image
image
image

11 – Word, el literario

image

Lo escrito contiene una gracia superior. Se encuentra en el origen de la cultura, de la transmisión del saber, permite la comunicación de un mundo sutil en base a un poema o la creación de un mundo bajo la forma de una novela. En un registro más epistolar, lo escrito crea un contacto que se asemeja al amparo del tiempo perpetuado en un soporte que adquiere una pátina serena al final de los años. La literatura es el objeto de una afección sin reserva de un público muy diverso. El ordenador se debía integrar esa faceta en su gama para conquistar todas las almas sin distinción. Notó que podía ser en base al software una herramienta útil con tales posibilidades que la máquina de escribir se relegó al catálogo de los objetos del pasado. Esa herramienta, el procesador de texto capaz de producir páginas de estética veneciana, introdujo la belleza de las formas – el uso de los caracteres – en la comunicación escrita.

El primer procesador de texto que salió para el Apple II, Electric Pencil, fue creado por un viejo escenarista de Hollywood y tenía 250,000 usuarios en 1978. Su carrera se detuvo por la simple razón que su creador perdió poco a poco el interés de mantenerse en posición de proporcionar actualizaciones. La estafeta fue tomada por Seymour Rubinstein, fundador de una compañía de edición de software: Micropro. Movido por una hábil intuición, Seymour invirtió sus últimos centavos en un procesador de texto destinado a los programadores: el WordMaster. El día d ella primera presentación pública, Rubinstein tuvo que dormir en el metro por no tener suficiente dinero para pagar un hotel. Afortunadamente, WordMaster tuvo un éxito inmediato y reportó varias decenas de miles de dólares. Motivado por el calor de su recepción, Rubinstein empezó con la realización de un procesador de texto destinado al gran público. Wordstar, lanzado hacia la mitad de 1979, se volvió un best-seller comparable a VisiCalc.

Cuando el PC IBM fue lanzado, Micropro comenzó a convertir su software para que funcionase en ese ordenador de 16 bits. La popularidad de Wordstar se traslado al mundo del MS-DOS, haciendo que Micropro confirmara su hegemonía. En 1982, esta compañía comunica haber vendido más de un millón de copias de su procesador de texto. Algunos periodistas el colocan el apodo de “vaca lechera” a Wordstar: este procesador de texto responde a tal demanda que parece venderse por su solo. A pesar de la presencia de una cincuentena de competidores, este no parece poder ser derrocado. Sin embargo, Wordstar no es un modelo de convivialidad: para arrancarlo, es necesario memorizarse una treintena de combinaciones de movimientos que algunos consideran infernales. Bill Gates y Charles Simonyi deciden hace tambalear a ese imperio con un software destinado que hubiese una evolución mayor en el concepto mismo de un procesador de texto: Word.

Cuando era parte del Centro de Investigaciones de Palo Alto de Xerox, Charles Simonyi desarrolló un procesador de texto totalmente innovador: Bravo. Este funcionaba en el Alto, un ordenador precursor inicialmente desarrollado como un experimento. Bravo trabajaba con documentos a imprimir: márgenes, entrelíneas y otros aspectos de la presentación de un documento que se veían en la pantalla. Las letras podían tener tamaños diversos con una forma normal, o también en negrita, en itálicas... Para cambiar la apariencia de una palabra era suficiente contrastarla con la ayuda del mouse – un pequeño aparato conectado al Alto – y de activar una orden. Comparado a Bravo, WordStar tiene un enfoque arcaico. En el procesador de texto de Micropro, para indicar que una palabra debe imprimirse en negrita, el usuario debe teclear una secuencia de movimientos demoníaca.

Charles Simonyi concibe a Word inspirándose en Bravo, pero siempre teniendo en cuenta las limitaciones del PC IBM, el cual tiene capacidades de visualización reducidas en comparación al Alto, ordenador eminentemente sofisticado para la época. Word es el primer procesador de texto de PC que tiene servicios que pueden accederse con la manipulación de un mouse. La pantalla muestra ciertos aspectos del texto como la negrita, el subrayado, las itálicas, las entrelíneas, etc. Puede ser dividido en varias “ventanas”, cada una mostrando un documento diferente. Simonyi define igualmente el concepto de “hojas de estilos”. Posee ficheros separados de los mismo documentos y contiene información relacionada a la presentación. Una vez que una plantilla fue determinada (correo, documento legal...), su presentación puede reproducirse sin esfuerzo en centenas de documentos.

