ROMANCERO

 

Romances épicos

1

 

Los vientos eran contrarios,     la luna estaba crescida, [1]

2los peces daban gemidos     por el mal tiempo que hacía

cuando el buen rey don Rodrigo [2]     junto a la Cava [3] dormía

4dentro de una rica tienda     de oro bien guarnescida; [4]

trecientas cuerdas de plata     que la tienda sostenían.

6Dentro había cien doncellas     vestidas a maravilla; [5]

las cincuenta están tañendo [6]     con muy estraña armonía,

8las cincuenta están cantando     con muy dulce melodía.

Allí habló una doncella     que Fortuna se decía:

10–Si duermes, rey don Rodrigo,     despierta, por cortesía

y verás tus malos hados, [7]     tu peor postrimería [8]

12y verás tus gentes muertas     y tu batalla rompida [9]

y tus villas y ciudades     destruidas en un día,

14tus castillos fortalezas     otro señor los regía;

si me pides [10] quién lo ha hecho     yo muy bien te lo diría:

16ese conde don Julián     por amores de su hija

porque se la deshonraste     y más d’ella no tenía;

18juramento viene echando     que te ha de costar la vida.–

Despertó muy congojado     con aquella voz que oía,

20con cara triste y penosa     d’esta suerte respondía:

–Mercedes [11] a ti, Fortuna,     d’esta tu mensajería.– [12]

22Estando en esto ha llegado     uno que nueva traía:

cómo el conde don Julián     las tierras le destruía.

24Apriesa pide el caballo     y al encuentro le salía,

los contrarios eran tantos     que esfuerzo no le valía,

26que capitanes y gentes     huye el que más podía.

Rodrigo deja sus tierras     y del real [13] se salía,

28solo va el desventurado,     que no lleva compañía;

el caballo de cansado     menear no se podía,

30camina por donde quiera,     que no le estorba la vía. [14]

El rey va tan desmayado     que sentido no tenía;

32muerto va de sed y hambre     que de velle [15] era mancilla; [16]

iban tan tinto [17] de sangre     que una brasa parescía; [18]

34las armas lleva abolladas,     que eran de gran pedrería;

la espada va hecha sierra     de los golpes que tenía;

36el almete [19] de abollado     en la cabeza se hundía;

la cara lleva hinchada     del trabajo que sufría.

38Subióse encima de un cerro     el más alto que veía,

dende allí mira su gente     cómo iba de vencida;

40de allí mira sus banderas     y estandartes [20] que tenía,

cómo están todos pisados     que la tierra los cubría;

42mira por los capitanes     que ninguno parescía;

mira el campo tinto en sangre     el cual arroyos corría.

44El triste, de ver aquello,     gran mancilla en sí tenía;

llorando de los sus ojos     d’esta manera decía:

46–Ayer era rey de España,     hoy no lo soy de una villa;

ayer villas y castillos,     hoy niguno poseía;

48ayer tenía criados     y gente que me servía,

hoy no tengo una almena [21]     que pueda decir que es mía.

50Desdichada fue la hora,     desdichado fue aquel día

en que nascí y heredé     la tan grande señoría

52pues lo había de perder     todo junto y en un día.

Oh, muerte, ¿por qué no vienes     y llevas esta alma mía

54d’este cuerpo tan mezquino [22]     pues se te agradecería?

 

[Pliego de Praga]

 

2

 

Por las riberas de Arlanza [23]     Bernardo el Carpio cabalga

2en un caballo morcillo [24]     enjaezado [25] de grana, [26]

la lanza terciada [27] lleva     y en el arzón [28] una adarga;

4mirábanle los de Burgos     toda la gente admirada

porque no se suele armar     sino a cosa señalada. [29]

6También le miraba el rey     que está volando una garza; [30]

decía el rey a los suyos:     –Esta es una buena lanza;

8o era Bernardo del Carpio     o era Muza el de Granada.–

Estando en estas razones     Bernardo el Carpio llegaba;

10sosegando va el caballo,     mas no dejara la lanza;

habló como hombre esforzado,     d’esta suerte al rey hablaba:

12–Bastardo me llaman, rey,     siendo hijo de tu hermana;

tú y los tuyos lo dicen,     que ninguno otro no osaba.

14Cualquiera que tal ha dicho     ha mentido por la barba,

que ni mi padre es traidor     ni mala mujer tu hermana,

16que cuando yo fui nacido     ya mi madre era casada.

Metiste a mi padre en hierros [31]     y a mi madre en orden sacra [32]

18por dejar estos tus reinos     a aquesos [33] reyes de Francia;

con gascones [34] y leoneses     y con la gente asturiana

20yo iré por su capitán     o moriré en la batalla.

 

[Cartapacio de la Biblioteca de Palacio de Madrid]

 

3

 

–Buen conde Fernán González, [35]     el rey [36] envía por vos

2que vayades [37] a las cortes     que se hacían en León;

que si vos allá váis, conde,     daros han buen galardón:

4daros ha a Palenzuela [38]     y a Palencia la mayor, [39]

daros ha las nueve villas,     con ellas a Carrión,

6daros ha a Torquemada,     la torre de Mormojón,

daros ha a Tordesillas     y a torre de Lobatón

8y si más quisiéredes, conde,     daros ha a Carrión.

Buen conde, si allá no ides, [40]     daros hían [41] por traidor.–

10Allí respondiera el conde     y dijera esta razón: [42]

–Mensajero eres, amigo,     no mereces culpa, no,

12que yo no he miedo al rey     ni a cuantos con él son.

Villas y castigos tengo,     todos a mi mandar son:

14d’ellos me dejó mi padre,     d’ellos [43] me ganara yo;

los que me dejó mi padre     poblélos de ricos hombres,

16las que yo me hube ganado     póblelas de labradores;

quien no tenía más de un buey     dábale otro, que eran dos;

18al que casaba su hija     dole yo muy rico don; [44]

al que le faltan dineros     también se los presto yo.

20Cada día que amanece     por mí hacen oración;

no la hacían por el rey     que no la merece, non:

22él le puso muchos pechos [45]     y quitáraselos yo.

 

[Cancionero de romances de 1550]

 

4

 

Pártese el moro Alicante [46]     víspera de Sant Cebrián, [47]

2ocho cabezas llevaba     todas de hombres de alta sangre.

Sábelo el rey Almanzor, [48]     a recibir se lo sale:

4aunque perdió muchos moros     piensa en esto bien ganare. [49]

Manda hacer un tablado     para mejor las mirare, [50]

6mandó traer un cristiano     qu’estaba en captividade; [51]

como ante sí lo trujeron [52]     empezóle de hablare; [53]

8díjole: –Gonzalo Gustos,     mira quién conoscerás, [54]

que lidiaron mis poderes [55]     en el campo de Almenare.– [56]

10Sacaron ocho cabezas,     todas son de gran linaje.

Respondió Gonzalos Gustos:     –Presto os diré la verdade.– [57]

12E limpiándoles la sangre     asaz [58] se fuera a turbar;

dijo llorando agramente: [59]     –¡Conózcolas, por mi mal!

14La una es de mi carillo, [60]     las otras me duelen más:

de los infantes de Lara     son, mis hijos naturales.– [61]

16Así razona con ellos     como si vivos hablasen:

Dios os salve, el mi compadre, [62]     el mi amigo leal.

18¿Adónde son los mis hijos     que y’os quise encomendar?

Muerto sois como buen hombre,     como hombre de fiar.–

20Tomara otra cabeza     del hijo mayor de edad:

–Sálveos Dios, Diego González,     hombre de muy gran bondad

22del conde Fernán González [63]     alférez [64] el principal;

a vos amaba yo mucho,     que me habíades [65] de heredar.–

24Alimpiándola con lágrimas     volviérala a su lugar

y toma la del segundo,     Martín Gómez que llamaban:

26–Dios os perdone, el mi hijo,     hijo que mucho preciaba;

jugador era de tablas [66]     el mejor de toda España,

28mesurado [67] caballero,     muy buen hablador en plaza.–

Y dejándola llorando     la del tercero tomaba:

30–Hijo Suero Gustos,     todo el mundo os estimaba,

el rey os tuviera en mucho     solo para la su caza;

32gran caballero esforzado,     muy buen bracero [68] a ventaja.

Ruy Gómez, vuestro tío,     estas bodas ordenara.–

34Y tomando la del cuarto     lasamente [69] la miraba:

–Oh, hijo Fernán González,     nombre del mejor d’España,

36del buen conde de Castilla,     aquel que vos baptizara;

matador de puerco espín, [70]     amigo de gran compaña, [71]

38nunca con gente de poco     os viera en alianza.–

Tomó la de Ruy Gómez,     de corazón la abrazaba:

40–Hijo mío, hijo mío,     quién como vos se hallara.

Nunca le oyeran mentira,     nunca, por oro ni plata;

42animoso, buen guerrero, muy gran feridor [72] d’espada

que a quien dábades [73] de lleno     tullido o muerto quedaba.–

44Tomando la del menor     el dolor se le doblara:

–Hijo Gonzalo González,     los ojos de doña Sancha.

46¿Qué nuevas irán a ella     que a vos más que a todos ama?

Tan apuesto de persona,     decidor [74] bueno entre damas,

48repartidor en su haber,     avantajado [75] en la lanza.

Mejor fuera la mi muerte     que ver tan triste jornada.–

50Al duelo qu’el viejo hace     toda Córdoba lloraba.

El rey Almanzor cuidoso [76]     consigo se lo llevaba

52y mandó a una morica     lo sirviese muy de gana;

ésta le torna en prisiones     y con amor le curaba;

54hermana era del rey,     doncella moza y lozana. [77]

Con ésta Gonzalo Gustos     vino a perder su saña, [78]

56que d’ella le nació un hijo     que a los hermanos vengara.

 

[Silva de romances]

 

5

 

A cazar va don Rodrigo     y aun don Rodrigo de Lara. [79]

2Con la gran siesta [80] que hace     arrimado se ha a un haya [81]

maldiciendo a Mudarrillo,     hijo de la renegada, [82]

4que si a las manos le hubiese,     que le sacaría el alma.

