Canción de las siete doncellas
Teoría del arco iris
Cantan las siete
doncellas.
(Sobre el cielo un arco
de ejemplos de ocaso.)
Alma con siete voces
las siete doncellas.
(En el aire blanco,
siete largos pájaros.)
Mueren las siete
doncellas.
(¿Por qué no han sido nueve?
¿Por qué no han sido veinte?)
El río las trae.
Nadie puede verlas.
Nocturno esquemático
Hinojo, serpiente y junco.
Aroma, rastro y penumbra.
Aire, tierra y soledad.
(La escala llega a la luna.)
La canción del colegial
Sábado.
Puerta de jardín.
Domingo.
Día gris.
Gris.
Sábado.
Arcos azules.
Brisa.
Domingo.
Mar con orillas.
Metas.
Sábado.
Semilla,
estremecida.
Domingo.
(Nuestro amor se pone,
amarillo.)
* * *
El canto quiere ser luz.
En lo oscuro el canto tiene,
hilos de fósforo y luna.
La luz no sabe qué quiere.
En sus límites de ópalo,
se encuentra ella misma,
y vuelve.
Tiovivo
A José Bergamín
Los días de fiesta
van sobre ruedas.
El tiovivo los trae,
y los lleva.
Corpus azul.
Blanca Nochebuena.
Los días, abandonan
su piel, como las culebras,
con la sola excepción
de los días de fiesta.
Éstos son los mismos
de nuestras madres viejas.
Sus tardes son largas colas
de moaré y lentejuelas.
Corpus azul.
Blanca Nochebuena.
El tiovivo gira
colgado de una estrella.
Tulipán de las cinco
partes de la tierra.
Sobre caballitos
disfrazados de panteras
los niños se comen la luna
como si fuera una cereza.
¡Rabia, rabia, Marco Polo!
Sobre una fantástica rueda,
los niños ven lontananzas
desconocidas de la tierra.
Corpus azul.
Blanca Nochebuena.
Balanza
La noche quieta siempre.
El día va y viene.
La noche muerta y alta.
El día con un ala.
La noche sobre espejos
y el día bajo el viento.
Canción con movimiento
Ayer.
(Estrellas
azules.)
Mañana.
(Estrellitas
blancas.)
Hoy.
(Sueño flor adormecida
en el valle de la enagua.)
Ayer.
(Estrellas
de fuego.)
Mañana.
(Estrellas
moradas.)
Hoy.
(Este corazón, ¡Dios mío!
¡Este corazón que salta!)
Ayer.
(Memoria
de estrellas.)
Mañana.
(Estrellas cerradas.)
Hoy…
(¡Mañana!)
¿Me marearé quizá
sobre la barca?
¡Oh los puentes del Hoy
en el camino de agua!
Refrán
Marzo
pasa volando.
Y Enero sigue tan alto.
Enero,
sigue en la noche del cielo.
Y abajo Marzo es un momento.
Enero.
Para mis ojos viejos.
Marzo.
Para mis frescas manos.
Friso
A Gustavo Durán
Tierra |
Cielo |
|
|
Las niñas de la brisa |
Los mancebos del aire |
van con sus largas colas. |
saltan sobre la luna. |
Cazador
¡Alto pinar!
Cuatro palomas por el aire van.
Cuatro palomas
vuelan y tornan.
Llevan heridas
sus cuatro sombras.
¡Bajo pinar!
Cuatro palomas en la tierra están.
Fábula
Unicornios y cíclopes.
Cuernos de oro
y ojos verdes.
Sobre el acantilado,
en tropel gigantesco
ilustran el azogue
sin cristal, del mar.
Unicornios y cíclopes.
Una pupila
y una potencia.
¿Quién duda la eficacia
terrible de esos cuernos?
¡Oculta tus blancos,
Naturaleza!
* * *
Agosto,
contraponientes
de melocotón y azúcar,
y el sol dentro de la tarde,
como el hueso en una fruta.
La panocha guarda intacta,
su risa amarilla y dura.
Agosto.
Los niños comen
pan moreno y rica luna.
Arlequín
Teta roja del sol.
Teta azul de la luna.
Torso mitad coral,
mitad plata y penumbra.
Cortaron tres árboles
A Ernesto Halffter
Eran tres.
(Vino el día con sus hachas.)
Eran dos.
(Alas rastreras de plata.)
Era uno.
Era ninguno.
(Se quedó desnuda el agua.)