Las especificaciones de Word son terminadas hacia el verano de 1982. La pantalla se concibe bajo el modelo de Multiplan con un menú en la parte inferior de la pantalla. Varios comandos son idénticos en los dos programas (Imprimir, Salir, etc.) para facilitar el aprendizaje de Word a aquellos habituados a la hoja de cálculo de la compañía. Simonyi empieza la programación del software con la ayuda de Richard Brodie. Este último es objeto de una presión permanente de parte de Gates para que Word funcione de la manera más rápida posible[35].

Word efectúa su primera aparición pública en el transcurso de la convención Comdex de Atlanta en la primavera de 1983. Simonyi presenta el procesador de texto controlado por un mouse frente a una audiencia impresionada. Word es el anunciador de una evolución mayor de software hacia un enfoque más bondadoso y recreativo. Las primeras reseñas son de elogio.

Gates no aprecia al presidente nombrado un año atrás. James Towne no logra integrarse en la familia: los programadores no se sienten en su lugar con ese individuo juzgado demasiado convencional. Se le da las últimas gracias a Towne once meses después de su nombramiento. A su sucesión, Gates recluta al vicepresidente de Tandy, Jon Shirley. Gates se hace amigo de ese cuadragenario fumador de pipa en el lanzamiento del TRS-100, un micro-ordenador concebido por Microsoft bajo la iniciativa de Kay Nishi. Shirley presenta las cualidades requeridas para el puesto: el sentido de la organización y la tenacidad. Empieza con su trabajo en agosto de 1983 y descubre una compañía atípica. Si bien la gente empezó a portar trajes progresivamente, el empleado promedio llevaba jeans y camiseta. Steve Ballmer, el amigo del liceo de Bill, es un empleado multiusos y administra a como salga la compatibilidad, el reclutamiento del personal y otras diversas funciones. Pese a su buena voluntad, su carisma personal y una energía desbordante, Ballmer no puede impedir que el navío Microsoft se hunda en cuanto a su gestión. Las finanzas son administradas de manera anárquica: los programadores, verdaderos maestros de su tarea, hacen de todo. Shirley descubre cuentas de gastos insólitos: uno concierne la compra de una mesa de billar, accesorio juzgado indispensable para el bienestar del equipo de desarrollo. En las tiendas se amontonan varias decenas de miles de mouse: allí está la respuesta a la demanda de mouse después de tantos años. Sin embargo, nadie se aventuró a efectuar un estudio para determinar si existía tal demanda en realidad. El juego Flight Simulator[36] entró en el catálogo de Microsoft por una única y simple razón: Gates adora ese programa. Pero Shirley aún no ha visto nada. ¡El descubre que la administración se lleva a cabo en un micro-ordenador Tandy, análogo al que él vendía antes! El software usado está lejos de estar apto para llevar las cuentas de una compañía que se encamina a los 50 millones de dolares anuales. Microsoft dobla sus ventas cada año, pero su situación administrativa catastrófica requiere una transformación urgente. Varios software no pueden ser producidos a tal manera de satisfacer la demanda, y la dirección no está informada de esto. Los controles necesarios para el crecimiento están ausentes.

Habiendo pasado el tiempo de sorpresa, Jon Shirley se emprende a poner orden en la organización. Contrata a un responsable de finanzas: Frank Gaudatte. Con 48 años de edad, este new-yorkino llamativo se vuelve el empleado más viejo de la compañía. Él decreta reglamentos relacionados a la esfera de formularios administrativos y procede con la compra de un ordenador centrar para administrar los valores y los datos de contaduría. Steve Ballmer es nombrado jefe de marketing. Shirley se plantea como misión liberar el tiempo de Gates para que pueda entregarse a la investigación y desarrollo. Se recluta a un director de comunicación: Rowland Hanson. Este adopta rápidamente una medida mayor: racionaliza el nombramiento de los software. Gates, Simonyi y Raikes prevén el establecimiento de una familia de productos bautizada Multi-Tool (multi-herramientas). Multiplan fue el primero en ser encarnado. Esperando su turno, el procesador de texto es votado para recibir el nombre de Multi-Word. Notando que el nombre fue aceptado, optaron de esa manera por Multi-Tool Word. 

