El mundo de la micro-informática está en ebullición: no pasa una semana sin que un nuevo constructor aparezca. Para Microsoft, el juego consiste en adaptar el BASIC de Microsoft a cada micro-ordenador. Pero hacia el fin de 1976, una controversia surge respecto a la propiedad del lenguaje. Ed Roberts se encuentra con serias dificultades para administrar la MITS: se ve obligado a reembolsarle a muchos clientes las extensiones defectuosas del Altair. El ambiente se vuelve conflictivo en el seno de la sociedad en el que los asuntos decaen frente a la llegada de compañías todavía artesanales, pero de igual manera siendo competencia. Sumergido en los problemas y cansado de no poder dormir, Ed Roberts se ve tentado por la proposición de Pertec, una compañía californiana que le ofrece adquirir su compañía. En el curso de la discusión que precede el paso de poder a Pertec, Roberts presenta al BASIC como algo extra y declara que ese lenguaje le pertenece de facto. Él enfatiza el hecho que, en virtud del contrato establecido en julio de 1975, la MITS debe conceder la licencia a otros constructores de micro-ordenadores.
En la primavera, Microsoft arranca en sus verdaderas oficinas en el octavo piso de la Two-Park Central Tower de Albuquerque. Los locales encontrados en cerca de doscientos metros cuadrados comprenden cinco oficinas desde las cuales los programadores tienen una vista impresionante de la ciudad. Paralelamente, la MITS es oficialmente comprada por Pertec. Roberts continua trabajando en el seno de la compañía para supervisar la definición de nuevos productos. Microsoft se encuentra en negociaciones con la Texas Intruments para la venta de su BASIC, mientras que Pertec, con un verdadero golpe artístico, denuncia el acuerdo firmado dos años antes. Esta se opone a ceder el lenguaje del que se estima propietaria exclusiva. Ed Roberts sostiene ese punto de vista con el argumento que el contrato stipulaba que Gates y Allen recibirían un máximo de doscientos mil dólares, y que ese monto ya les había sido pagado. Una reunión es organizada en los locales de la MITS. Paul y Bill expresan un descontento con escándalo, pierden el aliento explicando que Pertec está robándole su propiedad. Estos afirman que los llevarán a la justicia de ser necesario para hacer valer sus derechos. La gente de Pertec se encogen de hombros frente a la pretensión de los “chicos”. En caso de una demanda, están seguros de ganar gracias a que cuentan con un servicio jurídico experimentado. Cansados de discutir, retan a los jóvenes para continuar delante de los tribunales. Unos días después, Allen recibe un documento legal que le pide presentarse en la corte de justicia. Entonces se da cuenta que durante todo el procedimiento Microsoft no puede tocar un solo centavo de la venta del BASIC 8080. La compañía solo puede usar los ingresos de la difusión de los lenguajes desarrollados más recientemente: el BASIC 6502 y el FORTRAN. La situación extremadamente delicada pone en peligro la supervivencia de la compañía de Gates y Allen. Bill escucha el consejo de su padre sobre la cuestión. William Henry Junior pudo haberse burlado de la actividad de su hijo e incitarlo a retomar sus estudios. En vez de eso, él le da consejos sensatos y se empeña en buscar un abogado talentoso en Albuquerque. Por suerte, Pertec comete un gran error: está envía una cara a Microsoft en la que explica que todos los demás constructores de micro-ordenadores son competencia y que, por consecuencia, no existirá el problema de que ellos les compartan su BASIC. Esta pieza permite al abogado de Microsoft defender con mayor facilidad la causa de sus clientes: Pertec está confiscándoles la fuente esencial de sus ingresos. El caluroso padre de Gates afirma a su excéntrico retoño que no hay por qué inquietarse: ¡ellos ganarán!
Después de seis meses en el proceso con Pertec, llega una noticia beneficiosa: un arbitro fue designado para resolver la cuestión – el procedimiento judicial habitual habría podido extenderse por muchos años. Desde la primavera, por el hecho que no podían vender su BASIC 8080, Microsoft atraviesa una situación financiera crítica. La situación se revela mucho más inquietante desde que apareció más competencia, como la Northstar Basic o el Tiny BASIC. La audiencia dura tres semanas durante las cuales Gates y Allen juegan con la imagen de la pobre y pequeña compañía odiosamente agredida por la infame empresa bien establecida y rica en millones.