NOCTURNOS DE LA VENTANA
A la memoria de José de Ciria y Escalante.
Poeta
I
Alta va la luna.
Bajo corre el viento.
(Mis largas miradas,
exploran el cielo.)
Luna sobre el agua.
Luna bajo el viento.
(Mis cortas miradas
exploran el suelo.)
Las voces de dos niñas
venían. Sin esfuerzo,
de la luna del agua,
me fui a la del cielo.
2
Un brazo de la noche
entra por mi ventana.
Un gran brazo moreno
con pulseras de agua.
Sobre un cristal azul
jugaba al río mi alma.
Los instantes heridos
por el reloj… pasaban.
3
Asomo la cabeza
por mi ventana, y veo
cómo quiere cortarla
la cuchilla del viento.
En esta guillotina
invisible, yo he puesto
las cabezas sin ojos
de todos mis deseos.
Y un olor de limón
llenó el instante inmenso,
mientras se convertía
en flor de gasa el viento.
4
Al estanque se le ha muerto
hoy una niña de agua.
Está fuera del estanque,
sobre el suelo amortajada.
De la cabeza a sus muslos
un pez la cruza, llamándola.
El viento le dice «niña»
mas no puede despertarla.
El estanque tiene suelta
su cabellera de algas
y al aire sus grises tetas
estremecidas de ranas.
«Dios te salve» rezaremos
a Nuestra Señora de Agua
por la niña del estanque
muerta bajo las manzanas.
Yo luego pondré a su lado
dos pequeñas calabazas
para que se tenga a flote,
¡ay! sobre la mar salada.
Residencia de Estudiantes, 1923
CANCIONES PARA NIÑOS
A la maravillosa niña Colomba Morla Vicuña, dormida piadosamente el día 12 de Agosto de 1928
Canción china en Europa
A mi ahijada Isabel Clara
La señorita
del abanico,
va por el puente
del fresco río.
Los caballeros
con sus levitas,
miran el puente
sin barandillas.
La señorita
del abanico
y los volantes,
busca marido.
Los caballeros
están casados,
con altas rubias
de idioma blanco.
Los grillos cantan
por el Oeste.
(La señorita,
va por lo verde.)
Los grillos cantan
bajo las flores.
(Los caballeros,
van por el Norte.)
Cancioncilla sevillana
A Solita Salinas
Amanecía,
en el naranjel.
Abejitas de oro
buscaban la miel.
¿Dónde estará
la miel?
Está en la flor azul,
Isabel.
En la flor,
del romero aquel.
(Sillita de oro
para el moro.
Silla de oropel
para su mujer.)
Amanecía,
en el naranjel.
Caracola
A Natalita Jiménez
2
Me han traído una caracola.
Dentro le canta
un mar de mapa.
Mi corazón
se llena de agua
con pececillos
de sombra y plata.
Me han traído una caracola.
* * *
A Mademoiselle Teresita Guillén
tocando su piano de seis notas
El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantaritos blancos.
Han perdido sin querer
su anillo de desposados.
¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!
Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay cómo lloran y lloran,
¡ay! ¡ay! cómo están llorando!
Canción cantada
En el gris,
el pájaro Grifón
se vestía de gris.
Y la niña Kikirikí
perdía su blancor
y forma allí.
Para entrar en el gris
me pinté de gris.
¡Y cómo relumbraba
en el gris!
Paisaje
A Rita, Concha, Pepe
y Carmencica
La tarde equivocada
se vistió de frío.
Detrás de los cristales
turbios, todos los niños,
ven convertirse en pájaros
un árbol amarillo.
La tarde está tendida
a lo largo del río.
Y un rubor de manzana
tiembla en los tejadillos.
Canción tonta
Mamá.
Yo quiero ser de plata.
Hijo,
tendrás mucho frío.
Mamá.
Yo quiero ser de agua.
Hijo,
tendrás mucho frío.
Mamá.
Bórdame en tu almohada.
¡Eso sí!
¡Ahora mismo!
ANDALUZAS
A Miguel Pizarro (en la irregularidad
simétrica del Japón)
Canción de jinete
1860
En la luna negra
de los bandoleros,
cantan las espuelas.
Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
… Las duras espuelas
del bandido inmóvil
que perdió las riendas.
Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!
En la luna negra,
sangraba el costado
de Sierra Morena.
Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
La noche espolea
sus negros ijares
clavándose estrellas.
Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!
