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No colecciones resentimientos
Una persona nos mira mal. Una persona cercana a nosotros nos decepciona. Una persona en la que confiábamos nos miente. Cosas así forman parte de la esencia de la vida. Por mucho que lo intentes, no puedes evitarlas.
Cuando no nos tratan como queremos que nos traten, es muy fácil enfadarse. O retirarse. O guardar un secreto resentimiento.
Y a medida que avanzamos en la vida e interactuamos con otros seres humanos, es fácil seguir añadiendo experiencias a lo que yo llamo «la pila del resentimiento».
Estás cada vez más desanimado y, en lugar de procesar las emociones de dolor, frustración e irritación que te crean estas experiencias para liberarte de ellas, te limitas a tragártelas. Y a regodearte en ellas. Y dejas que los resentimientos se pudran, como una gran herida abierta (que mancha todo momento que vives y empaña tu creatividad, tu productividad, tu prosperidad y tu serenidad).
Eres sabio y brillante, y eliges a mentores fantásticos, así que ya sabes que esta no es la mejor manera de vivir. Las heridas que no se curan se convierten en potenciales no realizados, y además te absorben la energía, una energía que podrías utilizar para conseguir resultados elevados y disfrutar del regalo supremo y la expedición que es tu vida.
Y también recuerda que cuanto más crece tu pila del resentimiento, más influye en tu forma de verlo todo.
Empiezas a ver desprecios que ni siquiera han existido. Empiezas a observar que las personas hacen cosas malas que en realidad no han hecho. Empiezas a creer que este universo a veces difícil pero también asombroso en el que vivimos es un lugar aterrador. Vemos las cosas no como son, sino como somos nosotros, ¿verdad?
Así que mi sincera sugerencia para ti, mientras doy un sorbo a mi té de menta fresca con una rodaja de jengibre y escucho la preciosa canción country «Fall» de Kolby Cooper, mientras un gallo muy escandaloso sigue despertando al mundo, es que te conviertas en un maestro de dejar ir las cosas. Protégete, por supuesto, y no dejes que te traten mal. Es obvio, y de hecho enseñamos a los demás cómo tratarnos. No debes permitir que te pisen, pero también te sugiero que tengas más compasión con los demás. No sabemos qué batalla están librando. Y todos los que nos rodean hacen lo que pueden (incluso si lo que pueden es un desastre).
Y aunque esto no significa que no debamos responsabilizarlos de lo que hacen, sí significa que merecen nuestra comprensión. Imagínate lo brillante que será la vida humana que crearás si optas por la rareza de intentar ver las bendiciones de las personas que pretenden maldecirte. Este es el comportamiento de las almas más grandes de la historia. Y el de una persona rica de verdad.
«En mis años más jóvenes y vulnerables, mi padre me dio un consejo al que no he dejado de dar vueltas. “Cada vez que quieras criticar a una persona, recuerda que no todo el mundo ha tenido las ventajas que has tenido tú”», dice Nick Carraway, el narrador de la estupenda novela de F. Scott Fitzgerald El gran Gatsby.
Haz bien esta parte, y tu alegría diaria y tu tranquilidad general aumentarán de forma exponencial. Y con la vida que lleves, propiciarás sutilmente que estalle la paz en todo el planeta.