1
Los vientos eran contrarios, la luna estaba crescida, [1]
2los peces daban gemidos por el mal tiempo que hacía
cuando el buen rey don Rodrigo [2] junto a la Cava [3] dormía
4dentro de una rica tienda de oro bien guarnescida; [4]
trecientas cuerdas de plata que la tienda sostenían.
6Dentro había cien doncellas vestidas a maravilla; [5]
las cincuenta están tañendo [6] con muy estraña armonía,
8las cincuenta están cantando con muy dulce melodía.
Allí habló una doncella que Fortuna se decía:
10–Si duermes, rey don Rodrigo, despierta, por cortesía
y verás tus malos hados, [7] tu peor postrimería [8]
12y verás tus gentes muertas y tu batalla rompida [9]
y tus villas y ciudades destruidas en un día,
14tus castillos fortalezas otro señor los regía;
si me pides [10] quién lo ha hecho yo muy bien te lo diría:
16ese conde don Julián por amores de su hija
porque se la deshonraste y más d’ella no tenía;
18juramento viene echando que te ha de costar la vida.–
Despertó muy congojado con aquella voz que oía,
20con cara triste y penosa d’esta suerte respondía:
–Mercedes [11] a ti, Fortuna, d’esta tu mensajería.– [12]
22Estando en esto ha llegado uno que nueva traía:
cómo el conde don Julián las tierras le destruía.
24Apriesa pide el caballo y al encuentro le salía,
los contrarios eran tantos que esfuerzo no le valía,
26que capitanes y gentes huye el que más podía.
Rodrigo deja sus tierras y del real [13] se salía,
28solo va el desventurado, que no lleva compañía;
el caballo de cansado menear no se podía,
30camina por donde quiera, que no le estorba la vía. [14]
El rey va tan desmayado que sentido no tenía;
32muerto va de sed y hambre que de velle [15] era mancilla; [16]
iban tan tinto [17] de sangre que una brasa parescía; [18]
34las armas lleva abolladas, que eran de gran pedrería;
la espada va hecha sierra de los golpes que tenía;
36el almete [19] de abollado en la cabeza se hundía;
la cara lleva hinchada del trabajo que sufría.
38Subióse encima de un cerro el más alto que veía,
dende allí mira su gente cómo iba de vencida;
40de allí mira sus banderas y estandartes [20] que tenía,
cómo están todos pisados que la tierra los cubría;
42mira por los capitanes que ninguno parescía;
mira el campo tinto en sangre el cual arroyos corría.
44El triste, de ver aquello, gran mancilla en sí tenía;
llorando de los sus ojos d’esta manera decía:
46–Ayer era rey de España, hoy no lo soy de una villa;
ayer villas y castillos, hoy niguno poseía;
48ayer tenía criados y gente que me servía,
hoy no tengo una almena [21] que pueda decir que es mía.
50Desdichada fue la hora, desdichado fue aquel día
en que nascí y heredé la tan grande señoría
52pues lo había de perder todo junto y en un día.
Oh, muerte, ¿por qué no vienes y llevas esta alma mía
54d’este cuerpo tan mezquino [22] pues se te agradecería?
[Pliego de Praga]
2
Por las riberas de Arlanza [23] Bernardo el Carpio cabalga
2en un caballo morcillo [24] enjaezado [25] de grana, [26]
la lanza terciada [27] lleva y en el arzón [28] una adarga;
4mirábanle los de Burgos toda la gente admirada
porque no se suele armar sino a cosa señalada. [29]
6También le miraba el rey que está volando una garza; [30]
decía el rey a los suyos: –Esta es una buena lanza;
8o era Bernardo del Carpio o era Muza el de Granada.–
Estando en estas razones Bernardo el Carpio llegaba;
10sosegando va el caballo, mas no dejara la lanza;
habló como hombre esforzado, d’esta suerte al rey hablaba:
12–Bastardo me llaman, rey, siendo hijo de tu hermana;
tú y los tuyos lo dicen, que ninguno otro no osaba.
14Cualquiera que tal ha dicho ha mentido por la barba,
que ni mi padre es traidor ni mala mujer tu hermana,
16que cuando yo fui nacido ya mi madre era casada.
Metiste a mi padre en hierros [31] y a mi madre en orden sacra [32]
18por dejar estos tus reinos a aquesos [33] reyes de Francia;
con gascones [34] y leoneses y con la gente asturiana
20yo iré por su capitán o moriré en la batalla.
[Cartapacio de la Biblioteca de Palacio de Madrid]
3
–Buen conde Fernán González, [35] el rey [36] envía por vos
2que vayades [37] a las cortes que se hacían en León;
que si vos allá váis, conde, daros han buen galardón:
4daros ha a Palenzuela [38] y a Palencia la mayor, [39]
daros ha las nueve villas, con ellas a Carrión,
6daros ha a Torquemada, la torre de Mormojón,
daros ha a Tordesillas y a torre de Lobatón
8y si más quisiéredes, conde, daros ha a Carrión.
Buen conde, si allá no ides, [40] daros hían [41] por traidor.–
10Allí respondiera el conde y dijera esta razón: [42]
–Mensajero eres, amigo, no mereces culpa, no,
12que yo no he miedo al rey ni a cuantos con él son.
Villas y castigos tengo, todos a mi mandar son:
14d’ellos me dejó mi padre, d’ellos [43] me ganara yo;
los que me dejó mi padre poblélos de ricos hombres,
16las que yo me hube ganado póblelas de labradores;
quien no tenía más de un buey dábale otro, que eran dos;
18al que casaba su hija dole yo muy rico don; [44]
al que le faltan dineros también se los presto yo.
20Cada día que amanece por mí hacen oración;
no la hacían por el rey que no la merece, non:
22él le puso muchos pechos [45] y quitáraselos yo.
[Cancionero de romances de 1550]
4
Pártese el moro Alicante [46] víspera de Sant Cebrián, [47]
2ocho cabezas llevaba todas de hombres de alta sangre.
Sábelo el rey Almanzor, [48] a recibir se lo sale:
4aunque perdió muchos moros piensa en esto bien ganare. [49]
Manda hacer un tablado para mejor las mirare, [50]
6mandó traer un cristiano qu’estaba en captividade; [51]
como ante sí lo trujeron [52] empezóle de hablare; [53]
8díjole: –Gonzalo Gustos, mira quién conoscerás, [54]
que lidiaron mis poderes [55] en el campo de Almenare.– [56]
10Sacaron ocho cabezas, todas son de gran linaje.
Respondió Gonzalos Gustos: –Presto os diré la verdade.– [57]
12E limpiándoles la sangre asaz [58] se fuera a turbar;
dijo llorando agramente: [59] –¡Conózcolas, por mi mal!
14La una es de mi carillo, [60] las otras me duelen más:
de los infantes de Lara son, mis hijos naturales.– [61]
16Así razona con ellos como si vivos hablasen:
Dios os salve, el mi compadre, [62] el mi amigo leal.
18¿Adónde son los mis hijos que y’os quise encomendar?
Muerto sois como buen hombre, como hombre de fiar.–
20Tomara otra cabeza del hijo mayor de edad:
–Sálveos Dios, Diego González, hombre de muy gran bondad
22del conde Fernán González [63] alférez [64] el principal;
a vos amaba yo mucho, que me habíades [65] de heredar.–
24Alimpiándola con lágrimas volviérala a su lugar
y toma la del segundo, Martín Gómez que llamaban:
26–Dios os perdone, el mi hijo, hijo que mucho preciaba;
jugador era de tablas [66] el mejor de toda España,
28mesurado [67] caballero, muy buen hablador en plaza.–
Y dejándola llorando la del tercero tomaba:
30–Hijo Suero Gustos, todo el mundo os estimaba,
el rey os tuviera en mucho solo para la su caza;
32gran caballero esforzado, muy buen bracero [68] a ventaja.
Ruy Gómez, vuestro tío, estas bodas ordenara.–
34Y tomando la del cuarto lasamente [69] la miraba:
–Oh, hijo Fernán González, nombre del mejor d’España,
36del buen conde de Castilla, aquel que vos baptizara;
matador de puerco espín, [70] amigo de gran compaña, [71]
38nunca con gente de poco os viera en alianza.–
Tomó la de Ruy Gómez, de corazón la abrazaba:
40–Hijo mío, hijo mío, quién como vos se hallara.
Nunca le oyeran mentira, nunca, por oro ni plata;
42animoso, buen guerrero, muy gran feridor [72] d’espada
que a quien dábades [73] de lleno tullido o muerto quedaba.–
44Tomando la del menor el dolor se le doblara:
–Hijo Gonzalo González, los ojos de doña Sancha.
46¿Qué nuevas irán a ella que a vos más que a todos ama?
Tan apuesto de persona, decidor [74] bueno entre damas,
48repartidor en su haber, avantajado [75] en la lanza.
Mejor fuera la mi muerte que ver tan triste jornada.–
50Al duelo qu’el viejo hace toda Córdoba lloraba.
El rey Almanzor cuidoso [76] consigo se lo llevaba
52y mandó a una morica lo sirviese muy de gana;
ésta le torna en prisiones y con amor le curaba;
54hermana era del rey, doncella moza y lozana. [77]
Con ésta Gonzalo Gustos vino a perder su saña, [78]
56que d’ella le nació un hijo que a los hermanos vengara.
[Silva de romances]
5
A cazar va don Rodrigo y aun don Rodrigo de Lara. [79]
2Con la gran siesta [80] que hace arrimado se ha a un haya [81]
maldiciendo a Mudarrillo, hijo de la renegada, [82]
4que si a las manos le hubiese, que le sacaría el alma.
