Capítulo XIV. Del león y de anxahar religioso

Dijo el rey: «Ya entendido he este ejemplo; pues dame ejemplo de los reyes, cómo hacen a sus privados tornar a su dignidad, habiéndolos castigado y maltratado o despreciado por algún pecado que haya hecho, o por algún tuerto que haya hecho de castigar». Dijo el filósofo: «Si el rey no tornase aquellos que desechó y merecieron alguna pena por algún pecado que hicieron o por algún tuerto de que fueron acusados o mezclados, gran daño, vernía por ende a sus cosas y a sus oficios; mas debe el rey pensar en la hacienda de aquel a que acaece lo semejante; y si fuere tal que deba ser tornado a su medida por su servicio o por ayuda que entienda haber dél, o por consejo o por fialdad, debe de haber mayor razón de tornarlo a aquel estado, y perdonarle y dejarle a vida; que el rey no puede cosa hacer sin sus vasallos y sin sus privados, y ellos no pueden hacer cosa sin ser en el amor del rey. Y los privados han de ser honestos y leales y de buenas mañas y de buen consejo; ca las obras de los reyes son muchas y han menester muchos hombres. Y la carrera por que se enderezan la carrera y los hechos del rey son conocer él aquellos de quien se quiere ayudar, y de qué acuerdo es cada uno dellos, y qué ayuda habrá dél. Y después que esto supiere de cierto, meta en cada un hecho y en cada un oficio aquel que entendiere que lo hará mejor, y así será seguro de no recibir pesar en aquel hecho. Desí debe galardonar al que bien hiciere de sus privados, por el bien que hizo, y castigar y resistir al que mal hiciere; que si menospreciare al bueno y galardonare al malo, confundir se ha toda su hacienda y confundir se ha su hecho. Y eso semeja a la hacienda del león y del lobo cerval». Y dijo el rey: «¿Cómo fue eso?».

Y dijo el filósofo: Dicen que en tierra de India había un lobo cerval, y hacía vida de religioso y de casto. Y en viviendo con los otros lobos cervales y con las gulpejas no hacía lo que ellos hacían, ni robaba así como ellos robaban, ni vertía sangre, ni comía carne. Y los otros vestíbulos contendieron con él y dijéronle: «No nos pagamos de tu vida que mantienes, ni tu benignidad no te tiene pro; ca seyendo uno de nos, no te podrás cambiar de lo que eres, en no comer carne ni verter sangre». Dijo el lobo cerval: «En hacer yo convusco vida, no fago pecado si yo no pecare en mí mismo; ca los pecados de los corazones son, y no por los lugares ni por las compañas. Ca si así fuese que el que mora en el lugar santo hiciese buenas obras y el que mora en el mal lugar hiciese malas obras, o el que mora en el mal lugar hiciese malas obras, seguir se hía que los que se llegasen a los monasterios no pecarían, y los que se llegasen o morasen en los viles lugares pecarían. Y yo no fago vida convusco si no con el cuerpo, mas mis obras y mi corazón no son convusco».

Así que el lobo cerval perseveró en aquel estado, y fue conocido por religioso, tanto que fue hecho saber a un león, que era rey de los vestíbulos de aquella partida. Y hubo sabor dél por la castidad y lealtad que oyera dél, y envió por él, y vénose para él, y habló con él. Y dende a días mandólo llamar, y díjole: Mi reino es grande y mis hechos muchos, y he menester vasallos. E hicieron me entender de ti lo que yo quiero, y probélo y vi que era verdad y por esto he mayor sabor de ti, y quiero te poner sobre mis oficios, y quiero te honrar. Dijo el lobo cerval: «Los reyes deben probar los vasallos para en aquellas cosas en que los quieren meter, y no deben meter a ninguno a su pesar en lo que no es para él; ca el hombre forzado no puede bien hacer la obra. Y yo aborrezco oficio de rey que no lo he usado ni probado, ni sé traer mi hacienda con rey. Y tú eres rey, y has menester de mi linaje, y tienes los y de otros muchos que son sabedores y valientes y femenciosos y arteros, y tales que si tú quisieres habrás escusado a mí».