Hanson se opone al uso de denominaciones extensas y sugiere una solución simple.

"Debemos reutilizar el nombre Microsoft y apoyarnos en él. Es decir Microsoft Word, Microsoft Plan...".

Él respalda su argumento con una encuesta notable que demuestra que el nombre de Microsoft es poco conocido por el gran público a comparación del de Apple. A nivel personal, Jon Shirley se muestra partidario de la delegación, convencido de que la única manera de construir a una gran compañía consiste en formar grandes directores. En la reunión anual de Microsoft, este formula su visión del empleado típico. El individuo de apariencia reservada habla con una voz calmada sin muestra de ningún énfasis y con un impacto sorprendente.

"Existen tres tipos de personas. Las que hace que las cosas lleguen, las que explican que estas no pueden llegar, y las que se limitan a constatar que estas han llegado. Los empleados me Microsoft hacen que las cosas lleguen."

Paralelamente, Gates, intenta resolver una situación personal dramática: al volante de su Porsche 930, él acumula multas por exceso de velocidad a tal punto que las autoridades de Seattle consideran anularle la licencia. Este apacigua el asunto al explicarle al juez que tendrá disciplina e intentará manejar más lento. Él es relativamente sincero: unos días más tarde adquiere un Mercedes Sedan que funciona con diesel. Estructuralmente, el vehículo no puede llegar al nivel de las velocidades preferidas por el fogoso piloto. Pero eso no le impide obtener más multas por el mismo motivo.

La promoción de Word hace lugar para una premiere. Hasta ese entonces, los consumidores son informados de nuevos software por la prensa especializada. Si desean saber más, estos deben de acudir a un distribuidor para solicitar una demostración. Microsoft escoge de acercarse a sus usuarios distribuyendo libremente 450,000 disquetes de Word en versión limitada. El “démo” - disquete de demostración – contiene todas las características del software, pero no puede imprimir ni guardar documentos en un disquete. La iniciativa de la operación parte de un antiguo empleado de la MITS: David Bunnel. El hombre que editaba la letra del Altair creó una revista dedicada a la máquina de IBM: PC World. Él se dispone a editar un número especial consagrado con los 1200 software principales del mercado, y juzga oportuno incluir un disquete con su revista. Al inicio, para cubrir los costos relacionados a la operación, Bunnel espera obtener la participación de muchos editores. La suma global – 350,000 dólares, es decir más de cuarenta veces el precio de una página de publicidad – pueden ser reunidos con la ayuda de cinco editores que presenten un programa en un mismo disquete. El estimado es perfecto: 95% de los lectores de PC World poseen un PC IBM. Microsoft es la primera compañía a la que David Bunnel se acerca. La idea seduce a Jeff Raikes y a Rowland Hanson a tal punto que deciden darle el software completo. Hanson compara ese tipo de operación con la que antes practicaba cuando era director de marketing de Neutrogena. En la publicidad de cosméticos es usual incluir una muestra de crema o de loción hidratante. Él integra al disquete de demo como a una transposición juiciosa de esa técnica: “En la cosmética, si una publicidad habla de un producto sin aceites, una mujer puede probarlo y constatar que es verdad. Se obtiene entonces un cliente fiel. No hay nada mejor para que un prospecto compre un nuevo producto que ofreciéndole una muestra.” Pero juzga que no es juicioso integrar un disquete en una capa de plástico que recubra la portada de la revista. Algunas personas podrían ser tentadas a robar el disquete sin adquirir el número de PC World. Esto resultaría en una tasa elevada de reclamos departe de lectores honestos que no obtendrían lo prometido. Se decreta que solo cien mil suscriptores recibirían el software de demostración. Microsoft hace copiar 450,000 ejemplares del disquete: algunos serían difundidos por sus propios medios, mientras que los demás serían entregados a nuevos miembros de PC World. El número especial editado en noviembre enumera los best-selles del momento en su portada: Wordstar, dBASE, 1-2-3... Al inferior de la página está el anuncio: “Incluye un disquete gratuito con un software de Microsoft”.

