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Desarrolla la disciplina de duplicar
Otra cualidad de los magnates que recomiendo es su casi obsesión por duplicar su dinero lo antes posible. Cuando consideran una nueva oportunidad, una de las primeras preguntas que se hacen es: «¿Hasta qué punto el riesgo es elevado, y en qué medida puedo conseguir tantos beneficios como para duplicar mi capital, como mínimo?».
En los círculos financieros, este tipo de pensamiento se conoce como la regla del 72, que dice que con una rentabilidad del diez por ciento, necesitarás unos siete años para duplicar tu dinero.
Verás, la mayoría de las personas trabajan por dinero e intercambian sus horas por ingresos, pero quienes crean fortunas participan en proyectos que les permiten ganar dinero mientras duermen. Y acumular exponencialmente con el tiempo. Debes entenderlo porque es muy importante: hacen que su dinero trabaje para ellos. (A este hábito también lo llaman método SWISS: vender mientras duermo tranquilo, por sus siglas en inglés).
Los seres humanos económicamente ricos aprenden primero la habilidad de ganar dinero y después la de multiplicarlo aplicando la disciplina de duplicar. Por ejemplo, según la regla del 72, 100.000 dólares se convierten en 200.000 en unos siete años a un índice del diez por ciento, en 400.000 a los catorce años, en 800.000 a los veintiún años, en 1,6 millones a los veintiocho años, en 3,2 millones a los treinta y cinco años, en 6,4 millones a los cuarenta y dos años, y así sucesivamente, sin que hayas invertido esfuerzo. Te limitas a dormir tranquilo. Y a soñar.
Por último, las superestrellas del dinero ejercen la tercera y totalmente diferente habilidad de proteger su riqueza económica. Una cosa es ganarlo, otra aumentarlo y otra asegurarse de no perderlo. Sin estas tres capacidades no estarían donde están.
Te dejo con estas palabras del actor Steve Martin:
Me encanta el dinero. Me encanta todo lo relacionado con él. He comprado cosas bastantes buenas. Tengo un lavabo de piel. Un cepillo de dientes eléctrico para perros. Un jersey de cuello alto con motor de gasolina. Y, por supuesto, también he comprado algunas cosas absurdas.