¿Acaso Microsoft llegó tan alto que se cree fuera del poder de toda acción humana? ¿Acaso se resaltó en los tonos grises que tanto adora como una eminencia demasiado grande? La ausencia de acción real al encuentro de parte del gobierno pudo intensificar al final de los años un sentimiento de potencial inviolabilidad. La incomprensión manifestada frente a los “insoportables” del Ministerio de Justicia se intensificó progresivamente, acentuando un sentimiento de un repliegue. El discurso es totalmente opuesto entre las dos partes, por lo que uno puede a veces preguntarse si estos hablan de la misma cosa.
Para comprender mejor esa diferencia de percepción de los hechos, es esencial tomar en cuenta la geografía. A pesar de su homonimia, el estado de Washington en el que reside Microsoft y la ciudad de Washington en la que está el gobierno de los Estados Unidos, están situados en los puntos extremos del continente americano. Si bien el avión es un medio de transporte común en el suelo estadounidense, tal distancia engendra desconfianza por el hecho que las decisiones gubernamentales manifestadas parecen venir de un lugar demasiado lejos de las realidades locales. Es suficiente para un parisiano encontrarse en Marseilla o en Bayonne para percibir un cambio en el órgano ejecutivo que opera en la capital. Imaginemos, ¿cuál sería el sentimiento si la asamblea nacional y los ministerios dependiesen de una ciudad tan lejos como Moscú para recibir las leyes francesas? Es justo a tal escala que se debe razonar en cuanto a los Estados Unidos en el contexto de la batalla entre Microsoft y el gobierno estadounidense.
Las coerciones impuestas en los últimos años por el Ministerio de Justicia fueron frecuentemente vividos como el acoso mezquino de funcionarios que operan muy lejos, por allá, al otro extremo del continente. ¿Por qué el hombre más rico de los Estados Unidos debería sufrir las coerciones de leyes anticuadas sobre el monopolio, elaboradas hace más de un siglo para regular los sectores como el del tabaco, del azúcar, de la carne de res y del whisky?
Los años 90 vieron paralelamente a los Estados Unidos acentuar el control del Partido Republicano, tradicionalmente favorecedor de la libertad empresarial, en la Asamblea Legislativa estadounidense. A pesar de la presencia de un presidente demócrata, las elecciones de 1994 dieron una mayoría absoluta a ese movimiento políticamente conservador, el cual se acomodó en su dominación dos años más tarde. La mayor parte de los jueces federales funcionarios en 1998 fueron nombrados por Reagan y Bush, por lo que tienen una misma filosofía económica. Los EUA vive por lo tanto en un clima globalmente favorable al liberalismo, y el éxito de entidades como la de Microsoft participa en el sentimiento de orgullo inherente a la población. A la mitad de enero de 1998, bajo los más fuertes ataques del Ministerio de Justicia, un sondeo realizado por el instituto Yankelovitch y publicado por Time/CNN reveló que una proporción honorable de los encuestados (46%) consideran que la dominación de Microsoft es algo bueno para los consumidores. Esa situación compleja relacionada al entorno económico con frecuencia jugó a favor de la compañía de Gates. A tal punto que las pruebas de abuso de posición dominante se vuelven demasiado excesivas. Para el gobierno, el asunto Internet Explorer representó la gota que rebalsó el vaso.
Al editor de Windows ciertamente le hizo falta humildad, contribuyendo así a avivar los rencores. Seguido del acuerdo extrajudicial, Janet Reno, ministra de justicia, y los funcionarios de la División Anti-trust pudieron tener la impresión total de haber sido engañados. En el mes de junio de 1995, Microsoft mostró una actitud irreverente con risas burlonas. Un representante pretendió que este se trataba de un acuerdo “sin dientes” como para mejor afirmar que el imperio del software no dejaría de aprovechar las menores brechas. ¿Por qué preocuparse por amenazas del gobierno si estas nunca llegan a tomar efecto realmente? La irritación se convirtió en desprecio.
