El agua tibia dio besos en su piel, suave seda la
vistió de ayer, no hay moneda que pague este
edén, murmuró y oyó un “¡A comer!”.
Con cubiertos y plato, no de la basura que dejan
los gatos, pan blando como algodón, y un vino
que no es de cartón. Calor humano y de
calefacción, corazón contento que late una
canción, mirada de gracias, sonrisa de amor, la
mujer se hizo humo, todo se desvaneció. Y la
realidad es fría y de acera, con mona, sin blanca,
para fumar la droga, que a pipa sigue por su cielo de plata.
No esperes a morir
para valorar la vida.