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Da prioridad a tu último día
«La vida solo puede entenderse hacia atrás, pero debe vivirse hacia delante», observó el filósofo Søren Kierkegaard. Qué gran verdad.
Solo cuando estamos cerca del final podemos atar cabos, detectar los patrones y sentir que todo lo que ha sucedido, incluso y sobre todo los acontecimientos difíciles, tenía un propósito espléndido. Y seguía una especie de plan maestro.
Todo ha sido terreno para que crecieras y te ha ayudado a aprender las lecciones que necesitabas para convertirte en lo que has tenido el privilegio de llegar a ser en esta vida.
¿A qué voy a animarte hoy? Da prioridad a tu último día.
Sí, este es mi deseo para ti, como tu mentor a distancia, infinitamente alentador y siempre entusiasta. Tómate un momento de tranquilidad y, a solas, piensa en el último día de tu vida. Imagina que estás en tu lecho de muerte. Mira los rostros de tus seres queridos. Suponiendo que hayas vivido de manera sincera, enérgica, valiente, feliz y rica de verdad, ¿qué dicen mientras celebran tu vida tan bien vivida?
Piensa en los logros que tendrías que haber conseguido y en las exploraciones que crees que tendrías que haber realizado para saber (mientras respiras por última vez) que has aplicado tus mejores talentos y promesas. Acercarte a tu muerte es una manera poderosa de centrarte en tus prioridades vitales. Y atender a lo esencial. Como escribió en cierta ocasión el escritor del siglo XVIII Samuel Johnson: «Cuando una persona sabe que van a ahorcarla dentro de un mes, su mente se concentra de forma maravillosa».
Una confesión: cuando era joven solía leer necrológicas cada mañana. Esta rutina funcionaba muy bien para dedicar mis horas a las actividades más importantes. Pocas cosas aumentan tanto nuestro compromiso de despojarnos de lo trivial y dedicarnos a lo esencial como la amenaza de muerte. Lamento decirlo, pero debo hacerlo para serte útil.
De todas las necrológicas de vidas sabiamente vividas que leí, ni una decía: «Ha muerto mientras dormía rodeado de su abogado, su contable y su asesor de inversiones».
No. Todas las esquelas de un paseo humano por la Tierra realizado con optimismo y asombro, vitalidad e integridad, alegría y serenidad decían más o menos lo mismo:
Ha muerto en paz a una edad muy avanzada, rodeado de compañeros de trabajo que lo respetaban, vecinos que lo apreciaban y familiares que lo adoraban. Y ha fallecido con una leve sonrisa en el rostro, sabiendo que ha vivido con autenticidad, valor, creatividad y bondad.
¿Puedo preguntarte ahora con vehemencia lo siguiente?: Si estas prioridades serán lo más importante cuando llegue el final, ¿por qué no tener el valor de convertirlas en tu principal objetivo ahora?