Y dijo el león: «Deja esto estar, ca te no quiero excusar de oficio». Dijo el lobo cerval: «No pueden hacer vida con rey si no dos, y yo no só tal como ninguno dellos; o que sea falso o halagador, que haya por su falsedad lo que le hace menester, y que estuerza bien con su halagar, o muy menospreciado negligente, tal que no le haya ninguno envidia. Mas quien quiere servir al rey sanamente y verdaderamente sin halago, pocas veces acontece que se le ponga en bien su hacienda; ca habrá desamor de los amigos y de los enemigos del rey. Ca el que fuere amigo querrá más valer que él, y acusar lo ha y mezclar lo ha; y por ende el que fuere enemigo del rey desamar lo ha por la lealtad que verá hacer a su señor y por el buen servicio. Y ayuntándose le estas dos cosas está a peligro de muerte». Dijo el león: «No creas que por acusarte los mis vasallos te haga yo ál salvo toda honra y bien, más que tú no quieras; y yo te ampararé dello por mezcla que sea».

Dijo el lobo cerval: «Si me tú quisieres honrar, déjame en estos campos seguro, que me no haya envidia ninguno, sin cuidado, y pagado de hacer vida de las yerbas y del agua; ca el que sirve al rey recibe en una hora de daño y de miedo, más que no recibirá otro en toda su vida; y sé que el que vive poco y seguro, él vale más que el que vive mucho y con miedo y en laceria». Dijo el león: «Ya oí lo que dices. No temas cosa ninguna de todo esto, ca no puedo estar de me no ayudar de ti». Dijo el lobo cerval: «Pues así es, derecho es de te obedecer, y peligro ente desobedecer. Pues faz me pleito que si alguno de tus vasallos me mezclara que sea de los que valan más que yo, por la dignidad que hubieren, o menos que yo, que pienses en mi hacienda y que te no acuites de lo que te dijeren de mí hasta que bien lo sepas antes, y que lo pesquises bien; de sí faz de mí lo que por bien tuvieres. Cuando yo fuere seguro de ti de tanto, ayudar te has de mí mejor, y yo pugnaré de hacer aquellas cosas sobre que me pusieres con mayor femencia, por tal que no haya ninguno carrera para pasar contra mí». Dijo el león: «Otorgótelo». Y púsolo en su repuesto y aprivadólo más que a todos sus vasallos, y acordábase con él y pagábase más todavía dél, y aprivadólo más.

Y honrábalo tanto que pesó mucho aquellos que servían al león; y aconsejáronse en puridad entre sí de lo mezclar con el león y decir mal dél, porque lo el león matase. Y fuéronse a hurto, y tomaron un día la carne del león, que lo supiera bien, y la mandara guardar en muy buen lugar, y hurtáronla. Desí enviaron la a su posada del lobo cerval, y escondieron la ahí, y no lo sopo él, y veniéronse para ante el león. Y después que vieron que el león demandaba aquella carne tan de recio, y aun ensañábase, catáronse unos a otros, y dijo uno dellos: «Como vasallo leal no puede ser que le no hagamos saber al rey su daño o su pro, maguer que le pese. A mí fue dicho que el lobo cerval llevó aquella carne a su casa».

Dijo otro: «No semeja que hiciese tal cosa, empero pesquerir, ca saber y conocer los hombres fuerte cosa es». Dijo otro: «Las puridades no se saben de rafez; mas si vierdes y hallardes la carne en su casa, esto vos dará a entender las otras tachas que dicen dél». Dijo otro: «Si hallardes la carne en su posada, tenedlo por falso, y sea justiciado». Dijo otro: «No debe ninguno ser engañado en fiar se en el engaño, ca sabe que el engaño no faz estorcer al que usa dél, ni se lo encubre». Dijo otro: «¿Y cómo estorcerá quien al rey engaña, o en qué guisa se le encubrirá? Y si engañaré hombre a su compañero no se encubre».

Dijo otro: «Si él esto hizo, a gran cosa se atrevió». Dijo otro: «No se me enceló a mí su falsedad luego que lo vi, y muchas veces lo dije, y aprobar lo he con Fulano, que este engañador se hacía religioso y no vivía si no en falsedad y en pecado». Dijo otro: «gran cosa es tener la falsedad encubierta y mostrar lealtad y castidad». Dijo otro: «Si este divino religioso tal obra hizo, por gran maravilla lo tengo». Dijo otro: «Si esto fallamos por verdad, no es tan solamente falsedad, mas con la falsedad desconocer el bien y la merced del señor, y atreverse a tan gran hecho». Dijo otro: «Vos sois verdaderos conocedores de derechos; no vos puedo desmentir; mas por ver si es verdad o mentira, mande el ree ir a su posada y cátenla». Dijo otro: «Si su posada no es catada, cátenla aína que él atalayas y escuchas tiene en cada lugar». Dijo otro: «Yo sé que el lobo cerval, si su posada fuere catada y su falsedad descubierta, alguna arte o algún engaño hará para hacer dudar al león, y recibirá su excusación».