El señor estando en eso, Mudarrillo que asomaba.
6–Dios te salve, caballero, debajo la verde haya.
–Así haga a ti, escudero, [83] buena sea tu llegada.
8–Dígasme tú, el caballero, cómo era la tu gracia. [84]
A mí dicen don Rodrigo y aun don Rodrigo de Lara,
10cuñado de Gonzalo Gustos, [85] hermano de doña Sancha;
por sobrinos me los hube los siete infantes de Salas.
12Espero aquí a Mudarrillo, hijo de la renegada;
si delante lo tuviese, yo le sacaría el alma.
14–Si a ti dicen don Rodrigo y aun don Rodrigo de Lara,
a mí Mudarra González, [86] hijo de la renegada,
16de Gonzalo Gustos hijo y alnado [87] de doña Sancha;
por hermanos me los hube los siete infantes de Salas. [88]
18Tú los vendiste, traidor, en el val de Araviana; [89]
mas si Dios a mí me ayuda aquí dejarás el alma.
20–Espéresme, don Gonzalo, [90] iré a tomar las mis armas.
–El espera [91] que tú diste a los infantes de Lara. [92]
22Aquí morirás, traidor, enemigo de doña Sancha.
[Cancionero de romances s.a.]
6
Cabalga Diego Láinez [93] al buen rey besar la mano;
2consigo se los llevaba los trecientos [94] hijos dalgo, [95]
entr’ellos iba Rodrigo el soberbio castellano.
4Todos cabalgan a mula, sólo Rodrigo a caballo;
todos visten oro y seda, Rodrigo va bien armado.
6Todos espadas ceñidas, Rodrigo estoque [96] dorado;
todos con sendas varicas, [97] Rodrigo lanza en la mano;
8todos guantes olorosos, [98] Rodrigo guante mallado; [99]
todos sombreros muy ricos, Rodrigo casco afilado
10y encima del casco lleva un bonete [100] colorado.
Andando por su camino unos con otros hablando
12llegados son a Burgos, con el rey se han encontrado.
Los que vienen con el rey entre sí van razonando,
14unos lo dicen de quedo, [101] otros lo van preguntando:
–Aquí viene entre esta gente quien mató al conde Lozano.
16Como lo oyera Rodrigo en hito [102] los ha mirado;
con alta y soberbia voz d’esta manera ha hablado:
18–Si hay alguno entre vosotros su pariente o adeudado [103]
que le pese de su muerte, salga luego a demandallo; [104]
20yo se lo defenderé, quier a pie quier [105] a caballo.–
Todos responden a una: [106] –Demándelo su pecado.–
22Todos se apearon juntos para al rey besar la mano;
Rodrigo se quedó solo encima de su caballo.
24Entonces habló su padre, bien oiréis lo que ha hablado:
–Apeáos vos, mi hijo, besaréis al rey la mano
26porque él es vuestro señor, vos, hijo, sois su vasallo.–
Desque [107] Rodrigo esto oyó sintióse más agraviado;
28las palabras que responde son de hombre muy enojado:
–Si otro me lo dijera ya me lo oviera pagado;
30mas por mandarlo vos, padre, yo lo haré de buen grado.–
Ya se apeaba Rodrigo para al rey besar la mano;
32al hincar de la rodilla el estoque se ha arrancado.
Espantóse d’esto el rey y dijo como turbado:
34–Quítate, Rodrigo, allá; quítateme allá, diablo,
que tienes el gesto de hombre y los hechos de león bravo.–
36Como Rodrigo esto oyó, apriesa [108] pide el caballo;
con una voz alterada contra el rey así ha hablado:
38–Por besar mano de rey no me tengo por honrado,
porque la besó mi padre me tengo por afrentado.–
40En diciendo estas palabras salido se ha del palacio.
Consigo se los tornaba los trescientos hijos dalgo;
42si bien vinieron vestidos volvieron mejor armados
y si vinieron en mulas todos vuelven en caballos.
[Cancionero de romances s.a.]
7
–Afuera, afuera, Rodrigo, [109] el soberbio castellano.
2Acordársete debría de aquel tiempo ya pasado
cuando fuiste caballero en el altar de Santiago,
4cuando el rey [110] fue tu padrino, tú, Rodrigo el ahijado;
mi padre te dio las armas, mi madre te dio el caballo,
6yo te calcé las espuelas [111] porque fueses más honrado,
que pensé casar contigo mas no lo quiso mi pecado. [112]
8Casaste con Jimena Gómez, [113] hija del conde Lozano;
con ella hubiste dineros, conmigo hubieras estado;
10bien casaste tú, Rodrigo, muy mejor fueras casado:
dejaste hija de rey por tomar de su vasallo.
12–Si os parece, mi señora, bien podemos desligallo. [114]
–Mi ánima penaría si yo fuese en discrepallo. [115]
14–Afuera, afuera, los míos, los de a pie y de a caballo,
pues de aquella torre mocha [116] una vira [117] me han tirado:
16no traía el asta de hierro, el corazón me ha pasado;
ya ningún remedio siento, sino vivir más penado.
[Cancionero de romances s.a.]
8
–Rey don Sancho, [118] rey don Sancho, no digas que no te aviso:
2que de dentro de Zamora un alevoso [119] ha salido;
llámase Vellido Dolfos, [120] hijo de Dolfos Vellido;
4cuatro traiciones ha hecho y con ésta serán cinco;
si gran traidor fue el padre mayor traidor es el hijo.–
6Gritos dan en el real: a don Sancho han malherido.
Muerto le ha Vellido Dolfos, gran traición ha cometido;
8desque le tuviera muerto metióse por un postigo; [121]
por las calles de Zamora va dando voces y gritos:
10–Tiempo era, doña Urraca, de complir lo prometido.
[Cancionero de romances s.a.]
9
En Santa Águeda [122] de Burgos, do [123] juran los hijos de algo,
2allí toma juramento el Cid al rey castellano: [124]
si se halló en la muerte del rey don Sancho su hermano.
4Las juras [125] eran muy recias, [126] el rey no las ha otorgado. [127]
–Villanos te maten, Alonso, villanos que no hidalgos,
6de las Asturias de Oviedo que no sean castellanos;
si ellos son de León, yo te los do por marcados; [128]
8caballeros vayan en yeguas, en yeguas que no en caballos;
las riendas [129] traigan de cuerda y no con frenos dorados;
10abarcas [130] traigan calzadas y no zapatos con lazo; [131]
las piernas traigan desnudas, no calzas [132] de fino paño;
12trayan capas aguaderas, [133] no capuces [134] ni tabardos; [135]
con camisones [136] de estopa, [137] no de holanda [138] ni labrados; [139]
14mátente con aguijadas, [140] no con lanzas ni con dardos;
con cuchillos cachicuernos, [141] no con puñales dorados;
16mátente por las aradas, [142] no por caminos hoyados; [143]
sáquente el corazón por el derecho costado
18si no dices la verdad de lo que te es preguntado:
si tú fuiste o consentiste en la muerte de tu hermano.–
20Allí respondió el buen rey, bien oiréis lo que ha hablado:
–Mucho me aprietas, Rodrigo; Rodrigo, mal me has tratado.
22Mas hoy me tomas la jura, cras [144] me besarás la mano.–
Allí respondió el buen Cid como hombre muy enojado:
24Aqueso [145] será, buen rey, como fuere galardonado;
que allá en las otras tierras dan sueldo a los hijos d’algo.
26Por besar mano de rey no me tengo por honrado;
porque la besó mi padre me tengo por afrentado.
28–Vete de mis tierras, Cid, mal caballero probado;
vete, no m’entres en ellas hasta un año pasado.
30–Que me place –dijo el Cid–, que me place de buen grado
por ser la primera cosa que mandas en tu reinado.
32Tú me destierras por uno, yo me destierro por cuatro.–
Ya se partía el buen Cid de Vivar, [146] esos palacios;
34las puertas deja cerradas, los alamudes [147] echados,
las cadenas deja llenas de podencos [148] y de galgos; [149]
36con él lleva sus halcones, [150] los pollos y los mudados; [151]
con él van cien caballeros, todos eran hijos de algo,
38los unos iban a mula y los otros a caballo.
Por una ribera arriba al Cid van acompañando;
40acompañándolo iban mientras él iba cazando.
[Manuscrito de la British Library de Londres]
10
Helo, [152] helo, por do viene el moro por la calzada,
2caballero a la jineta [153] encima una yegua baya; [154]
borceguíes [155] marroquíes y espuela de oro calzada,
4una adarga [156] ante los pechos y en su mano una zagaya. [157]
Mirando estaba Valencia cómo está tan bien cercada.
6–Oh, Valencia, oh, Valencia, de mal fuego seas quemada.
Primero fuiste de moros que de cristianos ganada;
8si la lanza no me miente, a moros serás tornada.
Aquel perro de aquel Cid prenderélo [158] por la barba,
10su mujer doña Jimena será de mí captivada, [159]
su hija Urraca Hernando [160] será mi enamorada,
12después de yo harto d’ella la entregaré a mi compaña.–
El buen Cid no está tan lejos que todo bien lo escuchaba.
14–Venid vos acá, mi hija, mi hija doña Urraca.