En el plan personal, Janet Reno reprocha la suavidad frente al titán del software. Entre los chistes que surgieron, habían tales como que “Gates compró al Departamento de Justicia y a la Casa Blanca”. Sin embargo, el ministerio obtuvo algunas victorias, como las obtenidas con la oposición a la compra de Intuit por Microsoft en 1995. Pero estas no fueron suficientes para detener una imagen general desventajosa. La credibilidad de Janet Reno se debilitó igualmente por su actitud demasiado indulgente frente al presidente Clinton en relación al asunto Whitewater y a sus implicaciones financieras, y lo de los fondos obtenidos por el presidente en su campaña de 1996. En vista de nuevas pruebas similares contra Microsoft, la austera demócrata Janet Reno pudo querer probar que el tiempo de la indulgencia terminó y ella aparece como una Doncella de Hierro.
Joel Klein, actual jefe de la División Anti-Trust (Ann Bingaman renunció), fue acusada por varios representantes Demócratas del Senado de complacencia frente a las grandes empresas. Varias fusiones mayores en los sectores de las telecomunicaciones (Bell Atlantic & Nynex), de la banca y de compañías expertas en contaduría fueron validadas sin inmutación alguna de parte de esa rama del Ministerio de Justicia. Klein obtuvo su reelección a la cabeza de la División Anti-trust gracias al soporte político de los senadores republicanos. Para este hombre de 51 años, llegó la hora de mostrar que claramente puede tomar una posición a favor de la libertad de comercio y de la defensa de los consumidores. Bill Gates, el millonario, se vuelve un objetivo de ensueños para un hombre que podría suceder a Janet Reno algún día.
En el transcurso del mes de marzo del 97, la División Anti-trust inicia un interrogatorio cuando menos desconcertante. Stephen Decker, director del aprovisionamiento en software en Compaq, el más grande vendedor de micro-ordenadores en el mundo, testimonia bajo juramente y cuenta como Microsoft le impidió poner a Netscape Navigator en vez de Internet Explorer en una de sus gamas de ordenadores: los Presario[62]...
- ¿Por qué Compaq desearía suprimir el ícono de Internet Explorer? Pregunta el funcionario de la justicia.
- En esa época empezamos una relación con Netscape y comenzamos a ofrecer su software a algunos de nuestros clientes. Netscape surge como el socio de elección en materia de navegador de Internet.
- ¿Cuál fue la reacción de Microsoft cuando surgió la pregunta de suprimir el ícono de Internet Explorer del escritorio de Windows 95?
- Estos nos enviaron una carta explicando que procederían entonces a romper el contrato de licencia de Windows 95.
- En su opinión, ¿qué pudo haber motivado tal amenaza?
- Para Microsoft, la presencia de un ícono en el escritorio se traduce en una facilidad de uso para el consumidor. La propensión natural consiste entonces en migrar a tal producto.
- ¿Bajo qué base legal o bajo que acuerdo de licencia se funda Microsoft para poder amenazarlos de romper el contrato de licencia?
- En mi opinión, la posición de Microsoft es que ellos nos comparten cierto código y que Compaq no tiene ningún derecho de suprimir partes de ese código.
- Microsoft le envió una carta a Compaq. ¿Se trata de esta carta aquí anexada?
El funcionario revela un documento estampado como pieza de convicción y se lo muestra a Stephen Decker. Con fecha del 6 de junio de 1996, la carta escrita por Don Hardwick, responsable de ventas de Microsoft para Celeste Dunn, vicepresidente de la división software de Compaq, explica que “con la esperanza de instaurar nuevamente confianza y cooperación mutua”, Microsoft exige que Compaq vuelva a poner el ícono de Internet Explorer en la pantalla de inicio de Windows 95 en todas las máquinas Presario.
- ¿Es esta la carta que Microsoft le envió a Compaq?
- Sí. Es esa.
- Después de haber recibido la carta de Microsoft, ¿qué hizo Compaq?
- Nos retractamos. Volvimos a trabajar en el código para restaurar el ícono de Internet Explorer.