Y no cesaron de decir tales palabras hasta que lo hicieron creer al león. Y mandó llamar al lobo cerval, y veno antél, y díjole: «¿Qué hiciste de la carne que te yo mandé guardar?». Y díjole él: «Dila a Fulano, cocinero». Y este cocinero era uno de los que lo acusaban, y dijo: «A mí no dio nada». Y mandó el rey catar su posada, y hallaron ahí la carne y trajéronsela. Y allegóse al león un lobo cerval que no hablaba en esto, y mostraba en sí que no era si no muy derecho, y tal que no hablaría si no en las cosas que supiere de cierto, y dijo: «Señor, pues se ha descubierta esta falsedad en este engañador, no estuerza así, ni seades entorpados en él; ca si justiciado no fuere, no descubrirá ninguno al rey la falsedad de otro, ni se escarmentará el malhechor de mal hacer, ni habrá codicia el bueno de bien hacer».

Y mandó el león sacar al lobo cerval dende, y mandó lo prender y guardar. Y dijo uno de los que estaban con el león: «Mucho me maravillo del león, de como es muy sesudo y conocedor de las cosas, cómo se le encubrió su hacienda déste, y cómo no entendía su perrería y su falsedad». Dijo otro: «Pues mayor maravilla será que pesquisará esta cosa y no lo justiciará». Dijo otro: «Pues que esto ha probado con él, si le perdona este mal hecho, no será hombre seguro de su traición». Y en esto ensañóse el león y envió uno dellos por mandadero al lobo cerval que le preguntase como se salvaría o cómo se excusaría. Y tornóse el mandadero, y mudó el mandado, por que se hubo de ensañar el león, y mandó matar al lobo cerval.

E hicieron lo saber a la madre del león, y sopo que era mezclado a tuerto, y que lo mandara matar apresuradamente. Y envió mandar a aquellos a quien el león lo mandara matar, que lo retuviesen hasta que ella se viese con el león; e hiciéronlo así. Y ella fuese a ver con su hijo y díjole: «¿Por cuál pecado mandaste matar al lobo cerval?». Y él díjole el hecho todo. Y ella díjole: Hijo, apresurástete, y el hombre entendido no se estuerce de se arrepentir, si no dando se a vagar y dejar de hacer sus cosas rabinosamente. Y el fruto de la prisa es arrepentimiento; y a ninguno no es de menester ser más maduro en sus hechos que el rey, cuanto más en los salvos y en los leales vasallos; ca así como la mujer no es si no por el marido, ni los hijos si no por los padres, ni el discípulo si no por el maestro, ni los vasallos si no por el duque, ni el religioso si no por la ley, ni el pueblo si no por el rey, ni los reyes no son si no por el temor de Dios, ni el temor de Dios si no en ser el hombre pacífico y cierto de la cosa. Y el mejor, acuerdo de los reyes es en conocer sus vasallos y poner a cada uno en su lugar y en su talle, y sospechar a unos por otros; ca ellos siempre punan en se aterrar unos a otros y en mostrar y descubrir el mal de los malhechores y encubrir el bien de los buenos. Y no debes tú, hijo, pues fuiste pagado del lobo cerval y te fiaste por él, y no te erró hasta el día de hoy, ni viste dél si no fieldad y lealtad, y diciendo tú dél en medio de tu corte gran bien, y hacer le esto por un cuarto de carne que no vale nada.

E hijo, debes saber su hacienda del lobo cerval, y pensar en ti mismo y decir cómo puede esto ser, ca él no come carne ni se llega a ella, tiempo ha pasado. Y así entenderás que no le darías tú la carne y negar te la hía; pues piensa en esto, y sepas que los necios han envidia a los sabios sufridos, y los aliviados a los sosegados, y entremétense cuando pueden a los traer a mal lugar. Y el lobo cerval es sabio y leal y verdadero, por que debes ser cierto de su hecho y parar mientes como los falsos lo acusan a tuerto, y llevaron la carne a su casa. Y por ende no tornes cabeza por lo que ellos dicen y por lo que le aponen; ca la privanza del lobo cerval en gran pro se te tornará, y era pagado de cuanto mal recibía por recibir tú gran placer, y sofría por tu pro lacerio y afán, y tal sirviente como él bueno es.

