoba.

 

 

AMOR

Con alas y flechas

 

 

Cancioncilla del primer deseo

 

 

En la mañana verde,

quería ser corazón.

Corazón.

 

Y en la tarde madura

quería ser ruiseñor.

Ruiseñor.

 

(Alma,

ponte color naranja.

Alma,

ponte color de amor.)

 

En la mañana viva,

yo quería ser yo.

Corazón.

 

Y en la tarde caída

quería ser mi voz.

Ruiseñor.

 

¡Alma,

ponte color naranja!

¡Alma,

ponte color de amor!

 

 

En el instituto y en la universidad

 

 

La primera vez

no te conocí.

La segunda, sí.

 

Dime

si el aire te lo dice.

 

Mañanita fría

yo me puse triste,

y luego me entraron

ganas de reírme.

 

No te conocía.

Sí me conociste.

Sí te conocía.

No me conociste.

 

Ahora entre los dos

se alarga impasible,

un mes, como un

biombo de días grises.

 

La primera vez

no te conocí.

La segunda, sí.

 

 

Madrigalillo

 

 

Cuatro granados

tiene tu huerto.

 

(Toma mi corazón

nuevo.)

 

Cuatro cipreses

tendrá tu huerto.

 

(Toma mi corazón

viejo.)

 

Sol y luna.

Luego…

¡ni corazón,

ni huerto!

 

 

Eco

 

 

Ya se ha abierto

la flor de la aurora.

 

(¿Recuerdas,

el fondo de la tarde?)

 

El nardo de la luna

derrama su olor frío.

 

(¿Recuerdas

la mirada de Agosto?)

 

 

Idilio

 

A Enrique Durán

 

Tú querías que yo te dijera

el secreto de la primavera.

Y yo soy para el secreto

lo mismo que es el abeto.

 

Árbol cuyos mil deditos

señalan mil caminitos.

 

Nunca te diré, amor mío,

por qué corre lento el río.

 

Pero pondré en mi voz estancada

el cielo ceniza de tu mirada.

 

¡Dame vueltas, morenita!

Ten cuidado con mis hojitas.

 

Dame más vueltas alrededor,

jugando a la noria del amor.

 

¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera,

el secreto de la primavera.

 

 

*      *      *

 

 

Narciso.

Tu olor.

Y el fondo del río.

 

Quiero quedarme a tu vera.

Flor del amor.

Narciso.

 

Por tus blancos ojos cruzan

ondas y peces dormidos.

Pájaros y mariposas

japonizan en los míos.

 

Tú diminuto y yo grande.

Flor del amor.

Narciso.

 

Las ranas, ¡qué listas son!

Pero no dejan tranquilo

 

el espejo en que se miran

tu delirio y mi delirio.

 

Narciso.

Mi dolor.

Y mi dolor mismo.

 

 

Granada y 1850

 

 

Desde mi cuarto

oigo el surtidor.

 

Un dedo de la parra

y un rayo de sol,

señalan hacia el sitio

de mi corazón.

 

Por el aire de Agosto

se van las nubes. Yo,

sueño que no sueño

dentro del surtidor.

 

 

Preludio

 

 

Las alamedas se van,

pero dejan su reflejo.

Las alamedas se van,

pero nos dejan el viento.

 

El viento está amortajado,

a lo largo bajo el cielo.

 

Pero ha dejado flotando

sobre los ríos, sus ecos.

 

El mundo de las luciérnagas

ha invadido mis recuerdos.

 

Y un corazón diminuto

me va brotando en los dedos.

 

 

*      *      *

 

 

Sobre el cielo verde,

un lucero verde

¿qué ha de hacer, amor,

¡ay! sino perderse?

 

Las torres fundidas

con la niebla fría,

¿cómo han de mirarnos

con sus ventanitas?

 

Cien luceros verdes

sobre un cielo verde,

no ven a cien torres

blancas, en la nieve.

 

Y esta angustia mía

para hacerla viva,

he de decorarla

con rojas sonrisas.

 

 

Soneto

 

 

Largo espectro de plata conmovida

el viento de la noche suspirando,

abrió con mano gris mi vieja herida

y se alejó: yo estaba deseando.

 

Llaga de amor que me dará la vida

perpetua sangre y pura luz brotando.

Grieta en que Filomela enmudecida

tendrá bosque, dolor y nido blando.

 

¡Ay qué dulce rumor en mi cabeza!

Me tenderé junto a la flor sencilla

donde flota sin alma tu belleza.

 

Y el agua errante se pondrá amarilla,

mientras corre mi sangre en la maleza

mojada y olorosa de la orilla.

 

 

CANCIONES PARA TERMINAR

 

A Rafael Alberti

 

De otro modo

 

 

La hoguera pone al campo de la tarde,

unas astas de ciervo enfurecido.