Dejad las ropas continas [161] y vestid ropas de Pascua, [162]
16aquel moro hi de perro detenémelo en palabras
mientras yo ensillo a Babieca [163] y me ciño la mi espada.–
18La doncella muy hermosa se paró [164] a una ventana;
el moro desque la vido [165] desta suerte le hablara:
20–Alá te guarde, señora, mi señora doña Urraca.
–Así haga a vos, señor, buena sea vuestra llegada.
22Siete años ha, rey, siete que soy vuestra enamorada.
–Otros tantos ha, señora, que os tengo dentro en mi alma.–
24Ellos estando en aquesto [166] el buen Cid que asomaba.
–Adiós, adiós, mi señora, la mi linda enamorada,
26que del caballo Babieca yo bien oigo la patada.–
Do la yegua pone el pie Babieca pone la pata;
28allí hablara el caballo, bien oiréis lo que hablaba:
–Reventar debía la madre que a su hijo no esperaba.–
30Siete vueltas la rodea alderredor de una jara; [167]
la yegua, que era ligera, muy adelante pasaba
32fasta [168] llegar cabe [169] un río adonde una barca estaba.
El moro desque la vido con ella bien se holgaba. [170]
34Grandes gritos da al barquero que le allegase [171] la barca;
el barquero es diligente, túvosela aparejada.
36Embarcó muy presto en ella, que no se detuvo nada.
Estando el moro embarcado, el buen Cid que llegó al agua
38y por ver al moro en salvo de tristeza reventaba,
mas con la furia que tiene una lanza le arrojaba
40y dijo: –Recoged, mi yerno, arrecogedme esa lanza,
que quizá tiempo verná [172] que os será bien demandada.
[Cancionero de romances s.a.]
11
Válame [173] nuestra Señora que dicen de la Ribera
2donde el buen rey don Fernando [174] tuvo la su cuarentena; [175]
dende el miércoles corvillo [176] hasta el jueves de la cena [177]
4el rey no afeitó su barba ni se lavó su cabeza;
una silla era su cama, un canto su cabecera,
6cuarenta pobres comían cada día a la su mesa;
de lo que a los pobres sobra el rey hacía su cena.
8Con vara de oro [178] en mano bien hace servir su mesa;
dícenle sus caballeros do había de tener la fiesta.
10–A Jaén –dice–, señores, con mi señora la reina.–
En Jaén tuvo la Pascua [179] y en Martos [180] el cabodaño. [181]
12Pártese para Alcaudete, [182] ese castillo nombrado;
el pie tiene en el estribo, [183] aún no había descabalgado
14cuando le daban querella de dos hombres como hijosdalgo:
y dábanle la querella dos hombres como villanos:
16–Justicia, justicia, el rey, pues que somos tus vasallos,
de don Pedro Caravajal y don Rodrigo su hermano
18que nos corren nuestras tierras y nos roban nuestro campo,
fuérzannos nuestras mujeres a tuerto y desaguisado [184]
20y cómennos la cebada, no nos la quieren pagar.
Hacen otras desvergüenzas que era vergüenza contallo. [185]
22–Yo haré d’ellos justicia; tornáos a vuestro ganado.–
Manda pregonar el rey y por todo su reinado
24que cualquier que los hallase le darían buen hallazgo; [186]
hallólos el Almirante allá en Medina del Campo [187]
26comprando muy ricas armas, jaeces [188] para sus caballos
para ir a ver el pregón qu’el buen rey había dado.
28–Presos, presos, caballeros; presos, presos, hijosdalgo.
–No por vos, el Almirante, si de otro no es mandado.
30–Sed presos, los caballeros, que del rey traigo mandado.
–Pues así es, el Almirante, plácenos de muy buen grado.–
32Por las sus jornadas ciertas a Jaén habían llegado.
–Manténgate Dios, el rey. –Mal vengades, hijosdalgo.–
34Mandóles cortar los pies, mandóles cortar las manos
y mandólos despeñar de aquella peña de Martos.
36Allí habló el menor d’ellos, el menor y más osado:
–¿Por qué nos matas, el rey, siendo tan mal informado?
38Pues quejámonos de ti al juez que es soberano,
que dentro de treinta días con nosotros seas en plazo
40y ponemos por testigo a Sanct Pedro y a Sanct Pablo,
ponemos por testimonio al apóstol Sanctiago.–
42Y sin más poder decir mueren estos hijosdalgo.
Antes de los treinta días malo está el rey don Fernando,
44el cuerpo cara oriente y la candela en la mano.
Así fallesció su alteza d’esta manera citado.
[Pliego de Praga]
12
Don García de Padilla, [189] ese que Dios perdonase,
2tomara al rey por la mano y apartólo en poridad: [190]
–Un castillo hay en Consuegra [191] que en el mundo no hay su par;
4mejor sería para vos, el rey, que para el prior [192] de San Juan.
Convidédesle, el buen rey, convidédesle a yantar;
6la comida que le diéredes como dio en Toro [193] a don Juan: [194]
que le corteis la cabeza sin ninguna piedad;
8desque se la hayás [194 bis] cortado en tenencia [195] me lo dad.
Ellos en aquesto estando el prior llegado ha.
10–Mantenga Dios a tu alteza y tu corona real.
–Bien vengáis, el buen prior, digádesme [196] una verdad:
12el castillo de Consuegra, digades: ¿por quién está?
–El castillo con la villa, señor, a vuestro mandar.
14–Pues convidoos, el prior, para comigo yantar. [197]
–Pláceme, dijo el buen rey, de muy buena voluntad.
16Deme licencia tu alteza, licencia me quiera dar.
Monjes nuevos son venidos, irélos aposentar.
18–Vais con Dios, Hernán Rodrigo, luego vos queráis tornar.–
Vase para la cocina do su cocinero está;
20así hablaba con él como si fuera su igual:
–Tomes estos mis vestidos, los tuyos me quieras dar
22y a hora de mediodía salieses tú a pasear.–
Vase a la caballeriza [198] do su macho fue a hallar.
24–Macho [199] rucio, [200] macho rucio, Dios te me quiera guardar;
de dos me has escapado con aquesta tres serán.
26Si de aquesta tú me escapas, luego te entiendo ahorrar.– [201]
Presto le echaba la silla, comienza de cabalgar;
28llegando a Azoguejo [202] el macho empieza a roznar. [203]
Media noche era por filo [204], los gallos quieren cantar
30cuando entraba por Toledo, por Toledo esa ciudad;
antes que el gallo cantase a Consuegra fue a llegar.
32Halló las guardas [205] velando, empiézales de hablar:
–Digádesme, veladores, digádesme la verdad:
34este castillo de Consuegra, digades, ¿por quién está?
–El castillo con la villa, por el prior de Sant Juan.
36–Pues abriésedes [206] la puerta, catalde [207] aquí donde está.–
La guarda, desque le oyera, abriólas de par en par.
38Tomásesme [208] allá ese macho, d’él me quieras tú curar; [209]
déjesme la vela a mí, que yo la quiero velar.
40Velá, [210] velá, veladores, así rabia mala os mate,
que quien a buen señor sirve este galardón le dan.–
42Él estando en aquesto el mal rey llegado ha;
halló las guardas velando, comenzóles de hablar:
44–Digádesme, veladores, que Dios vos quiera guardar,
el castillo de Consuegra, digades, ¿por quién está?
46El castillo con la villa por el prior de Sant Juan.
–Pues abrí [211] hora las puertas, catalde aquí do está.
48–Afuera, afuera, buen rey, qu’el prior llegado ha.
–Macho rucio, macho rucio, muermo [212] te quiera matar;
50siete caballos me has muerto y con éste ocho serán.
Abrádesme, el buen prior, allá me dejes entrar,
52que por mi corona te juro de nunca te hacer mal.
–Hacerlo [213] vos, el buen rey, agora [214] en mi mano está.–
54Mándale abrir la puerta, dale muy bien de cenar.
[Pliego de El Escorial]
13
Yo m’estando en Coimbra [215] a prazer y a ben folgar [216]
2por los campos de Mondego [217] caballeros vi asomar.
Desque yo los vi, mesquina, [218] luego vi mala señal,
4qu’el corazón me decía lo que traían en voluntad.
Cerquéme [219] de mis hijuelos para los ir a buscar
6porque la inocencia dellos los moviese a piedad;
púseme delante el rey [220] con muy grande humildad,
8tristes palabras diciendo no cesando de llorar:
–Si no te duele mi muerte, duélate la tierna edad
10destos hijos de tu hijo que habrán de mí soledad.
[Cancionero musical de Alonso Núñez]
14
Miraba de Campoviejo [221] el rey de Aragón [222] un día:
2miraba la mar d’España cómo menguaba y crescía;
miraba naos [223] y galeras, [224] unas van y otras venían;
4unas venían de armada [225] y otras de mercadería, [226]
unas van la vía de Flandes, otras la de Lombardía;
6esas que vienen de guerra, ¡oh, cuán bien le parescían!
Miraba la gran ciudad que Nápoles se decía;
8miraba los tres castillos que la gran ciudad tenía:
Castel Novo y Capuana, Santelmo, [227] que relucía;
10aqueste [228] relumbra entr’ellos como el sol de mediodía.
Lloraba de los sus ojos, de la su boca decía:
12–¡Oh, ciudad, cuánto me cuestas por la gran desdicha mía!
Cuéstasme duques y condes, hombres de muy gran valía;
14cuéstasme un tal hermano que por hijo le tenía;
d’esotra gente menuda [229] cuento ni par no tenía;
16cuéstasme veinte y dos años, los mejores de mi vida,
que en ti me nascieron barbas y en ti las encanescía.
