Cuando era niña, un día marcó el teléfono de su casa y descubrió que las letras de las teclas deletreaban la palabra SIEMPRE. Deseaba poder marcar SIEMPRE en el teléfono y oírlo sonar. Sonaría y sonaría. Probablemente colgaría al mismo tiempo en que alguien levantaba el auricular al otro lado.

 

El hijo cambiado,

JOY WILLIAMS

 

 

¿A eso se refiere Funch cuando dice que cada vez te pareces más a una sala llena de gente?

—Eso es lo que soy —dijo Mucho—. Es cierto. Todo el mundo lo es.

 

La subasta del lote 49,

THOMAS PYNCHON

 

 

Fíjate bien en todo. Ya has estado aquí antes, pero las cosas están a punto de cambiar.

 

La Tienda,

STEPHEN KING