El señor estando en eso,     Mudarrillo que asomaba.

6–Dios te salve, caballero,     debajo la verde haya.

–Así haga a ti, escudero, [83]     buena sea tu llegada.

8–Dígasme tú, el caballero,     cómo era la tu gracia. [84]

A mí dicen don Rodrigo     y aun don Rodrigo de Lara,

10cuñado de Gonzalo Gustos, [85]     hermano de doña Sancha;

por sobrinos me los hube     los siete infantes de Salas.

12Espero aquí a Mudarrillo,     hijo de la renegada;

si delante lo tuviese,     yo le sacaría el alma.

14–Si a ti dicen don Rodrigo     y aun don Rodrigo de Lara,

a mí Mudarra González, [86]     hijo de la renegada,

16de Gonzalo Gustos hijo     y alnado [87] de doña Sancha;

por hermanos me los hube     los siete infantes de Salas. [88]

18Tú los vendiste, traidor,     en el val de Araviana; [89]

mas si Dios a mí me ayuda     aquí dejarás el alma.

20–Espéresme, don Gonzalo, [90]     iré a tomar las mis armas.

–El espera [91] que tú diste     a los infantes de Lara. [92]

22Aquí morirás, traidor,     enemigo de doña Sancha.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

6

 

Cabalga Diego Láinez [93]     al buen rey besar la mano;

2consigo se los llevaba     los trecientos [94] hijos dalgo, [95]

entr’ellos iba Rodrigo     el soberbio castellano.

4Todos cabalgan a mula,     sólo Rodrigo a caballo;

todos visten oro y seda,     Rodrigo va bien armado.

6Todos espadas ceñidas,     Rodrigo estoque [96] dorado;

todos con sendas varicas, [97]     Rodrigo lanza en la mano;

8todos guantes olorosos, [98]     Rodrigo guante mallado; [99]

todos sombreros muy ricos,     Rodrigo casco afilado

10y encima del casco lleva     un bonete [100] colorado.

Andando por su camino     unos con otros hablando

12llegados son a Burgos,     con el rey se han encontrado.

Los que vienen con el rey     entre sí van razonando,

14unos lo dicen de quedo, [101]     otros lo van preguntando:

–Aquí viene entre esta gente     quien mató al conde Lozano.

16Como lo oyera Rodrigo     en hito [102] los ha mirado;

con alta y soberbia voz     d’esta manera ha hablado:

18–Si hay alguno entre vosotros     su pariente o adeudado [103]

que le pese de su muerte,     salga luego a demandallo; [104]

20yo se lo defenderé,     quier a pie quier [105] a caballo.–

Todos responden a una: [106]     –Demándelo su pecado.–

22Todos se apearon juntos     para al rey besar la mano;

Rodrigo se quedó solo     encima de su caballo.

24Entonces habló su padre,     bien oiréis lo que ha hablado:

–Apeáos vos, mi hijo,     besaréis al rey la mano

26porque él es vuestro señor,     vos, hijo, sois su vasallo.–

Desque [107] Rodrigo esto oyó     sintióse más agraviado;

28las palabras que responde     son de hombre muy enojado:

–Si otro me lo dijera     ya me lo oviera pagado;

30mas por mandarlo vos, padre,     yo lo haré de buen grado.–

Ya se apeaba Rodrigo     para al rey besar la mano;

32al hincar de la rodilla     el estoque se ha arrancado.

Espantóse d’esto el rey     y dijo como turbado:

34–Quítate, Rodrigo, allá;     quítateme allá, diablo,

que tienes el gesto de hombre     y los hechos de león bravo.–

36Como Rodrigo esto oyó,     apriesa [108] pide el caballo;

con una voz alterada     contra el rey así ha hablado:

38–Por besar mano de rey     no me tengo por honrado,

porque la besó mi padre     me tengo por afrentado.–

40En diciendo estas palabras     salido se ha del palacio.

Consigo se los tornaba los trescientos hijos dalgo;

42si bien vinieron vestidos     volvieron mejor armados

y si vinieron en mulas     todos vuelven en caballos.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

7

 

–Afuera, afuera, Rodrigo, [109]     el soberbio castellano.

2Acordársete debría     de aquel tiempo ya pasado

cuando fuiste caballero     en el altar de Santiago,

4cuando el rey [110] fue tu padrino,     tú, Rodrigo el ahijado;

mi padre te dio las armas,     mi madre te dio el caballo,

6yo te calcé las espuelas [111]     porque fueses más honrado,

que pensé casar contigo     mas no lo quiso mi pecado. [112]

8Casaste con Jimena Gómez, [113]     hija del conde Lozano;

con ella hubiste dineros,     conmigo hubieras estado;

10bien casaste tú, Rodrigo,     muy mejor fueras casado:

dejaste hija de rey     por tomar de su vasallo.

12–Si os parece, mi señora,     bien podemos desligallo. [114]

–Mi ánima penaría     si yo fuese en discrepallo. [115]

14–Afuera, afuera, los míos,     los de a pie y de a caballo,

pues de aquella torre mocha [116]     una vira [117] me han tirado:

16no traía el asta de hierro,     el corazón me ha pasado;

ya ningún remedio siento,     sino vivir más penado.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

8

 

–Rey don Sancho, [118] rey don Sancho,     no digas que no te aviso:

2que de dentro de Zamora     un alevoso [119] ha salido;

llámase Vellido Dolfos, [120]     hijo de Dolfos Vellido;

4cuatro traiciones ha hecho     y con ésta serán cinco;

si gran traidor fue el padre     mayor traidor es el hijo.–

6Gritos dan en el real:     a don Sancho han malherido.

Muerto le ha Vellido Dolfos,     gran traición ha cometido;

8desque le tuviera muerto     metióse por un postigo; [121]

por las calles de Zamora     va dando voces y gritos:

10–Tiempo era, doña Urraca,     de complir lo prometido.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

9

 

En Santa Águeda [122] de Burgos,     do [123] juran los hijos de algo,

2allí toma juramento     el Cid al rey castellano: [124]

si se halló en la muerte     del rey don Sancho su hermano.

4Las juras [125] eran muy recias, [126]     el rey no las ha otorgado. [127]

–Villanos te maten, Alonso,     villanos que no hidalgos,

6de las Asturias de Oviedo     que no sean castellanos;

si ellos son de León,     yo te los do por marcados; [128]

8caballeros vayan en yeguas,     en yeguas que no en caballos;

las riendas [129] traigan de cuerda     y no con frenos dorados;

10abarcas [130] traigan calzadas     y no zapatos con lazo; [131]

las piernas traigan desnudas,     no calzas [132] de fino paño;

12trayan capas aguaderas, [133]     no capuces [134] ni tabardos; [135]

con camisones [136] de estopa, [137]     no de holanda [138] ni labrados; [139]

14mátente con aguijadas, [140]     no con lanzas ni con dardos;

con cuchillos cachicuernos, [141]     no con puñales dorados;

16mátente por las aradas, [142]     no por caminos hoyados; [143]

sáquente el corazón     por el derecho costado

18si no dices la verdad     de lo que te es preguntado:

si tú fuiste o consentiste     en la muerte de tu hermano.–

20Allí respondió el buen rey,     bien oiréis lo que ha hablado:

–Mucho me aprietas, Rodrigo;   Rodrigo, mal me has tratado.

22Mas hoy me tomas la jura,     cras [144] me besarás la mano.–

Allí respondió el buen Cid     como hombre muy enojado:

24Aqueso [145] será, buen rey,     como fuere galardonado;

que allá en las otras tierras     dan sueldo a los hijos d’algo.

26Por besar mano de rey     no me tengo por honrado;

porque la besó mi padre     me tengo por afrentado.

28–Vete de mis tierras, Cid,     mal caballero probado;

vete, no m’entres en ellas     hasta un año pasado.

30–Que me place –dijo el Cid–,     que me place de buen grado

por ser la primera cosa     que mandas en tu reinado.

32Tú me destierras por uno,     yo me destierro por cuatro.–

Ya se partía el buen Cid     de Vivar, [146] esos palacios;

34las puertas deja cerradas,     los alamudes [147] echados,

las cadenas deja llenas     de podencos [148] y de galgos; [149]

36con él lleva sus halcones, [150]     los pollos y los mudados; [151]

con él van cien caballeros,     todos eran hijos de algo,

38los unos iban a mula     y los otros a caballo.

Por una ribera arriba     al Cid van acompañando;

40acompañándolo iban     mientras él iba cazando.

 

[Manuscrito de la British Library de Londres]

 

10

 

Helo, [152] helo, por do viene     el moro por la calzada,

2caballero a la jineta [153]     encima una yegua baya; [154]

borceguíes [155] marroquíes     y espuela de oro calzada,

4una adarga [156] ante los pechos     y en su mano una zagaya. [157]

Mirando estaba Valencia     cómo está tan bien cercada.

6–Oh, Valencia, oh, Valencia,     de mal fuego seas quemada.

Primero fuiste de moros     que de cristianos ganada;

8si la lanza no me miente,     a moros serás tornada.

Aquel perro de aquel Cid     prenderélo [158] por la barba,

10su mujer doña Jimena     será de mí captivada, [159]

su hija Urraca Hernando [160]     será mi enamorada,

12después de yo harto d’ella     la entregaré a mi compaña.–

El buen Cid no está tan lejos     que todo bien lo escuchaba.

14–Venid vos acá, mi hija,     mi hija doña Urraca.

Dejad las ropas continas [161]     y vestid ropas de Pascua, [162]

16aquel moro hi de perro     detenémelo en palabras

mientras yo ensillo a Babieca [163]     y me ciño la mi espada.–

18La doncella muy hermosa     se paró [164] a una ventana;

el moro desque la vido [165]     desta suerte le hablara:

20–Alá te guarde, señora,     mi señora doña Urraca.