[Silva de varios romances 1550]
15
Nueva triste, nueva triste que sona [230] por toda España,
2que ese príncipe don Juan [231] está malo en Salamanca.
Malo está de calentura, [232] que otro mal no se le halla;
4íbalo a ver el duque, ese duque de Calabria. [233]
–¿Qué dicen de mí, ay, duque?, ¿qué dicen por Salamanca?
6–Que está malo vuestra alteza, mas que su mal que no es nada.
–Ansí [234] plegue [235] al Dios del cielo y a la Virgen coronada.
8Si d’esta no muero, duque, duque, no perderéis nada.–
Estas palabras diciendo, siete dotores [236] entraban;
10los seis le miran el pulso, dicen que su mal no es nada;
el postrero que lo mira es el doctor de la Parra. [237]
12Hincó rodilla en el suelo, mirándole está la cara.
–Cómo me miras, dotor, cómo me miras de gana.
14–Confiésese vuestra alteza, mande ordenar bien su alma.
Tres horas tiene de vida, la una que se le acaba.–
16Estas palabras oyendo el rey su padre llegaba.
–¿Qué es aqueso, hijo mío, mi heredero de España?
18O tenéis sudor de vida o se os arranca el alma.
Si vos morís, mi hijo, ¿qué hará aquel que tanto os ama?–
20Estas palabras diciendo ya caye que se desmaya.
[Ms. de la Biblioteca de Palacio de Madrid]
16
De Antequera [238] partió el moro tres horas antes del día
2con cartas en la su mano en que socorro pedía,
escritas iban con sangre mas no por falta de tinta;
4el moro que las llevaba ciento y veinte años había,
la barba tenía blanca, la calva le relucía;
6toca [239] llevaba tocada, muy grande precio valía,
la mora que la labrara [240] por su amiga la tenía;
8alhaleme [241] en su cabeza con borlas de seda fina;
caballero en una yegua, que caballo no quería;
10solo con un pajecico que le tenga compañía,
no por falta de escuderos, que en su casa hartos había.
12Siete celadas [242] le ponen de mucha caballería,
mas la yegua era ligera: d’entre todos se salía.
14Por los campos de Archidonia [243] a grandes voces decía:
–Oh, buen rey, si tú supieses mi triste mensajería, [244]
16mesarías [245] tus cabellos y la tu barba vellida.– [246]
El rey que venir lo vido [247] a recebirlo salía
18con trecientos de caballo, la flor de la morería.
–Bien seas venido, el moro, buena sea tu venida.
20–Alá te mantenga, el rey, con toda tu compañía.
–Dime qué nueva me traes de Antequera esa mi villa.
22–Yo te las diré, buen rey, si tú me otorgas la vida.
–La vida t’es otorgada si traición en ti no había.
24–Nunca Alá lo permitiese hacer tan gran villanía;
mas sepa tu real alteza lo que ya saber debría:
26que esa villa de Antequera en grande aprieto se vía, [248]
que el infante don Fernando [249] cercada te la tenía;
28fuertemente la combate sin cesar noche ni día.
Manjar que tus moros comen, cueros de vaca cocida.
30Buen rey, si no la socorres, muy presto se perdería.–
El rey, cuando aquesto oyera, de pesar se amortecía; [250]
32haciendo gran sentimiento muchas lágrimas vertía,
rasgaba sus vestiduras con gran dolor que tenía,
34ninguno le consolaba porque no lo permitía.
Mas después en sí tornando a grandes voces decía:
36–Toquénse mis añafiles, [251] trompetas de plata fina,
júntense mis caballeros cuantos en mi reino había,
38vayan con mis dos hermanos a Archidona esa mi villa
en socorro de Antequera, llave de mi señoría.– [252]
40Y así con este mandado se juntó gran morería;
ochenta mil peones fueron el socorro que venía
42con cinco mil de caballo, los mejores que tenía.
Ansí en la Boca del Asna [253] este real sentado había
44a vista del del infante, el cual ya se apercebía [254]
confiando en la gran vitoria [255] que d’ellos Dios le daría,
46sus gentes bien ordenadas. De San Juan era aquel día
cuando se dio la batalla de los nuestros tan herida
48que por ciento y veinte muertos quince mil moros había.
Después de aquesta batalla fue la villa combatida
50con lombardas [256] y pertrechos [257] y con una gran bastida [258]
con que le ganan las torres de donde era defendida.
52Después dieron el castillo los moros a pleitesía [259]
que libres con sus haciendas el infante los pornía [260]
54en la villa de Archidonia, lo cual todo se cumplía.
Y ansí se ganó Antequera a loor [261] de santa María.
[Cancionero de romances, s.a.]
17
La mañana de Sant Juan [262] al tiempo que alboreaba
2gran fiesta hacen los moros por la vega de Granada
revolviendo [263] sus caballos y jugando de las lanzas,
4ricos pendones en ellas broslados [264] por sus amadas,
ricas marlotas [265] vestidas tejidas de oro y grana;
6el moro que amores tiene señales d’ello mostraba
y el que no tenía amores allí no escaramuzaba. [266]
8Las damas mozas lo miran de las torres del Alhambra;
también se los mira el rey de dentro del Alcazaba. [267]
10Dando voces vino un moro con la cara ensangrentada:
–Con tu licencia, el rey, te diré una nueva mala:
12el infante don Fernando tiene Antequera ganada;
muchos moros deja muertos, yo soy quien mejor librara:
14siete lanzadas yo traigo, el cuerpo todo me pasan;
los que conmigo escaparon en Archidona quedaban.–
16Con la tal nueva el rey la cara se le demudaba. [268]
Manda juntar sus trompetas que toquen todos alarma,
18manda juntar a los suyos, hacen muy gran cabalgada;
y a las puertas de Alcalá que la Real [269] se llamaba
20los cristianos y los moros una escaramuza traban.
Los cristianos eran muchos, mas llevaban orden mala;
22los moros, que son de guerra, dado les han mala carga:
d’ellos matan, d’ellos prenden, d’ellos toman en celada.
24Con la victoria los moros van la vuelta de Granada;
a grandes voces decían: –¡La victoria ya es cobrada!
[Silva de varios romances 1550]
18
–¡Abenámar, [270] Abenámar, moro de la morería,
2el día que tú naciste grandes señales había!
Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida;
4moro que en tal signo nace no debe decir mentira.
Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que decía:
6–Yo te la diré, señor, aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva;
8siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía:
que mentira no dijese, que era grande villanía.
10Por tanto pregunta, rey, que la verdad te diría.
–Yo te agradezco, Abenámar, aquesa [271] tu cortesía.
12¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían!
–El Alhambra [272] era, señor, y la otra la mezquita,
14los otros los Alixares, [273] labrados a maravilla.
El moro que los labraba cien doblas [274] ganaba al día,
16y el día que no los labra, otras tantas se perdía.
El otro el Generalife, [275] huerta que par no tenía,
18el otro Torres Bermejas, [276] castillo de gran valía.
Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía:
20–Si tú quisieses, Granada, contigo me casaría;
darte he en arras [277] y dote a Córdoba y a Sevilla.
22–Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería.
[Ginés Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada]
19
Álora [278] la bien cercada, tú que estás en par [279] del río,
2cercóte el Adelantado [280] una mañana en domingo, [280 bis]
de peones [281] y hombres d’armas el campo bien guarnescido. [282]
4Con la gran artillería hecho te había un portillo; [283]
viérades [284] moros y moras todos huir al castillo.
6las moras llevaban ropa, los moros harina y trigo
y las moras de quince años llevaban el oro fino
8y los moricos pequeños llevaban la pasa e higo.
Por cima de la muralla su pendón [285] llevan tendido;
10entre almena y almena quedado se había un morico
con una ballesta [286] armada y en ella puesto un cuadrillo. [287]
12En altas voces decía, que la gente lo había oído:
–Treguas, treguas, Adelantado, por tuyo se da el castillo–
14Alza la visera arriba por ver el que tal le dijo.
Asestárale a la frente, salido le ha el colodrillo; [288]
16sacólo Pablo de rienda [289] y de mano Jacobillo,
estos dos que había criado en su casa desde chicos;
18lleváronle a los maestros [290] por ver si será guarido; [291]
a las primeras palabras el testamento les dijo.
[Pliego de Praga]
20
Río Verde, [292] río Verde, más negro vas que la tinta.
2Entre ti y Sierra Bermeja [293] murió gran caballería:
mataron a Ordiales, [294] Sayavedra [295] huyendo iba,
4con el temor de los moros entre un jaral [296] se metía;
tres días ha con sus noches que bocado no comía,
6aquejábale la sed y la hambre que tenía.
Por buscar algún remedio al camino se salía.
8Visto lo habían los moros que andan por la serranía;
los moros, desque lo vieron, luego para él se venían;
10Unos dicen: –Muera, muera.– Otros dicen: –Viva, viva.–
Tómanle entre todos ellos, bien acompañado iba;
12allá le van a presentar al rey de la morería;
desque el rey moro lo vido, bien oiréis lo que decía:
14–¿Quién es ese caballero que ha escapado con la vida?
–Sayavedra es, señor, Sayavedra el de Sevilla,
16el que mataba tus moros y tu gente destruía,
el que hacía cabalgadas y se encerraba en su manida.– [297]
18Allí hablara el rey moro, bien oiréis lo que decía:
–Dígasme tú, Sayavedra, sí Alá te alargue la vida:
20si en tu tierra me tuvieses, ¿qué honra tú me harías?–
Allí habló Sayavedra, d’esta suerte le decía:
22–Yo te lo diré, señor, nada no te mentiría:
si cristiano te tornases grande honra te haría
24y si así no lo hicieses muy bien te castigaría:
la cabeza de los hombros luego te la cortaría.