Todo el valle se tiende. Por sus lomos,

caracolea el vientecillo.

 

El aire cristaliza bajo el humo.

—Ojo de gato triste y amarillo—.

Yo en mis ojos, paseo por las ramas.

Las ramas se pasean por el río.

 

Llegan mis cosas esenciales.

Son estribillos de estribillos.

Entre los juncos y la baja tarde,

¡qué raro que me llame Federico!

 

 

 

Canción de Noviembre y Abril

 

 

El cielo nublado

pone mis ojos blancos.

 

Yo, para darles vida,

les acerco una flor

amarilla.

 

No consigo turbarlos.

Siguen yertos y blancos.

 

(Entre mis hombros vuela

mi alma dorada y plena.)

 

El cielo de Abril

pone mis ojos de añil.

 

Yo, para darles alma,

les acerco una rosa

blanca.

 

No consigo infundir

lo blanco en el añil.

 

(Entre mis hombros vuela

mi alma impasible y ciega.)

 

 

*      *      *

 

 

Agua, ¿dónde vas?

Riyendo voy por el río

a las orillas del mar.

 

Mar, ¿adónde vas?

 

Río arriba voy buscando

fuente donde descansar.

 

Chopo, y tú ¿qué harás?

 

No quiero decirte nada.

Yo… ¡temblar!

 

¿Qué deseo, qué no deseo,

por el río y por la mar?

 

(Cuatro pájaros sin rumbo

en el alto chopo están.)

 

 

 

El espejo engañoso

 

 

Verde rama exenta

de ritmo y de pájaro.

 

Eco de sollozo

sin dolor ni labio.

Hombre y Bosque.

 

Lloro

frente al mar amargo.

¡Hay en mis pupilas

dos mares cantando!

 

 

 

Canción inútil

 

 

Rosa futura y vena contenida,

amatista de ayer y brisa de ahora mismo,

                     ¡quiero olvidarlas!

 

Hombre y pez en sus medios, bajo cosas flotantes,

esperando en el alga o en la silla su noche,

                     ¡quiero olvidarlas!

 

Yo.

¡Sólo yo!

Labrando la bandeja

donde no irá mi cabeza.

¡Sólo yo!

 

 

 

Huerto de Marzo

 

 

Mi manzano,

tiene ya sombra y pájaros.

 

¡Qué brinco da mi sueño

de la luna al viento!

 

Mi manzano,

da a lo verde sus brazos.

 

¡Desde Marzo, cómo veo

la frente blanca de Enero!

 

Mi manzano…

(viento bajo).

 

Mi manzano…

(cielo alto).

 

 

 

Dos marinos en la orilla

 

A Joaquín Amigo

 

I.º

 

Se trajo en el corazón

un pez del Mar de la China.

A veces se ve cruzar

diminuto por sus ojos.

 

Olvida siendo marino

los bares y las naranjas.

 

Mira al agua.

 

2.º

 

Tenía la lengua de jabón.

Lavó sus palabras y se calló.

 

Mundo plano, mar rizado,

cien estrellas y su barco.

 

Vio los balcones del Papa

y los pechos dorados de las cubanas.

 

Mira al agua.

 

 

Ansia de estatua

 

 

Rumor.

Aunque no quede más que el rumor.

 

Aroma.

Aunque no quede más que el aroma.

 

Pero arranca de mí el recuerdo

y el color de las viejas horas.

 

Dolor.

Frente al mágico y vivo dolor.

 

Batalla.

En la auténtica y sucia batalla.

 

¡Pero quita la gente invisible

que rodea perenne mi casa!

 

 

 

Canción del naranjo seco

 

A Carmen Morales

 

Leñador.

Córtame la sombra.

Líbrame del suplicio

de verme sin toronjas.

 

¿Por qué nací entre espejos?

El día me da vueltas.

 

Y la noche me copia

en todas sus estrellas.

 

Quiero vivir sin verme.

Y hormigas y vilanos,

soñaré que son mis

hojas y mis pájaros.

 

Leñador.

Córtame la sombra.

Líbrame del suplicio

de verme sin toronjas.

 

 

 

Canción del día que se va

 

 

¡Qué trabajo me cuesta

dejarte marchar, día!

Te vas lleno de mí,

vuelves sin conocerme.

¡Qué trabajo me cuesta

dejar sobre tu pecho

posibles realidades

de imposibles minutos!

 

En la tarde, un Perseo

te lima las cadenas,

y huyes sobre los montes

hiriéndote los pies.

No pueden seducirte

mi carne ni mi llanto,

ni los ríos en donde

duermes tu siesta de oro.

 

Desde Oriente a Occidente

llevo tu luz redonda.

Tu gran luz que sostiene

mi alma, en tensión aguda.

Desde Oriente a Occidente,

¡qué trabajo me cuesta

llevarte con tus pájaros

y tus brazos de viento!