–Así haga a vos, señor,     buena sea vuestra llegada.

22Siete años ha, rey, siete     que soy vuestra enamorada.

–Otros tantos ha, señora,     que os tengo dentro en mi alma.–

24Ellos estando en aquesto [166]     el buen Cid que asomaba.

–Adiós, adiós, mi señora,     la mi linda enamorada,

26que del caballo Babieca     yo bien oigo la patada.–

Do la yegua pone el pie     Babieca pone la pata;

28allí hablara el caballo,     bien oiréis lo que hablaba:

–Reventar debía la madre     que a su hijo no esperaba.–

30Siete vueltas la rodea     alderredor de una jara; [167]

la yegua, que era ligera,     muy adelante pasaba

32fasta [168] llegar cabe [169] un río     adonde una barca estaba.

El moro desque la vido     con ella bien se holgaba. [170]

34Grandes gritos da al barquero     que le allegase [171] la barca;

el barquero es diligente,     túvosela aparejada.

36Embarcó muy presto en ella,     que no se detuvo nada.

Estando el moro embarcado,     el buen Cid que llegó al agua

38y por ver al moro en salvo     de tristeza reventaba,

mas con la furia que tiene     una lanza le arrojaba

40y dijo: –Recoged, mi yerno,     arrecogedme esa lanza,

que quizá tiempo verná [172]     que os será bien demandada.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

 

Romances históricos

11

 

Válame [173] nuestra Señora     que dicen de la Ribera

2donde el buen rey don Fernando [174]     tuvo la su cuarentena; [175]

dende el miércoles corvillo [176]     hasta el jueves de la cena [177]

4el rey no afeitó su barba     ni se lavó su cabeza;

una silla era su cama,     un canto su cabecera,

6cuarenta pobres comían     cada día a la su mesa;

de lo que a los pobres sobra     el rey hacía su cena.

8Con vara de oro [178] en mano     bien hace servir su mesa;

dícenle sus caballeros     do había de tener la fiesta.

10–A Jaén –dice–, señores,     con mi señora la reina.–

En Jaén tuvo la Pascua [179]     y en Martos [180] el cabodaño. [181]

12Pártese para Alcaudete, [182]     ese castillo nombrado;

el pie tiene en el estribo, [183]     aún no había descabalgado

14cuando le daban querella     de dos hombres como hijosdalgo:

y dábanle la querella     dos hombres como villanos:

16–Justicia, justicia, el rey,     pues que somos tus vasallos,

de don Pedro Caravajal     y don Rodrigo su hermano

18que nos corren nuestras tierras     y nos roban nuestro campo,

fuérzannos nuestras mujeres     a tuerto y desaguisado [184]

20y cómennos la cebada,     no nos la quieren pagar.

Hacen otras desvergüenzas     que era vergüenza contallo. [185]

22–Yo haré d’ellos justicia;     tornáos a vuestro ganado.–

Manda pregonar el rey     y por todo su reinado

24que cualquier que los hallase     le darían buen hallazgo; [186]

hallólos el Almirante     allá en Medina del Campo [187]

26comprando muy ricas armas,     jaeces [188] para sus caballos

para ir a ver el pregón     qu’el buen rey había dado.

28–Presos, presos, caballeros;     presos, presos, hijosdalgo.

–No por vos, el Almirante,     si de otro no es mandado.

30–Sed presos, los caballeros,     que del rey traigo mandado.

–Pues así es, el Almirante,     plácenos de muy buen grado.–

32Por las sus jornadas ciertas     a Jaén habían llegado.

–Manténgate Dios, el rey.     –Mal vengades, hijosdalgo.–

34Mandóles cortar los pies,     mandóles cortar las manos

y mandólos despeñar     de aquella peña de Martos.

36Allí habló el menor d’ellos,     el menor y más osado:

–¿Por qué nos matas, el rey,     siendo tan mal informado?

38Pues quejámonos de ti     al juez que es soberano,

que dentro de treinta días     con nosotros seas en plazo

40y ponemos por testigo     a Sanct Pedro y a Sanct Pablo,

ponemos por testimonio     al apóstol Sanctiago.–

42Y sin más poder decir     mueren estos hijosdalgo.

Antes de los treinta días     malo está el rey don Fernando,

44el cuerpo cara oriente     y la candela en la mano.

Así fallesció su alteza     d’esta manera citado.

 

[Pliego de Praga]

 

12

 

Don García de Padilla, [189]     ese que Dios perdonase,

2tomara al rey por la mano     y apartólo en poridad: [190]

–Un castillo hay en Consuegra [191]   que en el mundo no hay su par;

4mejor sería para vos, el rey,     que para el prior [192] de San Juan.

Convidédesle, el buen rey,     convidédesle a yantar;

6la comida que le diéredes     como dio en Toro [193] a don Juan: [194]

que le corteis la cabeza     sin ninguna piedad;

8desque se la hayás [194 bis] cortado     en tenencia [195] me lo dad.

Ellos en aquesto estando     el prior llegado ha.

10–Mantenga Dios a tu alteza     y tu corona real.

–Bien vengáis, el buen prior,     digádesme [196] una verdad:

12el castillo de Consuegra,     digades: ¿por quién está?

–El castillo con la villa,   señor, a vuestro mandar.

14–Pues convidoos, el prior,     para comigo yantar. [197]

–Pláceme, dijo el buen rey,     de muy buena voluntad.

16Deme licencia tu alteza,     licencia me quiera dar.

Monjes nuevos son venidos,     irélos aposentar.

18–Vais con Dios, Hernán Rodrigo,     luego vos queráis tornar.–

Vase para la cocina     do su cocinero está;

20así hablaba con él     como si fuera su igual:

–Tomes estos mis vestidos,     los tuyos me quieras dar

22y a hora de mediodía     salieses tú a pasear.–

Vase a la caballeriza [198]     do su macho fue a hallar.

24–Macho [199] rucio, [200] macho rucio,     Dios te me quiera guardar;

de dos me has escapado     con aquesta tres serán.

26Si de aquesta tú me escapas,   luego te entiendo ahorrar.– [201]

Presto le echaba la silla,     comienza de cabalgar;

28llegando a Azoguejo [202]     el macho empieza a roznar. [203]

Media noche era por filo [204],     los gallos quieren cantar

30cuando entraba por Toledo,     por Toledo esa ciudad;

antes que el gallo cantase     a Consuegra fue a llegar.

32Halló las guardas [205] velando,     empiézales de hablar:

–Digádesme, veladores,     digádesme la verdad:

34este castillo de Consuegra,     digades, ¿por quién está?

–El castillo con la villa,     por el prior de Sant Juan.

36–Pues abriésedes [206] la puerta,     catalde [207] aquí donde está.–

La guarda, desque le oyera,     abriólas de par en par.

38Tomásesme [208] allá ese macho,     d’él me quieras tú curar; [209]

déjesme la vela a mí,     que yo la quiero velar.

40Velá, [210] velá, veladores,     así rabia mala os mate,

que quien a buen señor sirve     este galardón le dan.–

42Él estando en aquesto     el mal rey llegado ha;

halló las guardas velando,     comenzóles de hablar:

44–Digádesme, veladores,     que Dios vos quiera guardar,

el castillo de Consuegra,     digades, ¿por quién está?

46El castillo con la villa     por el prior de Sant Juan.

–Pues abrí [211] hora las puertas,     catalde aquí do está.

48–Afuera, afuera, buen rey,     qu’el prior llegado ha.

–Macho rucio, macho rucio,     muermo [212] te quiera matar;

50siete caballos me has muerto     y con éste ocho serán.

Abrádesme, el buen prior,     allá me dejes entrar,

52que por mi corona te juro     de nunca te hacer mal.

–Hacerlo [213] vos, el buen rey,     agora [214] en mi mano está.–

54Mándale abrir la puerta,     dale muy bien de cenar.

 

[Pliego de El Escorial]

 

13

 

Yo m’estando en Coimbra [215]     a prazer y a ben folgar [216]

2por los campos de Mondego [217]     caballeros vi asomar.

Desque yo los vi, mesquina, [218]     luego vi mala señal,

4qu’el corazón me decía     lo que traían en voluntad.

Cerquéme [219] de mis hijuelos     para los ir a buscar

6porque la inocencia dellos     los moviese a piedad;

púseme delante el rey [220]     con muy grande humildad,

8tristes palabras diciendo     no cesando de llorar:

–Si no te duele mi muerte,     duélate la tierna edad

10destos hijos de tu hijo     que habrán de mí soledad.

 

[Cancionero musical de Alonso Núñez]

 

14

 

Miraba de Campoviejo [221]     el rey de Aragón [222] un día:

2miraba la mar d’España     cómo menguaba y crescía;

miraba naos [223] y galeras, [224]     unas van y otras venían;

4unas venían de armada [225]     y otras de mercadería, [226]

unas van la vía de Flandes,     otras la de Lombardía;

6esas que vienen de guerra,     ¡oh, cuán bien le parescían!

Miraba la gran ciudad     que Nápoles se decía;

8miraba los tres castillos     que la gran ciudad tenía:

Castel Novo y Capuana,     Santelmo, [227] que relucía;

10aqueste [228] relumbra entr’ellos     como el sol de mediodía.

Lloraba de los sus ojos,     de la su boca decía:

12–¡Oh, ciudad, cuánto me cuestas     por la gran desdicha mía!

Cuéstasme duques y condes,     hombres de muy gran valía;

14cuéstasme un tal hermano     que por hijo le tenía;

d’esotra gente menuda [229]     cuento ni par no tenía;

16cuéstasme veinte y dos años,     los mejores de mi vida,

que en ti me nascieron barbas     y en ti las encanescía.

 

[Silva de varios romances 1550]

 

15

 

Nueva triste, nueva triste     que sona [230] por toda España,

2que ese príncipe don Juan [231]     está malo en Salamanca.

