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Recuerda que pequeños pasos producen grandes beneficios
Durante décadas he compartido con mis clientes y mis audiencias un tatuaje cerebral que me han dicho que les ha resultado muy útil, de modo que siento la necesidad de compartirlo también contigo: Pequeñas mejoras diarias, que parecen insignificantes, si se realizan de forma constante a lo largo del tiempo, conducen a resultados sorprendentes.
Una vida verdaderamente rica sucede más por evolución que por revolución. Son esas pequeñas y constantes victorias las que, cuando se llevan a cabo a diario, evolucionan hasta convertirse en un tsunami. Lo que me lleva a la Gran Pirámide de Guiza.
Hace poco estuve en El Cairo. El organizador del evento tuvo la generosidad de ofrecerme en mi día libre una visita guiada a la que es una de las siete maravillas del mundo antiguo. Mientras entrábamos en el magnífico monumento, que se erige como testimonio de las posibilidades humanas, me contaron que tardaron veinte años en construir la Gran Pirámide. Se necesitaron dos millones y medio de piedras y casi cincuenta mil trabajadores. Durante más de tres mil años, hasta que se construyó la Torre Eiffel, en 1887, esta fascinante edificación fue la más alta construida por manos humanas.
¿La verdadera fórmula para construir esta maravilla? El monumento se alzó colocando un bloque de piedra sobre otro, y otro bloque de piedra sobre el anterior, y así sucesivamente. La atención no se centraba en la pirámide, sino en la acción constante de colocar los bloques. La atención se centraba en el proceso, no en el objetivo. Dedica un momento a reflexionar sobre este punto.
Vivimos en una época en la que muchos de nosotros queremos que nuestros sueños se hagan realidad al instante. Hemos olvidado la importancia de la paciencia, la magia de la constancia y la maravilla de los pequeños triunfos diarios en el proyecto que más nos inspira, ya sea un programa para mejorar la salud o un deseo amoroso, un objetivo económico o un asunto espiritual.
Tus días son tu vida en miniatura y, a medida que elaboras cada día, creas tu vida. La constancia es la madre de la maestría, y las pequeñas cosas que haces a diario son mucho más importantes que las grandes que podrías hacer una vez al año.
Supongo que lo que también te sugiero es que midas tu éxito no en función de si has conseguido el resultado final, sino por la profundidad de tu compromiso con el viaje de dar pequeños pasos en la dirección de tus ideales más brillantes (y por lo que dice de ti como persona el hecho de que te quedes en el camino con el que te has comprometido). Para mí, mejorar día a día es ganar. Acabar el proyecto es solo la guinda del pastel, no el verdadero trofeo.
Pienso en las palabras del novelista escocés Robert Louis Stevenson, que dijo: «No juzgues cada día por la cosecha que recoges, sino por las semillas que plantas».
A veces parece que tus pequeñas acciones habituales para mejorar las cosas no producen ningún avance, pero, créeme, lo producen. El crecimiento es a menudo invisible, como las semillas que germinan bajo tierra y que algún día se convertirán en árboles imponentes. Céntrate, aplícate, ten paciencia y sé consciente de que con el paso del tiempo tus pequeños triunfos diarios acabarán convirtiéndose en grandes victorias.
Ah, y cuando los que te rodean que no te entienden (o no les interesa apoyarte) te critiquen o se burlen de ti, recuerda las palabras del célebre escritor Dale Carnegie: «Cualquier tonto puede criticar, condenar y quejarse, y la mayoría de ellos lo hacen».