Con la desdicha de que Ed Roberts estimase que Pertec estaba en su buen derecho, Microsoft gana la demanda. El árbitro se muestra particularmente severo con Pertec y juzga que se trata de un “caso último de piratería empresarial”. Le concede a Microsoft el derecho de vender el BASIC a su gracia. Roberts, en amargura, piensa en retirarse a una granja en Georgia, lejos de las vilezas de la tecnología. Ese que fue el gran detonante no supo como transformarse en la práctica. Él queda como el pionero del género y puede alegrarse de haber soltado la chispa inicial en decenas de millares de individuos.
El constructor californiano Pertec se prepara para otras decepciones. Los hobbyistas decepcionados por la mediocridad del Altair hicieron conocer abiertamente su repudio para con esa máquina, por lo que las ventas caen sin piedad. Otra compañía, IMSAI, intenta retomar la antorcha con un ordenador conocido de manera más profesional. Pero tampoco pueden transformarse en la práctica: su servicio post-venta es inexistente. Seguidamente IMSAI se dirige hacia el fracaso. De hecho, la micro-informática sufre por su imagen de amateurismo. La mayor parte de constructores no son más que hobbyistas apresuradamente convertidos en creadores de empresas. Llegando hasta un millar de apasionados frecuentemente provenientes del famoso anti-establishment propio de los años 70, estos crean sociedades que operan de manera libre en reacción a un modelo clásico. Si el espíritu que preside al desarrollo de estas minas es brillantes y animado, los micro-ordenadores sufren de una finalización mediocre. Los manuales son redactados con máquinas de escribir. En el interior de las cajas, los hilos se pasean de manera desordenada. La asistencia técnica está generalmente reducida al estricto mínimo. Es ilusorio pensar seducir al gran público con tales productos. La situación se desarrolla en el transcurso del año 1977. Durante la primera West Coast Computer Fair[16] organizada en la primavera en San Francisco, tres constructores emergen del lote: Apple, Tandy y Commodore.
Apple propone un micro-ordenador original: se parece a un producto de consumo masivo. Su diseño y lo robusto que es contrasta con el amateurismo usual. La Apple 2 fue concebida por Steve Wozniak bajo la supervisión de Steve Jobs. Los dos adolescentes entablaron amistad en 1970 mientras todavía estaban en el liceo. Su pasión por la electrónica los incitó primero a fabricar y vender pequeñas cajas que permitían llamar por teléfono de manera gratuita.
En 1975, esa practica dudosa fue totalmente finalizada. Wozniak, quien entró a trabajar como técnico en la Hewlett Packard, asiste a todas las míticas reuniones del Homebrew Computer Club. Este se da cuenta que tiene la habilidad de construir un micro-ordenador. Habiendo desempolvado un lote de microprocesadores baratos de un salón en San Francisco, él comienza a concebir su propia máquina – bautizada Apple I – en su habitación con Steve Jobs en Palo Alto.
Si Wozniak dispone de un don para la concepción de los circuitos de ordenadores, Jobs, a pesar de su apariencia hippie, se muestra superiormente dotado para los negocios. Este persuade una tienda para hobbyistas de ordenar una cincuentena de Apple I fabricadas por su amigo. Seguido de su primer éxito, Wozniak se pone manos a la obra con la realización de una máquina más completa que tendría una caja estética, un teclado, un BASIC, y podría mostrar imágenes a colores. Jobs percibe que un micro-ordenador de ese estilo tendría un potencial remarcable: debería ser posible venderlo a gran escala. Él transmite su fervor a “Woz”, inicialmente interesado solamente en el público de amateurs. La Apple 2 es conocida bajo una óptica de gran difusión. Su peso a penas mayor a cinco kilos permite transportarlo fácilmente, y su precio de 1350 dólares lo hace asequible. Al interior, todo está previsto para que se posible mejorar las capacidades de la máquina con la inserción de tarjetas.
