¿Alguna vez te has hecho esta pregunta? Seguramente, no. Mi otra pregunta es: si nunca te has planteado por qué limpias, entonces ¿cómo puedes entender cuál es tu objetivo o cuál es la razón por la que inviertes gran parte de tu vida en hacerlo?
Hay gente que limpia simplemente porque le gusta; otra, porque no le queda más remedio (aunque no sepa bien por qué) y poca, conscientemente, por salud, normalmente los alérgicos o personas con problemas que puede agravar un entorno desfavorable.
Con esto no quiero decir que la mayoría de las personas no sepan que limpiar es bueno para la salud; es evidente que lo saben. Me refiero a que no lo saben de forma consciente, sencillamente lo hacen porque es lo que hay que hacer. Quizá pienses que no hay diferencia, pero lo cierto es que la hay, y mucha, cuando tu vida y tu bienestar dependen de ello.
La falta de limpieza periódica implica muchísimos peligros potenciales para tu salud y para la de aquellos que viven contigo. Lógicamente, como en todo, se trata de mantener un equilibrio; tampoco es necesario que nuestra casa parezca un quirófano. Lo que sí me gustaría resaltar es que es infinitamente mejor hacer una limpieza menos estricta y más habitual que pegarse una paliza mensual y hacerla a conciencia.
Existen diferentes niveles de limpieza en función de hasta dónde quieras llegar, y está bien que los conozcas a la hora de llevar a cabo tu planificación. Por ejemplo, seguramente todos los días tendrás que pasar el trapo por la encimera, pero no todos los días será necesario limpiar los azulejos.
Para el día a día, como ya hemos dicho, basta con hacer pequeñas pasadas de mantenimiento. El uso del vinagre como principal producto de limpieza, además, sirve como desengrasante y desinfectante, así que mira todo lo que estás consiguiendo con algo tan sencillo y sin gastar ni un minuto más de tiempo.
En cambio, tareas como el abrillantado, las juntas de los azulejos, levantar todos los botes para limpiar las estanterías, dar una pasada por las esquinas, hacer cristales…, esas son tareas más complejas que requieren bastante tiempo. Por eso, mi consejo es dejarlas para la limpieza más profunda, que puede hacerse una vez al mes o cada tres semanas, dependiendo de cada caso.
En general, en mi método siempre recomiendo lo que yo llamo «limpiezas escalonadas». Esto es, tareas pequeñas y rápidas para el día a día y, dependiendo de cómo quieras organizarte, puedes hacer una pasada un poco más intensa una vez por semana y una a conciencia una vez al mes o fusionar estas dos últimas en una única pasada cada dos o tres semanas. Dependerá del tiempo que tengas disponible, de tus gustos y de tu casa.
Seguramente te preguntarás cómo lo hago yo. A mí me gusta planificar semanalmente, de lunes a viernes, porque creo firmemente que los sábados y domingos hay que disfrutarlos y que deberíamos dejar el fin de semana para lo estrictamente imprescindible.
Hay quien piensa que eso de planificar «los lunes hago baños; los martes, salón, etcétera» es un incordio inútil. La realidad es que no es así. El día que dejas de plantearte que toca limpiar la casa y pasas a pensar: «Hoy, martes, me tocan los baños y solo los baños», el chip de la limpieza cambia totalmente.
Por un lado, hablamos de una tarea mucho menos pesada y que, por tanto, da menos pereza. Por otro, no has de ponerte a pensar en lo que tienes que hacer. Parece una chorrada, pero si no tienes nada apuntado ni planificado, cuando te pones a pensar qué es lo que tienes que hacer te vienen a la mente cientos de cosas, desde coser los bajos de un pantalón, salir a comprar y fregar los platos a llevar el coche al taller. Pensar está muy bien, pero hay que tener la mente bajo control, porque no es tan fácil de dominar como parece.
Cuando tienes una planificación por escrito, no piensas. Llega el momento, miras el planner y dices: «Ok, a los baños», y diez minutos después estás en el sofá disfrutando de la vida y contento de haber cumplido con tu cometido.
Así que te animo a que lo pruebes si no lo has hecho antes. Intenta cronometrar las tareas habituales para hacerte una idea de cuánto tardas en hacerlas (sin mirar el móvil, acuérdate), localiza los mejores huecos para llevarlas a cabo de lunes a viernes y trata de no planificar más de una zona de la casa por día, dos como máximo. Ya verás qué cambio.
Desde siempre, la ecología ha sido una preocupación importante para mí, no en vano estudié biología.
Cuando me metí en este mundo del orden y la limpieza, descubrí varias cosas que llamaron mi atención enseguida. La primera de ellas es que, seguramente debido al marketing y la publicidad, abandonamos el uso de muchísimos productos de toda la vida, baratos, respetuosos con el medioambiente y verdaderamente efectivos por conglomerados químicos con mejor packaging, mucho más caros, pero que a la hora de la verdad no son mejores.
Como resultado, nuestros armarios se llenan de botes y productos especializados que se pasan años allí cogiendo polvo porque, después de algún uso ocasional, no sabemos muy bien para qué más utilizarlos.
Por mi experiencia, os aseguro que para la limpieza general de un hogar común con bicarbonato y vinagre se solucionan la gran mayoría de las necesidades más habituales. Haz cálculos de la cantidad de botes (y espacio) que estás desperdiciando. Aparte de esto, por supuesto, uso algunos productos más, como el jabón de Marsella o el jabón de lavar los platos.
También es cierto que para tareas más duras hay que tirar de productos más especializados, pero, insisto, en general no es necesario para nada utilizar productos tóxicos que, además de prescindibles, dañan nuestra salud y nuestro medioambiente. No necesitamos amoniaco, ni lejía ni nada de esto. Especialmente preocupante me parece el uso tan extendido del amoniaco, con lo altamente tóxico que resulta. ¿Te has dado cuenta de que, cuando lo aplicas, rápidamente se te irritan las vías respiratorias? Es un aviso.
Créeme cuando te digo que es posible tener tu casa perfectamente limpia sin el uso de productos tóxicos. Nuestra casa no es un hospital ni un laboratorio, no hace falta desinfectarla. Nuestro cuerpo está preparado y tiene barreras para defenderse, así que con una limpieza normal y sencilla puedo asegurarte que es más que suficiente.