26–Calles, calles, Sayavedra, cese tu malenconía. [298]
Tórnate moro si quieres y verás qué te daría:
28darte he villas y castillos y joyas de gran valía.–
Gran pesar ha Sayavedra d’esto que oír decía;
30con una voz rigurosa d’esta suerte respondía:
–Muera, muera Sayavedra; la fe no renegaría,
32que mientras vida tuviere la fe yo defendería.–
Allí hablara el rey moro y d’esta suerte decía:
34–Prendedlo, mis caballeros, y d’él me haced justicia.–
Echó mano a su espada, de todos se defendía,
36mas como era uno solo allí hizo fin su vida.
[Cancionero de romances s.a.]
21
Paseábase el rey moro [299] por la ciudad de Granada
2desde la puerta de Elvira [300] hasta la de Vivarrambla. [301]
¡Ay de mi Alhama!
Cartas le fueron venidas que Alhama era ganada.
4Las cartas echó en el fuego y al mensajero matara.
¡Ay de mi Alhama!
Descabalga de una mula y en un caballo cabalga;
6por el Zacatín [302] arriba subido se había al Alhambra.
¡Ay de mi Alhama!
Como en el Alhambra estuvo, al mismo punto mandaba
8que se toquen sus trompetas, sus añafiles de plata.
¡Ay de mi Alhama!
Y que las cajas [303] de guerra apriesa [304] toquen alarma,
10porque lo oigan sus moros, los de la vega [305] y Granada.
¡Ay de mi Alhama!
Los moros, que el son oyeron que al sangriento Marte [306] llama,
12uno a uno y dos a dos juntado se ha gran batalla.
¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un moro viejo, de esta manera hablaba:
14–¿Para qué nos llamas, rey? ¿Para qué es esta llamada?
¡Ay de mi Alhama!
–Habéis de saber, amigos, una nueva desdichada:
16que cristianos de braveza ya nos han ganado Alhama.
¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un alfaquí, [307] de barba crecida y cana:
18–¡Bien se te emplea, buen rey; buen rey, bien se te empleara!
¡Ay de mi Alhama!
Mataste los Bencerrajes, [308] que eran la flor de Granada;
20cogiste los tornadizos [309] de Córdoba la nombrada.
¡Ay de mi Alhama!
Por eso mereces, rey, una pena muy doblada:
22Que te pierdas tú y tu reino y aquí se pierda Granada.
¡Ay de mi Alhama!
[Ginés Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada.]
22
–Moro alcaide, [310] moro alcaide, el de la barba vellida
2el rey os manda prender porque Alhama [311] era perdida.
–Si el rey me manda prender porque es Alhama perdida,
4el rey lo puede hacer, mas yo nada le debía,
porque yo era ido a Ronda [312] a bodas de una mi prima;
6yo dejé cobro [313] en Alhama el mejor que yo podía.
Si el rey perdió su ciudad, yo perdí cuanto tenía:
8Perdí mi mujer e hijos, la cosa que más quería.
[Cancionero de romances de 1550]
Romances de la materia de Francia
23
Mala la vistes, [314] franceses, la caza [315] de Roncesvalles: [316]
2don Carlos [317] perdió la honra, murieron los doce pares, [318]
cautivaron a Guarinos, [319] almirante de las mares.
4Los siete reyes de moros fueron en su cautivare; [320]
siete veces echan suertes cuál d’ellos lo ha de llevare,
6todas siete le cupieron [321] a Marlotes el infante.
Más lo preciaba Marlotes que Arabia con su ciudade; [322]
8dícele d’esta manera y empezóle de hablar:
–Por Alá te ruego, Guarinos, moro te quieras tornar;
10de los bienes d’este mundo yo te quiero dar asaz:
las dos hijas que yo tengo ambas te las quiero dar,
12la una para el vestir, para vestir y calzare,
la otra para tu mujer, tu mujer la naturale;
14darte he en arras y dote Arabia con su ciudade;
si más quisieses, Guarinos, mucho más te quiero dare.–
16Allí hablara Guarinos, bien oiréis lo que dirá:
–No lo mande Dios del cielo ni Santa María su madre,
18que deje la fe de Cristo por la de Mahoma tomar,
que esposica tengo en Francia, con ella entiendo casar.–
20Marlotes con gran enojo en cárceles lo manda echar
con esposas en las manos porque pierda el pelear,
22el agua fasta [323] la cinta [324] porque pierda el cabalgar,
siete quintales [325] de fierro [326] desde el hombro al calcañar; [327]
24en tres fiestas que hay’n el año le mandaba justiciar:
la una Pascua de mayo, [328] la otra por Navidad,
26la otra Pascua de Flores, esa fiesta general.
Vanse días, vienen días, venido era el de San Juan
28donde cristianos y moros hacen gran solenidad; [329]
los cristianos echan juncia [330] y los moros arayhán, [331]
30los judíos echan eneas [332] por la fiesta más honrar.
Marlotes con alegría un tablado [333] mandó armar,
32ni más chico ni más grande que al cielo quiere llegar.
Los moros con alegría empiézanle de tirar:
34tira el uno, tira el otro, no llegan a la mitad.
Marlotes con enconía [334] un plegón [335] mandara dar:
36que los chicos no mamasen ni los grandes coman pan
fasta que aquel tablado en tierra haya d’estar.
38Oyó el estruendo Guarinos en las cárceles do está:
–Oh, válasme Dios del cielo y Santa María su madre,
40o casan hija de rey o la quieren desposar
o era venido el día que me suelen justiciar.–
42Oído lo ha el carcelero que cerca se fue a hallar:
–No casan hija de rey ni la quieren desposar
44ni es venida la Pascua que te suelen azotar,
mas era venido un día el cual llaman de Sant Juan,
46cuando los que están contentos con placer comen su pan.
Marlotes de gran placer un tablado mandó armar;
48el altura que tenía al cielo quiere allegar.
Hanle tirado los moros, no le pueden derribar,
50Marlotes de enojado un plegón mandara dar:
que ninguno no comiese fasta habello de derribar.–
52Allí respondió Guarinos, bien oiréis qué fue a hablar:
–Si vos me dais mi caballo en que solía cabalgar
54y me diésedes mis armas las que yo solía armar
y me diésedes mi lanza la que solía llevar,
56aquellos tablados altos yo los entiendo derribar
y si no los derribase que me mandasen matar.–
58El carcelero qu’esto oyera comenzóle de hablar:
–Siete años había, siete, que estás en este lugar,
60que no siento hombre del mundo que un año pudiese estar
y aún dices que tienes fuerza para el tablado derribar.
62Mas espera tú, Guarinos, que yo lo iré a contar
a Marlotes el infante por ver lo que me dirá.–
64Ya se parte el carcelero, ya se parte, ya se va;
como fue cerca del tablado a Marlotes fue a hablar:
66–Unas nuevas vos traía, queráismelas escuchar:
sabe que aquel prisionero aquesto dicho me ha,
68que si le diesen su caballo el que solía cabalgar
y le diesen las sus armas que él se solía armar
70que aquestos tablados altos él los entiende derribar.–
Marlotes de qu’esto oyera d’allí lo mandó sacar;
72por mirar si en caballo él podría cabalgar,
mandó buscar su caballo y mandáraselo dar
74que siete años son pasados que andaba llevando cal.
Armáronlo de sus armas, que bien mohosas [336] están.
76Marlotes desque lo vido con reír y con burlar
dice que vaya al tablado y lo quiera derribar.
78Guarinos con grande furia un encuentro le fue a dar
que más de la meitad [337] d’él en el suelo fue a echar.
80Los moros de que esto vieron todos le quieren matar;
Guarinos, como esforzado, comenzó de pelear
82con los moros, que eran tantos qu’el sol querían quitar;
peleara de tal suerte que él se hubo de soltar
84y se fuera a su tierra, a Francia la natural.
Grandes honras le hicieron cuando le vieron llegar.
[Cancionero de romances s.a.]
24
En París está doña Alda, la esposa de don Roldán, [338]
2trecientas damas con ella para la acompañar;
todas visten un vestido, todas calzan un calzar, [339]
4todas comen a una mesa, todas comían de un pan
sino era doña Alda que era la mayoral. [340]
6Las ciento hilaban oro, las ciento tejen cendal, [341]
las ciento tañen instrumentos para doña Alda holgar. [342]
8Al son de los instrumentos doñ’Alda adormido se ha;
ensoñado había un sueño, un sueño de gran pesar.
10Recordó [343] despavorida y con un pavor muy grande,
los gritos daba tan grandes que se oían en la ciudad.
12Allí hablaron sus doncellas, bien oiréis lo que dirán:
–¿Qué es aquesto, mi señora? ¿Quién es el que os hizo mal?
14–Un sueño soñé, doncellas, que me ha dado gran pesar:
que me veía en un monte en un desierto lugar;
16de so [344] los montes muy altos un azor [345] vide [346] volar,
tras dél viene una aguililla que lo ahínca [347] muy mal;
18el azor, con grande cuita, [348] metióse so mi brial; [349]
el aguililla, con grande ira, de allí lo iba a sacar.
