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Evita la mentira de que nadie se dará cuenta
El verdadero héroe de Steve Jobs fue su padre adoptivo, un gran artesano que en su tiempo libre fabricaba muebles en los que cuidaba hasta el menor detalle. De niño, Jobs lo observaba midiendo la madera con gran precisión, alineando las esquinas de forma casi obsesiva y centrándose como un maniaco en hacer un trabajo excelente.
Un día, su padre le pidió que pintara la valla de su casa y él lo hizo. Al cabo de unas horas apareció su padre.
—Steve, ¿has pintado la valla?
—Sí, papá, mira —dijo el joven Jobs señalándola.
Su padre revisó el trabajo con atención y observó:
—Steve, has pintado muy bien la valla por fuera, pero no la has pintado por dentro.
—Pero, papá, nadie va a ver la valla por dentro —replicó Steve.
Su padre sonrió y dijo:
—Hijo, la veremos nosotros.
Muchos años después Jobs trabajaba con su equipo de diseño en el primer Macintosh de Apple. ¿Sus instrucciones para su grupo? Hacer que el ordenador fuera bonito por fuera. Hacer que pareciera especial, maravilloso y sensacional. Pero su verdadera misión era que el interior de la máquina fuera una obra de arte.
Un miembro del equipo comentó:
—Pero, Steve, nadie verá el ordenador por dentro.
Y, por supuesto, Jobs le contestó:
—Nosotros lo veremos.
Hagas lo que hagas en el trabajo, la parte más valiente y sabia de ti ve todo (y me refiero a todo) lo que haces. Y cada vez que traicionas tu grandeza haciendo algo que sabes que no respeta tu genio, una pequeña parte de ti muere. Una parte de ti pierde el respeto por ti mismo. Parte de tu entusiasmo, tu optimismo y tu esperanza te abandona. Cada acto mediocre hace que tu promesa sea derrotada. Y los potenciales no expresados se convierten en dolor.
Así pues, cuando no te apetezca sacar el máximo partido de tus dones o de tu magia personal, recuerda que siempre hay alguien observándote. Y ese alguien siempre es tu yo más elevado.