A la rúa la irradia la luna, la lluvia y mis pasos son
música, gotas de murria bajo una capucha y la
magia de la uva os dibuja en el cielo. Rocío el
dedo y ojeo el recuerdo polvoriento en el cajón de
mi pecho, de ti Yaya cogida de mi brazo por la
zarca orilla del Mediterráneo. De risotada
acallando las olas, compartiendo el sol,
degustando el aire, sabia amiga de la vida y su
baile, de unos pasos escritos en braille. A mi
paladar diste cariño, a beso de guiso desde que
era niño, sin saber leer eras mi libro, azarando al
mérito hasta baba y ronquido.