20Con las uñas lo despluma, con el pico lo deshace.–
Allí habló su camarera, [350] bien oiréis lo que dirá:
22–Aquese sueño, señora, bien os lo entiendo soltar: [351]
el azor es vuestro esposo que viene de allén [352] la mar,
24el águila sodes [353] vos con la cual ha de casar
y aquel monte es la iglesia donde os han de velar. [354]
26–Si así es, mi camarera, bien te lo entiendo pagar.–
Otro día de mañana cartas de fuera le traen;
28tintas venían de dentro, de fuera escritas con sangre:
que su Roldán era muerto en la caza de Roncesvalles.
[Cancionero de romances de 1550]
25
Durandarte, [355] Durandarte, buen caballero probado,
2yo te ruego que hablemos en aquel tiempo pasado
y dime si se te acuerda cuando fuiste enamorado,
4cuando en galas [356] e invenciones [357] publicabas tu cuidado,
cuando venciste a los moros en campo por mí aplazado.
6Agora, desconocido, di ¿por qué me has olvidado?
–Palabras son lisonjeras, [358] señora, de vuestro grado,
8que si yo mudanza hice, vos lo habéis todo causado,
pues amastes [359] a Gaiferos [360] cuando yo fui desterrado.
10Que si amor queréis conmigo, tenéislo muy mal pensado,
que por no sufrir ultraje moriré desesperado.
[Cancionero de romances s.a.]
26
–Vámonos –dijo–, mi tío, en París esa ciudad
2en figura de romeros, [361] no nos conozca Galván,
que si Galván nos conoce mandar nos hía [362] matar.
4Encima ropas de seda vestimos las de sayal; [363]
llevemos nuestras espadas por más seguros andar;
6llevemos sendos bordones [364] por la gente asegurar.–
Ya se parten los romeros, ya se parten, ya se van,
8de noche por los caminos, de día por los jarales.
Andando por sus jornadas a París llegado han;
10las puertas hallan cerradas, no hallan por dónde entrar,
siete vueltas la rodean por ver si podrán entrar
12y al cabo de las ocho un postigo [365] van hallar.
Ellos que se vieron dentro empiezan a demandar;
14no preguntan por mesón [366] ni menos por hospital, [367]
preguntan por los palacios donde la condesa está.
16A las puertas del palacio allí van a demandar;
vieron estar la condesa y empezaron de hablar:
18–Dios te salve, la condesa. –Los romeros, bien vengáis.
–Mándesnos dar limosna por honor de caridad.
20–Con Dios vades, [368] los romeros, que n’os puedo nada dar,
que el conde me había mandado a romeros no albergar.
22–Dadnos limosna, señora, qu’el conde no lo sabrá;
así la den a Gaiferos en la tierra donde está.–
24Así como oyó Gaiferos comenzó de sospirar;
mandábales dar del vino, mandábales dar del pan.
26Ellos en aquesto estando el conde llegado ha.
–¿Qu’es aquesto, la condesa? Aquesto ¿qué puede estar?
28¿N’os tenía yo mandado a romeros no albergar?–
Y alzara la su mano, puñada [369] le fuera a dar
30que sus dientes menudicos en tierra los fuera a echar.
Allí hablaran los romeros y empiezan de hablar:
32–Por hacer bien la condesa cierto no merece mal.
–Calledes [370] vos, los romeros, no hayades vuestra parte.–
34Alzó Gaiferos su espada, un golpe le fue a dar
que la cabeza de sus hombros en tierra la fuera a echar.
36Allí habló la condesa llorando con gran pesar:
–¿Quién érades, los romeros, que al conde fuistes matar?–
38Allí respondió el romero, tal respuesta le fue a dar:
–Yo soy Gaiferos, señora, vuestro hijo natural.
40–Aquesto no puede ser ni era cosa de verdad,
qu’el dedo y el corazón yo lo tengo por señal.
42–El corazón que vos tenéis en persona no fue a estar;
el dedo bien es aqueste que en esta mano me falta.–
44La condesa qu’esto oyera empezóle de abrazar;
la tristeza que tenía en placer se fue a tornar.
[Cancionero de romances s.a.]
27
–Cata [371] Francia, Montesinos, [372] cata París la ciudad,
2cata las aguas del Duero [373] do van a dar en la mar,
cata palacios del rey, cata los de don Beltrán [374]
4y aquella que ves más alta y que está en mejor lugar
es la casa de Tomillas, [375] mi enemigo mortal:
6por su lengua difamada me mandó el rey desterrar
y he pasado a causa d’esto mucha sed, calor y hambre,
8trayendo los pies descalzos, las uñas corriendo sangre.
A la triste madre tuya por testigo puedo dar
10que te parió en una fuente sin tener en qué te echar;
yo, triste, quité mi sayo [376] para haber de te cobijar;
12ella me dijo llorando por te ver tan mal pasar:
«Tomes este niño, conde, y lléveslo a cristianar.
14Llamédesle [377] Montesinos, Montesinos le llamad».–
Montesinos que lo oyera los ojos volvió a su padre; [378]
16las rodillas por el suelo, empezóle de rogar
le quisiese dar licencia que en París quiere pasar
18y tomar sueldo del rey si se lo quisiere dar
por vengarse de Tomillas su enemigo mortal,
20que si sueldo del rey toma todo se puede vengar.
Ya que despedir se quieren a su padre fue a rogar
22que a la triste de su madre él la quiera consolar
y de su parte le diga que a Tomillas va a buscar.
[Cancionero de romances s.a.]
28
En Castilla está un castillo el cual dicen Roca Frida: [379]
2al castillo llaman Roca y a la fuente llaman Frida;
las almenas tiene de oro, paredes de plata fina,
4entre almena y almena está una piedra zefira: [380]
tanto relumbra de noche como el sol desque salía.
6Dentro estaba una doncella que llaman Rosaflorida,
siete condes la demandan, tres duques de Lombardía;
8a todos los despreciaba, tanta era su lozanía. [381]
Enamoróse de Montesinos de oída, que no de vista;
10allá a la media noche gritos da Rosaflorida.
Oído lo había Landino, el ayo que la tenía:
12–¿Qué habedes, [382] la infanta? ¿Qué habedes, Rosaflorida?
O tenéis mal de amores o estáis loca perdida.
14–Que ni tengo mal de amores ni estoy loca perdida;
más llevédesme [383] unas cartas a Francia la bien guarnida. [384]
16Dar las heis [385] a Montesinos que venga a la Pascua florida. [386]
Dar le he yo mil marcos de oro y dos mil de plata fina;
18daréle treinta castillos todos riberas d’Ungría
y si muchos más quisiese muchos más yo le daría;
20dar le hía este mi cuerpo siete años a su guisa: [387]
si otra más linda hallase, que me dejase escarnida, [388]
22que en todos estos reinos no la hay otra más linda
si no es una mi hermana que de mal fuego sea ardida;
24si ella me lleva [389] en cuerpo, yo a ella en lozanía.–
Mal lo usara Montesinos para haberme por amiga,
26que al cabo de siete años fuera a buscar otra amiga
y así yo por buen amor quedé burlada y perdida.
[Tercera silva de varios romances, 1551]
29
Levántose Girineldos [390] que al rey dejaba dormido,
2fuese para la infanta [391] donde estaba en el castillo.
–Abráisme –dijo– señora; abráisme, cuerpo garrido. [392]
4–¿Quién sois vos, el caballero, que llamáis a mi postigo?
–Girineldos soy, señora, vuestro tan querido amigo.–
6Tomáralo por la mano, a un palacio lo ha metido
y besando y abrazando Girineldos se ha dormido.
8Recordado [393] había el rey del sueño despavorido;
tres veces lo había llamado, ninguna le ha respondido.
10–Girineldos, Girineldos, mi camarero polido, [394]
si me andas en traición trátasme como a enemigo.
12O dormías con la infanta o me has vendido el castillo.–
Tomó la espada en la mano, en gran saña va encendido,
14fuérase para la cama donde a Girineldos vido;
él quisiéralo matar, mas crióle de chiquito.
16Sacara luego la espada, entre entrambos la ha metido
porque desque recordase viese cómo era sentido.
18Recordado había la infanta y la espada ha conocido.
–Recordáseis, Girineldos, que ya era érades sentido,
20que la espada del rey mi padre yo me la he bien conocido.
[Pliego de Madrid del siglo XVI]
30
–Nuño Vero, [395] Nuño Vero, buen caballero probado,
2hinquedes [396] la lanza en tierra y arrendedes [397] el caballo;
preguntaros he por nuevas de Valdovinos el franco. [398]
4–Aquesas nuevas, señora, yo vos las diré de grado:
esta noche a media noche entramos en cabalgada
6y los muchos a los pocos lleváronnos de arrancada. [399]
Hirieron a Valdovinos de una mala lanzada;
8la lanza tenía dentro, de fuera le tiembla el asta. [400]
Su tío el emperador [401] a penitencia [402] le daba;
10o esta noche morirá o de buena madrugada.
Si te pluguiese, Sevilla, fueses tú mi enamorada;
12adamédesme, [403] mi señora, que en ello no perderéis nada.
–Nuño Vero, Nuño Vero, mal caballero probado,
14yo te pregunto por nuevas, tu respóndesme al contrario;
que aquesta noche pasada conmigo durmiera el franco:
16él me diera una sortija y yo le di un pendón labrado.
[Cancionero de romances de 1550]
31
Nunca fuera caballero de damas tan bien servido
2como fuera Lanzarote [404] cuando de Bretaña [405] vino:
doncellas curaban [406] d’él y dueñas [407] de su rocino, [408]
4esa dueña Quintañona, ésa le escanciaba [409] el vino,
la linda reina Ginebra [410] se lo acostaba consigo.