En la luna negra,
¡un grito! y el cuerno
largo de la hoguera.
Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
Adelina de paseo
La mar no tiene naranjas,
ni Sevilla tiene amor.
Morena, qué luz de fuego.
Préstame tu quitasol.
Me pondrá la cara verde
—zumo de lima y limón—.
Tus palabras —pececillos—
nadarán alrededor.
La mar no tiene naranjas.
Ay amor.
¡Ni Sevilla tiene amor!
* * *
Zarzamora con el tronco gris,
dame un racimo para mí.
Sangre y espinas. Acercaté.
Si tú me quieres, yo te querré.
Deja tu fruto de verde y sombra
sobre mi lengua, zarzamora.
Qué largo abrazo te daría
en la penumbra de mis espinas.
Zarzamora, ¿dónde vas?
A buscar amores que tú no me das.
* * *
Mi niña se fue a la mar,
a contar olas y chinas,
pero se encontró, de pronto,
con el río de Sevilla.
Entre adelfas y campanas
cinco barcos se mecían,
con los remos en el agua
y las velas en la brisa.
¿Quién mira dentro la torre
enjaezada, de Sevilla?
Cinco voces contestaban
redondas como sortijas.
El cielo monta gallardo
al río, de orilla a orilla.
En el aire sonrosado,
cinco anillos se mecían.
Tarde
¿Estaba mi Lucía con
los pies en el arroyo?
Tres álamos inmensos
y una estrella.
El silencio mordido
por las ranas, semeja
una gasa pintada
con lunaritos verdes.
En el río,
un árbol seco,
ha florecido en círculos
concéntricos.
Y he soñado sobre las aguas,
a la morenita de Granada.
Canción de jinete
Córdoba.
Lejana y sola.
Jaca negra, luna grande,
y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.
Por el llano, por el viento,
jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
desde las torres de Córdoba.
¡Ay qué camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera,
antes de llegar a Córdoba!
Córdoba.
Lejana y sola.
Es verdad
¡Ay qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!
Por tu amor me duele el aire,
el corazón
y el sombrero.
¿Quién me compraría a mí,
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco, para hacer pañuelos?
¡Ay qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!
* * *
Arbolé arbolé
seco y verdé.
La niña del bello rostro
está cogiendo aceituna.
El viento, galán de torres,
la prende por la cintura.
Pasaron cuatro jinetes,
sobre jacas andaluzas
con trajes de azul y verde,
con largas capas oscuras.
«Vente a Córdoba, muchacha.»
La niña no los escucha.
Pasaron tres torerillos
delgaditos de cintura,
con trajes color naranja
y espadas de plata antigua.
«Vente a Sevilla, muchacha.»
La niña no los escucha.
Cuando la tarde se puso
morada, con luz difusa,
pasó un joven que llevaba
rosas y mirtos de luna.
«Vente a Granada, muchacha.»
Y la niña no lo escucha.
La niña del bello rostro
sigue cogiendo aceituna,
con el brazo gris del viento
ceñido por la cintura.
Arbolé, arbolé
seco y verdé.
* * *
Galán,
galancillo.
En tu casa queman tomillo.
Ni que vayas, ni que vengas,
con llave cierro la puerta.
Con llave de plata fina.
Atada con una cinta.
En la cinta hay un letrero:
Mi corazón está lejos.
No des vueltas en mi calle.
¡Déjasela toda al aire!
Galán,
galancillo.
En tu casa queman tomillo.
TRES RETRATOS CON SOMBRA
Verlaine
La canción,
que nunca diré,
se ha dormido en mis labios.
La canción,
que nunca diré.
Sobre las madreselvas
había una luciérnaga,
y la luna picaba
con un rayo en el agua.
Entonces yo soñé,
la canción,
que nunca diré.
Canción llena de labios
y de cauces lejanos.
Canción llena de horas
perdidas en la sombra.
Canción de estrella viva
sobre un perpetuo día.
BACO
Verde rumor intacto.
La higuera me tiende sus brazos.
Como una pantera, su sombra,
acecha mi lírica sombra.
La luna cuenta los perros.
Se equivoca y empieza de nuevo.
Ayer, mañana, negro y verde,
rondas mi cerco de laureles.
¿Quién te querría como yo,
si me cambiaras el corazón?
… Y la higuera me grita y avanza
terrible y multiplicada.
Juan Ramón Jiménez
En el blanco infinito,
nieve, nardo y salina,
perdió su fantasía.