Y en hablando la madre del león con él, y en castigándolo, llegó uno que sabía de como el lobo cerval era salvo y que era acusado a tuerto, y díjolo así al león. Y en esto entendió el león y fue bien cierto que el lobo cerval era salvo de cuanto le apusieran. Y entonces dijo la madre del león: Ya eres bien cierto desto y lo ves manifiestamente; pues no perdones aquellos que lo acusaron, ca eso te traería otro mayor daño, mas justicialos. Y no te enfiuces en decir: «Poder he sobre ellos»; ca las yerbas flacas, maguer fortaleza no han, hacen dellas sogas con que atan y cuelgan el elefante.

Y tú torna el lobo cerval en su estado y en su dignidad que se había de ser, en todas tus puridades. Y en tu corazón no digas: «Yo lo he hecho mal, y no puedo ser seguro de su mala voluntad, si lo yo tornare en su oficio; ca no se debe hombre temer de malquerencia de todos aquellos a quien mal hace de una guisa, ni debe ser desesperado de su ayuda ni de su seso; mas el que conoce las cosas pone a cada una en su lugar».

Y algunos hombres hay con quien hombre no debe haber amor después que ha con ellos enemistad y otros que no debe hombre haber con ellos enemistad después que ha con ellos amor. Y los hombres con que no debe hombre ser en amor en ninguna manera son éstos: el que desconoce el bien hecho, y el que es atrevido a hacer traición, y el que desdeña el bien, y el cruel, y el descreído que descree el otro siglo, y el avariento, y el lujurioso, y el sañudo mucho que nunca puede hombre haber su gracia, y el conocido por engañoso y por falso y por codicioso, y el negligente que finca por él de hacer toda cosa, y el que pasa más de lo que conviene a él en toda cosa. Antes debe hombre haber amor del que es conocido por verdadero y gracioso y leal, y que ama más las buenas obras y que se teme de pecado, y que ama al pueblo y que les apiada, y no tiene a ninguno mala voluntad, y que agradece el bien quel hace, y que se miembra siempre de sus amigos y es siempre vergonzoso y de buena parte. Y tú has probado al lobo cerval, y conoces lo, por que lo debes tornar a tu amor.

Entonces hizo el león llamar al lobo cerval, y oyólo y recibióle sus excusas, y dijo le: «Yo te torno a tu dignidad y a tu oficio que tenías de mí, y fiaré por ti así como ante fiaba, y poner te he en mejor estado; ca en poner amor con hombre leal que profaza a su amigo de alguna cosa que es a pro dél es muy gran cosa». Dijo el lobo cerval: «Señor bien aventurado, tú sabes cómo fue el comienzo de mi hacienda y el estado en que yo te comencé a servir. Y só ya llegado a esto y no me seguro de los que te sirven, que me acusen y me hayan envidia, por que hayan de mezclarme contigo otra vez, y habrás tú de creer lo que te dijeren de mí, y justiciar me has. Donde no quiero que tengas que yo fío por ninguno de cuantos en tu servicio son; ca maguer me tornes en mi estado después que me quisiste matar, seyendo leal y verdadero y no fallando por qué, desí hicísteme merced en me perdonar por que no había culpa, temo me que cuidarás en tu corazón que te tengo voluntad mala por lo que me hiciste, y esto te hará que me mates. Y demás que los enemigos dirán: “No dejemos así este pleito. Pues que no podemos matar a éste, hagamos arte por quel rey no tenga que cuanto dél dijimos que fue mentira”. Y así me echarán en mal lugar. Mas, señor, si tu corazón tornase a lo que era antes contra mí, tal te sería yo como era antes».

Y dijo el león: «Probado te he, y téngote en el mejor estado que sea de los santos y de los justos; ca el hombre justo perdona muchos pecados por una merced; que te yo he hecho mal, y sé de cierto que tus enemigos te han hecho tuerto. Y tú debes me perdonar este pecado por el bien que te hice ante, así que seamos amigos de aquí adelante uno de otro, de más firme amor y de más leal consejo que nunca fuimos». Desí mandó tornar al lobo a su estado y en su dignidad que ante había y al oficio en que era puesto, y cobró su lugar y cobró el león cuanto quiso. Y abajó el león a aquellos que lo acusaran, y echó los de su tierra, y alongó los. Este es el ejemplo de lo que acontece a los reyes y a sus privados, y de como los tornan en sus lugares desque los castigan.