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Da un paso más

Cuando estaba escribiendo El Club de las 5 de la mañana (tardé cuatro años enteros en terminarlo, y conseguir que este libro fuera lo mejor que podía escribir se convirtió en una misión que rayaba en la obsesión), fui en tren a una pequeña ciudad europea y encontré un hotel en el que quedarme una semana escribiendo. Avancé más en el manuscrito en esa semana que en todo el mes anterior trabajando en casa.

En ese viaje, una persona del servicio de habitaciones le proporcionó a mi té con limón matutino una característica curiosa que nunca he olvidado: le había quitado las pepitas al limón.

No sé si he conseguido explicarme, así que permíteme que sea más claro: en lugar de limitarse a cortar el limón en rodajas para que yo las echara en la taza, un alma entregada se tomó el tiempo y la molestia de extraer con cuidado las pepitas para que no acabaran flotando en mi té.

Me impresionó tanto este poco frecuente acto de excelencia inesperada que lo mencioné en el libro. Llamo a este concepto «deshuesar las rodajas de limón», una metáfora para mostrar la meticulosa atención a los detalles, que es la base para convertirte en un maestro en tu trabajo.

Te escribo este mensaje desde ese mismo hotel. ¿Y sabes qué? Tengo otra metáfora para ti, basada en la taza de té de hoy.

He pedido una infusión de menta fresca. Eva, la chica alegre y exquisitamente exuberante que ha contestado el teléfono, es fantástica. Detallista, muy responsable y atenta.

«Serán quince minutos, ¿le parece bien?», me ha preguntado en tono cantarín.

Pues sí, exactamente quince minutos después (estoy en Suiza), Eva estaba en mi puerta. Con una sonrisa del tamaño del sol y unos ojos que brillaban como estrellas. Y una actitud que ha aumentado mi alegría por formar parte de la raza humana.

Al mirar la bandeja que Eva dejó con cuidado en la mesa frente a mí, observé que no solo había introducido un manojo de hojas de menta fresca en la tetera, sino que también había añadido una floritura: una hoja de menta colocada artísticamente en la taza de té blanco marfil.

Puede que me digas: «Robin, ha sido un detalle insignificante». No. Para mí ha sido gigantesco.

En una época en la que se promete mucho y se cumple poco, y en la que tantas personas quieren las recompensas de una vida más rica sin tener que invertir en comprometerse y hacer el trabajo que requiere una vida gratificante, Eva ha brillado en su labor. Ha ejemplificado esta cuarta forma de riqueza. Puso en práctica su creatividad y acuñó la moneda de la maestría al coger esa hoja de menta y colocarla con esmero en la taza de té para crear una pequeña obra de arte.

Así que ahora tengo una nueva metáfora para el hábito de esmerarse en el trabajo con el objetivo de fascinar a quienes te rodean: «maximizar la hoja de menta». Y si el hábito ha funcionado para Eva, estoy seguro de que funcionará para ti.