En tiempos remotos solo habitaban la Tierra dos hombres que se odiaban irreconciliablemente. Para aplacar un tanto la aversión mutua, ambos erigieron de polo a polo una alta reja que dividió al mundo en dos exactas mitades, instalándose cada cual en la suya. Pero a partir de ese día vivieron en eterna discusión sobre quién tenía preso a quién.