Dijo el rey al filósofo: «Ya oí este ejemplo pues dame ejemplo del que recibió tuerto y cómo el que se lo hizo se debe guardar dél». Dijo el filósofo: «Esto es el ejemplo del rey y del ave que decían Catra». Dijo el rey: «¿Y cómo fue eso?». Dijo el filósofo: Dicen que un rey muy poderoso, que había nombre Varamunt, tenía un ave que decían Catra, y esta ave hablaba y era muy entendida, y había un hijo pollo. Y el rey mandó guardar a Catra y a su hijo en casa de su mujer, la que era señora de sus mujeres, y mandó a ella que los mandase guardar. Desí acaeció que parió la mujer del rey un hijo; y criaron se el niño con el pollo, y comían en uno y jugaban en uno. Y Catra iba cada día al monte, y traía dos frutos muy extraños que no sabía ninguno qué era, y daba el uno a comer a su hijo y el otro al infante. Y crecieron por esto más aína, y esforzáronse mucho, de guisa que lo entendió el rey, y amó más por ende a Catra.
Y acaeció un día que mientras Catra fue a buscar aquellos dos frutos entró su hijo a una casa do tenía el hijo del rey sus palominos. Y cuando vio entrar ende al hijo de Catra pesóle, y ensañóse y tomólo, y dio con él tierra y matólo. Y veno Catra, y falló su hijo muerto, y dio voces, e hizo gran duelo, y dijo: «¡Oh, qué mal barata el hombre en vivir con los reyes, que no a en ellos verdad ni lealtad, y malastrugo es el que ha amor con ellos! ca ni son para amigo ni para vasallo ni para acostado, ni honran a ninguno, si no por algún pro o por alguna esperanza. Y desque han acabado con él lo que han menester, no finca amor entre ellos ni amistad; mas solamente no es su hecho si no mentir y fallir y engañar y descreer y desconocer a los que los sirven, y cuentan los por pequeños. Y quiérome vengar deste falso traidor que mató a su compañero y a su amigo, con quien comía y bebía y jugaba». Desí saltó a los ojos del niño y quebró se los con sus uñas, y voló y posó en un lugar muy alto.
E hiciéronlo saber al rey, y hubo muy gran pesar, y hubo esperanza que enartaría a Catra, de guisa que la enartando la mataría. Y cabalgó el rey y fuese para ella, y llamóla por su nombre, a salva fe, y díjole que viniese. Y ella no quiso venir y dijo: «Rey, bien sabes que al traidor, si le yerra la justicia deste siglo, no le yerra la del otro. Y tu hijo hizo traición, y yo le di la pena en este siglo». Dijo el rey: «Verdad dices, y bien sé yo que es así como tú dices; pues vente tú para nos y sei segura, ca no habemos desto cura». Dijo Catra: No me llegaré a ti, ca los hombres de buen entendimiento defienden que se no llegue hombre al hombre que recibió tuerto, y dijeron: «Cuanto más te halagare el que mala voluntad te tiene y al que hiciste mal, y cuanto más hablando te fuere, tanto más lo extraña tú y lo aparta de ti; ca no ha tal seguridad del enemigo, como alongar se dél y guardarse dél». Y dicen que el hombre entendido debe contar a su padre y a su madre por amigos, y sus hermanos por compañeros, y su mujer por solaz, y sus hijos por nombradía, y sus hijas por contendoras, y cuente así mismo por solo señero. Y yo llevo hoy de ti muy gran carga de pesar, que ninguno no la lleva conmigo; y finca con salud.
Dijo el rey: «Si tú comenzaras a hacer el mal y el atrevencia, sería según tú dices; mas pues que lo no comenzamos, ¿qué culpa has tú, y qué te veda que no fíes de nos?». Dijo Catra: «Las malas voluntades han muy apoderados lugares en los corazones, así que la lengua no dice lo que es en el corazón con verdad, y el corazón afirma y atestigua más derechamente lo que está en el otro corazón que la lengua; y yo, fallo que mi corazón no atestigua ni acuerda con tu lengua, ni con tu corazón». Dijo el rey: «¿No sabes tú que las malas voluntades son entre muchos hombres, y el que ha seso ha mayor sabor de amortiguar la malquerencia que avivarla?». Dijo Catra: «Bien es así como tú dices; pero el hombre de buen acuerdo no se debe asegurar en aquel con quien está homiciado, y el hombre de buen consejo témese de las artes y de los engaños. Y sabe que muchos hombres hay que degüellan los ganados que crían y comen sus carnes, y por cuantos dellos degüellan, no cesan los que fincan de seguir sus señores y de vivir con ellos. Otrosí las bestias salvajes ha hombre dellas muchas, y cuando degüella algunas dellas no se parten por ende las que fincan del hombre».
