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Preséntate en el gimnasio como quieres presentarte en la vida
Estoy en mi casa de campo y llueve. Las ventanas son tan viejas que la lluvia se ha filtrado y ha caído en mi querido escritorio. Pero no pasa nada. Le dará más carácter.
Mi enseñanza en este capítulo es sencilla: Tu rutina en el gimnasio es tu práctica de vida. La forma en que te presentas en el gimnasio determina cómo actuarás en todos los demás ámbitos de tu vida (porque el modo en que haces lo primero es en realidad una preparación para cómo lo harás todo), así que utiliza el ejercicio para establecer una manera de ser que también te sirva en la vida.
Cuando veo a una persona muy en forma, entiendo con claridad que posee cinco características clave que no solo favorecen su bienestar físico, sino que también contribuyen a su vida en general:
Concentración. Mientras haces ejercicio, en realidad ejercitas la concentración. Utilízalo como una especie de meditación y mantén el pensamiento en lo que estás haciendo, en el momento presente. Si tu mente divaga, tráela de vuelta al ahora. Cuanto más lo practiques, más atención podrás prestar mientras realizas cualquier actividad fuera del gimnasio. Y céntrate en las actividades que importan, sin distraerte cada dos por tres.
Dedicación. Los mejores entrenamientos son los que no te apetecían, pero los hiciste y acabaste encantado. Hacer con frecuencia cosas difíciles que no te apetece hacer (aunque sabes que debes hacerlas porque son muy buenas para ti) es lo que caracteriza a los héroes, así que cumple las promesas que te has hecho a ti mismo y haz los ejercicios que te dijiste que harías. Todo entrenamiento contribuye a lograr tu objetivo de salud más elevado. Si lo haces con regularidad, te darás cuenta de que alcanzas niveles de dedicación y constancia que podrás utilizar para sacar provecho en otros ámbitos de tu vida.
Excelencia. Sí, esto significa correr con precisión. Hacer la postura de yoga con gracia, habilidad y medida. Levantar las pesas de forma excepcional. Hacer el esprint casi a la perfección. La excelencia en el gimnasio es preparación para la excelencia en la vida. Y garantiza la creación de una arquitectura de hábitos que hace que la mediocridad sea mucho menos probable después de salir del gimnasio.
Persistencia. Debo confesarte que ayer fue uno de esos días en los que nada me funcionaba en el gimnasio. Los burpees eran agotadores, las flexiones eran decepcionantes y sentí deseos de dejarlo. Pero no soy un flojo. No me rindo. Sé que estoy más vivo y soy más fiel a mí mismo cuando continúo en los momentos en que me apetece detenerme, así que seguí adelante. Tú también puedes hacerlo, por supuesto. Y cuando lo hagas, te volverás mucho más persistente en todas las dimensiones de tu vida.
Mejora. A todos los deportistas profesionales les obsesiona mucho más seguir progresando que llevar un anillo en el dedo meñique (porque entienden que así es como lo consiguieron). Vi una entrevista al ya fallecido Kobe Bryant, leyenda de la NBA, en la que hablaba de mantenerse presente en el proceso y sentir gozo en todos y cada uno de los entrenamientos. Casi parecía un monje zen predicando los beneficios de vivir el momento en lugar de pensar todo el tiempo en el resultado final (el campeonato). Añadía que al aprender a amar todos los entrenamientos, podía entrenar más que nadie en la liga: a primera hora de la mañana, a última hora de la mañana, por la tarde y por la noche. Concluía diciendo con una gran sonrisa que, con este patrón de entrenamiento día tras día, mes tras mes y año tras año, había desarrollado la habilidad y la destreza que le permitieron tener una ventaja tan importante que nadie podía seguirle el ritmo. Jamás.
Así que entra en el gimnasio con todas las ganas y con los cinco sentidos, porque eso marcará la pauta de cómo te desarrollarás en una vida realmente plena.