Convencido con que debe crear una compañía y atacar el mercado con grandes medios, Jobs contacta a Markkula, un millonario de 34 años que disfruta de un retiro temprano después de haber hecho una fortuna con sus acciones en Intel. Jobs se muestra dotado de una capacidad de convicción similar a la de Gates. Persuade a Markkula de salir de su ocio para asociarse en la aventura. Con un gran capital, Apple se instala en un local espacioso en Cupertino en California. Bajo la insistencia de Steve Jobs, la prestigiosa compañía McKenna acepta estar a cargo de la promoción de la Apple 2 y concibe el logo multicolor de la manzana. De igual manera opta por el lanzamiento de una publicidad en la revista Playboy con el fin de atizar la idea de un producto destinado al gran público. La Apple 2 es asimismo objeto de elogios de parte de periodistas de revistas especializadas: se trata de un ordenador disponible en tiendas que funciona desde que uno lo arranca, y para el cual existe un servicio post-venta. Se convierte en el primer éxito de la micro-informática. Microsoft entrega su BASIC 6502 a la compañía de Cupertino el otoño del 77 – no estaba cubierto por la demanda de Pertec.
El segundo mayor constructor, Tandy, se hace inicialmente de buena reputación por su red de tiendas Radio Shack repartidas por todo el territorio de los Estados Unidos. En ella se encuentra todo tipo de materiales electrónicos. Don French, un comprador que trabaja para Tandy, compra un Altair, lo desmonta y concluye que puede hacer algo mejor. Él contacta a John Roach, responsable de marketing, y le presenta un prototipo de micro-ordenador. John Roach se deja convencer sin tener mucha fe. El TRS-80 concebido por French está compuesto de una pantalla y un teclado, e incluso un BASIC propio. Tandy no espera milagros del TRS-80: las previsiones más optimistas son de una difusión de tres mil máquinas en un año. ¡Para sorpresa de todos, desde el mes de introducción diez mil ejemplares son vendidos! William Henry Gates, atraido por el olor, persuade al nuevo constructor para asociar a su máquina un BASIC profesional: el de Microsoft.
El tercer grande no es otro que la compañía canadiense Commodore, la cual, después de haber tenido dificultades en el mercado de las calculadoras, se ve interesada en las posibilidades de la micro-informática. Al igual que Tandy, esta dispone de una gran red de distribución. Jack Tramiel, presidente de Commodore contrata a un ingeniero como talento promotor, Chuck Peddle, quien es el creador del microprocesador usado en la Apple 2, el 6502. Peddle concibe la PET, un ordenador dotado de un teclado y una pantalla que tiene un éxito inmediato. Como es debido, Microsoft provee el BASIC de la máquina.
En septiembre de 1977, Myriam Lubow de cuarenta y dos años se encuentra con un anuncio que le llama la atención: “la compañía Microsoft busca a una secretaria”. Después de veinticinco años consagrados a criar a sus cuatro hijos, la Señora Lubow está en la búsqueda de un trabajo. En la entrevista en la Two Park-Central Tower, la cuadragenaria es recibida por un extraño individuo que se presentó en el teléfono como el director general. Steve Wood no tiene ningún parecido con la imagen tradicionalmente asociada a ese puesto, pues porta un bigote y pelo largo. Durante casi toda la entrevista, sus pies reposan perezosamente sobre el escritorio. El perfil de la secretaria buscada consiste en una persona en la que se pueden apoyar para hace “un poco de todo”. La desenvoltura del director hace contraste con el salario propuesto que, por su parte, es atractivo. Myriam manifiesta su interés y se convierte entonces en la secretaria precedente de Bill Gates. Después de dos meses de servicio, una chica de pelo largo y rubio parece feliz de irse de ese infierno y no hace nada por rectificarle cosa alguna a la nueva postulante. “Me impresionaría que le gustase trabajar aquí. El trabajo es insoportable.” Por la tarde, ella intenta explicarle a su esposo el carácter incongruente de la entrevista. El punto más extraño concierne la actividad de la compañía misma: desarrollan “software”. Si Myriam esperaba encontrar un indicio en su compañero, ella debió desilusionarse: este nunca había escuchado hablar de tal cosa. No obstante, la señora Lubow piensa que se quedaría allí: una compañía compuesta de jóvenes que no contrataría a una cuadragenaria.
