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Meditación en microdosis

Te escribo este mensaje en una pequeña cabaña de un viñedo sudafricano. He venido en busca de inspiración y aislamiento para terminar esta parte del libro. Suena música country, el sol sale por encima de las lejanas montañas y me divierten las risas sinceras de los trabajadores que pasan entre las vides centenarias.

Empecemos este capítulo con una pregunta: ¿De qué sirve tener todo lo que la sociedad te ha dicho que debes esforzarte por alcanzar si, en cuanto lo consigues, te sientes vacío y estás siempre preocupado por la posibilidad de perder todo lo que tienes?

He descubierto que la clave para tener una gran vida es estar en el mundo sin apegarse a él. Hazlo lo mejor que puedas y después deja que la vida haga el resto. Y todo sucede por alguna buena razón, aunque en ese momento las cosas parezcan ir mal. La existencia humana es una especie de juego. Participa en el juego porque vivimos en el planeta Tierra, así que para eso nos hemos inscrito, pero no olvides que en muchos sentidos todo es una ilusión y que lo que la mayoría te dice que es importante no suele serlo.

Supongo que lo que te sugiero es que no desperdicies los mejores días de tu vida escalando una montaña para darte cuenta, cuando ya sea demasiado tarde, de que has escalado la montaña equivocada. Desperdiciar la vida es un error trágico.

Lo que me lleva a la meditación. No es necesario hacerlo todos los días, aunque creo que deberías, incluso si eres un gran empresario, un operador financiero, un deportista de alto nivel o un líder estatal. De hecho, si aspiras a alguna de estas ocupaciones, debes meditar. Esto me recuerda a otra frase de Mahatma Gandhi: «Hoy tengo tantas cosas que hacer que debo meditar durante dos horas en lugar de una».

E incluso aunque no estés en un puesto con gran presión, te insto encarecidamente y con cariño a que practiques la meditación con frecuencia. Te mantendrá centrado y fuerte en los desafíos, pensarás con optimismo y te sentirás relajado, y por lo tanto tomarás decisiones más claras y rendirás al máximo.

La meditación también reducirá la inflamación que causa enfermedades y te ayudará a vivir mucho más tiempo. Y ni siquiera es necesario que las sesiones se prolonguen mucho tiempo.

Me encantan los periodos de meditación de una o dos horas, pero, si quieres, puedes microdosificarlos. Si no puedes meditar una hora, hazlo media. Si no puedes media hora, hazlo diez minutos. Y si no puedes diez minutos, hazlo cinco.

Menos es nada. Y toda sesión cuenta. Cuenta de verdad. Avanzar siempre funciona mejor que buscar la perfección. Las ganancias constantes se unen para acercarte a una vida de satisfacción constante y libertad interior duradera.