El 21 de junio, Compaq da a conocer que esta cede a las peticiones enunciadas por Microsoft. ¿Cómo podría ser de otra manera? Par aun constructor de PC, si el contrato de licencia de Windows 95 llega a romperse, significaría detener la venta de ordenadores... Cuatro días más tarde, Celeste Dunn recibe una carta con un tono algo estremecedor por su carácter dulzón. “Gracias por cooperar con el reglamento del caso. Nosotros apreciamos nuestra relación con Compaq”.
Gateway, otro gran constructor de micro-ordenadores cedió de manera parecida ante la amenaza de Microsoft. El testimonio escrito aportado por James Von Holle, director de la división de software de Gateway, al Ministerio de Justicia no da lugar a dudas. “Repetidas veces, representantes de Gateway le pidieron a Microsoft si era posible suprimir el ícono de Internet Explorer del escritorio de Windows. Cada vez se contestó con un rechazo de parte de Microsoft en base a que el navegador de Internet no podía ser retirado o vendido separado de Windows 95”. Un testimonio bajo juramento similar es reportado en octubre por Eric Browning de Micron Electronics, otro fabricador de PC.
El domingo 19 de octubre, como lo reportaría Jean Louis Gassée en la crónica deliciosamente sazonada que se publica en Libération[63], Bill habla apaciblemente en la cena de apertura de Agenda, una conferencia profesional en Phoenix, Arizona. “En la afortunada ignorancia del futuro, la conversación se volteó hacia nuestras alegrías familiares respectivas y viejos libros”.
La semana empieza con un cielo bastante tormentoso. La ministra de Justicia, Janet Reno, hace oficial su solicitud contra el número uno del software. Este empieza con las líneas enfáticas: “Los Estados Unidos de America demandando a Microsoft Corporation”. Esto es seguido por la acusación de haber roto el acuerdo extrajudicial que comprometía a Microsoft a no practicar más las “ventas ligadas”. “Microsoft mantuvo ilegalmente su monopolio utilizando contratos anticompetencia para vender Windows (...). Atando a los constructores a difundir Internet Explorer en cada PC liberada con Windows 95, Microsoft (...) busca frustrar una competencia naciente y proteger el monopolio de su sistema operativo”.
En una solicitud enviada al juez Thomas Penfield Jackson en la corte federal de Washington, el Ministerio de Justicia exige que Microsoft le ponga un fin a sus prácticas anti-competitivas, y más explícitamente de condicionar la licencia de Windows con la aceptación de Internet Explorer. ¡Se sugiere que se imponga un enmiendo de un millón de dólares al día! “Microsoft se aprovecha ilegalmente de la supremacía de Windows para confortar su monopolio. Al hacer esto, la compañía impide la libertad de elección de los consumidores.” declara la ministra de justicia.
La defensa organizada por el gigante de Seattle demuestra una falta de preparación evidente, lo que es lo mismo que una distancia real de la percepción pública. Un gran número de declaraciones oficiales son hechas con una increíble osadía, como si Microsoft estuviese persuadida que todavía nada puede detenerla. Fieramente manteniendo su posición la hidra de la informática afirma que los burócratas de Washington no están en la posición de decidir el contenido de un sistema operativo. Integrar la World Wide Web y los mecanismos de conexión al Internet (TCP/IP) se vuelve un paso obligado. Microsoft supone por otra parte que el Ministerio de Justicia interpreta de manera errónea los términos del acuerdo extrajudicial aceptado dos años antes. El argumento mayor de defensa consiste en explicar que los dos software están íntimamente ligados. A eso, el gobierno responde que Internet Explorer no está “naturalmente ligado” a Windows, pues versiones de ese navegador existen para Macintosh y para Unix.
Para respaldar sus tesis, Joel Klein hace públicos varios documentos internos de Microsoft que confirman la realización de una estrategia de conquista del mercado de los navegadores. En un plan titulado “Ganar la batalla del Internet” y redactado en abril del 96, Brad Chase, quien supervisa el grupo Aplicaciones e Internet en Microsoft, menciona los pasos a seguir para reconquistar el mercado de los navegadores Web: “Netscape está bien implantado en todos los mercados mundiales. La situación actual es espantosa. Todavía no hemos llegado a la cabeza del mercado”, escribe Chase. Él sugiere llevar a cabo campañas de relaciones públicas, acuerdos con los constructores de PC y los proveedores de acceso a Internet.