El color blanco, anda,
sobre una muda alfombra
de plumas de paloma.
Sin ojos ni ademán,
inmóvil sufre un sueño.
Pero tiembla por dentro.
En el blanco infinito,
¡qué pura y larga herida
dejó su fantasía!
En el blanco infinito.
Nieve. Nardo. Salina.
VENUS
Así te vi
La joven muerta
en la concha de la cama,
desnuda de flor y brisa
surgía en la luz perenne.
Quedaba el mundo,
lirio de algodón y sombra,
asomado a los cristales
viendo el tránsito infinito.
La joven muerta,
surcaba el amor por dentro.
Entre la espuma de las sábanas
se perdía su cabellera.
Debussy
Mi sombra va silenciosa
por el agua de la acequia.
Por mi sombra están las ranas
privadas de las estrellas.
La sombra manda a mi cuerpo
reflejos de cosas quietas.
Mi sombra va como inmenso
cínife color violeta.
Cien grillos quieren dorar
la luz de la cañavera.
Una luz nace en mi pecho,
reflejado, de la acequia.
NARCISO
Niño.
¡Que te vas a caer al río!
En lo hondo hay una rosa
y en la rosa hay otro río.
¡Mira aquel pájaro! ¡Mira
aquel pájaro amarillo!
Se me han caído los ojos
dentro del agua.
¡Dios mío!
¡Que se resbala! ¡Muchacho!
… y en la rosa estoy yo mismo.
Cuando se perdió en el agua,
comprendí. Pero no explico.
JUEGOS
Dedicados a la cabeza de Luis Buñuel
En gros plan
Ribereñas
Con acompañamiento de campanas
Dicen que tienes cara
(Balalín)
de luna llena.
(Balalán)
Cuántas campanas ¿oyes?
(Balalín)
No me dejan.
(¡Balalán!)
Pero tus ojos… ¡Ah!
(balalín)
… perdona, tus ojeras…
(balalán)
y esa risa de oro
(balalín)
y esa… no puedo, esa…
(balalán)
Su duro miriñaque
las campanas golpean.
¡Oh, tu encanto secreto… tu…
(balalín
lín
lín
lín…)
Dispensa.
A Irene García
Criada
En el soto,
los alamillos bailan
uno con otro.
Y el arbolé,
con sus cuatro hojitas
baila también.
¡Irene!
Luego vendrán las lluvias
y las nieves.
Baila sobre lo verde.
Sobre lo verde verde,
que te acompaño yo.
¡Ay cómo corre el agua!
¡Ay mi corazón!
En el soto,
los alamillos bailan
uno con otro.
Y el arbolé,
con sus cuatro hojitas
baila también.
Al oído de una muchacha
No quise.
No quise decirte nada.
Vi en tus ojos
dos arbolitos locos.
De brisa, de risa y de oro.
Se meneaban.
No quise.
No quise decirte nada.
* * *
Las gentes iban
y el otoño venía.
Las gentes,
iban a lo verde.
Llevaban gallos
y guitarras alegres.
Por el reino
de las simientes.
El río soñaba,
corría la fuente.
¡Salta,
corazón caliente!
Las gentes,
iban a lo verde.
El otoño venía
amarillo de estrellas,
pájaros macilentos
y ondas concéntricas.
Sobre el pecho almidonado,
la cabeza.
¡Párate,
corazón de cera!
Las gentes iban
y el otoño venía.
Canción del mariquita
El mariquita se peina
con su peinador de seda.
Los vecinos se sonríen
en sus ventanas postreras.
El mariquita organiza
los bucles de su cabeza.
Por los patios gritan loros,
surtidores y planetas.
El mariquita se adorna
con un jazmín sinvergüenza.
La tarde se pone extraña
de peines y enredaderas.
El escándalo temblaba
rayado como una cebra.
¡Los mariquitas del Sur,
cantan en las azoteas!
Árbol de canción
Para Ana María Dalí
Caña de voz y gesto,
una vez y otra vez
tiembla sin esperanza
en el aire de ayer.
La niña suspirando
lo quería coger;
pero llegaba siempre
un minuto después.
¡Ay sol! ¡Ay luna, luna!
Un minuto después.
Sesenta flores grises
enredaban sus pies.
Mira cómo se mece
una vez y otra vez,
virgen de flor y rama,
en el aire de ayer.
* * *
Naranja y limón.