Word es publicado el 15 de noviembre de 1983 y ofertado a un precio inferior al de Wordstar: 375 dólares. La operación PC World genera la venta de dieciocho mil copias en cuatro semanas. Se trata de un resultado honorable, pero por debajo de las previsiones esperadas. Artículos consagrados al software son publicados. Varios periodistas manifiestan un gusto sincero por las innovaciones de Word; otros lo rechazan por el mismo motivo. Word no llega a imponerse y sus apariciones en las listas de éxitos de ventas se muestran tímidas.

Un mutante de nombre Michael Jackson pulveriza todos los récords de venta con su álbum Thriller a inicios del año 1984. Bruce Springsteen exalta las virtudes de los Estados Unidos en profundidad mientras que la Casa Blanca se prepara para una nueva elección presidencial. Ronald Reagan visualiza el fin de su plazo con confianza después de cuatro años de una gestión audaz fundamentada en una creencia inmoderada de las virtudes de la libertad de prensa. En el telón de fondo, otra revolución toma forma: el PC IBM encuentra su lugar en la oficina de millones de individuos. 538,000 unidades son adquiridas en 1983. Si bien IBM fracasa con su PC destinado al mercado familiar, rechazado a casa de un teclado inadecuado, el modelo base tiene un éxito estupefaciente. La situación es idílica para Microsoft, la cual ha vendido ya quinientos mil copias del MS-DOS. Las perspectivas son atractivas desde la aparición de un número creciente de PC “compatibles” con el de IBM. Los principales constructores, habiendo abandonado toda esperanza de imponer otro estándar, se resignan a producir máquinas similares al PC. Entre ellos: Texas Instruments, Wang, Phillips, NEC, ITT, Hewlett Packard, Dec, Olivetti... La mayor parte de reseñas de micro-informática publican indices de compatibilidad de un modelo dado. Los PC como el MBC 550 de Sanyo o el TRS 2000 de Tandy obtienen notas mediocres, mientras que el de Sperry Univac se juzga compatible en un 98%, cosa que es de elogiar.

De todos los PC compatibles, el que se distingue más que nada es el Portable de Compaq. Inicialmente por su aspecto exterior: parece una máquina de coser. Por el hecho que es transportable, y a pesar de un peso de catorce kilos, el PC Portátil de Compaq es objeto de una calurosa bienvenida. Los 47,000 ejemplares vendidos en el transcurso del año 1983 permiten a Compaq recaudar una cifra de negocios de 111 millones de dólares a lo largo de su primer año – un récord absoluto en la historia de la economía estadounidense. Su fundador, el tejano Rod Canyon, es un héroe natural de la micro-informática: afable, perspicaz y atento a su época. Cuando él decide crear una empresa con dos compadres, este no determina ningun a priori. Escoge construir un micro-ordenador por le simple hecho que detecta una demanda colosal de tal aparato. Descubre entonces que el factor esencial que guía la compra de un modelo es el software. A falta de una gama de programas atractiva, ningún ordenador puede tener compradores. Bajo la idea de realizar una encuesta, Canyon entrevista a un gran número de editores de software. Estos declaran con frecuencia que buscan escribir programas para el PC IBM: gracias a su tamaño, la Big Blue debería estar en condiciones de imponer un estándar. Canyon concluye que deben desarrollar un micro-ordenador capaz de ejecutar todos los softwares del PC. Solo queda ofrecer una ventaja mayor en comparación a la ofrecida por IBM. Al interrogar a varias decenas de usuarios, Canyon descubre que estos sueñan con un PC IBM que sea fácil de transportar. El pliego de conficiones del micro-ordenador de Compaq está listo. Su diseño es definido en el transcurso del verano de 1981 a la mesa de un restaurante de Houston. Canyon presenta su proyecto a Ben Rosen, inversor de capital de riesgo, y obtiene su soporte financiero. Esta contrata ingenieros talentosos y los anima a construir un ordenador robusto que presente una compatibilidad perfecta con el PC IBM. El Portátil se lanza en enero de 1983. En otro acto de astucia, Canyon escoge difundir su micro-ordenador con la red de distribuidores de IBM. Esta seduce a los revendedores proponiendoles un margen mayor. Además, Compaq se niega a toda venta directa, una práctica en vigor con IBM que irrita a los distribuidores: estos se encuentran frecuentemente en competencia con su propio proveedor de un negocio determinado. La fórmula adoptada por Canyon tiene un éxito tal que se vuelve caso de estudio en las Business Schools[37].