6Estando al mejor sabor, que sueño no había dormido,
la reina toda turbada movido le ha un partido: [411]
8–Lanzarote, Lanzarote, si antes fuérades [412] venido
no dijera el Orgulloso [413] las palabras que había dicho:
10que mataría al rey Artús [414] y aun a todos sus sobrinos
y a pesar de vos, señor, él dormiría conmigo.–
12Lanzarote que lo oyó gran pesar ha recebido,
lleno de muy gran enojo sus armas había pedido;
14armóse de todas ellas, de la reina se ha partido, [415]
va a buscar al Orgulloso, hallólo bajo de un pino.
16Combátense de las lanzas, a las hachas han venido;
de la sangre que les corre todo el campo está teñido.
18Ya desmaya el Orgulloso, ya cae en tierra tendido,
cortado le ha la cabeza sin hacer ningún partido. [416]
20Tornóse para la reina de quien fue bien recebido. [417]
[Cancionero de romances s.a.]
32
Quién hubiese tal ventura sobre las aguas de mar
2como hubo el conde Arnaldos la mañana de San Juan.
Con un falcón [418] en la mano la caza iba a cazar;
4vio venir una galera que a tierra quiere llegar:
las velas traía de seda, la ejercia [419] de un cendal, [420]
6marinero que la manda diciendo viene un cantar
que la mar facía [421] en calma, los vientos hace amainar, [422]
8los peces que andan n’el hondo arriba los hace andar,
las aves que andan volando n’el [423] mástel [424] las faz [425] posar.
10Allí fabló el conde Arnaldos, bien oiréis lo que dirá:
–Por Dios te ruego, marinero, dígasme ora [426] ese cantar.–
12Respondióle el marinero, tal respuesta le fue a dar:
–Yo no digo esta canción sino a quien conmigo va.
[Cancionero de romances, s.a.]
33
–Por el mes era de mayo, cuando hace la calor,
2cuando canta la calandria [427] y responde el ruiseñor, [428]
cuando los enamorados van a servir al amor; [429]
4sino yo, triste cuitado, [430] que vivo en esta prisión,
que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son
6sino por una avecilla que me cantaba al albor; [431]
matómela un ballestero, déle Dios mal galardón.
[Cancionero de romances de 1550]
34
En el tiempo que me vi más alegre y placentero,
2encontré con un palmero [432] que me habló y dijo así:
–¿Dónde vas, el caballero? ¿Dónde vas, triste de ti?
4Muerta es tu linda amiga, muerta es, que yo la vi;
las andas [433] en que ella iba de luto las vi cubrir,
6duques, condes la lloraban, todos por amor de ti;
dueñas, damas y doncellas llorando dicen así:
8–¡Oh triste del caballero que tal dama pierde aquí!
[Pliego de Praga]
35
–Rosa fresca, rosa fresca, tan garrida [434] y con amor,
2cuando y’os tuve en mis brazos no vos supe servir, no.
y agora que os serviría no vos puedo haber, no.
4–Vuestra fue la culpa, amigo, vuestra fue, que mía no.
Enviástesme una carta con un vuestro servidor
6y en lugar de recaudar [435] él dijera otra razón:
qu’érades [436] casado, amigo, allá en tierras de León;
8que tenéis mujer hermosa y hijos como una flor.
–Quien os lo dijo, señora, no vos dijo verdad, no;
10que yo nunca entré en Castilla ni allá en tierras de León,
sino cuando era pequeño que no sabía de amor.
[Cancionero de romances s.a.]
36
–Blanca sois, señora mía, más que el rayo del sol;
2¿si la dormiré esta noche desarmada y sin pavor?
Que siete años había, siete, que no me desarmo, no;
4más negras tengo mis carnes que un tiznado carbón.
–Dormilda, [437] señor, dormilda desarmado sin temor,
6que el conde es ido a la caza a los montes de León:
rabia le mate los perros y águilas el su halcón
8y del monte hasta casa a él arrastre el Morón.– [438]
Ellos en aquesto estando su marido que llegó:
10–¿Qué hacéis, la Blancaniña, hija de padre traidor?
–Señor, peino mis cabellos, péinolos con gran dolor
12que me dejéis a mí sola y a los montes os vais vos.
–Esa palabra, la niña, no era sino traición.
14¿Cúyo [439] es aquel caballo que allá bajo relinchó?
–Señor, era de mi padre y envióslo para vos.
16–¿Cúyas son aquellas armas que están en el corredor?
–Señor, eran de mi hermano y hoy os las envió.
18–¿Cúya es aquella lanza? Desde aquí la veo yo.
–Tomalda, [440] conde, tomalda, matadme con ella vos,
20que aquesta muerte, buen conde, bien os la merezco yo.
[Cancionero de romances de 1550]
37
–Gentil dona, [441] gentil dona, dona de bell parasser, [442]
2los pes [443] tingo [444] en la verdura [445] esperando este plaser.– [446]
Po hi [447] passá [448] ll’escudero mesurado e cortés;
4les paraules [449] que me dixo [450] todes [451] eren [452] d’amores.
–Tate, escudero, este coerpo, [453] este corpo [454] a tu plaser:
6las titilles [455] agudilles [456] qu’el brial [457] queran [458] fender.– [459]
Allí dixo l’escudero: –No es hora de tender; [460]
8la muller [461] tingo fermosa, [462] fijes [463] he de mantener,
al ganado en la sierra que se me va a perder,
10els [464] perros en les cadenes [465] que no tienen qué comer.
–Allá vages, [466] mal villano, Dieus [467] te quera mal feser:
12por un poco de mal ganado dexes [468] coerpo de plaser.
[Manuscrito de la Biblioteca Nacional de Florencia]
38
Yo m’era mora Moraima, morilla d’un bel catar; [469]
2cristiano vino a mi puerta, cuitada, por m’engañar;
hablóme en algarabía [470] como aquel que la bien sabe:
4–Ábrasme las puertas, mora, sí Alá te guarde de mal.
–¿Cómo t’abriré, mezquina, [471] que no sé quién te serás?
6–Yo soy moro Mazote, [472] hermano de la tu madre,
que un cristiano dejo muerto, tras mí viene el alcaide.
8Si no me abres tú, mi vida, aquí me verás matar.–
Cuando esto oí, cuitada, comencéme a levantar;
10vistiérame un almejía [473] no hallando mi brial;
fuérame para la puerta y abríla de par en par.
[Cancionero de romances de 1550]
39
En Sevilla está una ermita cual dicen de San Simón
2adonde todas las damas iban a hacer oración;
allá va la mi señora, sobre todas la mejor.
4Saya [474] lleva sobre saya, mantillo [475] de un tornasol, [476]
en la su boca muy linda lleva un poco de dulzor,
6en la su cara muy blanca lleva un poco de color
y en los sus ojuelos garzos [477] lleva un poco de alcohol, [478]
8a la entrada de la ermita, relumbrando como el sol.
El abad que dice la misa no la puede decir, non; [479]
10monacillos [480] que le ayudan no aciertan responder, non:
por decir «Amén, [481] amén» decían «Amor, amor».
[Pliego de la Biblioteca Nacional de Madrid]
40
De Francia partió la niña, de Francia la bien guarnida; [482]
2íbase para París do padre y madre tenía.
Errado lleva el camino, errada lleva la guía, [483]
4arrimárase a un roble por esperar compañía.
Vio venir un caballero que a París lleva la guía;
6la niña, desque [484] lo vido, d’esta suerte le decía:
–Si te place, caballero, llévesme en tu compañía.
8–Pláceme –dijo–, señora; pláceme –dijo–, mi vida.–
Apeóse del caballo por hacelle [485] cortesía,
10puso la niña en las ancas y él subiérase en la silla.
En el medio del camino de amores la requería;
12la niña, desque lo oyera, díjole con osadía:
–Tate, tate, [486] caballero, no hagáis tal villanía,
14hija soy de un malato [487] y de una malatía, [488]
el hombre que a mí llegase malato se tornaría.–
16El caballero con temor palabra no respondía.
A la entrada de París la niña se sonreía.
18–¿De qué vos reís, señora? ¿De qué vos reís, mi vida?
–Ríome del caballero y de su gran cobardía:
20tener la niña en el campo y catarle [489] cortesía.–
Caballero con vergüenza estas palabras decía:
22–Vuelta, vuelta, mi señora, que una cosa se me olvida.–
La niña, como discreta, dijo: –Yo no volvería
24ni persona, aunque volviese, en mi cuerpo tocaría:
hija soy del rey de Francia y de la reina Constantina;
26El hombre que a mí llegase muy caro le costaría.
[Cancionero de romances s.a.]
41
Fonte Frida, [490] Fonte Frida, Fonte Frida y con amor,
2do todas las avecicas van tomar consolación
si no es la tortolica [491] qu’está viuda y con dolor.
4Por allí fuera pasar el traidor del ruiseñor;
las palabras que le dice llenas son de traición:
6–Si tú quisieses, señora, yo sería tu servidor.
–Vete d’ahí, enemigo, malo, falso, engañador,
8que ni poso en ramo verde ni en prado que tenga flor;
que si el agua hallo clara, turbia la bebía yo;
10que no quiero haber marido porque hijos no haya, no,
ni quiero placer con ellos ni menos consolación.
12Déjame, triste enemigo, malo, falso, mal traidor,
que no quiero ser tu amiga ni casar contigo, no.
