A lo largo de todo este libro, hemos tratado muchos aspectos: algunos más teóricos; otros, más prácticos. No obstante, antes de dejarte, espero que con ganas de hacer algunos cambios en tu casa y en tu vida, me gustaría repasar contigo los puntos que yo considero más importantes de todo lo visto.
Lo primero y fundamental es que, como en todo en esta vida, lo más importante es alcanzar un equilibrio. Pasarse de acumulador es tan malo como pasarse de estricto, al igual que limpiar poco puede ser tan contraproducente como limpiar demasiado. En la «vía media», como dicen los budistas, está el camino de la felicidad.
Como parte de ese camino medio, yo apuesto por la calidad en lugar de la cantidad, el menos pero mejor que puso de moda Dieter Rams, Less but Better, uno de los grandes diseñadores del siglo xx, en el que se basan cientos de marcas icónicas, como Apple, Braun, Vitra o Vitsoe. Dejar de comprar solo por tener y volver a enamorarte de los objetos que te rodean; poder gastarte cien euros en una tetera que te ha llegado al corazón por el simple hecho de que no te has comprado cinco pantalones de veinte euros que se estirarían en menos de dos meses. Pensar, en definitiva, y no dejarse arrastrar por los anuncios, el día a día y la marea de consumo irresponsable al que nos conduce nuestro desenfrenado estilo de vida.
Menos cosas y más orden implican una vida más fácil, menos problemas, menos discusiones y menos agobios. Con cada cosa nueva que entra en tu casa, aumenta la probabilidad de tener un problema. Piénsalo bien y haz que verdaderamente valga la pena.
El segundo punto, siguiendo esta filosofía, que me gustaría que te llevaras en claro de este libro es la importancia de los espacios abiertos y de las superficies despejadas. Trabaja cada día para que sean las personas, y no los objetos, los protagonistas de tu casa; deja siempre libre el centro de las habitaciones y procura que los espacios de paso sean amplios y estén despejados de estorbos; desocupa las encimeras, las mesas y las superficies de los muebles y procura que las zonas cercanas a las puertas estén libres de muebles grandes.
Cuida la línea visual. Procura que todo lo que quede a la altura del pecho y los ojos no se vea recargado o desordenado y mantén un equilibrio con los colores que pueblan tu espacio. En este mundillo, la percepción lo es todo. Puedes tener una casa casi perfecta, pero ese casi puede marcar una gran diferencia. Los detalles son importantes.
En cuanto al tiempo, el truco está en tener una buena planificación y en centrarte en lo que haces, sin distracciones. El móvil es nuestro peor enemigo si queremos librarnos rápidamente de las tareas del hogar.
Genera rutinas siempre que puedas, trata de hacer las mismas cosas en el mismo momento del día, los mismos días, hasta que consigas hacerlo de forma mecánica, sin pensar. En las rutinas está la magia de esas casas que parecen mantenerse solas y sin esfuerzo.
Por último, pero no por ello menos importante, cuida tu salud y cuida tu entorno, evita los productos tóxicos; todo lo que se puede conseguir con productos químicos se puede conseguir de forma natural. ¿Por qué? Pues sencillo, porque los químicos normalmente tratan de imitar a la naturaleza, pero abaratando muchísimo los costes. Ese es su proceso de desarrollo: buscar algo natural que funcione, comprenderlo, sintetizarlo y abaratarlo a través de una cadena automatizada de producción. De ese modo no dependen de cultivos, plagas, problemas naturales, etcétera.
Pero, sobre todo, haz aquello con lo que te encuentres más cómodo. Si algo no te hace sentir bien, deshazte de ello; si notas que algo en tu vida no es como debería, haz cambios, prueba, hasta que des con la tecla correcta. No te dejes arrastrar, la vida es para los valientes y no hay nada más valiente que enfrentarse a uno mismo.