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Encuentra tu Panamá invisible

Puede que esta instrucción, que te escribo desde la energía de una gran ciudad, te parezca genial. O puede que no (y me parece perfecto).

Esta mañana, después de haber hecho ejercicio temprano (y haber sudado mucho mientras escuchaba el audiolibro The Wizard and the Prophet), me he dirigido a pie a una cafetería de gran prestigio para tomarme un café. He atravesado las calles empapadas de lluvia y he pasado por delante de un rascacielos que alberga las oficinas y los estudios de una empresa de radiodifusión.

Todavía estaba oscuro y no se veía un alma. ¡Tenía la mañana para mí solo! De repente he oído música rock. A todo volumen. He pensado que era una especie de altavoz exterior que habían colgado para entretener a los transeúntes. La canción era «Panama» de Van Halen. He levantado el puño, como se debe hacer en un concierto en presencia de la realeza del rock, pensando que nadie me vería.

Al avanzar unos pasos me he dado cuenta de que el sonido procedía de un pequeño monovolumen, un Dodge Caravan, para ser exactos. Y el hombre que estaba dentro había subido el volumen de la canción para disfrutarla él mismo y hacer temblar el suelo bajo su vehículo.

Me ha sonreído cuando nuestras miradas se han encontrado. Había visto mi entusiasta gesto de levantar el puño. Y parecía divertido por lo que había hecho.

La experiencia me ha dejado pensativo. No estoy seguro, pero tengo la sensación de que el hombre ha puesto la canción como si fuera un elixir, para levantarle el ánimo y crear unos momentos de alegría antes de meterse entre los bloques de hormigón de un edificio descorazonador para empezar a trabajar.

Y eso me ha hecho pensar en todas las buenas personas del mundo que traicionan sus verdaderas pasiones para realizar trabajos nada creativos que las hacen desgraciadas y que a veces las ponen enfermas.

Podrías decir: «Pero no tengo otra opción. Tengo que pagar las facturas».

Lo siento. Tienes opciones. Tienes poder. Podrías emprender una aventura paralela, como crear un canal de vídeos para compartir tu sabiduría y educar a los espectadores, o escribir la novela que siempre has deseado escribir y después autopublicarla en internet. O abrir una tienda temporal para vender productos fantásticos que enciendan tu pasión. O inventar algo que resuelva un gran problema con el que tú mismo has estado luchando. Y si no sabes cómo hacerlo, aprende. Seguro que puedes.

Otro consejo amable y bien intencionado que me gustaría reforzar: cuando haces lo que te ilumina, contribuyes a iluminar el mundo para todos. Y cuando lanzas tu magia al universo, modelas posibilidades para todos.

Tu vida puede ser arte, tu trabajo puede ser un regalo, y hacer lo que te dicta el corazón es la música que hace realidad los milagros.

Te dejo con unas palabras que me encantan del aclamado escritor Herman Melville: «Pues del mismo modo que este espantoso océano rodea la verde tierra, también en el alma del hombre yace una insular Tahití, llena de paz y gozo, pero rodeada de todos los horrores de una vida conocida a medias».