Steve Ballmer demuestra una seguridad estupefaciente frente a las intenciones del gobierno estadounidense y hace entender que él no se dejaría intimidar. “Si un constructor quiere a Windows, él debe tomarlo completo”, declara el nº2 de Microsoft. Al expresarse de esa manera en el canal de televisión ABC el domingo 26 de octubre, él persiste y señala: Internet Explorer será totalmente integrado en Windows 98, pues la navegación en la Web se volvió una experiencia básica de la informática. En un documento oficial remitido al día siguiente al juez Jackson, el encargado del caso, Microsoft afirma que “el Ministerio de Justicia tenía plena consciencia dos años atrás de la integración de las tecnologías de Internet con la función de navegación en Windows 95”. Según el editor, la decisión de integrar Internet Explorer en Windows 95 había sido tomada incluso antes que Netscape hubiese sido fundado en abril 1994.
Para tomar la temperatura de los eventos, el periódico USA Today organiza un sondeo en su sitio Web y hace la pregunta: “¿Microsoft utiliza métodos anticompetencia en la batalla con Netscape?”. En las 3,500 opiniones recolectadas, la mayoría (64%) respondió que sí. Es verdad que la compañía fundada por Jim Clark sufre plenamente de las recaídas de los ataques que llegan de Redmond. Según Dataquest, la parte del mercado de Netscape Navigator, que era del 73% a finales de 1996, cayó a 57.6%. Al mismo tiempo, Internet Explorer pasó de 20% a 39.4%. El 13 y 14 de noviembre, Ralph Nader tiene una conferencia en Washington sobre la necesidad de regular las actividades de Microsoft. El abogado de consumidores tiene razón cuando menos en un punto: la agresividad manifestada por los ejecutivos de Microsoft tiende a presionar a los funcionarios de la División Anti-trust a hacer horas suplementarias. Las oficinas del ministerio se parecen a una verdadera colmena de abejas.
El juez Thomas P. Jackson, encargado de formar el caso, es cercano al Partido Republicano y fue nominado en 1982 por Ronald Reagan. Según la revista Washingtonian, él sería conocido por su “dureza”, su “carácter tiránico” e incluso su “ignorancia de las leyes”. Otra revista, la Legal Times, le reprochó su lentitud en el examen de los casos. Con una edad de 60 años, Jackson es sin embargo reconocido por su capacidad de mantenerse inmutable y de no dejarse impresionar fácilmente. Rápidamente, el temible juez manifestaría una capacidad de iniciativa que nadie sospechaba. Una escena poco ordinaria se pone en efecto el 19 de noviembre en el tribunal federal de Washington. Justamente Jackson llegaría a “desinstalar” Internet Explorer 4 de Windows en menos de 90 segundos. Uno de los argumentos claves del acusado, como que los dos software estarían íntimamente ligados, es así desmontado de una manera por lo menos teatral.
El Ministerio de Justicia llega a nuevos extremos el 20 de noviembre acusando a Microsoft de presentar una versión falaz de los hechos. Según lo que declara un alto responsable gubernamental, el editor de software no tenía la intención de integrar un navegador Web en Windows desde abril de 1994 – antes de la fundación de Netscape. “Desde el 20 de abril de 1994, una serie de correspondencias electrónicas pruebas que no existía ninguna intención de incluir lo que mencionan con el nombre de Mosaic” indica un responsable. Además agrega que en documentos con fecha del 10 de junio de 1994 demuestran que Microsoft no tenía la intención de incluir en Windows 95 al “software similar a Mosaic”. Para lo que es la violación deliberada del acuerdo extrajudicial, el Ministerio de Justicia acude a un Email enviado el 20 de diciembre de 1996 por Jim Allchin, responsable de las aplicaciones, a Paul Maritz, otro ejecutivo superior de Microsoft. Alchin le dice: “No veo verdaderamente como Internet Explorer podría ganar la batalla de los navegadores. Deberíamos servirnos antes que nada de la palanca que represente Windows. Debemos visualizar una solución integral.” El representante del ministerio concluye que la fusión de Windows y de Internet Explorer fue calculada para aprovecharse del monopolio de uno para imponer el otro. A los ojos de los expertos del gobierno, los dos productos son totalmente distintos.