Malo está de calentura, [232]     que otro mal no se le halla;

4íbalo a ver el duque,     ese duque de Calabria. [233]

–¿Qué dicen de mí, ay, duque?,     ¿qué dicen por Salamanca?

6–Que está malo vuestra alteza,     mas que su mal que no es nada.

–Ansí [234] plegue [235] al Dios del cielo     y a la Virgen coronada.

8Si d’esta no muero, duque,     duque, no perderéis nada.–

Estas palabras diciendo,     siete dotores [236] entraban;

10los seis le miran el pulso,     dicen que su mal no es nada;

el postrero que lo mira     es el doctor de la Parra. [237]

12Hincó rodilla en el suelo,     mirándole está la cara.

–Cómo me miras, dotor,     cómo me miras de gana.

14–Confiésese vuestra alteza,     mande ordenar bien su alma.

Tres horas tiene de vida,     la una que se le acaba.–

16Estas palabras oyendo     el rey su padre llegaba.

–¿Qué es aqueso, hijo mío,     mi heredero de España?

18O tenéis sudor de vida     o se os arranca el alma.

Si vos morís, mi hijo,     ¿qué hará aquel que tanto os ama?–

20Estas palabras diciendo     ya caye que se desmaya.

 

[Ms. de la Biblioteca de Palacio de Madrid]

 

 

Romances fronterizos

16

 

De Antequera [238] partió el moro     tres horas antes del día

2con cartas en la su mano     en que socorro pedía,

escritas iban con sangre     mas no por falta de tinta;

4el moro que las llevaba     ciento y veinte años había,

la barba tenía blanca,     la calva le relucía;

6toca [239] llevaba tocada,     muy grande precio valía,

la mora que la labrara [240]     por su amiga la tenía;

8alhaleme [241] en su cabeza     con borlas de seda fina;

caballero en una yegua,     que caballo no quería;

10solo con un pajecico     que le tenga compañía,

no por falta de escuderos,     que en su casa hartos había.

12Siete celadas [242] le ponen     de mucha caballería,

mas la yegua era ligera:     d’entre todos se salía.

14Por los campos de Archidonia [243]     a grandes voces decía:

–Oh, buen rey, si tú supieses     mi triste mensajería, [244]

16mesarías [245] tus cabellos     y la tu barba vellida.– [246]

El rey que venir lo vido [247]     a recebirlo salía

18con trecientos de caballo,     la flor de la morería.

–Bien seas venido, el moro,     buena sea tu venida.

20–Alá te mantenga, el rey,     con toda tu compañía.

–Dime qué nueva me traes     de Antequera esa mi villa.

22–Yo te las diré, buen rey,     si tú me otorgas la vida.

–La vida t’es otorgada     si traición en ti no había.

24–Nunca Alá lo permitiese     hacer tan gran villanía;

mas sepa tu real alteza     lo que ya saber debría:

26que esa villa de Antequera     en grande aprieto se vía, [248]

que el infante don Fernando [249]     cercada te la tenía;

28fuertemente la combate     sin cesar noche ni día.

Manjar que tus moros comen,     cueros de vaca cocida.

30Buen rey, si no la socorres,     muy presto se perdería.–

El rey, cuando aquesto oyera,     de pesar se amortecía; [250]

32haciendo gran sentimiento     muchas lágrimas vertía,

rasgaba sus vestiduras     con gran dolor que tenía,

34ninguno le consolaba     porque no lo permitía.

Mas después en sí tornando     a grandes voces decía:

36–Toquénse mis añafiles, [251]     trompetas de plata fina,

júntense mis caballeros     cuantos en mi reino había,

38vayan con mis dos hermanos     a Archidona esa mi villa

en socorro de Antequera,     llave de mi señoría.– [252]

40Y así con este mandado     se juntó gran morería;

ochenta mil peones fueron     el socorro que venía

42con cinco mil de caballo,     los mejores que tenía.

Ansí en la Boca del Asna [253]     este real sentado había

44a vista del del infante,     el cual ya se apercebía [254]

confiando en la gran vitoria [255]     que d’ellos Dios le daría,

46sus gentes bien ordenadas.     De San Juan era aquel día

cuando se dio la batalla     de los nuestros tan herida

48que por ciento y veinte muertos     quince mil moros había.

Después de aquesta batalla     fue la villa combatida

50con lombardas [256] y pertrechos [257]     y con una gran bastida [258]

con que le ganan las torres     de donde era defendida.

52Después dieron el castillo     los moros a pleitesía [259]

que libres con sus haciendas     el infante los pornía [260]

54en la villa de Archidonia,     lo cual todo se cumplía.

Y ansí se ganó Antequera     a loor [261] de santa María.

 

[Cancionero de romances, s.a.]

 

17

 

La mañana de Sant Juan [262]     al tiempo que alboreaba

2gran fiesta hacen los moros     por la vega de Granada

revolviendo [263] sus caballos     y jugando de las lanzas,

4ricos pendones en ellas     broslados [264] por sus amadas,

ricas marlotas [265] vestidas     tejidas de oro y grana;

6el moro que amores tiene     señales d’ello mostraba

y el que no tenía amores     allí no escaramuzaba. [266]

8Las damas mozas lo miran     de las torres del Alhambra;

también se los mira el rey     de dentro del Alcazaba. [267]

10Dando voces vino un moro     con la cara ensangrentada:

–Con tu licencia, el rey,     te diré una nueva mala:

12el infante don Fernando     tiene Antequera ganada;

muchos moros deja muertos,     yo soy quien mejor librara:

14siete lanzadas yo traigo,     el cuerpo todo me pasan;

los que conmigo escaparon     en Archidona quedaban.–

16Con la tal nueva el rey     la cara se le demudaba. [268]

Manda juntar sus trompetas     que toquen todos alarma,

18manda juntar a los suyos,     hacen muy gran cabalgada;

y a las puertas de Alcalá     que la Real [269] se llamaba

20los cristianos y los moros     una escaramuza traban.

Los cristianos eran muchos,     mas llevaban orden mala;

22los moros, que son de guerra,     dado les han mala carga:

d’ellos matan, d’ellos prenden,     d’ellos toman en celada.

24Con la victoria los moros     van la vuelta de Granada;

a grandes voces decían:     –¡La victoria ya es cobrada!

 

[Silva de varios romances 1550]

 

18

 

¡Abenámar, [270] Abenámar,     moro de la morería,

2el día que tú naciste     grandes señales había!

Estaba la mar en calma,     la luna estaba crecida;

4moro que en tal signo nace     no debe decir mentira.

Allí respondiera el moro,     bien oiréis lo que decía:

6–Yo te la diré, señor,     aunque me cueste la vida,

porque soy hijo de un moro     y una cristiana cautiva;

8siendo yo niño y muchacho     mi madre me lo decía:

que mentira no dijese,     que era grande villanía.

10Por tanto pregunta, rey,     que la verdad te diría.

–Yo te agradezco, Abenámar,     aquesa [271] tu cortesía.

12¿Qué castillos son aquéllos?     ¡Altos son y relucían!

–El Alhambra [272] era, señor,     y la otra la mezquita,

14los otros los Alixares, [273]     labrados a maravilla.

El moro que los labraba     cien doblas [274] ganaba al día,

16y el día que no los labra,     otras tantas se perdía.

El otro el Generalife, [275]     huerta que par no tenía,

18el otro Torres Bermejas, [276]     castillo de gran valía.

Allí habló el rey don Juan,     bien oiréis lo que decía:

20–Si tú quisieses, Granada,     contigo me casaría;

darte he en arras [277] y dote     a Córdoba y a Sevilla.

22–Casada soy, rey don Juan,     casada soy, que no viuda;

el moro que a mí me tiene     muy grande bien me quería.

 

[Ginés Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada]

 

19

 

Álora [278] la bien cercada,     tú que estás en par [279] del río,

2cercóte el Adelantado [280]     una mañana en domingo, [280 bis]

de peones [281] y hombres d’armas     el campo bien guarnescido. [282]

4Con la gran artillería     hecho te había un portillo; [283]

viérades [284] moros y moras     todos huir al castillo.

6las moras llevaban ropa, los moros harina y trigo

y las moras de quince años     llevaban el oro fino

8y los moricos pequeños     llevaban la pasa e higo.

Por cima de la muralla     su pendón [285] llevan tendido;

10entre almena y almena     quedado se había un morico

con una ballesta [286] armada     y en ella puesto un cuadrillo. [287]

12En altas voces decía,     que la gente lo había oído:

–Treguas, treguas, Adelantado,     por tuyo se da el castillo–

14Alza la visera arriba     por ver el que tal le dijo.

Asestárale a la frente,     salido le ha el colodrillo; [288]

16sacólo Pablo de rienda [289]     y de mano Jacobillo,

estos dos que había criado     en su casa desde chicos;

18lleváronle a los maestros [290]     por ver si será guarido; [291]

a las primeras palabras     el testamento les dijo.

 

[Pliego de Praga]

 

20

 

Río Verde, [292] río Verde,     más negro vas que la tinta.

2Entre ti y Sierra Bermeja [293]     murió gran caballería:

mataron a Ordiales, [294]     Sayavedra [295] huyendo iba,

4con el temor de los moros     entre un jaral [296] se metía;

tres días ha con sus noches     que bocado no comía,

6aquejábale la sed     y la hambre que tenía.

Por buscar algún remedio     al camino se salía.

8Visto lo habían los moros     que andan por la serranía;

los moros, desque lo vieron,     luego para él se venían;

10Unos dicen: –Muera, muera.– Otros dicen: –Viva, viva.–

Tómanle entre todos ellos,     bien acompañado iba;

12allá le van a presentar     al rey de la morería;

desque el rey moro lo vido,     bien oiréis lo que decía:

14–¿Quién es ese caballero     que ha escapado con la vida?

