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Aprender es tu superpoder

Una mente cerrada nunca eleva el mundo. Y una persona excepcional que deja de crecer, optimizar y evolucionar constantemente en su campo decae, a menudo sin saberlo (hasta que es demasiado tarde). Lo que nos lleva al poder del aprendizaje, fundamental para la misión.

La educación es una vacuna contra la disrupción. Y gana el creador que más aprende.

Durante muchos años he enseñado un principio fundamental a mis clientes multimillonarios, directores ejecutivos y líderes de movimientos, que llamo «la actitud 2×3×». Te ayudará a mejorar tu dominio en cualquier campo en el que quieras liderar. Aquí está: para duplicar tus ingresos y tu impacto, triplica tu inversión en dos áreas centrales: tu maestría personal y tu capacidad profesional.

Demasiadas buenas personas sufren porque tienen la limitada creencia de que el genio es un don divino, no una práctica diaria. Mozart necesitó diez años de concentración diaria, práctica y perseverancia para que se pusieran de manifiesto los primeros signos de su maestría. Jane Goodall, la venerada científica especialista en primates, estudió los chimpancés durante décadas antes de expresar su excepcionalidad. Einstein trabajó como empleado de correos y se esforzó en el anonimato durante años antes de llegar a la teoría general de la relatividad, que revolucionó la comprensión de la física. Aristóteles Onassis llegó a Buenos Aires, tras un peligroso viaje desde Grecia en un transatlántico, con solo sesenta dólares en el bolsillo antes de embarcarse en el largo viaje de construir empresas y adquirir el poder que lo convirtió en el magnate más rico de su época.

Cada una de estas personas empezó poco a poco, aprendió lo que necesitaba aprender para ganar y nunca dejó de mejorar su arte. Por simple que parezca, su fórmula ganadora fue que siempre quisieron autoeducarse para mejorar.

Y entiende que si piensas «No puedo convertirme en una figura destacada en mi campo», o «Las superestrellas están hechas de un polvo de estrellas diferente del mío», o «Los mejores han sido bendecidos con talentos singulares que yo no tengo», en lugar de saber que la genialidad en una labor procede de la maravillosa alquimia de la concentración, el aprendizaje, la práctica, la orientación, la ejecución, la persistencia y el paso del tiempo, entonces ese pensamiento defectuoso acabará convirtiéndose en una creencia subconsciente que te limitará. En otras palabras, si te cuentas una historia psicológica que dice: «Estoy en la media, así que debo funcionar de manera normal», se manifestará como tu realidad, porque tu comportamiento diario siempre refleja tus creencias más profundas.

Limitar el pensamiento siempre crea un programa defectuoso que escribe una historia que después se convierte en tu identidad. Esta determina a su vez cómo te muestras cada día. Sí, tu pensamiento es una profecía autocumplida. Y lo que crees sobre tu potencial se vuelve real.

La respetada psicóloga Carol Dweck ha descubierto en sus rigurosas investigaciones que las personas que hacen mejor las cosas tienen «una mentalidad de crecimiento», no una mentalidad fija. En otras palabras, ven las oportunidades de tal manera que saben que si no tienen una habilidad, pueden aprenderla. Y si quieren dominar un tema, practicar y esforzarse las ayudará a conseguirlo.

Las personas que deciden funcionar con una mentalidad de crecimiento tienen poder sobre su vida y la profunda comprensión de que todos los seres humanos pueden ser mejores cada día aprendiendo lo que deben hacer y después haciendo lo necesario para mejorar, en lugar de esperar a que las estrellas se alineen.

Estudia. Estudia. Estudia. ¡Y lee, lee, lee! Conozco pocas otras inversiones que ofrezcan la tasa de rendimiento exponencial que ofrece un buen libro. Por poco dinero puedes entrar en la mente de las personas más importantes que han existido. Puedes descubrir sus filosofías, adoptar sus hábitos diarios, entender cómo crearon sus obras maestras, descubrir cómo superaron la adversidad e inspirarte en los caminos que siguieron.

La víctima dice que el rendimiento de élite es demasiado difícil y por eso desperdicia valiosas horas frente a su gran televisor. La superestrella entiende que la maestría exige estudio, esfuerzo, paciencia y dedicación. Y dedica mucho tiempo a crear una gran biblioteca.

«En toda mi vida no he conocido a ninguna persona sabia que no leyera todo el tiempo. Ni una», comentó el famoso inversionista (y socio de Warren Buffett) Charlie Munger. Hermosas palabras, ¿verdad?