A su gran sorpresa, el viernes siguiente Myriam recibe una llamada de Steve Wood para invitarla a empezar a trabajar. En la oficina, ella conoce a Paul Allen, quien le presenta a los programadores del lugar: Marc McDonald, Bob Greenberg, Andrea Lewis. Todos se distinguen por el anti-conformismo de vestimenta y pelo de moda de los años sesenta. Allen le explica que su presidente, el señor Gates, está en un viaje de negocios. Durante los días siguientes, Myriam se encuentra con sorpresa tras sorpresa al intentar integrar el modo de vida de Microsoft en su lógica. Las puertas de la oficina permanentemente abiertas dejan ver extrañas máquinas metálicas equipadas con luces intermitentes. A lo largo de la jornada, los programadores golpetean en sus teclados, deteniéndose a veces para consultar largos documentos en forma de acordeón perforados con agujeros laterales y extendidos hasta el suelo. Cada medio día, la nueva recluta va hasta el centro de cálculo de la escuela local con el fin de aprender los “listings”. Pasa un buen tiempo antes que una chispa surja en su espíritu: ¡lo que los programadores escriben son aquello que desemboca en las listas impresas en el ordenador de la escuela!... Esa tarde, Myriam le explica a su marido que el software es un papel del ordenador recubierto de largas líneas de letras y cifras. El señor Lubow no intenta contradecirla de ninguna manera.
Una mañana mientras Myriam está sentada a su máquina de escribir, un joven entra en su oficina. Este le tira una sonrisa, la saluda, luego entra en la oficina del presidente. ¡Ella lo ve comenzar a golpetear sobre el teclado del ordenador! Steve Wood le dio ordenes estrictas: ninguna persona no autorizada puede entrar a ningún cuarto en el que hayan máquinas. Myriam se precipita a la oficina de Wood para advertirle que un chiquillo se metió en la oficina del presidente. Ella recibe una respuesta despreocupada:
- ¡Ah...! Ese no es un chiquillo. Es nuestro presidente.
- ¿Cómo? ¿Ese es Bill Gates?
- Sí...
Desconcertada, Myriam regresa a su máquina de escribir. Después de cinco minutos, ella regresa a ver a Steve Woog y le pregunta:
- Disculpe, Steve, ¿cuántos años tiene él?
- Tiene veintiún años.
La señora Lybow se dice decidida que Microsoft es una compañía bien atípica. Informado del episodio, su marido le aconseja verificar si estarán en condiciones de pagarle a fin de mes.
Progresivamente Myriam se da cuenta que Microsoft vende disquetes. Ella concluye que esos discos negros deben contener alguna cosa de interés para cierto público. Le es difícil entender que es lo que eso puede ser exactamente. La lectura de listings impresos por el ordenador de la escuela no le da ninguna pista: ¿A qué pueden corresponder esa serie de términos desprovistos de toda significación? La extraña jerga usada por los programadores contribuye a su perplejidad: ellos hablan de criaturas bizarras que llevan los nombres Intel 8080, BASIC, Apple 2, FORTRAN... A partir de esto, cuando uno de los programadores le pide algo en particular, este la hace ir y venir varias veces para entender que es lo que quiere exactamente. La jerga local está llena de exclamaciones tales como “Mi programa se colgó”. Ella no logra descubrir por qué razón esa situación es tan lamentable: por su parte, ella no nota nada anormal.