–Sayavedra es, señor,     Sayavedra el de Sevilla,

16el que mataba tus moros     y tu gente destruía,

el que hacía cabalgadas     y se encerraba en su manida.– [297]

18Allí hablara el rey moro,     bien oiréis lo que decía:

–Dígasme tú, Sayavedra,     sí Alá te alargue la vida:

20si en tu tierra me tuvieses,     ¿qué honra tú me harías?–

Allí habló Sayavedra,     d’esta suerte le decía:

22–Yo te lo diré, señor,     nada no te mentiría:

si cristiano te tornases     grande honra te haría

24y si así no lo hicieses     muy bien te castigaría:

la cabeza de los hombros     luego te la cortaría.

26–Calles, calles, Sayavedra,     cese tu malenconía. [298]

Tórnate moro si quieres     y verás qué te daría:

28darte he villas y castillos     y joyas de gran valía.–

Gran pesar ha Sayavedra     d’esto que oír decía;

30con una voz rigurosa     d’esta suerte respondía:

–Muera, muera Sayavedra;     la fe no renegaría,

32que mientras vida tuviere     la fe yo defendería.–

Allí hablara el rey moro     y d’esta suerte decía:

34–Prendedlo, mis caballeros,     y d’él me haced justicia.–

Echó mano a su espada,     de todos se defendía,

36mas como era uno solo     allí hizo fin su vida.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

21

 

Paseábase el rey moro [299]     por la ciudad de Granada

2desde la puerta de Elvira [300]     hasta la de Vivarrambla. [301]

¡Ay de mi Alhama!

Cartas le fueron venidas     que Alhama era ganada.

4Las cartas echó en el fuego     y al mensajero matara.

¡Ay de mi Alhama!

Descabalga de una mula     y en un caballo cabalga;

6por el Zacatín [302] arriba     subido se había al Alhambra.

¡Ay de mi Alhama!

Como en el Alhambra estuvo,     al mismo punto mandaba

8que se toquen sus trompetas,     sus añafiles de plata.

¡Ay de mi Alhama!

Y que las cajas [303] de guerra     apriesa [304] toquen alarma,

10porque lo oigan sus moros,     los de la vega [305] y Granada.

¡Ay de mi Alhama!

Los moros, que el son oyeron   que al sangriento Marte [306] llama,

12uno a uno y dos a dos     juntado se ha gran batalla.

¡Ay de mi Alhama!

Allí habló un moro viejo,     de esta manera hablaba:

14–¿Para qué nos llamas, rey?     ¿Para qué es esta llamada?

¡Ay de mi Alhama!

–Habéis de saber, amigos,     una nueva desdichada:

16que cristianos de braveza     ya nos han ganado Alhama.

¡Ay de mi Alhama!

Allí habló un alfaquí, [307]     de barba crecida y cana:

18–¡Bien se te emplea, buen rey;     buen rey, bien se te empleara!

¡Ay de mi Alhama!

Mataste los Bencerrajes, [308]     que eran la flor de Granada;

20cogiste los tornadizos [309]     de Córdoba la nombrada.

¡Ay de mi Alhama!

Por eso mereces, rey,     una pena muy doblada:

22Que te pierdas tú y tu reino     y aquí se pierda Granada.

¡Ay de mi Alhama!

 

[Ginés Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada.]

 

22

 

–Moro alcaide, [310] moro alcaide,     el de la barba vellida

2el rey os manda prender     porque Alhama [311] era perdida.

–Si el rey me manda prender     porque es Alhama perdida,

4el rey lo puede hacer,     mas yo nada le debía,

porque yo era ido a Ronda [312]     a bodas de una mi prima;

6yo dejé cobro [313] en Alhama     el mejor que yo podía.

Si el rey perdió su ciudad,     yo perdí cuanto tenía:

8Perdí mi mujer e hijos,     la cosa que más quería.

 

[Cancionero de romances de 1550]

 

 

Romances de la materia de Francia

23

 

Mala la vistes, [314] franceses,     la caza [315] de Roncesvalles: [316]

2don Carlos [317] perdió la honra,     murieron los doce pares, [318]

cautivaron a Guarinos, [319]     almirante de las mares.

4Los siete reyes de moros     fueron en su cautivare; [320]

siete veces echan suertes     cuál d’ellos lo ha de llevare,

6todas siete le cupieron [321]     a Marlotes el infante.

Más lo preciaba Marlotes     que Arabia con su ciudade; [322]

8dícele d’esta manera     y empezóle de hablar:

–Por Alá te ruego, Guarinos,     moro te quieras tornar;

10de los bienes d’este mundo     yo te quiero dar asaz:

las dos hijas que yo tengo     ambas te las quiero dar,

12la una para el vestir,     para vestir y calzare,

la otra para tu mujer,     tu mujer la naturale;

14darte he en arras y dote     Arabia con su ciudade;

si más quisieses, Guarinos,     mucho más te quiero dare.–

16Allí hablara Guarinos,     bien oiréis lo que dirá:

–No lo mande Dios del cielo     ni Santa María su madre,

18que deje la fe de Cristo     por la de Mahoma tomar,

que esposica tengo en Francia,     con ella entiendo casar.–

20Marlotes con gran enojo     en cárceles lo manda echar

con esposas en las manos     porque pierda el pelear,

22el agua fasta [323] la cinta [324]     porque pierda el cabalgar,

siete quintales [325] de fierro [326]     desde el hombro al calcañar; [327]

24en tres fiestas que hay’n el año     le mandaba justiciar:

la una Pascua de mayo, [328]     la otra por Navidad,

26la otra Pascua de Flores,     esa fiesta general.

Vanse días, vienen días,     venido era el de San Juan

28donde cristianos y moros     hacen gran solenidad; [329]

los cristianos echan juncia [330]     y los moros arayhán, [331]

30los judíos echan eneas [332]     por la fiesta más honrar.

Marlotes con alegría     un tablado [333] mandó armar,

32ni más chico ni más grande     que al cielo quiere llegar.

Los moros con alegría     empiézanle de tirar:

34tira el uno, tira el otro,     no llegan a la mitad.

Marlotes con enconía [334]     un plegón [335] mandara dar:

36que los chicos no mamasen     ni los grandes coman pan

fasta que aquel tablado     en tierra haya d’estar.

38Oyó el estruendo Guarinos     en las cárceles do está:

–Oh, válasme Dios del cielo     y Santa María su madre,

40o casan hija de rey     o la quieren desposar

o era venido el día     que me suelen justiciar.–

42Oído lo ha el carcelero     que cerca se fue a hallar:

–No casan hija de rey     ni la quieren desposar

44ni es venida la Pascua     que te suelen azotar,

mas era venido un día     el cual llaman de Sant Juan,

46cuando los que están contentos     con placer comen su pan.

Marlotes de gran placer     un tablado mandó armar;

48el altura que tenía     al cielo quiere allegar.

Hanle tirado los moros,     no le pueden derribar,

50Marlotes de enojado     un plegón mandara dar:

que ninguno no comiese     fasta habello de derribar.–

52Allí respondió Guarinos,     bien oiréis qué fue a hablar:

–Si vos me dais mi caballo     en que solía cabalgar

54y me diésedes mis armas     las que yo solía armar

y me diésedes mi lanza     la que solía llevar,

56aquellos tablados altos     yo los entiendo derribar

y si no los derribase     que me mandasen matar.–

58El carcelero qu’esto oyera     comenzóle de hablar:

–Siete años había, siete,     que estás en este lugar,

60que no siento hombre del mundo     que un año pudiese estar

y aún dices que tienes fuerza     para el tablado derribar.

62Mas espera tú, Guarinos,     que yo lo iré a contar

a Marlotes el infante     por ver lo que me dirá.–

64Ya se parte el carcelero,     ya se parte, ya se va;

como fue cerca del tablado     a Marlotes fue a hablar:

66–Unas nuevas vos traía,     queráismelas escuchar:

sabe que aquel prisionero     aquesto dicho me ha,

68que si le diesen su caballo     el que solía cabalgar

y le diesen las sus armas     que él se solía armar

70que aquestos tablados altos     él los entiende derribar.–

Marlotes de qu’esto oyera     d’allí lo mandó sacar;

72por mirar si en caballo     él podría cabalgar,

mandó buscar su caballo     y mandáraselo dar

74que siete años son pasados     que andaba llevando cal.

Armáronlo de sus armas,     que bien mohosas [336] están.

76Marlotes desque lo vido     con reír y con burlar

dice que vaya al tablado     y lo quiera derribar.

78Guarinos con grande furia     un encuentro le fue a dar

que más de la meitad [337] d’él     en el suelo fue a echar.

80Los moros de que esto vieron     todos le quieren matar;

Guarinos, como esforzado,     comenzó de pelear

82con los moros, que eran tantos     qu’el sol querían quitar;

peleara de tal suerte     que él se hubo de soltar

84y se fuera a su tierra,     a Francia la natural.

Grandes honras le hicieron     cuando le vieron llegar.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

24

 

En París está doña Alda,     la esposa de don Roldán, [338]

2trecientas damas con ella     para la acompañar;

todas visten un vestido,     todas calzan un calzar, [339]

4todas comen a una mesa,     todas comían de un pan

sino era doña Alda     que era la mayoral. [340]

6Las ciento hilaban oro,     las ciento tejen cendal, [341]

las ciento tañen instrumentos     para doña Alda holgar. [342]

8Al son de los instrumentos     doñ’Alda adormido se ha;

ensoñado había un sueño,     un sueño de gran pesar.

10Recordó [343] despavorida     y con un pavor muy grande,

los gritos daba tan grandes     que se oían en la ciudad.

12Allí hablaron sus doncellas,     bien oiréis lo que dirán:

–¿Qué es aquesto, mi señora?     ¿Quién es el que os hizo mal?

14–Un sueño soñé, doncellas,     que me ha dado gran pesar:

que me veía en un monte     en un desierto lugar;

16de so [344] los montes muy altos     un azor [345] vide [346] volar,

tras dél viene una aguililla     que lo ahínca [347] muy mal;

18el azor, con grande cuita, [348]     metióse so mi brial; [349]

el aguililla, con grande ira,     de allí lo iba a sacar.

