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Haz que los demás se sientan especiales
Mi vida cambió el día que estuve en la celda de Nelson Mandela, en la isla Robben. Caminar por la cantera de piedra caliza donde lo obligaron a realizar trabajos agotadores durante trece años, ver la oficina de propaganda donde los censores ocultaban o alteraban las cartas de su familia como una forma de tortura psicológica, y, por último, entrar en su diminuta celda (ni siquiera había una cama) me enseñó lo que significa convertir el dolor en fuerza y los problemas en triunfo.
Una cosa de la que me enteré en esa visita es que Mandela invitó a un vigilante que lo había tratado con cortesía y respeto a su toma de posesión como presidente de Sudáfrica, aunque podría haber estado enfadado y destrozado después de veintisiete años de encarcelamiento. Más tarde dijo: «Mientras cruzaba la puerta que me conduciría a la libertad, sabía que si no dejaba atrás la amargura, seguiría en la cárcel».
Te lo cuento para recordarte que tu trabajo como ser humano es hacer que las personas se vuelvan más grandes en tu presencia. Las personas pequeñas intentan presumir, robar el protagonismo y actuar como el gigante de la sala, en general, para compensar su sensación de inseguridad. Las almas grandes hacen que los demás se sientan grandes.
Haz que todas las personas con las que te encuentres se sientan especiales. Elógialas con sinceridad y reconoce sus dones en lugar de condenar sus defectos. Vive así y no solo tendrás más amigos de los que jamás hayas podido imaginar, sino que también experimentarás una forma de riqueza que va mucho más allá de lo que el dinero puede comprar.
Hemos llegado al final de la sexta forma de riqueza: tener una comunidad fuerte y magnífica de personas espléndidas a tu alrededor. Lo estás haciendo muy bien (debo decírtelo). Y estoy agradecido de ser tu mentor a distancia. ¿Qué te parece que pasemos a la siguiente forma de riqueza? Lo que aprenderás mientras me acompañas por los tesoros ocultos de una vida llena de aventuras te resultará muy valioso.