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Sé paciente como los profesionales
Te contaré un secreto para dominar el juego; en realidad no es un secreto, pero lo llamaré así con la esperanza de que le prestes más atención.
El secreto es… tener paciencia.
Así de sencillo. Práctico. Tan obvio que ni caemos en la cuenta. Es una estrategia que se esconde a simple vista. Por lo tanto, muy pocos (o sea, poquísimos) la practican con cierta regularidad. «Los ríos saben que no hay prisa. Algún día llegaremos», escribió el autor de libros infantiles A. A. Milne.
Hoy estoy en la elegante ciudad de Milán. Los árboles están llenos de brotes y hay flores por todas partes. Mis amigos italianos y mis lectores milaneses me odiarán por contártelo, pero fui al gran Starbucks de esta ciudad por primera vez. (Te lo digo en voz baja: estuvo muy bien).
Escuché a un increíble músico callejero que tocó una canción de Coldplay, otra de Drake y después «Love Yourself» de Justin Bieber. (Te lo digo en voz baja, pero me gusta mucho esta canción).
Caminé hasta el famoso monumento llamado el Duomo. Fascinante. Impresionante de verdad.
Vi las agujas, los arcos y la intrincada artesanía. ¿Sabías que empezaron a construirlo en 1386 y que los últimos detalles se concluyeron en 1965? Seiscientos años. Para un solo proyecto.
Ahora déjame preguntarte con mi mejor humor: ¿tienes la devoción suficiente para perfeccionar tu proyecto X durante seiscientos años? Hasta que el proyecto esté terminado. Hasta que haya quedado sublime. Como debe hacerse. Para que celebre tus talentos naturales. Pienso en lo que dijo Miguel Ángel: «El genio es paciencia eterna».
Vivimos en una civilización en la que la mayoría de las personas tienen la capacidad de atención de un gorrión. ¿Quieres de verdad tener éxito en el trabajo y estar tan por delante de los demás que nunca puedan alcanzarte (ni en seiscientos años)?
¿Sí? Genial.
Entonces conviértete en la persona más perseverante de tu campo y en el trabajador más incansable de tu ámbito. Esfuérzate en el más mínimo de los detalles. Alcanza el nivel de las superestrellas. No lo dejes correr. Nunca te rindas. Consigue que las pinceladas más pequeñas alcancen el nivel de los grandes maestros. Y después hazlo aún mejor. Te reto.