PROTEÍNAS
“Y si comés tanta verdurita y nada de carnes ni lácteos, ¿de dónde sacás las proteínas?”, es una de las preguntas más frecuentes que me hacen.
Si alguien pregunta sobre las proteínas, lo primero que se le viene a la mente es un bife, ¿sí o no? Eso se fue pasando de generación en generación desde el siglo XIX, cuando proteína era sinónimo de carne.
Ahora ya sabemos que no es así.
Las grasas, los hidratos de carbono y las proteínas son los macronutrientes, componen casi todo el peso del alimento, además del agua y la pequeña cantidad restante de micronutrientes vitamínicos y minerales.
Las proteínas, las más sagradas de todos los nutrientes, son componentes vitales de nuestro cuerpo y existen miles de clases diferentes. Funcionan como enzimas, hormonas, tejidos estructurales y moléculas de transporte; todas ellas hacen la vida posible. Las proteínas se construyen como largas cadenas de aminoácidos. Existen de quince a veinte clases distintas de aminoácidos, dependiendo de cómo se los cuente.
Las proteínas se deterioran regularmente y deben ser reemplazadas. El cuerpo reutiliza gran parte de los aminoácidos, pero debemos ayudarlo consumiendo alimentos ricos en proteínas de buena calidad. Una vez digeridas, estas nos brindan nuevos aminoácidos para fabricar los reemplazos de las proteínas que se deterioraron.
¿No es increíble y mágico cómo funciona todo? ¡La cantidad de cosas que están pasando a la vez dentro de nosotros! ¡Mientras, vos estás en otra!
Es un mito eso de que necesitamos muchas proteínas para estar sanos. Si vas por la calle, o por un shopping, y ves la cantidad de obesos que hay, cada vez más, te da la pauta de que todo lo que estamos comiendo nos está matando. ¡Cuánta publicidad que nos envenena! ¡Cuánta gente ganando dinero a costa de la ignorancia!
El exceso de proteína y grasa animal tapa tus células, tu torrente sanguíneo, tu colon, te acidifica y exige por demás a tus riñones. Como consecuencia absorbés menos nutrientes saludables de la comida, tenés cada vez más hambre, comés más, engordás y te enfermás.
El exceso de proteína y grasa animal tapa tus células, tu torrente sanguíneo, tu colon, te acidifica y exige por demás a tus riñones. Como consecuencia absorbés menos nutrientes saludables de la comida, tenés cada vez más hambre, comés más, engordás y te enfermás.
Las proteínas son muy importantes, pero en grandes cantidades te matan. Muchos estudios científicos demuestran cómo a medida que los consumos de proteínas animales suben, también suben los índices de enfermedades crónicas. ¡Basta de hamburguesas! ¡Basta de milanesas! ¡Basta de asados monumentales!
Se necesitan alrededor de 45 gr de proteínas al día y el promedio de los ciudadanos consume entre 100 y 120 gr y en su mayoría provenientes de productos animales ricos en grasas. (Hay que tener en cuenta que las embarazadas y los deportistas tienen un requerimiento mayor al resto de las personas.)
¿DE DÓNDE SACO LAS PROTEÍNAS?
Si llevás una dieta vegetariana o vegana balanceada, que incluya una gran variedad de alimentos de buena calidad como vegetales, mucho verde, brotes, legumbres, frutos secos, semillas, algas y granos, vas a tener todas las proteínas que necesitás.
Hay plantas que tienen todos los aminoácidos esenciales, es decir proteínas completas: quínoa, semillas de sésamo, trigo sarraceno. Hay otras que no tienen todos los aminoácidos pero si las combinás se completan. La supernoticia es que no necesitás consumirlas todas en la misma comida ni siquiera en el mismo día. Por ejemplo, si mezclás lentejas con arroz integral armás una proteína completa, pero también está bien si comés las lentejas por un lado y a la noche o al día siguiente el arroz.
Alimentos ricos en proteínas:
Almendras
Arvejas
Arroz integral
Avellanas
Avena
Nueces
Batata al horno
Brócoli
Castañas
Espinaca
Garbanzos
Kale/col rizada
Lentejas
Maní
Mijo
Porotos negros (y de muchas variedades)
Quínoa
Semillas de girasol, lino y sésamo
¡Espero que esto te deje más tranquila!
Además, ¿viste lo fuertes que son los caballos, los elefantes, los rinocerontes, las vacas? Y no comen asado ni bife ni chanchito al horno de barro, ni siquiera un conejito que pase por ahí.