¡Ay la niña
del mal amor!
Limón y naranja.
¡Ay de la niña,
de la niña blanca!
Limón.
(Cómo brillaba
el sol.)
Naranja.
(En las chinas
de agua.)
La calle de los mudos
Detrás de las inmóviles vidrieras
las muchachas juegan con sus risas.
(En los pianos vacíos,
arañas titiriteras.)
Las muchachas hablan con sus novios
agitando sus trenzas apretadas.
(Mundo del abanico,
el pañuelo y la mano.)
Los galanes replican haciendo,
alas y flores con sus capas negras.
CANCIONES DE LUNA
A José F. Montesinos
La luna asoma
Cuando sale la luna
se pierden las campanas
y aparecen las sendas
impenetrables.
Cuando sale la luna,
el mar cubre la tierra
y el corazón se siente
isla en el infinito.
Nadie come naranjas
bajo la luna llena.
Es preciso comer,
fruta verde y helada.
Cuando sale la luna
de cien rostros iguales,
la moneda de plata
solloza en el bolsillo.
Dos lunas de tarde
I
A Laurita, amiga de mi hermana
La luna está muerta, muerta;
pero resucita en la primavera.
Cuando en la frente de los chopos
se rice el viento del Sur.
Cuando den nuestros corazones
su cosecha de suspiros.
Cuando se pongan los tejados
sus sombreritos de yerba.
La luna está muerta, muerta;
pero resucita en la primavera.
2
A Isabelita, mi hermana
La tarde canta
una berceuse a las naranjas.
Mi hermanita canta:
La tierra es una naranja.
La luna llorando dice:
Yo quiero ser una naranja.
No puede ser, hija mía,
aunque te pongas rosada.
Ni siquiera limoncito.
¡Qué lástima!
Lunes, miércoles y viernes
Yo era.
Yo fui.
Pero no soy.
Yo era…
(¡Oh fauce maravillosa
la del ciprés y su sombra!
Ángulo de luna llena.
Ángulo de luna sola.)
Yo fui…
La luna estaba de broma
diciendo que era una rosa.
(Con una capa de viento
mi amor se arrojó a las olas.)
Pero no soy…
(Ante una vidriera rota
coso mi lírica ropa.)
Murió al amanecer
Noche de cuatro lunas
y un solo árbol,
con una sola sombra
y un solo pájaro.
Busco en mi carne las
huellas de tus labios.
El manantial besa al viento
sin tocarlo.
Llevo el No que me diste,
en la palma de la mano,
como un limón de cera
casi blanco.
Noche de cuatro lunas
y un solo árbol.
En la punta de una aguja,
está mi amor ¡girando!
Primer aniversario
La niña va por mi frente.
¡Oh, qué antiguo sentimiento!
¿De qué me sirve, pregunto,
la tinta, el papel y el verso?
Carne tuya me parece,
rojo lirio, junco fresco.
Morena de luna llena.
¿Qué quieres de mi deseo?
Segundo aniversario
La luna clava en el mar
un largo cuerno de luz.
Unicornio gris y verde,
estremecido pero extático.
El cielo flota sobre el aire
como una inmensa flor de loto.
(¡Oh, tú sola paseando
la última estancia de la noche!)
Flor
A Colin Hackforth
El magnífico sauce
de la lluvia, caía.
¡Oh la luna redonda
sobre las ramas blancas!
EROS CON BASTÓN
1925
A Pepín Bello
Susto en el comedor
Eras rosa.
Te pusiste alimonada.
¿Qué intención viste en mi mano
que casi te amenazaba?
Quise las manzanas verdes.
No las manzanas rosadas…
alimonada…
(Grulla dormida la tarde,
puso en tierra la otra pata.)
Lucía Martínez
Lucía Martínez.
Umbría de seda roja.
Tus muslos como la tarde
van de la luz a la sombra.
Los azabaches recónditos
oscurecen tus magnolias.
Aquí estoy, Lucía Martínez.
Vengo a consumir tu boca
y arrastrarte del cabello
en madrugada de conchas.
Porque quiero, y porque puedo.
Umbría de seda roja.
La soltera en misa
Bajo el moisés del incienso,
adormecida.
Ojos de toro te miraban.
Tu rosario llovía.
Con ese traje de profunda seda,
no te muevas, Virginia.
Da los negros melones de tus pechos
al rumor de la misa.
Interior
Ni quiero ser poeta,
ni galante.