Dijo otrosí Catra: «Las malas voluntades temidas deben ser, y mayormente las que son en los corazones de los reyes, ca los reyes creen que vengar su homecillo es honra y gran prez. Y el hombre entendido no se engaña en la tregua del hombre que tiene mala voluntad, ca tal es la mala voluntad cuando no la mueven, como las ascuas del fuego cuando no echan leña. Y el que demanda su homecillo así es como el fuego que demanda la leña, y cuando se la echan de suso enciéndese luego. Y con todo esto algún homiciero hay que ha esperanza de haber amor con su homiciado por algún pro o por algún ayuda que entiende que le haga; y yo só tan flaco que tú no puedes de mí haber ayuda ni pro, para que pierdas la mala voluntad que me tienes en tu corazón. Donde no veo mejor consejo que huir de ti, y finca con salud».
Dijo el rey: «Sabe que las criaturas no han poder de se nucir unas a otras, ca este poder es de Dios solo; y si ventura has de recibir de nos algún mal de que temas, no lo podrás huir ni esquivar. Y si yo he puesto en mi corazón de te matar y de te prender, desí el juicio de Dios a contra de lo que quiero es, no lo podrás; así como ninguno puede criar ninguna cosa del mundo si no por mandamiento de Dios, así no la puede perecer ni matar. Y lo que tú hiciste a mi hijo, no hubiste y culpa ninguna, ca fue por mandado de Dios; ca lo que hizo mi hijo, al tuyo, otro tal, ca fue por el juicio divino, y tú no debes reprender lo que la ventura hizo».
Dijo Catra: «Así es como tú dices, que todas las cosas por mandado de Dios se hacen; en pero el enviso débese guardar de las cosas temederas, ca ayuntan con la creencia apercibimiento, y yo sé bien que me dices con la boca lo que no tienes en el corazón. Y tú quieres vengar lo que hice a tu hijo, y mi alma aborrece la muerte. Y dicen que las malas venturas y las tempestades son pobreza y pesar y certidumbre de enemigos, y partimiento de amigos, y enfermedad y vejez, y cabeza de todos estos males es la muerte. Y no ha ninguno que sepa mejor el corazón del cuitado que el que sintió lo que él siente. Y por lo que yo tengo en el corazón conozco lo que tú tienes en el tuyo. Y no me es bien la tu compaña, ca nunca vez te nembrarás de lo que hice a tu hijo, ni yo de lo que tu hijo hizo al mío, que no se nos muden los corazones».
Dijo el rey: «No es hombre de buena parte el que no puede olvidar lo que tiene en el corazón, de guisa que le no haga pesar». Dijo Catra: El hombre que tiene en la planta del pie la llaga, no puede excusar de se no hacer mal, maguer que pugne de no andar sobre ella. Y no conviene al hombre cuerdo de dejar la guarda de su cuerpo y ser engreído, que el que se engríe en su fuerza y quiere andar los caminos peligrosos, anda buscando su muerte; y el que come o bebe más de lo que debe y yace con mujeres sin mesura, quiere se matar. Y quien mayor bocado hace en su boca de lo que puede tragar, derecho es que se ahogue con él. Y quien se deja de guardar y se engaña por palabra de su enemigo, mayor enemigo es de sí mismo que no su enemigo.
Y no debe hombre parar mientes en las aventuras que no sabe si le vernán; más débese entremeter de ser enviso y fuerte en su hacienda. Y el hombre entendido no se debe meter a los miedos, fallando otra carrera para sin miedo; y yo he muchas carreras do vaya, así que no iré a parte del mundo que no falle mío vito. Ca cinco cosas son, que debe el hombre hacer y haber, doquier que vaya; y si las hace conórtanle cuando es en tierra extraña, y hácenle ganar vito y amigos; la primera es resistirse de mal hacer; la segunda es enseñamiento; la tercera es esquivar las colpas; la cuarta es franqueza de corazón; la quinta es sutileza y acuciamiento, en su obra.
Y el hombre entendido, cuando se teme de perecer, de grado desampara la mujer y los hijos y el haber y la tierra, ca todo lo puede cobrar, y el anima nunca. Y el peor haber es el que no despiende dello, y la peor de las mujeres es la que no se aviene bien con su marido, y el peor hijo es el desobediente, y el peor amigo es el que desampara a su amigo a la hora de la cuita, y el peor de los reyes es el que teme el que no ha culpa, y la peor tierra es la temerosa do no se asegura el hombre; y yo sé que mi alma no ha aseguranza ni sufrimiento en ser cerca de ti. Desí despedióse del rey y voló y fuese.