20Con las uñas lo despluma,     con el pico lo deshace.–

Allí habló su camarera, [350]     bien oiréis lo que dirá:

22–Aquese sueño, señora,     bien os lo entiendo soltar: [351]

el azor es vuestro esposo     que viene de allén [352] la mar,

24el águila sodes [353] vos     con la cual ha de casar

y aquel monte es la iglesia     donde os han de velar. [354]

26–Si así es, mi camarera,     bien te lo entiendo pagar.–

Otro día de mañana     cartas de fuera le traen;

28tintas venían de dentro,     de fuera escritas con sangre:

que su Roldán era muerto     en la caza de Roncesvalles.

 

[Cancionero de romances de 1550]

 

25

 

Durandarte, [355] Durandarte,     buen caballero probado,

2yo te ruego que hablemos     en aquel tiempo pasado

y dime si se te acuerda     cuando fuiste enamorado,

4cuando en galas [356] e invenciones [357]     publicabas tu cuidado,

cuando venciste a los moros     en campo por mí aplazado.

6Agora, desconocido, di     ¿por qué me has olvidado?

–Palabras son lisonjeras, [358]     señora, de vuestro grado,

8que si yo mudanza hice,     vos lo habéis todo causado,

pues amastes [359] a Gaiferos [360]     cuando yo fui desterrado.

10Que si amor queréis conmigo,     tenéislo muy mal pensado,

que por no sufrir ultraje     moriré desesperado.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

26

 

–Vámonos –dijo–, mi tío,     en París esa ciudad

2en figura de romeros, [361]     no nos conozca Galván,

que si Galván nos conoce     mandar nos hía [362] matar.

4Encima ropas de seda     vestimos las de sayal; [363]

llevemos nuestras espadas     por más seguros andar;

6llevemos sendos bordones [364]     por la gente asegurar.–

Ya se parten los romeros,     ya se parten, ya se van,

8de noche por los caminos,     de día por los jarales.

Andando por sus jornadas     a París llegado han;

10las puertas hallan cerradas,     no hallan por dónde entrar,

siete vueltas la rodean     por ver si podrán entrar

12y al cabo de las ocho     un postigo [365] van hallar.

Ellos que se vieron dentro     empiezan a demandar;

14no preguntan por mesón [366]     ni menos por hospital, [367]

preguntan por los palacios     donde la condesa está.

16A las puertas del palacio     allí van a demandar;

vieron estar la condesa     y empezaron de hablar:

18–Dios te salve, la condesa.     –Los romeros, bien vengáis.

–Mándesnos dar limosna     por honor de caridad.

20–Con Dios vades, [368] los romeros,   que n’os puedo nada dar,

que el conde me había mandado     a romeros no albergar.

22–Dadnos limosna, señora,     qu’el conde no lo sabrá;

así la den a Gaiferos     en la tierra donde está.–

24Así como oyó Gaiferos     comenzó de sospirar;

mandábales dar del vino,   mandábales dar del pan.

26Ellos en aquesto estando     el conde llegado ha.

–¿Qu’es aquesto, la condesa?     Aquesto ¿qué puede estar?

28¿N’os tenía yo mandado     a romeros no albergar?–

Y alzara la su mano,     puñada [369] le fuera a dar

30que sus dientes menudicos     en tierra los fuera a echar.

Allí hablaran los romeros     y empiezan de hablar:

32–Por hacer bien la condesa     cierto no merece mal.

–Calledes [370] vos, los romeros,     no hayades vuestra parte.–

34Alzó Gaiferos su espada,     un golpe le fue a dar

que la cabeza de sus hombros     en tierra la fuera a echar.

36Allí habló la condesa     llorando con gran pesar:

–¿Quién érades, los romeros,     que al conde fuistes matar?–

38Allí respondió el romero,     tal respuesta le fue a dar:

–Yo soy Gaiferos, señora,     vuestro hijo natural.

40–Aquesto no puede ser     ni era cosa de verdad,

qu’el dedo y el corazón     yo lo tengo por señal.

42–El corazón que vos tenéis     en persona no fue a estar;

el dedo bien es aqueste     que en esta mano me falta.–

44La condesa qu’esto oyera     empezóle de abrazar;

la tristeza que tenía     en placer se fue a tornar.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

27

 

–Cata [371] Francia, Montesinos, [372]     cata París la ciudad,

2cata las aguas del Duero [373]     do van a dar en la mar,

cata palacios del rey,     cata los de don Beltrán [374]

4y aquella que ves más alta     y que está en mejor lugar

es la casa de Tomillas, [375]     mi enemigo mortal:

6por su lengua difamada     me mandó el rey desterrar

y he pasado a causa d’esto     mucha sed, calor y hambre,

8trayendo los pies descalzos,     las uñas corriendo sangre.

A la triste madre tuya     por testigo puedo dar

10que te parió en una fuente     sin tener en qué te echar;

yo, triste, quité mi sayo [376]     para haber de te cobijar;

12ella me dijo llorando     por te ver tan mal pasar:

«Tomes este niño, conde,     y lléveslo a cristianar.

14Llamédesle [377] Montesinos,     Montesinos le llamad».–

Montesinos que lo oyera     los ojos volvió a su padre; [378]

16las rodillas por el suelo,     empezóle de rogar

le quisiese dar licencia     que en París quiere pasar

18y tomar sueldo del rey     si se lo quisiere dar

por vengarse de Tomillas     su enemigo mortal,

20que si sueldo del rey toma     todo se puede vengar.

Ya que despedir se quieren     a su padre fue a rogar

22que a la triste de su madre     él la quiera consolar

y de su parte le diga     que a Tomillas va a buscar.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

28

 

En Castilla está un castillo     el cual dicen Roca Frida: [379]

2al castillo llaman Roca     y a la fuente llaman Frida;

las almenas tiene de oro,     paredes de plata fina,

4entre almena y almena     está una piedra zefira: [380]

tanto relumbra de noche     como el sol desque salía.

6Dentro estaba una doncella     que llaman Rosaflorida,

siete condes la demandan,     tres duques de Lombardía;

8a todos los despreciaba,     tanta era su lozanía. [381]

Enamoróse de Montesinos     de oída, que no de vista;

10allá a la media noche     gritos da Rosaflorida.

Oído lo había Landino,     el ayo que la tenía:

12–¿Qué habedes, [382] la infanta?     ¿Qué habedes, Rosaflorida?

O tenéis mal de amores     o estáis loca perdida.

14–Que ni tengo mal de amores     ni estoy loca perdida;

más llevédesme [383] unas cartas     a Francia la bien guarnida. [384]

16Dar las heis [385] a Montesinos     que venga a la Pascua florida. [386]

Dar le he yo mil marcos de oro     y dos mil de plata fina;

18daréle treinta castillos     todos riberas d’Ungría

y si muchos más quisiese     muchos más yo le daría;

20dar le hía este mi cuerpo     siete años a su guisa: [387]

si otra más linda hallase,     que me dejase escarnida, [388]

22que en todos estos reinos     no la hay otra más linda

si no es una mi hermana     que de mal fuego sea ardida;

24si ella me lleva [389] en cuerpo,     yo a ella en lozanía.–

Mal lo usara Montesinos     para haberme por amiga,

26que al cabo de siete años     fuera a buscar otra amiga

y así yo por buen amor     quedé burlada y perdida.

 

[Tercera silva de varios romances, 1551]

 

29

 

Levántose Girineldos [390]     que al rey dejaba dormido,

2fuese para la infanta [391]     donde estaba en el castillo.

–Abráisme –dijo– señora;     abráisme, cuerpo garrido. [392]

4–¿Quién sois vos, el caballero,     que llamáis a mi postigo?

–Girineldos soy, señora,     vuestro tan querido amigo.–

6Tomáralo por la mano,     a un palacio lo ha metido

y besando y abrazando     Girineldos se ha dormido.

8Recordado [393] había el rey     del sueño despavorido;

tres veces lo había llamado,     ninguna le ha respondido.

10–Girineldos, Girineldos,     mi camarero polido, [394]

si me andas en traición   trátasme como a enemigo.

12O dormías con la infanta     o me has vendido el castillo.–

Tomó la espada en la mano,     en gran saña va encendido,

14fuérase para la cama     donde a Girineldos vido;

él quisiéralo matar,     mas crióle de chiquito.

16Sacara luego la espada,     entre entrambos la ha metido

porque desque recordase     viese cómo era sentido.

18Recordado había la infanta     y la espada ha conocido.

–Recordáseis, Girineldos,     que ya era érades sentido,

20que la espada del rey mi padre     yo me la he bien conocido.

 

[Pliego de Madrid del siglo XVI]

 

30

 

–Nuño Vero, [395] Nuño Vero,     buen caballero probado,

2hinquedes [396] la lanza en tierra     y arrendedes [397] el caballo;

preguntaros he por nuevas     de Valdovinos el franco. [398]

4–Aquesas nuevas, señora,     yo vos las diré de grado:

esta noche a media noche     entramos en cabalgada

6y los muchos a los pocos     lleváronnos de arrancada. [399]

Hirieron a Valdovinos     de una mala lanzada;

8la lanza tenía dentro,     de fuera le tiembla el asta. [400]

Su tío el emperador [401]     a penitencia [402] le daba;

10o esta noche morirá     o de buena madrugada.

Si te pluguiese, Sevilla,     fueses tú mi enamorada;

12adamédesme, [403] mi señora,     que en ello no perderéis nada.

–Nuño Vero, Nuño Vero,     mal caballero probado,

14yo te pregunto por nuevas,     tu respóndesme al contrario;

que aquesta noche pasada     conmigo durmiera el franco:

16él me diera una sortija     y yo le di un pendón labrado.

 

[Cancionero de romances de 1550]

 

31

 

Nunca fuera caballero     de damas tan bien servido

2como fuera Lanzarote [404]     cuando de Bretaña [405] vino:

doncellas curaban [406] d’él     y dueñas [407] de su rocino, [408]

4esa dueña Quintañona,     ésa le escanciaba [409] el vino,

la linda reina Ginebra [410]     se lo acostaba consigo.

