Capítulo IX. Del gato y del mur

Dijo el rey al filósofo: «Ya oí este ejemplo del hombre rabinoso, qué es su cima. Pues dame agora ejemplo de los dos enemigos, cómo se ayudan el uno del otro a la hora de la cuita, y cómo se guardan». Dijo el filósofo: «Conviene al hombre, cuando cayere en manos de sus enemigos, que pugne de haber amor con alguno dellos, y tomarlo por amigo, para vencer con él los otros enemigos; ca no puede ser que el amigo sea todavía amigo, ni el enemigo, enemigo. El amigo, cuando le hacen pesar, tórnase enemigo, y el enemigo, cuando ve que le yace pro en su amigo, no finca en su enemistad, y tórnase amigo leal. Y el hombre sabio, a la hora de la cuita, hace amistad con sus enemigos, y al necio ciérranse le todas las carreras, así que no sabe razón ni manera por do estuerza, hasta que perece en necedad. Y este es el ejemplo del mur y del gato, los cuales se libraron uno a otro». Dijo el rey: «¿Cómo fue eso?».

Dijo el filósofo: Dicen que en una tierra había un árbol muy grande, que llamaban vairod, y había al pie dél muchos vestíbulos, y en sus ramas muchos nidos de aves. Y había a raíz deste árbol una cueva de un mur, que había nombre Vendo, y allí cerca del árbol había un gato, que había nombre Rabí. Y solían allí venir a menudo los venadores y venar aquellos venados y cazar las aves de cerca de aquel árbol. Así que un cazador armó sus lazos, y cayó y el gato. Y en esto el mur salió de su cueva, y anduvo buscando qué comiese; y en resguardándose con todo esto, y catando a todas partes muy apercibido, vido al gato estar en los lazos, y fue muy alegre. Desí paró mientes empós desí, y vido un lirón que le vacía en celada, y cató a suso y vido un búho en un ramo del árbol que lo estaba aguardando por lo matar. Y temióse que si se tornase atrás que saltaría en él el lirón, y si se fuese a diestro o a siniestro que lo levaría el búho, y que si fuese adelante que lo prendería el gato; y dijo en su corazón: Debo me ayudar del seso y de las artes de guisa que estuerza deste peligro; ca los corazones de los sabios, mares son profundos, y con ellos saben qué ha entre desamparar se hombre a muerte y entre trabajar se de escapar; y cuando son en el vicio no se aseguran de los durar la vida ni se desamparan en la tribulación y en la cuita. Y yo he pensado, y no fallo otra arte por que estuerza deste mal, si no pedir tregua al gato y ganar su amor. Ca él está en gran cuita, que lo no puede otro librar si no yo, y por ventura dar me ha el gato tregua por su pro, y yo otrosí escaparé por él deste mal a que só llegado.

Desí llamó al gato y díjole: «¿Cómo estás?». Dijo el gato: «Ya ves tú cómo estoy; pues ¿por qué preguntas?». Dijo el mur: «No te mentiré, ca el mentir es cosa aborrecida; y por ventura bien querría yo que fueses en mayor estrechura, y que llegase el tiempo de la tu muerte. Mas es acaecido tanto de mal, que me no place por que estás así, y no es ninguno que mejor me pueda librar desto en que estoy, y deste tan gran peligro en que estoy, salvo tú; y tú otrosí, no hay ninguno que mejor te pueda librar desto en que estás, que yo. Ca yo estoy en resguardo del lirón y del búho que me están aguardando, y yo estoy flaco que me les no podré amparar. Y si tú me asegurares de ti mismo, y me fueres fiador de me librar de los otros que me tienen cercado, librar te he yo desto en que estás y estorcerás desta prisión. Y plégate desto, y ayúdame a librar a mí y a ti; ca así como yo quiero tu vida por razón de la mía, otrosí tú debes amar mi vida por razón de la tuya, así como escapan los hombres de la mar por las naves, y las naves escapan por los hombres, y así fío por Dios que escaparemos desta tribulación amos, ayudando nos».