Una mañana, Marc McDonald entra en su oficina y revienta de cólera. Myriam lo escucha proferir insultos cuando mínimo desagradables. Con el ojo negro, él la acusa de haber botado su programa. Myriam responde que ella nunca haría eso por sus principios. McDonald vocifera entonces que dejó un listing al pie de su máquina y que este desapareció. Myriam se da cuenta que la gente de la limpieza, en su visita a las nueve de la noche, recogieron todo aquello que se encontraba en el suelo. McDonald perdió un gran número de horas de trabajo y debe volver a empezar desde cero. El servicio de limpieza recibe inmediatamente las ordenes de nunca botar nada que no esté en las cestas de basura. Estos aplican la consigna con ahínco: poco después, los cuartos están repletos de latas vacías que se apilan sobre los muebles...
El presidente de Microsoft la preocupa de igual manera. Al abrir el correo de la mañana, Myriam encuentra regularmente multas por exceso de velocidad. Despreocupado de las restricciones impuestas por el código de la carretera, Bill conduce su viejo Porsche 911 a una velocidad frenética. Uno de sus juegos favoritos consiste en salir de su casa lo más tarde posible hacia el aeropuerto de Albuquerque cuando tiene previsto un viaje de negocios. Normalmente lleva a Myriam para que ella pueda regresar el carro a la ciudad. Ella recibe su lote de sensaciones fuertes: Bill parte a veces de la oficina cinco minutos antes del despegue y se apresura por las calles de Albuquerque ignorando las limitantes de velocidad y las luces rojas. Usualmente llega a su avión in extremis en el momento que el personal esta retirando la escalera de embarque. Al interrogarlo sobre el tema, admite que le gusta llevar las cosas al extremo, persuadido con que en ese contexto es que pueden realizar las hazañas más grandes. Poco convencido de esta filosofía, y para clamar su corazón, Myriam toma el hábito de retirarse quince minutos antes de la hora de despegue anunciada a Bill. Odiaría ver a su presidente terminar tras las rejas.
Con las máquinas como la Apple 2, la micro-informática llegó a madurar. Un problema subsiste de igual manera: la mayor parte de constructores proponen su propio sistema operativo[17]. Por ello, si un usuario cambia de máquina, este no puede usar los mismos software: los programas escritos para la Apple 2 no pueden funcionar en el TRS-80 o el PET, etc. La llegada del CP/M cambiaría esa situación.
Curiosamente, el CP/M nace a partir de la necesidad de resolver un problema cotidiano: reducir los desplazamientos automovilísticos de Gary Kildall, profesor de informática en la Escuela Naval de Monterrey. En 1973, Kildall ve un anuncio extraño sobre una baya publicitaria. Se hace mención de un micro-ordenador disponible por 25 dólares. Intrigado, Kildall compra un Intel 4004 y se da cuenta que este se trata de un micro-procesador. Él intenta programarlo, pero el chip resulta ser demasiado limitado. Deseoso de saber más, se pone en contacto con Intel. Él es bien recibido por los ejecutivos de la compañía californiana. Intel trabaja en un chip de vocación profesional: el 8080[18]. Esta compañía le propone a Kildall su participación como consultor para realizar un simulador del 8080 en su micro-ordenador PDP-10[19] de la Digital Equipment Corporation.
Sesenta kilómetros separan el domicilio de Kildall en Pacific Grove del ordenador de Intel en Silicon Valley. El profesor no aprecia tener que cubrir tal distancia regularmente para poder programar el PDP-10. La perspectiva de instalar una conexión telefónica no lo seduce mucho dada la lentitud de las telecomunicaciones. Piensa que la mejor solución consiste en escribir un sistema operativo para el 8080. A partir de una máquina de test que desempolva de los laboratorios de Intel y de un viejo lector de disquetes que toma prestado de la compañía Shugart Associates, Kildall comienza con la escritura del CP/M[20]. Este pequeño sistema operativo permite la programación del 8080 y además puede controlar una unidad de disquetes. Kildall presenta su obra a Intel en 1974 sin suscitar entusiasmo alguno: el constructor les hace saber que no renovaría su contrato como consultor.
