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Se ha dicho que saber demasiado puede ser peligroso, pero desde luego no lo ha dicho alguien que sepa mucho. Tal y como demuestra esta sección, es aquello que ignoramos lo que puede hacernos daño. Incluso puede llegar a matarnos.

Hay al menos una enfermedad extremadamente grave en la que la medicina ha avanzado bastante. Hemos aprendido las causas de los ataques al corazón y los infartos cerebrales o ictus, sabemos cómo prevenirlos en muchos casos y sabemos también cómo reparar, al menos parcialmente, los daños en quien los ha sufrido. Los pasos a seguir están bastante claros: hacer mucho ejercicio, controlar la tensión arterial y el colesterol, no comer grasas, tomar una copa de vino al día, vigilar el peso corporal y tratar de evitar situaciones de estrés. Si hacemos todas esas cosas tendremos muchas menos probabilidades de sufrir un ataque al corazón o un derrame cerebral.

La de las enfermedades cardiacas es una de las pocas áreas de la medicina donde sí tenemos los conocimientos suficientes para su prevención. Por desgracia no ocurre lo mismo con el cáncer, por ejemplo, o con el alzhéimer, o con el comportamiento de las células madre; incluso sabemos poco del resfriado común. Sí hemos aprendido en cambio mucho acerca del sida, aunque todavía no hemos encontrado la llave que cierre para siempre la puerta a esta enfermedad. Una vez más, se trata de un campo de la sanidad en el que las personas a menudo confunden lo que les gustaría que fuera verdad con lo que es realmente...

Así pues, ¿qué podemos hacer para protegernos? Al igual que con las enfermedades del corazón, hay importantes medidas que podemos tomar y que pueden brindarnos protección frente a algunas de las dolencias más graves. Hay comportamientos que suponen una diferencia. Tal y como explicaremos en esta sección, saber lo que hacer y qué evitar puede salvarnos la vida.

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