Toro alado

En el chiquero de la penumbra, mi tripa brama y la

soledad me asusta, donde mis cuernos liman, y

me conducen a un camión con más hermanos de

la lidia. Oigo el bullicio, el cántico a San Fermín, la

fuga de una lágrima, sospecha de mi fin. Se abren

las puertas del corral, tiemblo, me dan descargas

y me gritan ebrios. Corro, por miedo y por dolor

corro, entre esos tíos con pañuelos rojos, que me

hostigan y me golpean con periódicos. Resbalo y

caigo en el duro asfalto, me levanto con sangre

en la asta de un muchacho, cegándome, oyendo

su llanto, tambaleándome como borracho y cojo,

entro en el ruedo, silbidos, aplausos. Tiemblo.