La aparición de los primeros micro-ordenadores parece propicia para la difusión del CP/M. Varias decenas de pequeños constructores salen a la luz, la mayor parte con la propuesta de máquinas parecidas al Altair, equipadas con un teclado y una unidad de disquetes. Gary Kildall, después de haber asegurado la venta del CP/M por correspondencia, funda en 1976 la compañía Digital Research. Su primer cliente, la GNAT Computers, adquiere la licencia por 90 dólares. Algunos meses más tarde, IMSAI le pagaría 25,000 dólares. CP/M se encuentra en varias decenas de micro-ordenadores de marcas diferentes y se vuelve el sistema operativo más difundido. La Digital Research hace más de 60,000 dólares como volumen de negocios en su primer año de existencia.
La segunda piedra necesaria para la edificación de un mercado floreciente de la micro-informática está ya presente. Tanto para los constructores como para los editores, la presencia del CP/M estándar es una ventaja. Un software puede ser fácilmente adaptado a varias máquinas. Inversamente, un micro-ordenador CP/M dispone rápidamente de una gran gama de software. Microsoft, quien busca diversificar su fama de lenguaje, decide realizar sus nuevos productos, FORTRAN, COBOL y Pascal, en base al CP/M.
Al final de 1977, la compañía de Gates y Allen domina el mercado de lenguajes para micro-ordenadores y hace un volumen de negocios de medio millón de dólares. Con el pasar de los meses, Myriam Lubow se da cuenta que pasa algo excepcional en los muros de la compañía. Ella presiente que la pequeña compañía de edición de software perdida en los confines de Nuevo México generaría un efecto gigantesco. Los programadores manifiestan una devoción sin falla por la causa del BASIC, el cual se concretiza mediante horarios casi inhumanos. El presidente de Microsoft trabaja él mismo siete días de siete de manera intensa y puede pasar varios días sin salir de su oficina. No es raro que ella lo encuentre dormido en el suelo cuando ella llega a la oficina por la mañana. Maternalmente, ella se empeña de manera sistemática en que este no se salte la hora del almuerzo y toma el hábito de ir a comprarle una hamburguesa. Miss Lubow efectúa la mayor parte de trabajos administrativos de la compañía. Ella recibe las llamadas, pone el disquete deseado en un sobre, lo lleva a los correos y recibe los cheques. Después de un año de trabajo, ella efectúa su bautizo del ordenador. Los programadores le explican como copiar el contenido de un disquete a otro. Dado que la compañía vende esencialmente dos productos, el BASIC y FORTRAN, ella hace las copias necesarias en función de la demanda del cliente. Ella está orgullosa de su trabajo.
La presencia de Bill tranquiliza a Myriam Lubow. Ella aprecia su claridad de espíritu y, cosa impresionante en el contexto local, entiende siempre lo que este desea. Cuando ella le pregunta sobre las actividades de la compañía, él se toma el tiempo de darle las explicaciones necesarias de una manera inteligible. Alegre de poder saciar su sed de comprensión, ella acosa al presidente con preguntas de todo tipo. Nota que él es paciente y pedagógico. Ella hace de igual manera que él haga uso de sus capacidades mnemónicas fuera de lo común: puede indicar de manera instantánea cualquier número de teléfono. Gates demuestra también tener una comprensión superior de lo jurídico. Cuando su abogado lleva un contrato redactado en detalle, no es raro que este lo reescriba de manera integral: la ayuda de su padre le abrió las puertas esenciales en ese dominio.
Myriam se da cuenta que Gates destaca en la negociación desde que empezó a vender el BASIC. Cuando ella le transmite al presidente la cuestión de un cliente potencial, ella ve generalmente al prospecto en cuestión aterrizar en Albuquerque unos días más tarde con el deseo de firmar un contrato. Los visitantes usualmente portan trajes, Myriam intenta a veces persuadir a los empleados de Microsoft de portar un pantalón decente y de meterse las camisas. Bill mismo tiene una tendencia a vestirse de manera poco formal, una inclinación natural reforzada por el clima tórrido de Nuevo México que incita a la relajación. Cuando los interlocutores le preguntan a Myriam Lubow como podrán reconocer al señor Gates en el aeropuerto, ella responde: “Busquen a un niño de dieciséis años con gafas y con un aire de estar en otro mundo. Ese es él.”