Balada laudatoria

que envía, al autor,

el alto poeta Rubén Darío

 

 

        Del país del sueño, tinieblas, brillos,
donde crecen plantas, flores extrañas,
entre los escombros de los castillos,
junto a las laderas de las montañas;
donde los pastores en sus cabañas
rezan, cuando al fuego dormita el can,
y donde las sombras antiguas van
por cuevas de lobos y de raposas,
ha traído cosas muy misteriosas
Don Ramón María del Valle-Inclán.

        Cosas misteriosas, trágicas, raras,
de cuentos oscuros de los antaños,
de amores terribles, crímenes, daños,
como entre vapores de solfataras.
Caras sanguinarias, pálidas caras,
gritos ululantes, penas y afán,
infaustos hechizos, aves que van
bajo la amenaza del gerifalte,
dice en versos ricos de oro y esmalte
Don Ramón María del Valle-Inclán.

        Sus aprobaciones diera el gran Will
y sus alabanzas el gran Miguel
a quien ya nos cuenta cuentos de abril,
o poemas llenos de sangre y hiel.

        Para él la palma con el laurel
que en manos de España listos están,
pues mil nobles lenguas diciendo van
que han sido ganadas en buena lid
por el otro manco que hay en Madrid:
Don Ramón María del Valle-Inclán.

 

 

ENVÍO

 

        Señor, que en Galicia tuviste cuna,
mis dos manos estas flores te dan
amadas de Apolo y de la Luna,
cuya sacra influencia siempre nos una,
Don Ramón María del Valle-Inclán.