En el transcurso del año 1984, Microsoft publica dos versiones intermediarias de Word, mejorando las capacidades de algunos puntos precisos. La velocidad es mejorada al doble. Sin embargo, el procesador de texto no logra despegar. Es demasiado original, y su fiabilidad no parece ser lo suficientemente elevada. Wordstar continúa dominando el mercado con un 24% de ventas y Micropro difunde 290,000 ejemplares de este en el año 1984. Microsoft Word no aparece en la lista de las diez marcas más vendidas[38]. Rowland Hanson, director de comunicación, se va de Microsoft después de dieciocho meses de servicios buenos y leales, decepcionado de no haber podido hacer que Word obtuviera la aceptación esperada.

Del otro lado del Atlántico, la situación parece más alentadora. La versión francesa de Word es publicada en el otoño de 1984 en un país conquistado por Multiplan. La partida sin embargo no es sencilla: Wordstar es omnipresente en los micro-ordenadores. Bernard Vergnes y Michel Lacombe diseñan una estrategia a largo plazo: para incitar a los distribuidores a vender Word, estos deciden capacitarlos en masa para el uso de su procesador de texto. Estos inauguran una fórmula: el Tour de Francia de los revendedores. Michel Lacombe, Jean Philippe Courtois y otros dos colegas entran en un break con algunas PC y cajas llenas de documentos. Manejan por la noche y presentan el show de Word durante el día. Todos los distribuidores sin importar su tamaño son contactados y solicitados. Para animarlos, la invitación indica que recibirían un software gratis con esa capacitación. La operación que consiste en seducir los años de Francia a profundidad resulta ser una maravilla: los distribuidores convertidos en especialistas de Word transmiten espontáneamente buenas opiniones.

Las impresoras láser que aparecen en el mercado abren perspectivas atractivas: los documentos impresos presentan una calidad digna de su edición. Hewlett Packard lanza la LaseJet. Apple prepara su LaserWriter y distribuye los primeros prototipos a Microsoft, Lotus y Aldus – un editor interesado en el dominio de la publicación. A la hora de su lanzamiento, el PC IBM fue asociado a una impresora de agujas – entonces llamada “matricial” - hecha por Epson. Esta es ruidosa y produce letras con una pésima apariencia, incluso si se habla de “calidad de correo”. Las impresoras láser silenciosas y distinguibles: las páginas que salen de sus bandejas son un placer para los ojos. A diferencia de las matriciales, las láser imprimen cada carácter teniendo en cuenta su tamaño: la “m” no ocupa el mismo espacio que la “i”. Se habla entonces de impresión proporcional. Esta establece un sentimiento de armonía en la página impresa. La hora de la estética llega. Cuando empieza a definir Word 2.0, Bill Gates insiste en que este software pueda administrar las impresoras láser y la impresión de fuentes de caracteres de modo proporcional. La iniciativa no es recibida de manera calurosa por el equipo de desarrolladores: la programación de tal característica es terriblemente compleja. El mercado de la impresión láser es todavía mínimo debido al precio elevado de estos aparatos de lujo. Gates hace bien al explicar que ese factor se volvería esencial en el transcurso de los años siguientes. Word 2.0 – publicado en febrero de 1985 – se vuelve el primer software que permite la producción de documentos de “calidad de edición”. La filial francesa participa en todo esto para promover el procesador de texto colocando en los locales de sus revendedores páginas creadas con Word: la gracia de los documentos impresos es suficiente para elogiar las ventajas del procesador de texto y de su cómplice láser.