6Estando al mejor sabor,     que sueño no había dormido,

la reina toda turbada     movido le ha un partido: [411]

8–Lanzarote, Lanzarote,     si antes fuérades [412] venido

no dijera el Orgulloso [413]     las palabras que había dicho:

10que mataría al rey Artús [414]     y aun a todos sus sobrinos

y a pesar de vos, señor,     él dormiría conmigo.–

12Lanzarote que lo oyó     gran pesar ha recebido,

lleno de muy gran enojo     sus armas había pedido;

14armóse de todas ellas,     de la reina se ha partido, [415]

va a buscar al Orgulloso,     hallólo bajo de un pino.

16Combátense de las lanzas,     a las hachas han venido;

de la sangre que les corre     todo el campo está teñido.

18Ya desmaya el Orgulloso,     ya cae en tierra tendido,

cortado le ha la cabeza     sin hacer ningún partido. [416]

20Tornóse para la reina     de quien fue bien recebido. [417]

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

 

Romances novelescos

32

 

Quién hubiese tal ventura     sobre las aguas de mar

2como hubo el conde Arnaldos     la mañana de San Juan.

Con un falcón [418] en la mano     la caza iba a cazar;

4vio venir una galera     que a tierra quiere llegar:

las velas traía de seda,     la ejercia [419] de un cendal, [420]

6marinero que la manda     diciendo viene un cantar

que la mar facía [421] en calma,     los vientos hace amainar, [422]

8los peces que andan n’el hondo     arriba los hace andar,

las aves que andan volando     n’el [423] mástel [424] las faz [425] posar.

10Allí fabló el conde Arnaldos,     bien oiréis lo que dirá:

–Por Dios te ruego, marinero, dígasme ora [426] ese cantar.–

12Respondióle el marinero,     tal respuesta le fue a dar:

–Yo no digo esta canción     sino a quien conmigo va.

 

[Cancionero de romances, s.a.]

 

33

 

–Por el mes era de mayo,     cuando hace la calor,

2cuando canta la calandria [427]     y responde el ruiseñor, [428]

cuando los enamorados     van a servir al amor; [429]

4sino yo, triste cuitado, [430]     que vivo en esta prisión,

que ni sé cuándo es de día     ni cuándo las noches son

6sino por una avecilla     que me cantaba al albor; [431]

matómela un ballestero,     déle Dios mal galardón.

 

[Cancionero de romances de 1550]

 

34

 

En el tiempo que me vi     más alegre y placentero,

2encontré con un palmero [432]     que me habló y dijo así:

–¿Dónde vas, el caballero?     ¿Dónde vas, triste de ti?

4Muerta es tu linda amiga,   muerta es, que yo la vi;

las andas [433] en que ella iba     de luto las vi cubrir,

6duques, condes la lloraban,     todos por amor de ti;

dueñas, damas y doncellas     llorando dicen así:

8–¡Oh triste del caballero     que tal dama pierde aquí!

 

[Pliego de Praga]

 

35

 

–Rosa fresca, rosa fresca,     tan garrida [434] y con amor,

2cuando y’os tuve en mis brazos     no vos supe servir, no.

y agora que os serviría     no vos puedo haber, no.

4–Vuestra fue la culpa, amigo,     vuestra fue, que mía no.

Enviástesme una carta     con un vuestro servidor

6y en lugar de recaudar [435]     él dijera otra razón:

qu’érades [436] casado, amigo,     allá en tierras de León;

8que tenéis mujer hermosa     y hijos como una flor.

–Quien os lo dijo, señora,     no vos dijo verdad, no;

10que yo nunca entré en Castilla     ni allá en tierras de León,

sino cuando era pequeño     que no sabía de amor.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

36

 

–Blanca sois, señora mía,     más que el rayo del sol;

2¿si la dormiré esta noche     desarmada y sin pavor?

Que siete años había, siete,     que no me desarmo, no;

4más negras tengo mis carnes     que un tiznado carbón.

–Dormilda, [437] señor, dormilda     desarmado sin temor,

6que el conde es ido a la caza     a los montes de León:

rabia le mate los perros     y águilas el su halcón

8y del monte hasta casa     a él arrastre el Morón.– [438]

Ellos en aquesto estando     su marido que llegó:

10–¿Qué hacéis, la Blancaniña,     hija de padre traidor?

–Señor, peino mis cabellos,   péinolos con gran dolor

12que me dejéis a mí sola     y a los montes os vais vos.

–Esa palabra, la niña,     no era sino traición.

14¿Cúyo [439] es aquel caballo     que allá bajo relinchó?

–Señor, era de mi padre     y envióslo para vos.

16–¿Cúyas son aquellas armas     que están en el corredor?

–Señor, eran de mi hermano     y hoy os las envió.

18–¿Cúya es aquella lanza?     Desde aquí la veo yo.

–Tomalda, [440] conde, tomalda,     matadme con ella vos,

20que aquesta muerte, buen conde,     bien os la merezco yo.

 

[Cancionero de romances de 1550]

 

37

 

–Gentil dona, [441] gentil dona,     dona de bell parasser, [442]

2los pes [443] tingo [444] en la verdura [445]     esperando este plaser.– [446]

Po hi [447] passá [448] ll’escudero     mesurado e cortés;

4les paraules [449] que me dixo [450]     todes [451] eren [452] d’amores.

–Tate, escudero, este coerpo, [453]     este corpo [454] a tu plaser:

6las titilles [455] agudilles [456]     qu’el brial [457] queran [458] fender.– [459]

Allí dixo l’escudero:     –No es hora de tender; [460]

8la muller [461] tingo fermosa, [462]     fijes [463] he de mantener,

al ganado en la sierra     que se me va a perder,

10els [464] perros en les cadenes [465]     que no tienen qué comer.

–Allá vages, [466] mal villano,     Dieus [467] te quera mal feser:

12por un poco de mal ganado     dexes [468] coerpo de plaser.

 

[Manuscrito de la Biblioteca Nacional de Florencia]

 

38

 

Yo m’era mora Moraima,     morilla d’un bel catar; [469]

2cristiano vino a mi puerta,     cuitada, por m’engañar;

hablóme en algarabía [470]     como aquel que la bien sabe:

4–Ábrasme las puertas, mora,     sí Alá te guarde de mal.

–¿Cómo t’abriré, mezquina, [471]     que no sé quién te serás?

6–Yo soy moro Mazote, [472]     hermano de la tu madre,

que un cristiano dejo muerto,     tras mí viene el alcaide.

8Si no me abres tú, mi vida,     aquí me verás matar.–

Cuando esto oí, cuitada,     comencéme a levantar;

10vistiérame un almejía [473]     no hallando mi brial;

fuérame para la puerta     y abríla de par en par.

 

[Cancionero de romances de 1550]

 

39

 

En Sevilla está una ermita     cual dicen de San Simón

2adonde todas las damas     iban a hacer oración;

allá va la mi señora,     sobre todas la mejor.

4Saya [474] lleva sobre saya,     mantillo [475] de un tornasol, [476]

en la su boca muy linda     lleva un poco de dulzor,

6en la su cara muy blanca     lleva un poco de color

y en los sus ojuelos garzos [477]     lleva un poco de alcohol, [478]

8a la entrada de la ermita,     relumbrando como el sol.

El abad que dice la misa     no la puede decir, non; [479]

10monacillos [480] que le ayudan     no aciertan responder, non:

por decir «Amén, [481] amén»     decían «Amor, amor».

 

[Pliego de la Biblioteca Nacional de Madrid]

 

40

 

De Francia partió la niña,     de Francia la bien guarnida; [482]

2íbase para París     do padre y madre tenía.

Errado lleva el camino,     errada lleva la guía, [483]

4arrimárase a un roble     por esperar compañía.

Vio venir un caballero     que a París lleva la guía;

6la niña, desque [484] lo vido,     d’esta suerte le decía:

–Si te place, caballero,     llévesme en tu compañía.

8–Pláceme –dijo–, señora; pláceme –dijo–, mi vida.–

Apeóse del caballo     por hacelle [485] cortesía,

10puso la niña en las ancas     y él subiérase en la silla.

En el medio del camino     de amores la requería;

12la niña, desque lo oyera,     díjole con osadía:

–Tate, tate, [486] caballero,     no hagáis tal villanía,

14hija soy de un malato [487]     y de una malatía, [488]

el hombre que a mí llegase     malato se tornaría.–

16El caballero con temor     palabra no respondía.

A la entrada de París     la niña se sonreía.

18–¿De qué vos reís, señora?     ¿De qué vos reís, mi vida?

–Ríome del caballero     y de su gran cobardía:

20tener la niña en el campo     y catarle [489] cortesía.–

Caballero con vergüenza     estas palabras decía:

22–Vuelta, vuelta, mi señora,     que una cosa se me olvida.–

La niña, como discreta,     dijo: –Yo no volvería

24ni persona, aunque volviese,     en mi cuerpo tocaría:

hija soy del rey de Francia     y de la reina Constantina;

26El hombre que a mí llegase     muy caro le costaría.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

41

 

Fonte Frida, [490] Fonte Frida,     Fonte Frida y con amor,

2do todas las avecicas     van tomar consolación

si no es la tortolica [491]     qu’está viuda y con dolor.

4Por allí fuera pasar     el traidor del ruiseñor;

las palabras que le dice     llenas son de traición:

6–Si tú quisieses, señora,     yo sería tu servidor.

–Vete d’ahí, enemigo,     malo, falso, engañador,

8que ni poso en ramo verde     ni en prado que tenga flor;

que si el agua hallo clara,     turbia la bebía yo;

10que no quiero haber marido     porque hijos no haya, no,

ni quiero placer con ellos     ni menos consolación.

12Déjame, triste enemigo,     malo, falso, mal traidor,

que no quiero ser tu amiga     ni casar contigo, no.

