Mensaje personal de Robin Sharma

Te escribo esta nota desde la casa de campo en la que vivo. A través de la ventana de la habitación donde trabajo veo un olivar, viñedos y una inmensa niebla que flota por encima de las colinas, que parecen alcanzar el cielo. Me gustaría que estuvieras aquí conmigo para contarte en persona todo lo que deseo compartir sobre cómo enriquecer tu vida. Quizá podamos hacerlo en el futuro. Ya veremos.

Mi sincero deseo mientras avanzas en este libro, que he escrito para ayudarte a vivir la versión más elevada de la mejor visión que tengas de tu vida, es irme ganando tu confianza a medida que pases las páginas. Y convertirme en tu compañero, amigo y mentor.

Te agradezco humilde y sinceramente que creas en el valor de las ideas que estás a punto de descubrir sobre cómo llevar una existencia llena de éxito verdadero y riqueza real, no la versión falsa que han programado en demasiadas buenas personas. Espero que este libro en el que tanto he trabajado te sirva para llenar tu vida de mucha más belleza y felicidad, valor y relaciones, además de con una paz interior sin límites.

Ten en cuenta que mi filosofía sobre lo que constituye una vida humana plena, en la que se basa esta obra, es muy diferente de la de otros libros sobre desarrollo personal. Solo te pido que tengas la mente abierta mientras avanzamos por sus páginas y valores si la información es valiosa en función de los resultados reales que te ofrezca día tras día.

Muy bien. Empecemos.

Muchos conocen el cuento de un chico que pasa las tardes en el campo observando cómo se pone el sol tras una casa perfecta, con ventanas que parecen de oro, situada en una colina lejana. Lo obsesiona la idea de, algún día, en el futuro, ir a ver ese lugar y, con suerte, vivir allí. Eso le proporcionaría la felicidad que tanto anhela.

Un día, cuando es un poco más mayor, se decide a hacer realidad su sueño. Viaja durante muchos días e incluso largas noches, y sobrevive únicamente gracias a la amabilidad de desconocidos que lo animan a seguir caminando cuando se enteran de su deseo de ver la casa perfecta con ventanas de oro puro. Al final, agotado, el chico llega a su destino.

Pero, por supuesto, no es en absoluto lo que él veía. Lo que encuentra no es una casa perfecta, sino un granero en ruinas. Y las ventanas no son de oro puro, sino de madera vieja, sucia y agrietada. Se da cuenta de que, desde lejos, la elevada posición del granero en la colina había creado una ilusión óptica: los rayos del sol sobre las ventanas hacían que parecieran de metal precioso. Pero lo que había visto desde la distancia era mentira.

¡Ay, en qué mundo vivimos! Nos enseñan a calcular si hemos triunfado por la cantidad de dinero que tenemos, el tamaño de los bienes que poseemos y si hemos dedicado nuestros mejores días a perseguir fama, fortuna e influencia. Esto hace que muchos de nosotros, en lo más profundo del alma, nos sintamos mal con nuestra vida, tristes con nosotros mismos y enfadados porque los sueños en los que alguna vez tuvimos tanta fe han quedado destruidos y han muerto en silencio a medida que los hemos ido sustituyendo por responsabilidades adultas, el estrés de la vida y los afanes humanos.

El dinero es importante, por supuesto. Tener una cantidad razonable nos permite llevar una vida más fácil, vivirla a nuestra manera y hacer cosas buenas por las personas a las que queremos. Tener suficiente dinero abre más ventanas de posibilidades y puertas a elegir. Pero el dinero es solo una forma de riqueza. En realidad existen otras siete formas en las que me gustaría que te centraras para que puedas alcanzar una vida que sientas que es de verdad rica, profundamente viva y todo lo que alguna vez esperaste que fuera. Te iré hablando de ellas, así como de un poderoso método, con todo mi entusiasmo, a medida que avancemos juntos.

A veces dedicamos tanto tiempo a mirar lo que otros poseen que olvidamos las cosas buenas que tenemos nosotros. Y no me refiero solo a cosas materiales. Me refiero más bien a los elementos fundamentales de una vida humana bellamente vivida. Esos que con tanta facilidad pasamos por alto en este mundo acelerado, demasiado complejo y siempre desordenado en el que nos encontramos tú y yo. Cosas que ahora pueden parecer sin importancia, pero que, cuando estás en la última hora de tu último día, ves con total claridad que son las más importantes.

Una de las razones por las que he escrito La riqueza que el dinero no puede comprar es porque muchas personas sufren en todo el planeta. Sufren pensando y sintiendo que no tienen suficiente. Suficiente dinero. Suficientes bienes materiales. Suficientes likes, seguidores y estatus social. Esto provoca a su vez lo que en mi trabajo como mentor llamo «el sufrimiento por no sentirse digno». Somos demasiados los que tenemos la profunda sensación de que no importamos, de que no hemos alcanzado el éxito y de que nuestra vida es demasiado pequeña en comparación con las vidas que nos dicen que son perfectas y sensacionales.

La verdad es que eres absoluta, única e innegablemente suficiente. Tienes muchos dones, talentos y bondad. Y mucho que agradecer ahora mismo. Pero muchos sentimos una especie de agujero dentro de nosotros. Y ahí está la trampa: nos esforzamos obstinadamente por buscar cosas y más cosas externas con las que llenar ese agujero. Nos decimos que algún día, cuando tengamos mucho dinero, coches impresionantes, ropa a la moda y seguidores en internet, nos despertaremos y por arte de magia nos sentiremos bien. Y seremos felices para siempre. Pero tú y yo sabemos que ese día nunca llegará, porque nada del mundo exterior conseguirá nunca que te sientas mejor por dentro. Como confirma el proverbio zen: «Eres quien eres vayas a donde vayas».

¿Y cuál es la solución? Muy sencillo: entender que lo que persigues en esa búsqueda colectiva de escalar la montaña del éxito (que la sociedad nos ha entrenado para que escalemos) no te llevará al éxito real, porque llegar a la cima de la montaña del dinero sintiéndote vacío, solo e infeliz no es ganar. Es perder. No seas como el chico del cuento que te he contado, que persigue un ideal y al final descubre que era mentira.

«El éxito tiene lugar en la privacidad del alma», escribió el famoso productor musical Rick Rubin. El éxito mundano sin alegría es el oro de los tontos. Mi humilde deseo es que experimentes ambos. El libro que tienes en las manos es mi amable ofrenda, que te llevará a experimentar las verdaderas victorias, la enorme alegría y la magia (sí, magia) que hacen grande la vida humana. He volcado mi mente, mi corazón, mi cuerpo y mi espíritu en esta obra. Espero que te sirva maravillosamente en tu ascenso.

Con amor y respeto,