¡Sábanas blancas donde te desmayes!
No conoces el sueño
ni el resplandor del día.
Como los calamares,
ciegas desnuda en tinta de perfume.
Carmen.
«Nu»
Bajo la adelfa sin luna
estabas fea desnuda.
Tu carne buscó en mi mapa
el amarillo de España.
Qué fea estabas, francesa,
en lo amargo de la adelfa.
Roja y verde, eché a tu cuerpo
la capa de mi talento.
Verde y roja, roja y verde.
¡Aquí somos otra gente!
Serenata
Homenaje a Lope de Vega
Por las orillas del río
se está la noche mojando
y en los pechos de Lolita
se mueren de amor los ramos.
Se mueren de amor los ramos.
La noche canta desnuda
sobre los puentes de Marzo.
Lolita lava su cuerpo
con agua salobre y nardos.
Se mueren de amor los ramos.
La noche de anís y plata
relumbra por los tejados.
Plata de arroyos y espejos.
Anís de tus muslos blancos.
Se mueren de amor los ramos.
En Málaga
Suntuosa Leonarda.
Carne pontifical y traje blanco,
en las barandas de «Villa Leonarda».
Expuesta a los tranvías y a los barcos.
Negros torsos bañistas oscurecen
la ribera del mar. Oscilando
—concha y loto a la vez—
viene tu culo
de Ceres en retórica de mármol.
TRASMUNDO
A Manuel Ángeles Ortiz
Escena
Altas torres.
Largos ríos.
Hada
Toma el anillo de bodas
que llevaron tus abuelos.
Cien manos, bajo la tierra,
lo están echando de menos.
Yo
Voy a sentir en mis manos
una inmensa flor de dedos
y el símbolo del anillo.
No lo quiero.
Altas torres.
Largos ríos.
Malestar y noche
Abejaruco.
En tus árboles oscuros.
Noche de cielo balbuciente
y aire tartamudo.
Tres borrachos eternizan
sus gestos de vino y luto.
Los astros de plomo giran
sobre un pie.
Abejaruco.
En tus árboles oscuros.
Dolor de sien oprimida
con guirnalda de minutos.
¿Y tu silencio? Los tres
borrachos cantan desnudos.
Pespunte de seda virgen
tu canción.
Abejaruco.
Uco uco uco uco.
Abejaruco.
El niño mudo
El niño busca su voz.
(La tenía el rey de los grillos.)
En una gota de agua
buscaba su voz el niño.
No la quiero para hablar;
me haré con ella un anillo
que llevará mi silencio
en su dedo pequeñito.
En una gota de agua
buscaba su voz el niño.
(La voz cautiva, a lo lejos,
se ponía un traje de grillo.)
El niño loco
Yo decía: «Tarde».
Pero no era así.
La tarde era otra cosa
que ya se había marchado.
(Y la luz encogía
sus hombros como una niña.)
«Tarde.» ¡Pero es inútil!
Ésta es falsa, ésta tiene
media luna de plomo.
La otra no vendrá nunca.
(Y la luz como la ven todos,
jugaba a la estatua con el niño loco.)
Aquélla era pequeña
y comía granadas.
Ésta es grandota y verde, yo no puedo
tomarla en brazos ni vestirla.
¿No vendrá? ¿Cómo era?
(Y la luz que se iba, dio una broma.
Separó al niño loco de su sombra.)
Desposorio
Tirad ese anillo
al agua.
(La sombra apoya sus dedos
sobre mi espalda.)
Tirad ese anillo. Tengo
más de cien años. ¡Silencio!
¡No preguntadme nada!
Tirad ese anillo
al agua.
Despedida
Si muero,
dejad el balcón abierto.
El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo.)
El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento.)
¡Si muero,
dejad el balcón abierto!
Suicidio
Quizás fue por no saberte la geometría.
El jovencillo se olvidaba.
Eran las diez de la mañana.
Su corazón se iba llenando,
de alas rotas y flores de trapo.
Notó que ya no le quedaba,
en la boca más que una palabra.
Y al quitarse los guantes, caía,
de sus manos, suave ceniza.
Por el balcón se veía una torre.
Él se sintió balcón y torre.
Vio, sin duda, cómo le miraba
el reloj detenido en su caja.
Vio su sombra tendida y quieta,
en el blanco diván de seda.
Y el joven rígido, geométrico,
con un hacha rompió el espejo.