Y después que esto oyó decir el gato al mur, sopo que decía verdad, y díjole: «Verdad dices, y yo te guardaré esta merced por siempre, y habré de te lo galardonar». Y dijo el mur: «Déjame llegar a ti, ca el búho y el lirón, cuando nos vieren atreguados, tornar se han. Y cuando yo fuere seguro dellos, tajaré estos lazos en que yaces». Y hízolo así el gato, y asegurólo, y el mur llegóse a él. Y cuando el búho y el lirón vieron esto, tornáronse de aquel lugar. Y comenzó el mur a tajar la red nudo a nudo; y en viendo el gato que no era acucioso en lo tajar, dudó dél y díjole: «Amigo, ¿por qué no te apresuras en tajar la red? Por ventura que acabaste ya lo tuyo y eres seguro, por esto lo haces. Y si así es, no es hecho de hombre justo. Y así como me yo apresuré en te librar, tú otrosí debes te femenciar en librar a mí. Y si te miembras de la enemistad antigua no lo debes hacer; ca me has ya probado por bueno, que otro o mejor debe ser loado. Y no debes parar mientes a la antigua malquerencia; ca los buenos no tienen mala voluntad, mas son agradecedores del bien hecho; y la merced, según ellos creen, amata los muchos pecados».

Dijo el mur: «Los amigos son en dos maneras: el uno es amigo puro, y el otro es el que hace amistad de otro en hora de cuita y de necesidad. Donde el puro amigo debe amar al amigo más que a sí mismo, y a sus parientes y a su haber; ca es leal por naturaleza. Y el otro, que se toma por hora de cuita, a las veces dura su amor y a las veces deshácese. Y por ende conviene al hombre cuerdo que se guarde; ca el que pone amor con su enemigo y fía por él y no se guarda dél, será tal como el hombre que come más de lo que debe y no lo sufre su estómago ni lo puede moler, y lazra con ello. Y yo he compartido mi obra, y fíncame un poco por hacer; ca toda obra ha sazón y tiempo, y el que hace la obra sin sazón y sin tiempo no se aprovecha de su fruto. Y yo tajar te he esta red un nudo empós otro, y dejaré un nudo por ser seguro de ti en guisa que le quiebres tú en tiempo que me no puedes alcanzar cuando salieres de la red». Y cuando amaneció veno y el cazador a aquel lugar; y el mur, cuando lo vido, comenzóse a esforzar a cortar lo que quedaba de la red, y cortólo; y subió el gato en el árbol, y entró el mur en su forado, y el cazador tomó su rede y fuese su carrera.

Desí quiso el mur salir del forado y vido al gato y no se llegó a él. Y llamó lo el gato y díjole: «¿Por qué no te llegas a mí, el mi amigo que tan gran merced me hiciste? Ca yo he gran sabor de hacer galardonar el bien que me has hecho, y dar te he yo a comer el fruto de tu obra. Pues llégate a mí y no temas, ca no amo más a mí que a ti». Y juróle que le no buscaría mal. Dijo el mur: «El que no sabe traer su hecho con sus enemigos y con los amigos, hace mal a sí y mátase. Y la enemistad y la amistad han lugar, do debe el entendido usar dellas según debe. Y el hombre entendido no debe poner su amor con el hombre que era su enemigo, si no fuere en hora de cuita; ca los hijos de las bestias siguen a sus madres mientras han de mamar dellas, y cuando las pueden excusar huyen dellas, y el enemigo cuando se torna amigo por esperanza de algún pro, después que lo acaba tórnase a su enemistad, así como hace el agua cuando la calienta el fuego, que si se parte del fuego tórnase a su friura. Y tú eres mi enemigo natural y tú a mí otro tal. Pues ¿cómo se enderezará amor entre nos? Y yo no sé para qué me hayas tú menester si no para comer me». Desí comenzó el mur a se reguardar del gato y a ser muy apercibido.