Otros documentos llegan a inflar la pila de acusaciones. Earthlink, proveedor de acceso a Internet reveló frente a la comisión de asuntos jurídicos del Senado un contrato establecido con Microsoft que estipula que para figurar en la lista de proveedores de acceso registrados en Windows 95, Earthlink tuvo que aceptar no establecer lazos entre su sitio Web y el de la competencia de Microsoft. Mejor aún, parece que el contrato de licencia que liga a Microsoft a un proveedor de acceso a Internet le impone a este último “no hacerle ninguna mención a sus clientes de la existencia de otro navegador” y de “no hacer publicidad de otro navegador distinto al de Microsoft”.
El Wall Street Journal revela por otra parte que Microsoft pudo hacer que el gabinete de auditoría KPMG escogiera Internet Explorer antes que Netscape proponiéndoles descuentos sustanciales para los software de la compañía o incluso la formación de 500 consultores KPMG en productos Microsoft. El imperio llegó a tal tamaño que puede aprovecharse de las ventajas de una división para hacer ganar a la otra.
El clima de sospecha que reina alrededor de Microsoft tiene como consecuencia distender los lazos que estaban en proceso de ser establecidos con sectores fuera del software. Microsoft coqueteó con los más grandes cablo-operadores para realizar el sistema operativo de decodificadores de la televisión numérica. La inversión de mil millones de dólares realizada en junio en Comcast, tercer operador de cable, era una señal clara del interés por ese modo de transporte de datos. Entonces, los jefes del sector parecían poco cálidos a la idea de un sistema operativo único que los pondría de pies a cabeza ligados en una relación con el Gargantua de la informática. Ellos optan por la definición de una norma OpenCable. La libreta de cargos de ese sistema que buscaba volverse un estándar es confiado a un organismo común de investigación y desarrollo: CableLabs. Volverse captivo de Microsoft está de cualquier manera fuera de la cuestión.
Microsoft organiza su defensa a nivel político con la compra de los servicios de varios hombres de Washington: Mike Deaver, el hombre que veló por forjar la imagen de Ronald Reagan, Vin Weber, miembro del parlamento, y Tom Downey, viejo parlamentario demócrata y amigo próximo de Al Gore. El trío de shock está encargado de hacerle una visita a los comités jurídicos del Senato para comunicar el mensaje que llega desde Redmond: sería lastimoso que una acción federal llegase a impedir la expansión y el espíritu de innovación tecnológica. Por fuerza de la situación, la empresa del software descubre los riesgos del lobbying. En total, nueve compañías encontradas de camino a Washington son reclutadas, entre estas Preston Gates Ellis & Rouvelas Meeds, el gabinete en el que opera el padre de Bill.
Para la estrella del software, el clima político no es estable. Tres años antes, el editor podía contar con la solidaridad de un Partido Republicano en plena ascensión y que hizo bien al defender la libre empresa a toda costa. El ardor del derecho estadounidense a favor de Microsoft se refrenó fuertemente. En 1995 durante una cena privada, Gates no moderó sus burlas frente a Newt Gringrich, jefe del Partido Republicano. Si bien se muestra como abiertamente apolítico, Gates no perdió la oportunidad de reprocharle a Gringrich el dirigir un partido “compañero del derecho religioso”.
En el presente, el “partido del elefante” toma sus distancias frente al niño prodigio de la micro-informática. Bob Dole, el retador desafortunado de Clinton en las elecciones de 1996 anteriormente tomó públicamente posición a favor de Microsoft. En el presente, el antiguo senador publica una crónica en el Houston Chronicle en la que reporta oficialmente su soporte a Janet Reno. “Cuando examino lo que está bajo cuestionamiento el día de hoy, – la dominación casi total de uno de los principales medios de comercio del siglo que viene – solo puedo llegar a una conclusión: ninguna empresa sea la que sea debe estar autorizada a dominar el Internet”. Él concluye su artículo insistiendo en el hecho que lo que está en juego es un principio fundamental del sistema económico estadounidense. Incluso mejor, como miembro del gabinete jurídico Verner Loopfert Bernhard McPherson & Hand, Bob Dole se encuentra en las primeras líneas, ¡en el seno de una entidad dedicada al lobbying anti-Microsoft!
