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Los niños pequeños son regalos gigantes

Un día del Padre, cuando mi hijo estaba en la escuela primaria, trajo de clase una tarjeta hecha a mano. En la cara delantera estaba impresa la huella de su manita, y dentro de la tarjeta, encima de una pequeña fotografía de mi hijo, había escrito estas palabras:

A veces te desanimas porque soy muy pequeño

y dejo en los muebles marcados los dedos.

Pero estoy creciendo, algún día seré mayor

y ya no verás esas huellas a tu alrededor.

Así que aquí tienes una para que puedas recordar

cómo eran mis dedos a mi más tierna edad.

Con cariño, Colby

Los niños crecen muy deprisa. La vida pasa en un abrir y cerrar de ojos (o en un suspiro). Parece que fue ayer cuando estaba en la sala de partos esperando el nacimiento de mi hermoso hijo, que es un optimista empedernido, y dos años después el de mi sabia y maravillosa hija. Ahora son adultos que dan sentido a su vida (Colby es escritor y Bianca trabaja en actividades benéficas).

Es fácil prometerte a ti mismo que pasarás más tiempo con tus hijos cuando las cosas se calmen en la oficina o cuando tengas menos responsabilidades sobre tus hombros. Pero si no actúas sobre la vida, la vida tiene la fascinante costumbre de actuar sobre ti. Y las semanas se convertirán en meses, los meses se convertirán en años, los años se convertirán en décadas y, antes de que te des cuenta, esos niños pequeños con manos diminutas que crees que seguirán siendo pequeños para siempre habrán crecido. Y se habrán ido.