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No seas un felpudo

A ver. No confundamos ser amable con nuestra pareja, nuestros familiares, amigos o compañeros de trabajo con ser débil. La mayoría de las personas amables han sufrido mucho y han superado muchas cosas. Su dolor les ha permitido conocer su fuerza. Tienen acero por dentro.

A veces, al terminar una sesión con un cliente en la que nos hemos centrado en las relaciones, el cliente me dice: «Robin, si soy cariñoso, compasivo y sincero, la gente se aprovechará de mí. No quiero ser un felpudo».

Mi respuesta suele ser la siguiente: «La gente solo se aprovechará de ti si se lo permites. Tienes la capacidad de establecer límites y defenderte, así que hazlo, por favor».

Es cierto que enseñamos a las personas cómo tratarnos. Y en las relaciones a menudo conseguimos aquello con lo que nos conformamos. Y recibimos lo que aceptamos.

El equilibrio que debes dominar es este: sé respetuoso pero asertivo. Educado pero valiente. Civilizado pero sincero. Cariñoso pero respetándote a ti mismo. ¿Trato hecho?