La audiencia preliminar relacionada a la solicitud de Janet Reno se lleva a cabo el 5 de diciembre en una sala repleta. El juez Thomas Jackson somete a cuestionamiento a Philip Malone, quien representa la División Anti-trust, y a Richard Urowsky, quien defiende los intereses de Microsoft. El asunto principal se encuentra alrededor de un punto de litigio esencial: el acuerdo extrajudicial que prohíbe la liberación forzada de un producto Microsoft como condición de la obtención de la licencia de Windows. A cambio, el acuerdo autoriza la inserción de productos “integrados” en el sistema.
Como es debido, Urowsky defiende la tesis diciendo que Internet Explorer es una “parte integral del sistema”, una extensión natural de Windows 95. Urowsky recuerda que este está presente en más del 70% de los ordenadores fabricados en diciembre, y que los dos serán inseparables en las cercanías de febrero de 1998. “Suprimirlo podría parcialmente desestabilizar el sistema”.
Philip Malone insiste al contrario en el hecho que los dos productos están separados y supone que la afirmación de Urowsky desafía al sentido común: al actuar de tal manera, Microsoft se aprovecha de su posición dominante para eliminar a Netscape. El editor de Windows es acusado de quejarse con el objetivo de ganar tiempo. Después de dos horas de debate, Jackson pospone su decisión a una fecha ulterior que se niega a determinar.
Jackson da un primer veredicto el jueves 11 de diciembre en el que parece compartir las inquietudes del Ministerio de Justicia. “La probabilidad de que Microsoft no solamente reforzará su monopolio del sistema operativo, (...) pero que además adquiera un nuevo monopolio del mercado de los navegadores es bastante grande como para que sea posible tolerarla indefinidamente esperando una resolución final del caso.” Jackson le da seguimiento a la demanda de la División Anti-trust e, inicialmente, le prohíbe a Microsoft ligar la venta de Windows a la de Internet Explorer. Él traza una línea clara que no debe ser cruzada. “...contrariamente a lo que afirma Microsoft, esta no tiene discreción absoluta para dictaminar la composición de su sistema operativo. (...) Esa libertad llega hasta el punto en el que resulta violar las leyes antitrust establecidas”.
Sin embargo, el juez reconocido se muestra enteramente moderado. Él se niega a imponer el enmiendo de 1 millón de dólares al día pedido por Janet Reno por la violación del acuerdo de 1995, por el hecho que juzga que los términos de tal decisión son “ambiguos”. De igual manera, él no encuentra nada que agregar respecto a los acuerdos de no divulgación impuestos por Microsoft a sus socios. Si bien se reconoce que podría existir un abuso de poder, Jackson decide darse un tiempo de reflexión antes de seguir adelante.
Para profundizar inicialmente en el caso, el juez requiere los servicios de un célebre experto jurídico antiguamente consejero de la Corte Suprema: Lawrence Lessing. Diplomado en economía, gestión y filosofía, este jurista de 36 años enseña derecho en la universidad de Chicago. Jackson lo escogió por su reputación de “tecnófilo”. Uno de los cursos que enseño en la Harvard Law School se relacionó al derecho del “cyberspace” y a la ley anti-trust. Lessing debe presentar sus conclusiones el 31 de mayo de 1998.
Por la voz de William Neukom, el editor de Seattle toma placer de insistir en el hecho que esa decisión no es más que provisoria y afirma respecto a esta que el juez Jackson habría sobrepasado su autoridad. Joel Klein encuentra en ese primer veredicto un avance no negligible: “esa decisión restaura la libertad de elección de los constructores y consumidores. No se le puede negar a ningún consumidor su derecho a elegir el software de navegación en la Web”.