Al romperlo, un gran chorro de sombra,
inundó la quimérica alcoba.
AMOR
Con alas y flechas
Cancioncilla del primer deseo
En la mañana verde,
quería ser corazón.
Corazón.
Y en la tarde madura
quería ser ruiseñor.
Ruiseñor.
(Alma,
ponte color naranja.
Alma,
ponte color de amor.)
En la mañana viva,
yo quería ser yo.
Corazón.
Y en la tarde caída
quería ser mi voz.
Ruiseñor.
¡Alma,
ponte color naranja!
¡Alma,
ponte color de amor!
En el instituto y en la universidad
La primera vez
no te conocí.
La segunda, sí.
Dime
si el aire te lo dice.
Mañanita fría
yo me puse triste,
y luego me entraron
ganas de reírme.
No te conocía.
Sí me conociste.
Sí te conocía.
No me conociste.
Ahora entre los dos
se alarga impasible,
un mes, como un
biombo de días grises.
La primera vez
no te conocí.
La segunda, sí.
Madrigalillo
Cuatro granados
tiene tu huerto.
(Toma mi corazón
nuevo.)
Cuatro cipreses
tendrá tu huerto.
(Toma mi corazón
viejo.)
Sol y luna.
Luego…
¡ni corazón,
ni huerto!
Eco
Ya se ha abierto
la flor de la aurora.
(¿Recuerdas,
el fondo de la tarde?)
El nardo de la luna
derrama su olor frío.
(¿Recuerdas
la mirada de Agosto?)
Idilio
A Enrique Durán
Tú querías que yo te dijera
el secreto de la primavera.
Y yo soy para el secreto
lo mismo que es el abeto.
Árbol cuyos mil deditos
señalan mil caminitos.
Nunca te diré, amor mío,
por qué corre lento el río.
Pero pondré en mi voz estancada
el cielo ceniza de tu mirada.
¡Dame vueltas, morenita!
Ten cuidado con mis hojitas.
Dame más vueltas alrededor,
jugando a la noria del amor.
¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera,
el secreto de la primavera.
* * *
Narciso.
Tu olor.
Y el fondo del río.
Quiero quedarme a tu vera.
Flor del amor.
Narciso.
Por tus blancos ojos cruzan
ondas y peces dormidos.
Pájaros y mariposas
japonizan en los míos.
Tú diminuto y yo grande.
Flor del amor.
Narciso.
Las ranas, ¡qué listas son!
Pero no dejan tranquilo
el espejo en que se miran
tu delirio y mi delirio.
Narciso.
Mi dolor.
Y mi dolor mismo.
Granada y 1850
Desde mi cuarto
oigo el surtidor.
Un dedo de la parra
y un rayo de sol,
señalan hacia el sitio
de mi corazón.
Por el aire de Agosto
se van las nubes. Yo,
sueño que no sueño
dentro del surtidor.
Preludio
Las alamedas se van,
pero dejan su reflejo.
Las alamedas se van,
pero nos dejan el viento.
El viento está amortajado,
a lo largo bajo el cielo.
Pero ha dejado flotando
sobre los ríos, sus ecos.
El mundo de las luciérnagas
ha invadido mis recuerdos.
Y un corazón diminuto
me va brotando en los dedos.
* * *
Sobre el cielo verde,
un lucero verde
¿qué ha de hacer, amor,
¡ay! sino perderse?
Las torres fundidas
con la niebla fría,
¿cómo han de mirarnos
con sus ventanitas?
Cien luceros verdes
sobre un cielo verde,
no ven a cien torres
blancas, en la nieve.
Y esta angustia mía
para hacerla viva,
he de decorarla
con rojas sonrisas.
Soneto
Largo espectro de plata conmovida
el viento de la noche suspirando,
abrió con mano gris mi vieja herida
y se alejó: yo estaba deseando.
Llaga de amor que me dará la vida
perpetua sangre y pura luz brotando.
Grieta en que Filomela enmudecida
tendrá bosque, dolor y nido blando.
¡Ay qué dulce rumor en mi cabeza!
Me tenderé junto a la flor sencilla
donde flota sin alma tu belleza.
Y el agua errante se pondrá amarilla,
mientras corre mi sangre en la maleza
mojada y olorosa de la orilla.
CANCIONES PARA TERMINAR
A Rafael Alberti
De otro modo
La hoguera pone al campo de la tarde,
unas astas de ciervo enfurecido.