[Cancionero General]
42
Adormido se ha el buen viejo [492] del cansancio que traía,
2a la sombra de un enebro, [493] que otro árbol no le había,
rogando a Dios que le mate y le saque d’esta vida,
4pues llevó a tantos buenos que le hacían compañía.
Él, que estaba ya dormido, oyó una voz que decía:
6“Levántate y come luego d’este pan que te traía.”
Apenas hubo comido, que otra vez se adormecía,
8y luego le despertó el ángel que era su guía.
[Enríquez de Valderrábano, Libro de música de vihuela]
43
Con rabia está el rey David [494] rasgando su corazón
2sabiendo que allí en la lid le mataron a Absalón. [495]
Cubrióse la su cabeza y subióse a un mirador;
4con lágrimas de sus ojos sus canas regadas son;
hablando de la su boca dice esta lamentación:
6–Fili mi, [496] fili mi, fili mi, Absalón,
¿qué es de la tu hermosura, tu estremada [497] perfición? [498]
8Los tus cabellos dorados parecían rayos de sol,
tus lindos ojos azules ¡qué jacinta [499] de Sión! [500]
10¡Oh manos que tal hicieron, enemigas de razón!
¡Oh Ionatás, [501] qué heciste! [502] No lo merecía, no:
12mirarás que era mi hijo, engendrado en bendición,
que quien le daba la muerte me doblaba la pasión;
14que si él era desobediente yo le otorgara perdón.
Si mi mandado cumplieras, trujérasmelo [503] a prisión.
16¡Oh madre que tal pariste! ¿Cómo habrás consolación?
Rómpanse las tus entrañas, rásguese tu corazón,
18llorémosle padre y madre, el fruto de bendición.
Fili mi, fili mi, fili mi, Absalón.
[Cancionero de romances de 1550]
44
–Oh cruel hijo de Archiles, [504] nunca mal te merecí,
2que si tu padre fue muerto, ni lo supe ni lo vi.
No me des así la muerte, ni tomes venganza en mí,
4que el favor de las mujeres en los hombres yo lo ví;
no fenezcan [505] los mis días ni se pierdan ahora por ti.
6Baste, baste contentarte con me ver ya destruir
y la muerte de mi padre y su muy triste vivir,
8la muerte de mis hermanos con Héctor [506] el varonil,
la amazona [507] que mataste, tan esforzada y viril,
10la ciudad toda abrasada para más la consumir.
Sea contenta tu venganza con que poco he de vivir,
12pues que por tierras extrañas por esclava he de servir.
–Policena, [508] Policena, no se excusa tu morir,
14pues por tus tristes amores el mi padre murió aquí.
Muy bien es que tú padezcas lo que él padeció por ti,
16que la muerte se ha de dar a quien hace a otro morir.
[Pliego de la Biblioteca Nacional de Lisboa, 1550]
45
Triste estaba y muy penosa aquesa reina troyana, [509]
2de que así se vido sola viuda y desamparada,
por ver a sus hijos muertos, la ciudad toda asolada,
4y la linda Policena en el templo degollada,
sobre el sepulcro de Aquiles por Pirro [510] sacrificada.
6–Di, traidor, ¿cómo pudiste en mujer vengar tu saña?
¿No bastó su hermosura contra tu cruel espada?
8¿Qué es de Paris? [511] ¿Qué es de Héctor? ¿Qué es de la su enamorada?
¿Qué es del hermoso Deifebo, [512] el hijo que más amaba?
10¿Qué es de mi hijo Troilo, [513] el que consejos me daba?
[Pliego de la Biblioteca Nacional de Madrid]
46
Aquel rey de los romanos que Tarquino [514] se llamaba
2enamoróse de Lucrecia, [515] la noble y casta romana,
y para dormir con ella una gran traición pensaba.
4Vase muy secretamente adonde Lucrecia estaba;
cuando en su casa le vido como a rey le aposentaba. [516]
6A hora de media noche Tarquino se levantaba;
vase para el aposento adonde Lucrecia estaba
8a la cual halló dormiendo, de tal traición descuidada.
En llegando cerca d’ella desenvainó su espada
10y a los pechos se la puso, d’esta manera le habla:
–Yo soy aquel rey Tarquino, rey de Roma la nombrada.
12El amor que yo te tengo las entrañas me trespasa; [517]
si cumples mi voluntad serás rica y estimada;
14si no, yo te mataré con esta cruel espada.
–Eso no haré yo, rey, si la vida me costara,
16que más la quiero perder que no vivir deshonrada.–
Como vido el rey Tarquino que la muerte no bastaba,
18acordó otra traición, con ella la amenazaba:
–Si no cumples mi deseo como yo te lo rogaba,
20yo te mataré, Lucrecia, con un negro de tu casa
y desque muerto lo tenga echarlo he en la tu cama.
22Yo diré por toda Roma que ambos juntos os tomara.–
Después que esto oyó Lucrecia, que tan gran traición pensaba,
24cumplióle su voluntad por no ser tan deshonrada.
Desque Tarquino hubo hecho lo que tanto deseaba,
26muy alegre y muy contento para Roma se tornaba.
Lucrecia quedó muy triste en verse tan deshonrada;
28enviara muy apriesa con un siervo de su casa
a llamar a su marido porque allá en Roma estaba.
30Cuando ante sí lo vido, desta manera le habla:
–Oh, mi amado Colatino, ya es perdida la mi fama,
32que pisadas de hombre ajeno han hollado [518] la tu cama.
El soberbio rey Tarquino vino anoche a tu posada; [519]
34recibíle como a rey y dejóme violada.
Yo me daré tal castigo como adúltera malvada
36porque ninguna matrona [520] por mi ejemplo sea mala.–
Estas palabras diciendo, echa mano de una daga [521]
38que muy secreta traía debajo de la su falda
y a los pechos se la pone que lástima era de miralla. [522]
40Luego allí en aquel momento muerta cae la romana;
su marido que la viera amargamente lloraba.
42Sacóle de la herida aquella sangrienta daga
y en la mano la tenía y a los sus dioses juraba
44de matar al rey Tarquino y quemalle [523] la su casa.
En un monumento negro el cuerpo a Roma llevaba
46y púsolo descubierto en medio de una gran plaza;
de los sus ojos llorando de la su boca hablaba:
48–Oh romanos, oh romanos, doléos de mi triste fama
qu’el soberbio rey Tarquino ha forzado esta romana
50y por esta gran deshonra ella misma se matara.
Ayudámela a vengar su muerte tan desastrada.– [524]
52Desque aquesto vido el pueblo todos en uno se armaban
y vanse para el palacio donde el rey Tarquino estaba.
54Diéronle grandes heridas y quemáronle su casa.
[Cancionero de romances s.a.]
47
Mira Nero [525] de Tarpeya [526] a Roma cómo se ardía;
2gritos dan niños y viejos y él de nada se dolía.
El grito de las matronas sobre los cielos subía,
4como ovejas sin pastor unas a otras corrían
perdidas, descarriadas, llorando a lágrima viva.
6Toda su gente huyendo a las torres se acogía;
los siete montes romanos [527] lloro y fuego los hundía:
8en el grande Capitolio [528] suena muy gran vocería,
por el collado [529] Aventino [530] gran gentío discurría,
10van en Caballo Rotundo, la gente apenas cabía;
por el rico Coliseo [531] gran número se subía.
12Llegaban los dictadores, [532] los cónsules [533] a porfía, [534]
daban voces los tribunos, [535] los magistrados [536] plañían, [537]
14los cuestores [538] lamentaban, los senadores [539] gemían;
lloran la orden ecuestre, toda la caballería
16por la crueldad de Nero que lo ve y toma alegría.
Siete días con sus noches la cibdad [540] toda se ardía;
18por tierra yacen las casas, los templos de tallería, [541]
los palacios muy antiguos de alabastro [542] y sillería, [543]
20por tierra van en ceniza sus lazos y pedrería.
Las moradas de los dioses han triste postrimería: [544]
22el templo capitolino do Júpiter se servía,
el grande templo de Apolo, [545] el que de Mars [546] se decía,
24sus tesoros y riquezas el fuego los derretía.
Por los carneros [547] y osarios [548] la gente se defendía.
26De la torre de Mecenas [549] lo miraba todo y veía
el ahijado de Claudio [550] que a su padre parecía,
28el que a Séneca [551] dio muerte, el que matara a su tía,
el que antes nueve meses que Tiberio [552] se moría
30con prodigios y señales en este mundo nacía,
el que siguió [553] los cristianos, el padre de tiranía
32de ver abrasar a Roma gran deleite recebía; [554]
vestido en scénico [555] traje decantaba [556] en poesía.
34Todos le ruegan amanse su crueldad y porfía:
Doríforo le rogaba, Esporo le combatía,
36a sus pies Rubria [557] se lanza, Acté [558] los besa y lamía,
Claudia Augusta [559] se lo ruega, ruégaselo Mesalina; [560]
38ni lo hace por Pompea [561] ni por su madre Agripina, [562]
no hace caso de Antonia que la mayor [563] se decía
40ni del padre y tío Claudio ni de Cepida su tía.
Auloplanco se lo habla, Rufino se lo pedía,
42por Británico [564] ni Tusco [565] ninguna cuenta hacía.
Los dos ayos se lo ruegan, el tonsor [566] y el que tañía;
44a sus pies se tiende Octavia, [567] esa que ya no quería.
Cuanto más todos le ruegan él de nada se dolía.
[Pliego de la Biblioteca Nacional de Lisboa]