Al mismo tiempo, Bill Gates está en misión de evangelización en China. Cuando lleva a cabo una conferencia en una universidad tecnológica, un reportero interroga la decisión que acababa de ser tomada en Washington. El mensajero del occidente se niega a todo comentario y escoge poner el debate en el plano técnico. “Esto continuará. Netscape tendrá una nueva versión de su navegador, nosotros tendremos una nueva versión. En materia de software, pueden esperar una competencia sana”.
A nivel gubernamental, la hostilidad vuelve a surgir a partir de un agujero el 17 de diciembre. El ministerio de Justicia denuncia la “burla abusiva” que realiza el gigante del software y lo acusa de ofensa al tribunal. A la prohibición por Jackson de la venta ligada, Microsoft escoge responder a esa petición de la manera siguiente:
- esta propone liberar a los constructores una versión completa y actualizada de Windows que integra Internet Explorer 4.0.
- esta propone como alternativa una versión de Windows sin Internet Explorer, afirmando de igual manera que esa solución tendría como inconveniente evitar que el ordenador arrancase.
- esta propone finalmente liberar una versión de Windows 95 sin Internet Explorer, pero de dos años atrás y desprovista de varias correcciones hechas a través del tiempo.
“La orden de la corte creó un dilema complejo porque nos pide algo que no es realizable técnicamente” supone, no sin cierto descaro, John Pinette, quien tiene el rol de representante de Microsoft. Netscape reacciona de manera cáustica. En su Web, la sociedad californiana propone ayudar gentilmente a Microsoft publicando un “script” que efectúa la operación quirúrjica con toda seguridad.
Resulta que para el gabinete de Janet Reno esa nueva táctica parece ser un enemigo camuflado, pues no les deja realmente a los constructores otra opción más que la primera. ¿Acaso no tiene el número uno del software en su compañía a técnicos lo suficientemente competentes para producir una versión de Windows despojada del navegador y en buen estado funcional? El Ministerio de Justicia le pide a Thomas Jackson un juicio “frente a la corte” y la emisión de una nueva orden que le diese a Microsoft diez días para proponer una versión así de Windows a los constructores de PC. Para mostrar su determinación, la administración estadounidense ofrece la participación de una estrella entre los abogados: David Boies, un abogado notable remunerado con 275 dólares la hora – la mitad de su tarifa usual.
Joel Klein logra su cometido el 22 de enero de 1998, Microsoft acepta liberar como opción una versión actualizada de Windows sin Internet Explorer. Pero en la práctica, el juicio del 11 de diciembre no tendría ningún efecto mayor a nivel de los constructores. Si bien IBM declara que espera instalar Netscape en algunas PC, la mayor parte de fabricantes de PC parecen considerar que es más simple para ellos conservar Internet Explorer. Ese es el caso de Packard Bell, pero además de el de Compaq. Tal actitud es significativa del clima de lasitud que parece haber ganado en los constructores, los cuales parecen presuponer que la batalla está perdida y que no serviría de nada iniciar un enfrentamiento con el primer proveedor de software.
Microsoft no llega al final de sus penas. Se constituye un nuevo frente más combativo incluso que el de la División Anti-trust. Los procuradores generales de nueve estados americanos – Nueva York, California, Texas, Illinois, Minnesota, Florida, Wisconsin, Connecticut y Massachusetts – se encuentran en Chicago para organizar una potencial acción anti-trust contra Microsoft. Organizada a la mitad de diciembre, la reunión duró tres días y mostró una radicalización real del frente de los opositores. Esa nueva iniciativa parece estar en posición de ir lejos. Varios procuradores generales implicados tuvieron un rol mayor en una acción tomada contra la industria del tabaco, la cual tuvo por efecto presionar a los fabricantes de cigarrillos para buscar un acuerdo a nivel parlamentario. Por otro lado, se forma una coalición, la del Council for a Competitive Electronic Marketplace, para comunicar a los jurtistas y al público que cometería Microsoft. Dirigida por Jody Powell, antiguamente responsable de las relaciones de prensa de la Casa Blanca, la coalición reagrupa a una docena de participantes, entre los cuales están Netscape, Sun y Sabre Group, un servicio de información de viajes. Los otros miembros prefirieron mantenerse en secreto. En Japón, la comisión de competencia decide llevar a cabo una investigación sobre las prácticas comerciales de Microsoft.