 

[Cancionero General]

 

 

Romances bíblicos

42

 

Adormido se ha el buen viejo [492]     del cansancio que traía,

2a la sombra de un enebro, [493]     que otro árbol no le había,

rogando a Dios que le mate     y le saque d’esta vida,

4pues llevó a tantos buenos     que le hacían compañía.

Él, que estaba ya dormido,     oyó una voz que decía:

6“Levántate y come luego     d’este pan que te traía.”

Apenas hubo comido,     que otra vez se adormecía,

8y luego le despertó     el ángel que era su guía.

 

[Enríquez de Valderrábano, Libro de música de vihuela]

 

43

 

Con rabia está el rey David [494]     rasgando su corazón

2sabiendo que allí en la lid     le mataron a Absalón. [495]

Cubrióse la su cabeza     y subióse a un mirador;

4con lágrimas de sus ojos     sus canas regadas son;

hablando de la su boca     dice esta lamentación:

6–Fili mi, [496] fili mi,     fili mi, Absalón,

¿qué es de la tu hermosura,     tu estremada [497] perfición? [498]

8Los tus cabellos dorados     parecían rayos de sol,

tus lindos ojos azules     ¡qué jacinta [499] de Sión! [500]

10¡Oh manos que tal hicieron,     enemigas de razón!

¡Oh Ionatás, [501] qué heciste! [502]     No lo merecía, no:

12mirarás que era mi hijo,     engendrado en bendición,

que quien le daba la muerte     me doblaba la pasión;

14que si él era desobediente     yo le otorgara perdón.

Si mi mandado cumplieras,     trujérasmelo [503] a prisión.

16¡Oh madre que tal pariste!     ¿Cómo habrás consolación?

Rómpanse las tus entrañas,     rásguese tu corazón,

18llorémosle padre y madre,     el fruto de bendición.

Fili mi, fili mi,     fili mi, Absalón.

 

[Cancionero de romances de 1550]

44

 

–Oh cruel hijo de Archiles, [504]     nunca mal te merecí,

2que si tu padre fue muerto,     ni lo supe ni lo vi.

No me des así la muerte,     ni tomes venganza en mí,

4que el favor de las mujeres     en los hombres yo lo ví;

no fenezcan [505] los mis días     ni se pierdan ahora por ti.

6Baste, baste contentarte     con me ver ya destruir

y la muerte de mi padre     y su muy triste vivir,

8la muerte de mis hermanos     con Héctor [506] el varonil,

la amazona [507] que mataste,     tan esforzada y viril,

10la ciudad toda abrasada     para más la consumir.

Sea contenta tu venganza     con que poco he de vivir,

12pues que por tierras extrañas     por esclava he de servir.

–Policena, [508] Policena,     no se excusa tu morir,

14pues por tus tristes amores     el mi padre murió aquí.

Muy bien es que tú padezcas     lo que él padeció por ti,

16que la muerte se ha de dar     a quien hace a otro morir.

 

[Pliego de la Biblioteca Nacional de Lisboa, 1550]

 

45

 

Triste estaba y muy penosa     aquesa reina troyana, [509]

2de que así se vido sola     viuda y desamparada,

por ver a sus hijos muertos,     la ciudad toda asolada,

4y la linda Policena     en el templo degollada,

sobre el sepulcro de Aquiles     por Pirro [510] sacrificada.

6–Di, traidor, ¿cómo pudiste     en mujer vengar tu saña?

¿No bastó su hermosura     contra tu cruel espada?

8¿Qué es de Paris? [511] ¿Qué es de Héctor?     ¿Qué es de la su enamorada?

¿Qué es del hermoso Deifebo, [512]     el hijo que más amaba?

10¿Qué es de mi hijo Troilo, [513]     el que consejos me daba?

 

[Pliego de la Biblioteca Nacional de Madrid]

 

 

Romances clásicos

46

 

Aquel rey de los romanos     que Tarquino [514] se llamaba

2enamoróse de Lucrecia, [515]     la noble y casta romana,

y para dormir con ella     una gran traición pensaba.

4Vase muy secretamente     adonde Lucrecia estaba;

cuando en su casa le vido     como a rey le aposentaba. [516]

6A hora de media noche     Tarquino se levantaba;

vase para el aposento     adonde Lucrecia estaba

8a la cual halló dormiendo,     de tal traición descuidada.

En llegando cerca d’ella     desenvainó su espada

10y a los pechos se la puso,     d’esta manera le habla:

–Yo soy aquel rey Tarquino,     rey de Roma la nombrada.

12El amor que yo te tengo     las entrañas me trespasa; [517]

si cumples mi voluntad     serás rica y estimada;

14si no, yo te mataré     con esta cruel espada.

–Eso no haré yo, rey,     si la vida me costara,

16que más la quiero perder     que no vivir deshonrada.–

Como vido el rey Tarquino     que la muerte no bastaba,

18acordó otra traición,     con ella la amenazaba:

–Si no cumples mi deseo     como yo te lo rogaba,

20yo te mataré, Lucrecia,     con un negro de tu casa

y desque muerto lo tenga     echarlo he en la tu cama.

22Yo diré por toda Roma     que ambos juntos os tomara.–

Después que esto oyó Lucrecia,   que tan gran traición pensaba,

24cumplióle su voluntad     por no ser tan deshonrada.

Desque Tarquino hubo hecho     lo que tanto deseaba,

26muy alegre y muy contento     para Roma se tornaba.

Lucrecia quedó muy triste     en verse tan deshonrada;

28enviara muy apriesa     con un siervo de su casa

a llamar a su marido     porque allá en Roma estaba.

30Cuando ante sí lo vido,     desta manera le habla:

–Oh, mi amado Colatino,     ya es perdida la mi fama,

32que pisadas de hombre ajeno     han hollado [518] la tu cama.

El soberbio rey Tarquino     vino anoche a tu posada; [519]

34recibíle como a rey     y dejóme violada.

Yo me daré tal castigo     como adúltera malvada

36porque ninguna matrona [520]     por mi ejemplo sea mala.–

Estas palabras diciendo,     echa mano de una daga [521]

38que muy secreta traía     debajo de la su falda

y a los pechos se la pone     que lástima era de miralla. [522]

40Luego allí en aquel momento     muerta cae la romana;

su marido que la viera     amargamente lloraba.

42Sacóle de la herida     aquella sangrienta daga

y en la mano la tenía     y a los sus dioses juraba

44de matar al rey Tarquino     y quemalle [523] la su casa.

En un monumento negro     el cuerpo a Roma llevaba

46y púsolo descubierto     en medio de una gran plaza;

de los sus ojos llorando     de la su boca hablaba:

48–Oh romanos, oh romanos,     doléos de mi triste fama

qu’el soberbio rey Tarquino     ha forzado esta romana

50y por esta gran deshonra     ella misma se matara.

Ayudámela a vengar     su muerte tan desastrada.– [524]

52Desque aquesto vido el pueblo     todos en uno se armaban

y vanse para el palacio     donde el rey Tarquino estaba.

54Diéronle grandes heridas     y quemáronle su casa.

 

[Cancionero de romances s.a.]

 

47

 

Mira Nero [525] de Tarpeya [526]     a Roma cómo se ardía;

2gritos dan niños y viejos     y él de nada se dolía.

El grito de las matronas     sobre los cielos subía,

4como ovejas sin pastor     unas a otras corrían

perdidas, descarriadas,     llorando a lágrima viva.

6Toda su gente huyendo     a las torres se acogía;

los siete montes romanos [527]     lloro y fuego los hundía:

8en el grande Capitolio [528]     suena muy gran vocería,

por el collado [529] Aventino [530]     gran gentío discurría,

10van en Caballo Rotundo,     la gente apenas cabía;

por el rico Coliseo [531]     gran número se subía.

12Llegaban los dictadores, [532]     los cónsules [533] a porfía, [534]

daban voces los tribunos, [535]     los magistrados [536] plañían, [537]

14los cuestores [538] lamentaban,     los senadores [539] gemían;

lloran la orden ecuestre,     toda la caballería

16por la crueldad de Nero     que lo ve y toma alegría.

Siete días con sus noches     la cibdad [540] toda se ardía;

18por tierra yacen las casas,     los templos de tallería, [541]

los palacios muy antiguos     de alabastro [542] y sillería, [543]

20por tierra van en ceniza     sus lazos y pedrería.

Las moradas de los dioses     han triste postrimería: [544]

22el templo capitolino     do Júpiter se servía,

el grande templo de Apolo, [545]     el que de Mars [546] se decía,

24sus tesoros y riquezas     el fuego los derretía.

Por los carneros [547] y osarios [548]     la gente se defendía.

26De la torre de Mecenas [549]     lo miraba todo y veía

el ahijado de Claudio [550]     que a su padre parecía,

28el que a Séneca [551] dio muerte,     el que matara a su tía,

el que antes nueve meses     que Tiberio [552] se moría

30con prodigios y señales     en este mundo nacía,

el que siguió [553] los cristianos,     el padre de tiranía

32de ver abrasar a Roma     gran deleite recebía; [554]

vestido en scénico [555] traje     decantaba [556] en poesía.

34Todos le ruegan amanse     su crueldad y porfía:

Doríforo le rogaba,     Esporo le combatía,

36a sus pies Rubria [557] se lanza,     Acté [558] los besa y lamía,

Claudia Augusta [559] se lo ruega,     ruégaselo Mesalina; [560]

38ni lo hace por Pompea [561]     ni por su madre Agripina, [562]

no hace caso de Antonia     que la mayor [563] se decía

40ni del padre y tío Claudio     ni de Cepida su tía.

Auloplanco se lo habla,     Rufino se lo pedía,

42por Británico [564] ni Tusco [565]     ninguna cuenta hacía.

Los dos ayos se lo ruegan,     el tonsor [566] y el que tañía;

44a sus pies se tiende Octavia, [567]     esa que ya no quería.

Cuanto más todos le ruegan     él de nada se dolía.

 

[Pliego de la Biblioteca Nacional de Lisboa]