Todo el valle se tiende. Por sus lomos,
caracolea el vientecillo.
El aire cristaliza bajo el humo.
—Ojo de gato triste y amarillo—.
Yo en mis ojos, paseo por las ramas.
Las ramas se pasean por el río.
Llegan mis cosas esenciales.
Son estribillos de estribillos.
Entre los juncos y la baja tarde,
¡qué raro que me llame Federico!
Canción de Noviembre y Abril
El cielo nublado
pone mis ojos blancos.
Yo, para darles vida,
les acerco una flor
amarilla.
No consigo turbarlos.
Siguen yertos y blancos.
(Entre mis hombros vuela
mi alma dorada y plena.)
El cielo de Abril
pone mis ojos de añil.
Yo, para darles alma,
les acerco una rosa
blanca.
No consigo infundir
lo blanco en el añil.
(Entre mis hombros vuela
mi alma impasible y ciega.)
* * *
Agua, ¿dónde vas?
Riyendo voy por el río
a las orillas del mar.
Mar, ¿adónde vas?
Río arriba voy buscando
fuente donde descansar.
Chopo, y tú ¿qué harás?
No quiero decirte nada.
Yo… ¡temblar!
¿Qué deseo, qué no deseo,
por el río y por la mar?
(Cuatro pájaros sin rumbo
en el alto chopo están.)
El espejo engañoso
Verde rama exenta
de ritmo y de pájaro.
Eco de sollozo
sin dolor ni labio.
Hombre y Bosque.
Lloro
frente al mar amargo.
¡Hay en mis pupilas
dos mares cantando!
Canción inútil
Rosa futura y vena contenida,
amatista de ayer y brisa de ahora mismo,
¡quiero olvidarlas!
Hombre y pez en sus medios, bajo cosas flotantes,
esperando en el alga o en la silla su noche,
¡quiero olvidarlas!
Yo.
¡Sólo yo!
Labrando la bandeja
donde no irá mi cabeza.
¡Sólo yo!
Huerto de Marzo
Mi manzano,
tiene ya sombra y pájaros.
¡Qué brinco da mi sueño
de la luna al viento!
Mi manzano,
da a lo verde sus brazos.
¡Desde Marzo, cómo veo
la frente blanca de Enero!
Mi manzano…
(viento bajo).
Mi manzano…
(cielo alto).
Dos marinos en la orilla
A Joaquín Amigo
I.º
Se trajo en el corazón
un pez del Mar de la China.
A veces se ve cruzar
diminuto por sus ojos.
Olvida siendo marino
los bares y las naranjas.
Mira al agua.
2.º
Tenía la lengua de jabón.
Lavó sus palabras y se calló.
Mundo plano, mar rizado,
cien estrellas y su barco.
Vio los balcones del Papa
y los pechos dorados de las cubanas.
Mira al agua.
Ansia de estatua
Rumor.
Aunque no quede más que el rumor.
Aroma.
Aunque no quede más que el aroma.
Pero arranca de mí el recuerdo
y el color de las viejas horas.
Dolor.
Frente al mágico y vivo dolor.
Batalla.
En la auténtica y sucia batalla.
¡Pero quita la gente invisible
que rodea perenne mi casa!
Canción del naranjo seco
A Carmen Morales
Leñador.
Córtame la sombra.
Líbrame del suplicio
de verme sin toronjas.
¿Por qué nací entre espejos?
El día me da vueltas.
Y la noche me copia
en todas sus estrellas.
Quiero vivir sin verme.
Y hormigas y vilanos,
soñaré que son mis
hojas y mis pájaros.
Leñador.
Córtame la sombra.
Líbrame del suplicio
de verme sin toronjas.
Canción del día que se va
¡Qué trabajo me cuesta
dejarte marchar, día!
Te vas lleno de mí,
vuelves sin conocerme.
¡Qué trabajo me cuesta
dejar sobre tu pecho
posibles realidades
de imposibles minutos!
En la tarde, un Perseo
te lima las cadenas,
y huyes sobre los montes
hiriéndote los pies.
No pueden seducirte
mi carne ni mi llanto,
ni los ríos en donde
duermes tu siesta de oro.
Desde Oriente a Occidente
llevo tu luz redonda.
Tu gran luz que sostiene
mi alma, en tensión aguda.
Desde Oriente a Occidente,
¡qué trabajo me cuesta
llevarte con tus pájaros
y tus brazos de viento!