INTERLUDIO: ÉXODO

Porque un día salimos del África, tanteando,

la piel desconocida del planeta.

Buscábamos el mar, para embarcarnos,

el aire, para volar sobre las nubes,

la tierra para arar, la mies, el fruto,

las máquinas, el fuego. La escritura,

y el cable que transporta las palabras.

Y un día nos despedimos en un sitio.

Aquí o allá fue, en cualquier milenio.

¿Qué se hizo

de aquel amigo, de aquella tribu emparentada,

que tomó hacia el sur en un cruce de caminos,

y de quienes nunca más se supo nada?

¿Qué fue de mis primos que esa tarde

decidieron quedarse en la caverna

cuando todos partimos a otras tierras

con más sol, más hierro, o mejor vino?

¿Qué se hizo de aquel grupo de familias,

que cruzaron el río y no volvieron nunca?

¿Y esa gente,

que fabricó una canoa y se alejó por el mar?

Hoy regresamos al África, poblada

de hermanos que una vez se despidieron

por un siglo, un milenio, y no volvieron.

Anhelante,

cada palabra, cada letra que pelea

por vivir reconstruye aquella aldea,

donde aún late tu nombre

en cada instante.