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El buen camino es el mejor
Esta mañana me han pasado un vídeo corto en el que el influencer gritaba: «Ponte a ti mismo en primer lugar o serás un perdedor del que se aprovecharán».
Ayer oí decir a un destacado experto que medía su éxito por la cantidad de personas que asistirían a su funeral.
La semana pasada oí a un líder hablando sobre la naturaleza del poder mundano y los pasos a seguir para arrebatárselo a los demás, manipular a las personas con las que tratas y alcanzar la cima de tenerlo todo.
Mira, y me gustaría ser claro, lo mejor de la vida humana es que cada uno tenemos nuestras opiniones. Y respeto mucho el derecho a la libertad de expresión.
Pero veo el universo de manera muy diferente a muchos otros. Supongo que tú también. Por eso estamos en sintonía, ¿verdad?
Y quiero añadir mis puntos de vista a la conversación para que puedas considerarlos, alcanzar tus propias conclusiones y encontrar la verdad que mejor se adapte a ti.
Así que allá voy…
Un ser humano fuerte y sabio es aquel que se preocupa por el bienestar de los demás. No seas un felpudo, por supuesto. Si permites que se aprovechen de ti, sin duda algunos lo harán. Es evidente, así que no seas ingenuo, por favor. Pero no creo que dedicarte solo a ti mismo te brinde el honor, la felicidad y la sensación de serenidad que sé que buscas. Si eres bueno y alguien te quita algo, tú eres el vencedor, no él. Porque tienes que ser bueno.
Y…
¿Por qué importa cuántas personas asistan a tu funeral? Estarás muerto. ¿Qué pasa si nadie aparece en el mío? ¿A quién le importa? ¿Por qué es una medida del éxito? Supongo que Vincent van Gogh murió solo. ¿Eso convierte su vida en un fracaso? No, fue extraordinaria. Para mí este hombre fue un héroe. ¿Qué pasa con el jardinero o el sepulturero que vive tranquilamente y con intensa integridad, hace su trabajo con dignidad (y vive con civismo, sabiduría, compasión y honor) y deja la Tierra con solo unos pocos en su funeral? Para mí son ganadores. Campeones absolutos.
Y…
¿Por qué ser poderoso significa con demasiada frecuencia pisar a los demás para ascender? ¿No es eso duro para tu corazón y pésimo para tu alma? ¿Es cosa mía o sientes lo mismo? ¿Ser de verdad poderoso no consiste en elevar a otras personas en lugar de derribarlas? ¿Y en ayudar a los demás a reconocer sus talentos en lugar de publicar a gritos los tuyos? ¿Y en ser una luz brillante en este planeta con demasiadas sombras?
No creo que consigas todo lo que deseas siguiendo los consejos que dan esos gurús bien intencionados. Te sugiero que te sumes a estas verdades no tan normales:
• Cuidar es genial.
• La educación está de moda.
• La fiabilidad es lo más.
• La humildad es una pasada.
• La frugalidad es sexy.
• La paciencia es potente.
• El altruismo es sensacional.
Terminaré con una preciosa historia sobre la importancia de tomar siempre el camino correcto hacia una vida excelente, alegre y rica de verdad.
El deportista español Iván Fernández Anaya iba en segunda posición en una carrera de cross en la región de Navarra, en el norte de España, en 2012.
En cabeza iba el corredor Abel Mutai, que había ganado la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres. De repente, Mutai, que sin duda iba a ganar, se detuvo a diez metros de la meta creyendo por error que había cruzado la línea.
En lugar de adelantarlo y hacerse con la victoria, Iván Fernández se detuvo y animó a su confundido rival a seguir corriendo para recibir su merecido premio.
«Yo no merecía ganar —observó el deportista español de veinticuatro años—. Él era el legítimo ganador. Me llevaba tanta distancia que no habría podido alcanzarlo si no hubiera cometido un error».
Es un placer presenciar este talante y este altruismo. Es mágico.
Celebremos el buen camino y dirijámonos siempre hacia él.