Todo en la naturaleza existe
antes que tú y yo existiéramos
pero estas líneas no existirían sin ti.
Este mes de julio,
con sus tardes lánguidas, hirvientes
y noches escarchadas de diamante,
la vida misma parece detenerse;
el ruiseñor vespertino
con la brevedad de su canto
me recuerda que mi juventud perece,
y que un día, tú también,
perderás tu lozanía.
Estas tardes estivales
los girasoles me recuerdan
el oropel de tus cabellos,
y no hay agua tan clara ni tan prístina
como la luz líquida de tus pupilas.
Estos días de julio
con su desgarro de pasión empozada
tienen tu sello;
y el último deshojar de mi juventud
siempre resplandecerá con tu recuerdo.