A mediados de enero, Netscape tira la toalla y declara que nuevamente distribuiría gratuitamente su navegador. Y como ese anuncio tuvo como resultado una perdida contable de 115 millones de dólares del trimestre, ciertos analistas comienzan a conjeturar acerca del fin próximo de una empresa que dos años antes estaba por las nubes... Tal desaparición prematura sería la señal de un estado alarmante que implica que sería casi imposible para un start-up imponer una solución a largo plazo sin ser descartada de la arena. Más que nunca la clave de la evolución en el tema están en las manos de Janet Reno.
Bill Gates parece estar lejos de todo eso, como si viviera realmente como supuso Ralph Nader: “en un mundo de Realidad Virtual”. De viaje en París el 3 de febrero, Gates es recibido como un príncipe por las autoridades. En el área de su política de aceleración del paso a Internet, Dominique Strauss Kahn, ministra de finanzas, declara sin censurarse que serían establecidas cooperaciones entre el gobierno francés, los laboratorios públicos y Microsoft. “Tenemos la voluntad de colaborar con los mejores en el mundo, comenzando con Microsoft” declara sin pena Strauss Kahn.
Gates, jovial, insiste en relativizar los incidentes del camino que parece encontrar su edición de software. “Recientemente, varias encuestas se llevaron a cabo en Europa, EUA y Asia para saber cuál era la empresa más admirada por la gente. En los tres casos, para mi gran sorpresa, ¡Microsoft quedó en primer lugar!” Sereno, él califica el conflicto con Janet Reno como “una cuestión menor”, agregando que solo un criterio cuenta a sus ojos: “Seremos siempre juzgados sobre una cosa: la calidad de nuestros software”.
¿Acaso no está Microsoft en proceso de volverse un monopolio? Él encuentra el término absurdo. “Nunca he escuchado la palabra monopolio en un dominio en el que hay tanta competencia, en particular cuando uno de ellos, IBM, es 10 veces más grande que nosotros.” De igual manera, con Windows presente en más de 90% de los ordenadores del planeta, ¿queda lugar para alguna alternativa? Gates jura que sí, afirmando que si Microsoft no publica los productos esperados, otro tomaría inevitablemente su lugar. Este agrega que la industria del software es especial: “No tenemos nada que ver con Coca-Cola o McDonalds, quienes están seguros, incluso si no cambian sus productos, de seguir allí en 15 años. En lo que nos concierne, cuando la gente compra nuestros software, ellos pueden usarlos indefinidamente. La única razón por la que adquieren una nueva versión es que proponemos algo verdaderamente atractivo.”
En cuanto al caso Internet Explorer, Bill barre la cuestión sin preocuparse. “Cuando lanzamos nuestros primeros navegadores Web, la calidad no era suficiente y tuvimos una parte del mercado cercana a cero. No fue hasta hasta que publicamos Internet Explorer 3.0 y que ganamos la mayoría de comparaciones que la gente comenzó a descargar nuestro producto...” ¿Microsoft no llevó a Netscape a la asfixia al ofrecer gratuitamente su software? Burlón, Gates rechaza tal debate: “Los navegadores Web fueron siempre gratuitos. Si alguien pagó por un navegador, lo siento mucho por él, ¡pues es el único que lo hizo!”.
Hombre feliz... Sereno, despreocupado, para nada agresivo. Al siguiente día en Bruselas, Bill recibe un pastel de crema enviado por un bromista. Como para recordarle que el mundo real todavía existe...
Habrá el gigante revelado su talón de Aquiles con la incapacidad de evidenciar comprensión y humildad frente a las críticas que se le hicieron? Al escoger una postura superior, Microsoft llegó a estimular la energía combativa de sus adversarios. A pesar de su increíble éxito económico, las nubes que pasan en el cielo de Redmond podrían llevar a una reconsideración de su actitud. ¿Tendrá Gates la sabiduría de efectuar esa transformación relacional, cosa tan profunda como el haber visto a Microsoft hacer metamorfosis hacia una Internet-company?