La historia tiende a repetirse. Lotus destronó a VisiCalc. WordStar sería el siguiente en morder el polvo. Sin embargo, una vez más Microsoft tiene un golpe de suerte. Es una compañía de Utah, tierra adoptada por los Mormones, la que destrona al procesador de texto de Micropro. Hacia el final de los años 70, Alan Ashton, profesor de informática de la universidad de Brigham Young en Utah, nota los talentos de un estudiante: Bruce Bastian. Este realiza un programa en tres dimensiones que permite de colocar en el espacio a los miembros de la orquesta universitaria. Ashton y Bastian unen sus talentos y deciden proponer sus servicios a las entidades de los alrededores. La alcaldía les solicita un procesador de texto adaptado a su mini-ordenador Data General. Bastian y Ashton creaun un producto revolucionario para la época que bautizan WordPerfect. El programa es llevado al PC IBM en 1982. Bastian y Ashton se benefician de un formidable error cometido por Micropro: esta publica un nuevo procesador de texto, WordStar 2000, incompatible con su propio best-seller. Al actuar de esa manera, Micropro abre una brecha: los adeptos de Wordstar, compelidos a cambiar de procesador de texto de una manera u otra, se muestran abiertos a probar otros productos. El procesador de texto WordPerfect muestra ser el más avanzado: propone capacidades inéditas, como la posibilidad de colocar un texto en varias columnas como en las revistas. Además, es extremadamente rápido. A lo largo de varios años, WordPerfect efectúa un marketing mínimo: la compañía solo da un presupuesto limitado para la publicidad. Para dar a conocer su software, esta se permite la ayuda de estudiantes de la universidad de Brigham Young encargados de hacer presentaciones del programa de un extremo al otro de los Estados Unidos. Bastian y Ashton arrancan una asistencia técnica remarcable, muy superior a la ofrecida por Micropro. Más allá del conocimiento mismo del procesador de texto, los técnicos de WordPerfect reciben una formación en materia de relaciones humanas: estos deben ser capaces de contestar una llamada de un cliente irascible, en un estado de enojo extremo, y transformarlo en un amigo de la compañía. Quien llama por teléfono después de haber llegado a usar un servicio de WordPerfect, y que arremete con la idea de desquitarse con el soporte técnico, es recibido por una persona cortés que le dice que comprende su desconcierto y lo invita a explicar exactamente cual es el problema. El método parece fructífero: los clientes de WordPerfect, después de haber sido atendidos de manera tan amable, recomiendan el software con confianza. Bruce Bastian describe este efecto como “bola de nieve”: “Los mejores vendedores de nuestro producto son los usuarios mismos. Ellos les cuentan a sus amigos, quienes también cuentan a sus amigos.” El procesador de texto WordPerfect penetra un día en la lista de éxitos de best-sellers publicada por Softsel y progresa imperceptiblemente hacia la cima.

Si bien las primeras versiones de Word no fueron totalmente satisfactorias, la versión 3, publicada en abril de 1986, lo lleva al diapasón de su competencia. Esta integra un programa didáctico[39] que le permite a los primerizos masterizar las sutilezas del procesador de texto. Un corrector ortográfico analiza los documentos y propone rectificar las anomalías. Word se aventura a dominios avanzados: es capaz de producir tablas de datos y el índice de un proyecto. La tercera es la vencida: Word tiene una recepción calurosa y llega a clasificar en la quinta posición de ventas del año en cuanto a software. Pero en paralelo, WordPerfect se vuelve el procesador de texto más difundido del mundo y trepa hasta el segundo lugar de ventas tras el inexpugnable poder de Lotus.

En el transcurso de un viaje a Redmond, Michel Lacombe descubre que la versión de Word 3.0 prevista para el mercado francés está por debajo del original: la adaptación del programa didáctico no fue previsto. Este se sale de sus casillas y pide encontrarse con Bill Gates lo más pronto posible para expresarle su franco desacuerdo. “¡Movemos cielo y tierra para promover Word y no podemos ir más lejos si la casa matriz no pone de su parte!”. Admirado del éxito de la filial francesa con Multiplan, el presidente se muestra atento a la crítica. La adaptación de Word 3.0 es redefinida integralmente para producir un software equivalente a la versión estadounidense. Las acciones promocionales realizadas por dos años dan sus frutos y generan un éxito fenomenal: Word 3.0 se vuelve el software más vendido en Francia desde el año 1987 con una difusión de 28,700 copias – siete veces más que WordPerfect. El año siguiente la cantidad se incrementa. Con 42,300 copias vendidas, Word sobrepasa grandemente a su competencia directa que se queda en los 8,500 ejemplares. Este adquiere una parte del mercado superior del 50% en la categoría de procesadores de texto. Los resultados de la filial francesa son para Gates una ocasión para volver a sonreír ante todas las circunstancias. Pero la perspectiva de obtener un éxito comparable al de los Estados Unidos parece ser aún ilusoria...